Mi primera vez… con mi tio
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por graciela80.
Me llamo Graciela y tengo ahora 28 años; tengo los ojos marrones, el pelo castaño y mido 1’57. Me considero guapa… ¡guapísima! Mis tetas están maduras, muy grandes.
Soy esbelta y mi cintura se ciñe para abrirse en mis anchas caderas que se coronan con unas deliciosas nalgas… bueno eso dicen los que me han probado. Mi boca… mi boca; lo único que puedo decir de ella, es que fue hecha para mamar verga… fui muy bien aleccionada para ello… lo sabrán más adelante. Mi culo, probó verga a muy temprana edad y desde chiquita lo he tenido grande y bien definido, siempre fui de las más altas del salón, o sea, ahora, lo tengo más que listo y adiestrado para ser devorada por cualquiera de mis orificios y por el primero que me lo proponga… Siempre he sido muy presumida, porque tengo un físico muy llamativo, ya que desde la primaria, mis maestros me acariciaban las nalgas y a mí me gustaba… ¡me encanta aún! Lo que les voy a contar me sucedió cuando yo tenía siete u ocho años.
Estaba en la casa de mi tía, ya que al salir de la escuela a mi hermana y a mí nos encargaban hasta que mi madre saliera del trabajo o mi abuela pasara por nosotras… ¡si supieran lo que me pasó! Nunca se dieron cuenta ni nunca sospecharon de mi temprano despertar al sexo, a pesar de que siempre, mi uniforme escolar y, sobretodo mis calzoncitos, estaban manchados de esperma.
En fin, en aquella ocasión, aquella tarde, mi abuela me dijo que si las quería acompañar de compras, a lo que yo comenté que no, que tenía mucha tarea y me quedé sola en casa. Entré entonces, como siempre, a la recamara de mis tíos y me dispuse a hacer la tarea. No tenía goma de borrar, así que busqué entre un escritorio y sin querer, lo que encontré, fueron unos videos beta pornos. Yo jamás había visto nada parecido…
En la escuela tenía una amiguita que me contaba, que en varias ocasiones, había sorprendido a su hermano y a su novia “haciendo cosas”, pero ni ella ni yo, lo comprendíamos, entonces me dio curiosidad, y nerviosa los revisé. prendí la tele y la vídeo… me quede callada y muda al verlos. Bueno, en ese entonces no sabía nada de ello… Uno en especial llamó mi atención; fue uno donde ¡un adulto le hacía “algo” a una niña como yo! primero chupándola toda, desde sus chichis hasta sus cositas… luego le metía su “pajarito” en su boca, en su panochita y por su colita, entonces no creía lo que mis ojos veían: la verga del señor no era nada despreciable, era enorme! Al principio me dio asco, pero después de ver cómo se veía que gozaba la niña, se me antojó probarlo con alguien… bueno, no conocía a ningún señor, sólo a mi tío, pero estaba loca…! para ser sincera, había ocasiones en las que lo saludaba y él me cargaba, y llegué a sentir una especie de bulto entre sus piernas y me daba mucha curiosidad en saber qué era eso que tenía y que ninguna de nosotras lo tenía, pero se me pasaba u olvidaba; pero después de ver el vídeo, me fijaría más en mi tío… mientras más veía, más me preguntaba, ¡cómo era posible que tamaña verga, le cupieran a una chiquita!; ¿cómo?, no lo sé, pero mi panochita comenzó a sentir un calorcito muy rico que se me elevaba a la cabeza y me comencé a sentirme mojadita de mi bizcochito.
Bueno, estando sola (al menos eso creí), me preguntaba si yo iba a probar eso algún día, y me dije que no, me daba mucho miedo saber a tan tierna edad, que “eso” podía sucederme, y me prometí no pensar más en ello y apagué la tele. La calentura y la curiosidad me ganó y volví a ver el vídeo completo del señor y la niña, en eso entró mi tío en la recamara… pegué un brinco y me quedé petrificada… él no me regañó ni nada, sólo se rió y me despeinó.
