Mi primita ha cambiado
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Mi nombre es Marco. Lo que les contaré pasó hace 4 años. Yo tenía 15 años, y tenía una prima de 8 años, Llamada Sofía. Siempre nos hemos llevado bien, ya que en la familia yo era el único que jugaba y pasaba el tiempo con ella, por el hecho de que es hija única y de que sus padres trabajaban todo el tiempo, así que se la pasaba la mayoría del tiempo en mi casa.
Todo era normal, yo asumía la responsabilidad de entretenerla, ella hacía juegos, y yo nada más le seguía el rollo. Aclaro que nunca se me había pasado por la cabeza deseos sexuales e incestuosos con ella, simplemente era mi pequeña prima, casi una hermanita menor.
Antes de continuar, debo ponerlos en contexto, o de lo contrario, todos dudarán de la autenticidad de la historia.
En el curso de mi prima, todos los chicos sabían lo que era el sexo, la excitación, y todo sobre ese tema. Por lo tanto, en esa clase todos los chicos eran unos depravados. No sé cómo sabían todo eso, pero así era. Todo eso afectó a mi prima, y le hizo sentir curiosidad sobre el tema de la sexualidad.
Ya puestos, empezamos.
Todo comenzó un día como cualquier otro. Sofia y yo estábamos solos, ya que mis padres habían ido a hacer las compras para el hogar, así que me dejaron a cargo de cuidarla.
Los dos estábamos en traje de baño, porque acabábamos de salir de la piscina de mi casa. Yo estaba recostado en mi cama, viendo televisión, y Sofía estaba en el cuarto de mis padres, entreteniéndose con sus caricaturas.
De repente ella viene a mi habitación, y se acuesta a mi lado, con una dulce sonrisa. Yo no despegaba mis ojos de mi programa.
-Oye, primo… – Dijo de improviso.
-¿Qué pasa? –
-Me duelen las piernas, ¿me haces un masaje?
Al principio me extrañé por esta petición, pero recordé que Sofía solía quedarse en su colegio a un taller deportivo, así que pensé que un dolor de piernas era normal. Asentí con la cabeza.
Ella sonrió de forma muy entusiasta y de recostó boca abajo. Yo, sin dejar de mirar la televisión, comencé a masajear sus piernas, subiendo poco a poco, llegando a sus muslos, y finalmente a su trasero. En ese punto, aunque no lo crean, aún no sentía ningún tipo de deseo sexual, ya que ella seguía siendo mi prima, y en el fondo, mi hermana.
Luego de unos 10 minutos me detuve, ella me agradeció y se puso a ver televisión conmigo.
De repente, ella abrazó mi pierna, sin motivo aparente, dejando su cara recostada en mi entrepierna. Lo único que separaba su boca de mi pene era la delgada tela de mi traje de baño. Ésto no me causaba nada, aún no. Luego de tantos años, prácticamente viviendo con ella, ya me había acostumbrado a tener todo tipo de contacto físico con Sofía.
Se quedó así otro rato, abrazada a mi pierna, mientras me observaba como si estuviera esperando algo.
-Primo, tengo hambre- Dijo luego de un rato en esa posición
-Hay galletas en la cocina, toma las que quieras-
-Yo no quiero galletas- Replicó
-¿Entonces qué quieres? -.
Hubo un momento de silencio
-Te diré, pero cierra los ojos- Me dijo, con una extraña mirada.
Dudé un poco, pero acabé por hacerlo. Siempre le seguía el juego, de todas formas.
Siento que lentamente se acerca hacia mi, y en un rápido movimiento me baja el traje de baño, dejando mi miembro al descubierto. Abrí los ojos, la miré, estaba paralizado, ella toma mi pene con sus manos, me mira por un segundo, sonrió de forma pícara, y se dispuso a meterse su nuevo juguete en la boca. Yo me dí cuenta de sus intenciones, así que me levanté rápidamente, estaba asustado, solo atiné a subir mis shorts y correr hacia el baño.
Me quedé ahí, en estado de shock, pensando "¿Dónde aprendió esas cosas?", inmediatamente me respondí sólo: "Sus compañeros de clase".
De repente, algo cambió en mí. Comencé a notar cosas de mi prima en las que nunca había pensado. Ya no la veía como la hermana pequeña e inocente a la que debía cuidar y proteger, sino a una pequeña y caliente zorrita, que quería comerse mi pene de un solo bocado.
Ésto me llevó a pensar en su cuerpo, y en lo bello que era; Sus piernas, tan tiernas y suaves. Su traserito, el cuál, a pesar de su corta edad, ya está bien redondo y formado, sus pechitos, los cuales habían empezado a desarrollarse, y que ya se marcaban en su ropa como dos pequeños y hermosos bultos. Su pelo, oscuro y largo hasta las caderas. Su sonrisa coqueta, con unos lindos dientes blancos. Todo su cuerpo, el cuál, de forma inocente, ya había tocado en su totalidad una infinidad de veces mientras jugábamos al Doctor o a las Cosquillas.
