Mi primera vez con mi tía.
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Como la mayoría, en vacaciones terminaba en casa de algún pariente. Si bien somos muchos de familia, mi lugar preferido era el campo, por que allí vivía una hermana de mi madre, con la que tenía más afinidad que con el resto de los tíos. Yo tenía 14 y ella 24, por entonces. Se casó cerca de los 20 y no habían tenido hijos con su esposo Guillermo. Mi tía Gisella al ser la más chica siempre tuvo buen trato conmigo y de ahí la afinidad. La cuestión es que mientras mi tío salía a la mañana a recorrer el campo y atender los animales y los cultivos, nosotros quedábamos solos en la casa y yo le ayudaba con las tareas básicas. Una mañana me levanté apenas se fue mi tío para ir al baño y volver a la cama. La puerta de la habitación de ellos estaba abierta y mi tía durmiendo, pero por primera vez tuve una sensación que jamás había ocurrido en mí.
Ella estaba de costado y su cuerpo casi totalmente descubierto, pude ver que tenía una cola muy linda y más me calentó la tanga minúscula que tenía que hacía resaltar más sus cualidades de mujer. Realmente me quedé parado mirándola como hipnotizado, atraído por esa mujer impresionante que estaba viendo. No sé la razón, si hice algún ruido o qué, pero se despertó y me vio parado en la puerta, encima obviamente con mi bulto bien marcado por una terrible erección. ¿Qué haces? Me preguntó. "Nada, nada" no pude contestar otra cosa. "Andá a tu cama que todavía es temprano para levantarnos". Me fui, pero en mi cabeza quedó impresa esa imagen de esa cola perfecta. A decir verdad, tenía buen cuerpo, sus pechos eran los adecuados para una mujer delgada y de estatura media, tiene una cabellera de color castaño que hacen resaltar sus ojos claros, con su piel tostada del sol y aire del campo. Volví a mi dormitorio e intenté dormir pero ya no pude, mi cabeza quedó en su habitación.
Cuando oí que se levantó y cerró la puerta del baño, muy despacio fui a espiar por la cerradura, pues yo sé que ella se ducha todas las mañanas. Verla totalmente desnuda me aceleró el corazón, su depilación era absoluta, se veía más que agradable. Me quedé tras la puerta hasta que salió y comenzó a secarse. Volví a mi cama y me hice el dormido, porque ella solía traerme el desayuno a la cama. Cuando supuse que ella bajó a preparar el café salí y pude oir el ruido de las tazas y el aroma que subía. Regresé a mi habitación pero no podía dejar de tener erecto mi miembro. Como era verano solamente tenía sábanas en la cama así que cuando oí que ella venía, me puse de costado y me hice el dormido. Ella se sentó, como siempre, en el borde de mi cama y apoyó el desayuno en mi mesa de luz para despertarme.
Siempre fue afectuosa y desde chico me despertaba amablemente con una caricia y un beso. Algo que siempre consideré muy maternal. Y así lo hizo, me acarició la espalda y me dio un beso. Esa caricia en la espalda ya no la sentí como antes, a mí me calentó más en ese momento. Respondí al saludo y en eso ella se acomoda más al centro de la cama y sin querer hace un movimiento con su mano que se chocó con mi pene bien erecto. Sonriendo me dice uhhhh qué pasó? Yo me puse rojo de vergüenza. Ella en cambio, con total calma me dijo, me parece que espiarme mientras estaba en el baño te hizo mal. Peor, no sabía qué decir. Pensé que le diría a mi tío y a mis padres y que me terminarían enviando al psicólogo, además de agarrarme a patadas por degenerado. Nada de eso fue así. Puso la mano en mi pecho y me recostó, levantó la sábana y mi boxer no lograba esconder mi erección. "Tranquilo, nadie sabrá lo que has hecho", pero no le bastó con su mirada examinadora. "No digas nada, quédate quieto" y metió su mano entre el boxer para tomar mi pene y sacarlo. Sentir esa mano suave que lo acariciaba de arriba hasta abajo fue alucinante. Dijo: "Se ve agradable" y sin más se agachó y lo llevó a su boca no creo que hayan pasado tres minutos cuando ya estaba largándole toda la leche, que se la tomó hasta la última gota. Digo sí que me encantó, pero por lo poco que duré no puedo decir que lo disfruté al máximo. Me acomodó el boxer, dijo que desayunara y me duchara, que ese día teníamos tareas para hacer.