-¡Ah que niña tan traviesa! –Dijo y se sentó a mi lado a ver el vídeo.
Ahora pienso que ya tenía rato espiándome, porque cuando se me acercó, noté de inmediato la rica protuberancia en su pantalón, pero esta vez, más grande y más rica y atrayente… como la que se le veía al señor de la película; creo que él notó que me le quedaba viendo insistentemente a su verga, porque me preguntó:
-¿Te gusta lo que están haciendo? –Yo le respondí que no sabía-. ¿Quieres que lo hagamos tú y yo? -El señor de la tele le estaba dando por la colita a la niña cuando mi tío me dijo eso-. Yo sí quiero. ¡Es muy rico!–Dijo… se veía que estaba muy excitado al ver cómo se la estaban cogiendo por el culo y comenzó a abrazarme… pero no de la forma convencional, ¡no!, sino de una forma en la cuál nunca nadie me había abrazado. Me sentó entre sus piernas… y yo sentí su “cosota” en mi colita cada vez más y más fuerte; él me apretaba de la cintura contra él y me decía:
-No te preocupes, nada malo va a pasar. ¿Quieres hacer lo mismo que la niña del vídeo?
-¡No! –Respondí-. Puedo tener un bebé… (eso lo aprendí de las telenovelas).
-¡No, eso no pasará, confía en mí! ¡Sí lo haces, te voy a dar dinero! –
Entonces me subió el jumper, me abrió de piernas y comenzó a desabrocharse la bragueta; metió mi mano en ella. ¡Nunca había sentido nada igual! Era dura, muy dura y larga… ¡muy larga! La sentía a través de su calzón… me dio miedo y a la vez me gustó la sensación de tocar algo que acababa de ver en la tele… yo ya sabía que los niños eran diferentes a nosotras, pero comprobarlo, y en un adulto, era otra cosa.
Con su mano tomaba la mía y la subía y bajaba por su verga, hasta que yo solita lo seguí haciendo…
Apagó la tele y se la sacó del calzón… se me hacía como una enorme salchicha muy gruesa y, por primera vez vi una verga en vivo y a todo color… y calor… quedé impactada por su forma y tamaño, sus pliegues y consistencia… él me acariciaba mis chichis y comenzó a meterme una mano por mis piernas. Yo llevaba un jumper escolar y restregaba sus dedos sobre mi calzón, abriendo los labios de mi vaginita… sentía mucho calor y deseo de no sé qué, pero deseo al fin y al cabo.
-¿Esto haces con mi tía? –Le pregunté.
-No, ya no lo hacemos… ¡pero qué te preocupa!
Llegó el momento que se levantó y se desabrochó el pantalón que se le resbaló hasta el piso, quedándose sólo en trusa. El enorme bulto de su vergota que se mostró ante mis ojos era más que atrayente, era hipnotizante; tomó mis manos entre las suyas y bajamos su calzón… ¡Por primera vez vi en todo su esplendor y libre de cualquier prenda, lo que mis amigas de la escuela comentaban del “pajarito” de sus hermanos o padres! ¿Pajarito? ¡Pajarote! Me quedé hipnotizada ante la descomunal verga de mi tío, y él me dijo:
-Vamos a jugar a algo que juegan las personas grandes. ¿Quieres?
-Sí. –Atiné a decir en un suspiro.
-Bueno, anda, tócalo… -yo lo pensé un poco, y con timidez, lo toqué con la punta de un dedo.
-¡No, así no! -Me dijo-. Hazlo como hace rato… como la niña de la tele.
Entonces lo tomé con una mano y comencé a sobarlo, arriba y abajo como lo había visto…
-¿Así? –Le pregunté avergonzada.