Pensar en todo eso, más lo que acababa de ocurrir, me llevó a tener una gran erección, de la cuál me avergonzaba completamente.
No aguanté las ganas, y con mucho remordimiento, comencé a masturbarme dentro del baño, pensando en aquella pequeña niña.
Cuando estaba por acabar, Sofía abre la puerta de golpe. Yo me subí el short rápidamente. La pequeña me mira sorprendida, pero luego sonríe de forma pícara.
-Te pillé, primo-
Yo no sabía que decir.
-Vamos, primo, ¿me dejas hacerte esas cosas?
-¡Por supuesto que no!- Respondí rápidamente. Estaba caliente, pero no loco
-Entonces le diré a todo el mundo lo que hacías- Dijo, burlesca.
Si hubiera sido otra chica, me habrían dado igual esas palabras, pero Sofía era muy traviesa, y era capaz de contarle a todos que me estaba masturbando; a mis amigos, compañeros de clase, mi familia, incluso profesores.
Me asusté, y le pedí que no le dijera a nadie.
-Entonces… ¿me dejas?
Sabía que estaba mal, pero si no accedía, toda mi dignidad se iría al traste. Así que me acerqué aS Sofía, y me quedé frente a ella, dando a entender que aceptaba. Sonrió abiertamente, y me bajó los pantalones rápidamente, y sin pensarlo dos veces, comenzó a chuparme el miembro. Era inexperta, se notaba.
-¡Cuidado con los dientes! – Dije mirando hacia otro lado. No quería mirarla a los ojos
Ella se detuvo, y luego continuó con más cuidado, utilizando su lengua. No les voy a mentir, me estaba gustando, pero aún tenía consciencia de que no estaba bien, y quería apartarme. Pero las consecuencias no me lo permitían.
-Vamos arriba- Me dijo
Yo la seguí, sin saber que más hacer.
Ya en la habitación de mis padres, me recostó en la cama matrimonial, y allí siguió chupando, tomándome el pene con una mano. Busqué la otra mano con la mirada, y noté que se estaba frotando su vagina por debajo de su traje de baño.
Paró de mamármela, se acercó a mi rostro, y me besó, mientras con la mano me acariciaba el pene.
-Te amo- Me susurró al oído.
Llevó mis manos a su culo y me indicó que lo acariciara, y así lo hice.
No podía creer lo que pasaba, estaba teniendo sexo con mi pequeña Sofía, y encima, me estaba gustando.
Luego ella quería probar la penetración, al principio me negué, pero me recordó lo que pasaría si no le seguía su jueguito. Accedí.
Intenté penetrarla, pero se me hizo imposible, Así que me limité a frotar mi pene contra su sexo, el cuál luego me hizo lamer.
Me sentía humillado, mi prima llevaba las riendas de esta extraña relación incestuosa.
Mi prima insistía en que la penetrarla, así que después de mucho intento, conseguí meter sólo la cabeza de mi glande, así que la empecé a meter y a sacar lentamente.
Ya no podía controlarme, estaba demasiado caliente, llegué al punto de perder la consciencia de lo que hacía, dejé la razón a un lado y comencé a seguir el instinto.
Puse a mi prima boca arriba en la cama, y empecé a lamer sus pequeños pechos, a tocarlos, ella gemía de placer. Finalmente no aguanté más, volteé a mi prima, y me corrí en su culo, que era mi parte preferida de ella.
Nos limpiamos, y ella quedó tirada en la cama, aún agitada, exhalando pequeños gemidos, y yo me fuí al baño, a mojarme la cara. Me avergonzaba de lo ocurrido, pero me gustó, y mucho, pero ells era mi prima, con la que había pasado la mayoría del tiempo esos últimos años.
Volví a mi cuarto, y ahí me quedé un rato, hasta que entró mi prima, ya recompuesta, pero aún estaba ruborizada.
-Fué muy rico lo que hicimos, ¿cierto, primo?-
No dije nada, sólo la miré, estaba sonriendo ampliamente.
-Hagámoslo otro día- Me dijo.
¿Qué otra opción tenía? Me estaba chantajeando, pero muy en el fondo, me gustaba lo que estaba pasando, aunque nunca se lo he dicho.
Desde entonces hemos tenido relaciones incestuosas cuando nos vemos.
De repente,cuando venía a mi casa, iba donde estaba yo, y me acariciaba, y hacía que yo la tocara a ella, e inevitablemente,acabábamos haciendo el amor como ella quisiera. Hasta el día de hoy, cuando estoy sentado en mi habitación, viene ella, ya con 12 años, se sienta en mis rodillas, rodeando mis caderas con sus hermosas piernas, y comienza a frotarse en mi entrepierna, a besarme y lamerme el cuello, como una verdadera zorra.
-¿Me dejas hacerlo, primito? – susurra en mi oído, sonriendo de la misma forma que la primera vez, hace cuatro años. La miro, y asiento, con una sonrisa en el rostro.
-Te amo mucho, primo-
No sé cuánto durará ésto, y la culpa me sigue pesando, pero en el fondo… Me encanta y me calienta el culo de Sofía.
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