Cuando bajé me dijo que teníamos que hacer cosas en la planta alta. Ella llevaba un vestido liviano de verano, ajustado al cuerpo y yo pensaba en esa cola que había visto por la mañana. Sin más trámite me llevó a su habitación y me hizo recostar en la cama. "Hoy vamos a hacer tareas aquí". Se quitó el vestido y esta vez tenía un conjunto muy sexy que cubría apenas sus partes más deseadas, me quitó la ropa y comenzó a mamármela. Se subió sobre mí, dejando esa concha hermosa frente a mi cara. No sé si se la chupé como ella deseaba, porque era mi primera vez. Solamente hice lo que había visto en las películas porno que le robábamos a los padres de un amigo. Al momento pude sentirla gemir y eso me alentó mucho. Ya mi cabeza se había alterado así que mientras no dejaba de pasarle la lengua en su clítoris y de meterle dos dedos, me animé y le acerqué bien un dedo a su cola. Esto aumentó su placer y su locura. Me pedía que siguiera así y que por favor no largara mi leche, porque sabía que en cualquier momento se me escapaba. Con su mano llevó mi dedo a su culo y lo empujó, más excitada estaba todavía. Me pidió que se lo chupara.
Al principio como que me dio asco, pero realmente no tenía ni olor ni sabor a lo que yo esperaba. Me concentré en lo que hacía y ella estaba caliente como un fierro. Por sus gemidos tuvo más de dos orgasmos en un ratito. Salió de esa posición y me subió arriba de ella. Tomó mi verga y comenzó a metérsela. Uffff creí que me acababa en ese momento. Sentir por primera vez estar dentro de una mujer fue indescriptible. Ella regulaba los movimientos y los tiempos, igualmente cuando miré ese cuerpo completo que me estaba desvirgando y a la vez vi cómo le entraba y salía toda mi verga; no pude controlarme y le grité que me acababa. Ella con sus piernas en mi espalda me empujó más hacia dentro suyo y largué toda mi leche. Me decía que le gustaba sentir los latidos de mi verga. Hubo un receso donde no dejamos de acariciarnos y besarnos hasta que volvió mi erección. Esa mañana la pasamos en la cama. A partir de ese momento todos los días hacíamos lo mismo, con el cuidado de hacer todas nuestras tareas diarias y que el almuerzo estuviera preparado para cuando llegara mi tío. Una mañana entramos a la ducha juntos y como sabía que le encantaba que la pasara la lengua en la cola, se lo hice, se calentó mucho, y más cuando le metí un dedo y se lo hice jugar. Me contó que nunca había tenido sexo anal porque mi tío tiene un pedazo más que importante, y ella tiene miedo a que la desgarre.
Eso me hizo pensar que tal vez conmigo tuviera más confianza y me diera la oportunidad. Todos los días le chupaba la cola y le metía el dedo, ella se ponía muy caliente. Hasta que ocurrió lo que yo esperaba, tomó el envase de acondicionador de cabello, me lo puso en la cabeza de mi verga y se puso ella en la cola. "Por favor, hacémelo pero muy despacio". Con su mano agarró el tronco de mi verga y apoyó la cabeza en el agujero de su hermoso culo. Yo estaba muy caliente y ella también, pero con su mano controlaba que yo no fuera a entrarle de un solo golpe. Cuando le entró la cabeza dio un pequeño grito, de dolor y gozo a la vez. Para que le entrara toda creo que hemos pasado cerca de media hora. Cuando ya la tuvo adentro, comenzó a moverse lentamente, hasta que comenzó a acelerar sus movimiento y me pidió que la cogiera, que no parara. Así hice, disfrutando de lo que es sentir la cabeza de mi verga aprisionada dentro de ese culo hermoso. No disimuló para nada dos orgasmos seguidos uno tras otro y un tercero cuando aceleramos nuestros movimientos porque sabía que yo ya no aguantaba más. Con el último orgasmo de ella, exploté y le llené el culo de leche. Fueron dos meses de locura y pasión.
Algo hermoso, porque éramos algo más que amantes. Nos besábamos apasionados cuando estábamos solos. Como todo, tiene un final. Terminaron las vacaciones y tuve que volver a mi casa y continuar con mis estudios. Pero no todo termina aquí, ella, por esas cuestiones de la vida, ocho meses después fue madre. Algo que siempre nos generó dudas a los dos, pero obviamente será nuestro eterno secreto. Igualmente, los siguientes años volví al campo con mis tíos. A pesar de ya estar el niño dando vueltas, no fue un impedimento para que nosotros nos ahogáramos de amor y sexo. Actualmente ya no viven en el campo, sino en una localidad cercana a la mía, así que, a pesar de yo estar casado y tener dos hijos, no hemos podido dejar de frecuentarnos y mantener el fuego interno que hemos tenido desde un principio. Ella sigue siendo tan bella como hace 17 años. Sé que nunca podremos dejarnos, está más allá de todo lo que puedan imaginar. Lo que he escrito no ha sido un mero relato, sino he revelado un secreto guardado por años.
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