-¡Sí así, mamita, sigue haciéndolo así, pero ahora con tus dos manitas! -Él cerraba los ojos y sonreía-. ¿Viste todo el vídeo? -Yo sólo afirmé perpleja con la cabeza-. ¡Entonces, ahora métetelo en la boca!
Yo obedecí y fui directo a su verga. ¡No me cabía! ¡Era enorme! No sabía que hacer. Me la metía y me la sacaba y trataba de acomodármela, pero estaba muy grande para mi boquita. Él me tomó con delicadeza la cabeza y hundió toda su vergota en mi boca… ¡No podía respirar!, y me la saqué asustada.
-¡No pasa nada! Tranquila, chúpala como si fuera una paleta… mira: -tomó uno de mis dedos y se lo metió a su boca, enseñándome cómo se la debía de chupar-. ¿Viste? Ahora chúpamela así.
Y así fue como aprendí a mamar vergas… sacaba la lengua y le recorría toda su tranca, se la besaba a todo lo largo y me volvía a meter a mi boquita, chupándosela como si fuera la paleta más rica que me había comido. Yo estaba sentada en la cama y él estaba parado delante de mí, tomándome de la cabeza… Él llevaba el ritmo y me soltaba a ratitos, sólo para dejarme respirar, para luego hundírmela de nuevo hasta el fondo de mi garganta, siempre moviéndome la cabeza a su antojo… él comenzó a mover su cadera cada vez más rápido y más fuerte, estrellándose en mi cara, y yo sólo abría lo que podía mi boca para recibir gustosa sus embestidas; entonces comencé a paladear un líquido saladito que me encantó… y yo mamaba y mamaba ya como una verdadera y experta becerrita, mientras inconscientemente le acariciaba los huevotes sin dejar de tocarle también toda la verga.
-¡Así mamita, así… sigue chupándole la verga a tu tío que te quiere más que nunca! ¡Te vas a ganar un buen dinerito, ¿he chula?! ¿Te está gustando el jueguito, verdad? ¡Que rápido aprendes, con razón sacas puro diez en tu escuela! -me dijo.
Yo no podía hablar, ya que mi boca estaba llena de carne y sólo le respondía mamándosela con más ganas, como sabía que le gustaba.
Entonces me la sacó al fin… yo quería más verga porque en verdad me estaba gustando y mucho, y mi boca quedó abierta y mis labios se arqueaban al tamaño de su pitote… me dolía mi mandíbula por el esfuerzo de contener ese gran falo, pero no me importaba. Entonces me besó en la boca… ¡nunca nadie me había besado la boca! Me metía la lengua… yo me sentía como en las novelas y entonces me subió el jumper y me bajó el calzón; me volteó de espaldas, me inclinó sobre la cama y me abrió las nalgas, agachándose sólo para empezar a comerme el culo con su boca… ¡Que delicia sentí cuando su ávida lengua caliente tocó mi culito! Enterraba su cara entre mis nalgas e intentaba perforarme el ano con su lengua, para después metérmela por mi panocha que ya estaba mojadísima de deseo… yo sudaba y pedía más y más… no sabía a ciencia cierta qué más podía pasar… no creía que lo de la tele fuese posible… entonces se hincó detrás de mí; me abrió más de piernas y acercó su caliente y babosa estaca de carne rígida a mi panochita, la cuál al desplegar mis labios, escupió varias veces en ella. Se hizo para atrás y metió primero uno de sus dedos, hasta que algo le impidió continuar más profundo; siguió jugando y abriéndome más mi recién descubierta “cuevita del amor”, preparándome para lo que vendría más adelante. Me volvió a besar el culo y la panocha, ensalibándome y gozando de mis vírgenes partecitas, hasta que dijo:
-Ahora, Gracielita, viene lo bueno.
Me volvió a poner su pito en la entrada de mi vagina, pero se desvió para situarla en el botón de mi culo… volvió a escupir, haciéndome temblar de deseo, y presionó un poco, estirándome al máximo las nalgas… la cabeza de su verga era tan grande y estaba tan caliente, que me arrancó un doloroso pero rico quejido…
-Está bien… no pasa nada… –dijo-, ahora no te dolerá. Esto es para que vayas aprendiendo. Ahora te la voy a meter bien rico… te va a gustar… ¿te está gustando el juego?
