Mi Primera Vez. 6ta. Parte
Me cambié de colegio, ahora con compañeros nuevos..
Al año siguiente me cambiaron de colegio, un colegio, que aunque me quedaba más lejos, era más reconocido por sus logros.
Mi compañero de banco resultó ser un chico muy simpático, no llevamos bien desde el primer día.
Más o menos de mi misma edad, entre 14 y 15 años un poco más alto y más atlético que yo.
Eso lo pude comprobar en la primera clase de educación física. De echo me ayudaba en varios ejercicios.
Las duchas eran con agua caliente, al parecer de termo porque siempre tenia la misma temperatura, una temperatura media.
La primera vez que lo vi desnudo me recordó a mi primo, que aunque no tenía una erección se le parecía mucho.
De pronto me di cuenta que me estaba mirando. Nos duchamos lado a lado aunque habían más duchas. Como nos habíamos quedado practicando después de la hora, los otros compañeros se habían ido.
El estar los dos solos y desnudos me dió una especie de corriente en el cuerpo.
– Te enjabono la espalda? – esa pregunta me sobresaltó. No sabía que responder, pero esperando a ver que pasaba, le dije que sí.
Y mientras me lavaba el pelo el comenzó a enjabonarme suavemente, como caricias, sus manos suaves recorrían mi espalda. Mi erección no se hizo esperar.
– Que linda piel tienes – me produjo un estremecimiento.
– Tus nalgas son bonitas, bien formadas y duritas – recomiendo mis nalgas con las dos manos. Yo tenía un nudo en la garganta, no sabía qué hacer.
– Ahora enjabonarme tu – me dijo pasándome el jabón y dándose vuelta.
Su erección era como la de mi primo a esa misma edad. Estimo que deben haber sido unos 16 cm por 3 de diámetro.
– Tu piel también es linda – dije pasando mis manos con jabón por su espalda. En realidad tenía unas nalgas parecidas a las de mi hermana, se las enjaboné como lo hacía con mi hermana. Mi erección casi las rozaba, estaba muy excitado.
– Ya, listo – le dije, el se dió vuelta y se paró delante de mi. Su mano cogió mi miembro y hice lo mismo con el suyo mirándonos a los ojos.
No existía nada más en ese momento, sentía su mano subir y bajar por mi miembro, yo hacía lo mismo con su dureza suave y caliente.
– Date la vuelta – dijo, mi corazón que ya latía fuerte, comenzó a 1.000 por hora. Como ya sabía que se venía, apoyé mis manos en los azulejos y me incliné sin decir una palabra.
Su miembro buscó la entrada a de mi ano y comenzó a puntear suavemente, que delicia, más de dos años sin sentir nada parecido. Cerré mi ojos y me dediqué a disfrutar el momento.
– Te duele? –
– No, nada, está rico, sigue – y siguió. Disfrutando al entrar y al salir me hacia dar unos quejidos ahogados de placer. De pronto ocurrió lo inevitable, mi leche comenzó a salir a chorros. Al ver eso el comenzó con estocadas más profundas y más rápidas.
Después de unos minutos de descanso sacó su miembro y su leche comenzó a salir corriendo por entre mis piernas. Cuanto hacía que no sentía esa agradable sensación.
– Sabes, me gustaste desde el primer día que te conocí. No fue casualidad que nos sentáramos juntos – me dijo mientras caminábamos hacia la salida del colegio.
– No me di cuenta, pero a mi también me gustó conocerte – le dije .
– Llevaba meses esperando el momento, no sabía qué ni cómo decirte sin que te enojaras –
– Enojarme porqué? –
– No sé, pero ahora en la ducha al ver como me mirabas me excité y al ver que tu también tenias una erección, eso me dió el valor para insinuarme contigo –
– Creo si no lo hubieras hecho tú lo hubiera hecho yo –
– Bueno, será hasta mañana, yo voy por este lado – me indicó.
– Hasta mañana – le dije y me encaminé a mi casa feliz. Sentía un cosquilleo en mi ano que me daban ganas de saltar de felicidad. Sólo me asaltaba una pregunta, qué era lo que me gustaba más, coger con mi hermana o con mi compañero.
Era la primera vez que tenía sexo con un extraño, con otro hombre que no fuera mi primo.
Cada semana que teníamos gimnasia, cogiamos en la ducha y aveces en su casa cuando teníamos que » hacer » una tarea juntos.
Era hijo único y sus padres trabajaban los dos, por lo que constantemente me pedía que fuera a su casa. Y cada vez que me iba del colegio con él a su casa, cogiamos toda la tarde. En realidad el me cogia a mi, tenía la capacidad de eyacular sin perder la erección, por lo esperaba unos minutos antes de seguir cogiendo.
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