Yo sólo movía la cabeza y gemía de placer.
Bajó su verga hasta la entrada de mi panochita y me la abrió con los dedos hasta que mis labios se amoldaron a la punta de su cabeza que estaba más que calientísima y mi hoyito la fue admitiendo, abriéndose poco a poco a su tamaño… poco a poco me fue taladrando hasta que me desvirgó… primero su gruesa cabeza se fue abriendo paso lentamente por mi vaginita ya no virgen… sentía como me iba penetrando gustoso y goloso de saberse el primero que me cogía… no podía creer que me cupiera aquella gruesa vara de carne que se iba resbalando milímetro a milímetro y sin lastimarme dentro de mí, haciéndome arder el cuerpo de un deseo totalmente desconocido, hasta hacerla desaparecer dentro de mi panochita que vibraba y me hacía sentir muy, muy rico. Sentía también cómo sus huevos tocaban mis nalguitas bien rico… Me afianzó fuertemente por la cadera y comenzó a cogerme y bombearme lento, muy lento y muy rico… sentía como su verga se me salía un poco y la volvía a meter hasta el fondo y se movía pegado a mi culo, sintiéndome con su pito mis entrañas.
-No te va a pasar nada… -me calmaba diciendo y acariciándome las nalgas-. Déjame hacerte sentir rico… Te está gustando, ¿verdad zorrita?
Yo suspiraba y me mordía los labios lanzando quejiditos y me daba toda su verga poco a poco, más lento que a la niña del vídeo, para después de unas cuantas metidas de verga más, y sentir que ya estaba lista, comenzó a culiarme en verdad. ¡Que monumental pitiza comenzó a darme! Yo dejaba escapar grititos, más de miedo que de dolor…
¡Ay, ay, ay… ¿qué me haces tío?! -Y él respondía con lujuria:
-¡Nada nenita, no pasa nada, sólo te estoy cogiendo! ¡Esto te va a gustar! ¡Que rica estás mamita! ¡Cuando seas grande, te vas a poner bien buena… bien buena!
Y me culeaba a su gusto, metiéndome toda la verga y estrellando sus huevos en mis nalgas que se cimbraban tras cada rica estocada…
-¡Sí, sí, sí… que rico tío, que rico me haces! –Comencé a decir sin control-. No me la saques… métemela más, dame más de tu pajarito. -Mi mente volaba por las sensaciones que experimentaba mientras sentía como sus manos me abrían más y más mi culito para terminar de desvirginarme a mis seis añitos.
Que ricura estaba sintiendo… volteaba de vez en vez para ver cómo me estaba culiando mi tío, cómo me metía y sacaba su gruesa verga para hundírmela completamente. Y así estuvimos pegados como diez minutos, los más ricos, reveladores y deliciosos de mi vida. Entonces me dijo:
-¿Dónde los quieres mamita?
-¿Dónde quiero qué? -Yo no sabía a lo que se refería con eso-. No dejes de darme más pajarito porque estoy sintiendo muy rico, muy rico… eso, dame más… –y yo comencé a moverme hacia atrás cuando sentía que me la sacaba para sentir más rico al volver a metérmela. Entonces me tocó la parte más alta de mi panochita y sentí más rico que nunca… ¡me estaba viniendo! ¡Tuve mi primer y más explosivo orgasmo de toda mi vida a los seis años! ¡Que delicia! ¡Cómo estaba gozando! Y repentinamente sentí como su verga se hinchaba aún más dentro de mí y sentí como me inundaba con un líquido espeso y muy caliente… pensé que se estaba orinando y me dio asco… pero eso fue el colmo, porque volví a venirme más rico que la primera vez; fue tanto que me mareé y se me nubló la vista por tanto gozo.
Mi tío comenzó a gemir y a gritar como nunca había escuchado a nadie. Me apretó más y tan fuerte, que casi me saca el aire, y se contorsionaba pegado a mi culo. Entonces de un rápido movimiento me desclavó su palpitante verga y volteándome, me la puso en la cara… veía claramente como le salía algo parecido a la leche del señor de la tele, desde de la punta de su cabeza y me salpicaba la cara.
-¡Chúpamela otra vez, mamita! ¡Trágatela toda… hasta el fondo que me estoy viniendo!
Y yo, obediente, me la comí totalmente, haciéndola desaparecer entre mi hinchada boquita… mamaba y mamaba tragándome su leche que no dejaba de fluir en mi garganta, mientras él me volvía a culiar la cara a su gusto. Nunca había probado semen y su sabor me encantó desde entonces. Entonces mi tío paró de pronto todo movimiento y me la sacó de la boca.
-¡No me la quites, quiero más de tu lechita! –Le dije esperanzada en que me diera más de su esperma.
-Eres una golosa, Graciela… cuando seas grande vas a ser tremenda. –Dijo, y se tiró en la cama, dejándome insatisfecha.
-¿Qué le está pasando a tu pajarito? –Le pregunté preocupada al verle su verga cómo se le iba haciendo chiquita, soltando aún gotas de semen.
-Tú no entiendes…
Yo me acerqué a él y me la volví a meter a la boca, mamándosela como me había enseñado, con la esperanza de que me diera más verga y más de su rica lechita; entonces sentí como algo escurría caliente entre mis piernas y dejé de mamársela… creía que me estaba orinando sin ganas, y mi tío me vio; me levantó sobre su pecho y me sentó en su cara y comenzó a recoger con su boca lo que salía de mi panochita… ¿panochita? ¡Nunca me la había visto tan grande! ¡Era un verdadero hoyo donde antes sólo se veía una rajadita! Así estuvo besándome y chupando todo lo que salía un buen rato, para después bajarme y acostarme a su lado, donde me besó y sacó todo lo que había chupado de mí…. a mí ya no me daba nada de asco de lo que hiciera mi tío, si él lo hacía, seguro sería rico para mí, así que me lo tragué todo… y sabía a su leche, m,m,m,m,… ¡rico!
Cuando me lo hube tragado todo, volteé a ver su verga… y ya no me gusto como se veía: toda arrugada, mojada y chiquita, no como la vara de carne que me había taladrado antes; intenté tocársela como le gustaba… hasta se la volví a mamar, y en esas estaba… ¡sí! ¡Nuevamente sentía como se iba poniendo dura y larga como me encantaba!, y en eso, escuchamos a mi abuela llamándome. Los dos nos levantamos de la cama nerviosos, y mientras mi tío se subía los calzones y su pantalón, yo me subía los míos y bajaba mi jumper.
-¡Contéstale que estás acá arriba haciendo tu tarea, que en un momento bajas! –Me ordenó-. Y no le digas a nadie lo que hicimos… esto queda entre tú y yo… será nuestro secreto ¿sí? ¿A menos que no quieras que volvamos a jugar? ¡Ah, ten cincuenta pesos para que te compres lo que tú quieras.
-¿Cuándo volveremos a jugar?
-Cuando halla otra oportunidad, ¿te parece?
-¿Mañana, cuando regrese de la escuela me vas a dar más de tu pajarito y de tu lechita?
-¡Ayyy, vas a ser una bomba cuando crezcas, mamita! ¡Sí, mañana te la vuelvo a dar! ¡Anda, ya baja con tu abuela! –Dijo y me volvió a besar en la boca y me estrujó las nalgas, movió mi calzoncito y rápidamente me volvió a penetrar la vagina con un dedo como si me estuviera cogiendo otra vez-. ¡Sí mamita, claro que mañana te daré otra vez verga. –Me sacó el dedo y se lo llevó a la boca para chuparlo y me guiño un ojo-. Te cogería otra vez en este momento… pero ya vete, anda que te están hablando… ¡culito precioso!
Yo bajé con mi abuela y me preguntó qué era lo que estaba haciendo, que estaba muy colorada… si supiera lo que había hecho… le respondí que estaba estudiando y que me había dado calor… mucho calor; entonces se me acercó y me preguntó que con qué me había manchado el jumper… ¡la leche de mi tío… su semen mojaba el cuello y parte de la pechera! A lo que le dije que era de un “boli” que había traído de la escuela; ella sólo movió la cabeza y me dijo que me apurara a terminar la tarea, que no tardaba en llegar mi mamá.
Volví a subir a la recamara para recoger mis cosas como si nada y vi a mi tío lavándose la verga en el lavabo… no pude resistirme y me acerqué…
-Ya me voy tío, ¿me puedo despedir de tu pajarito?
-¡Niña, que te va a escuchar tu abuela!
-No, no nos escucha desde aquí. –Y que me vuelvo a pegar a su pito mamando como una sedienta de semen.
-¡Ya para Graciela que nos pueden ver! –Quiso sacármela de la boca, pero yo me afiancé bien a su cinturón… y seguí mamándosela hasta que se le volvió a parar tanto como hacía un rato… como me gustó. Y yo mame y mame, hasta que mi tío se acomodó recargándose en el lavabo.
La tenía otra vez paradísima entre mis labios y yo me daba y le daba gusto, hasta que sentí como volvió a eyacular bien rico en mi boca, esta vez muy pronto, llenándome otra vez de su rico esperma toda la boca; me bebí toda su leche espesa y calientita, sin desperdiciar una sola gota, mientras él me volvía a tomar de la cabeza, culiándome por la cara.
-¡Tu primera lección y ya eres una maestra! ¡Ya ni tu tía aprendió tan rápido ni me la ha mamado nunca como tú, mamacita! ¡Te quiero ver de grande!
Con mi lengua se la limpié toda y con mis manos se la estrujaba hasta que quedó completamente seco-meco. Se la besé centímetro a centímetro y por último me la tragué hasta la garganta y muy despacio me la fui sacando, succionándosela hasta besarle la cabeza y terminé subiendo y bajando su forro de piel con mis manos. Y me di media vuelta, tomé mis cosas y bajé a esperar a mi mamá.
Esa fue la primera de las una y mil cogidas que me dio mi tío, ya que posteriormente, a cada oportunidad, me ensartaba donde nadie nos viera, ya fuese en la sala, en la cocina, en alguno de los baños, en los pasillos, en las recamaras, en el patio o en la cochera me daba a diario mi ración de verga… no importaba si fuese en su casa o en la mía, o alguna extraña, ya que casi siempre cogíamos donde pudiéramos; yo lo buscaba siempre o él me llamaba sin importar que estuviera jugando con otros niños, sólo para darme verga un ratito. Y eso sucedió durante años… ¿cuántos?, no lo sé, no lo recuerdo; pero que fueron muchísimas veces, sí lo fueron.
Mis tíos nunca pudieron tener hijos, pero adoptaron a dos, que ahora son mis primos… y al ver a mi prima, ahora de quince años, me dan celos de pensar que también se la haya cogido como a mí me cogió durante tanto tiempo.
No sé en verdad cuál de las veces me gustó más… fueron tantas, buenas y malas, a prisas, sólo la cabecita, solo la puntita, algún arrimón de verga o venida en seco y uno que otro mamadón, o algunas veces nos contentábamos tan sólo con masturbarnos, él a mí y de mi parte a él, pero en mi mente sólo recuerdo esa primera vez con mi tío, y más tarde, cuando cumplí mis quince años… esa fue en la playa y yo ya estaba muy bien desarrollada, pero esa, en otra ocasión se las platicaré. ¡Chiao!
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