Mi primita Martha
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Pepenudo.
Antes de empezar, quiero aclarar que ya tengo tiempo leyendo en este sitio, por lo que hoy he decidido contar parte de mi historia y que después de todos estos años, sigo teniendo erecciones al recordar lo que a continuación voy a relatar.
Como ya dije, hace pocos años, vino a mi casa una tía, prima de mi madre a buscar trabajo en el pueblo donde vivimos. Junto a ella, venía su hija menor, Martha (nombre ficticio), morenita de 8 años, bajita de estatura para su edad, delgadita, pero con unas piernitas bien hechecitas y unas nalguitas muy bien formaditas pese a lo corto de su edad.
Mi tía había pedido posada en casa de mi madre en lo que encontraba trabajo e inscribía a Martha en la escuela local, ya que todavía era periodo vacacional y tenía tiempo para poder hacer lo que tenía planeado.
Yo no soy una persona muy sociable, de hecho, soy algo antisocial, ya que no salgo con frecuencia y de amigos ya ni hablamos, tengo unos cuantos. Sin embargo, tengo un pequeño negocio con el cual me mantengo, ya que vivo solo desde los 18 años. No soy muy agraciado físicamente: con 1.92 metros de estatura y algo de sobrepeso.
Si bien, las primeras semanas, fueron un poco tensas, ya que al ir a casa de mi madre y encontrar a mi tía y a mi madre platicando me provocaba ciertamente un poco de incomodidad, ya que no soy de recibir visitas. Eso lo mitigaba lléndome a mi casa temprano o trabajando en mi negocio, un cibercafé.
Pues bien, Martha tampoco es que fuera muy sociable, pero tampoco era tan solitaria como yo, era más bien que aún se estaba acostumbrando a una nueva población y conociendo gente nueva. Durante los días que el trato fue haciéndose más normal, comencé a conversar más con mi tía y con mi prima, a quienes empecé a frecuentar más.
Mi tía, una mujer de 40 años en ese entonces, aún conservaba rasgos de su juventud, como un cuerpo muy bien puesto, unas nalgas también paraditas, lo que me hizo pensar que Martha había heredado de ella esa "virtud", unos pechos bastante sugerentes a pesar de no ser grandes y un rostro que muchas muchachas de 20 envidiarían.
El resto de las vacaciones pasaron rápido. Durante las noches, fantaseaba con tener el culo de mi tía pegado a mí, y como vivo solo, me pajeaba con total libertad pensando en ella. Debo aclarar que aún no sentía deseos por Martha, y la verdad, nunca me habían cruzado por la mente deseos de tener roces sexuales con una niña de 8 años.
En el transcurso de las vacaciones, Martha había cumplido años, por lo que mi familia le hizo un pequeño festejo y algunos regalos, igualmente yo, para no ser el único sin dar nada. Por lo que la relación se estrechó más entre nosotros. Siendo así, que Martha comenzó a seguirma a donde quiera para platicar.
Cuando llegó el tiempo en que los chavales debían volver a clases, mi tía llegó a mi negocio preguntándome si hacía fotocopias, obviamente, por ser un cibercafé, ofrezco ese tipo de servicios, por lo que le saqué las copias a mi tía, quien venía acompañada de mi prima.
Según lo que puedo recordar, la conversación fue un poco como sigue:
?Oye Pepe (nombre ficticio), ¿te puedo dejar a Martita contigo?
?Sí tía, no hay problema. Nada más que si puede estar aquí antes de las dos, se lo agradecería, ya que a esa hora cierro.
?De acuerdo. Pero de todos modos dame el número de tu teléfono por si surge algún contratiempo ?le di el número de mi local y después se retiró dejándome a Martha.
El local estaba lleno y casi no tenía tiempo, así que le dije a mi prima que se sentara por ahí y que en cuanto me desocupara estaría con ella. La niña, muy obediente se sentó en la silla que ocupo para descansar cuando no estoy haciendo nada.
Como a los veinte minutos, el negocio se quedó vacío, por lo que pude aprovechar para descansar. Martha seguía sentada en la silla, en silencio.
?Oye Martha ¿No quieres tomar algo? ?le ofrecí.
?Un jugo ?me dijo.
?Ok ya vuelvo. Si viene alguien le dices que estoy aquí afuera ?tomé un poco de dinero de la caja y salí a un local al lado del mio donde venden helados y aguas frescas. No tardé ni cinco minutos. Para cuando volví, ya solo faltaban 10 minutos para las dos de la tarde, y estaba con el pendiente de que mi tía no llegaba, pues yo tenía que irme para hacer la comida y descansar un poco para volver a media tarde y trabajar otro poco.
Pasó de las 2 y mi tía no llegó, estaba por cerrar el negocio cuando sonó el teléfono. Corrí hasta él y contesté:
?Cibercafé… ¿En qué puedo servirle?
?Pepe ¿Eres tú? ?reconocí de inmediato la voz de mi tía.
?Sí tía.
?Resulta que no podré llegar por Martha ahorita ¿Podrías por favor cuidarla esta tarde? Es que me encontré a tu mamá en el pueblo y me invitó a ir a la ciudad para comprar unas cosas que no encontró aquí.
?Esta bueno, yo la cuido.
Colgué el teléfono y le dije a Martha:
?Tu mamá no va a poder venir porque se fue con la mia a la ciudad para buscar unas cosas.
?Tenía que se mi mamá. Siempre se tiene que ir con otras personas ?intuí que eso ocurría a menudo. Pero no le di importancia y cerré el local.
Salimos por la parte trasera y subimos a mi coche, para emprender el camino a mi casa, ya que de seguro, la de mi madre estaría cerrada.
Cuando llegamos a mi hogar, que está a las afueras del pueblo y un poco retirado de las demás casas, me dispuse a preparar la comida.
Como estaba un poco cansado, hice algo sencillo, no recuerdo qué fue. Comimos y nos sentamos a ver TV. Como a la media hora empezó a darme un poco de sueño, por lo que le dije a Martha que me acostaría en el sofá en donde estábamos sentados y que ella se sentara en el sillón de al lado.
Cuando se levantó, la faldita que vestía se le levantó un poco mostrando su calzoncito, el cual apenas le cubría el par de ricas nalguitas que lucía. Pese a que nunca había sentido atracción por alguna niña, la sola visión de sus nalguitas me hizo sentir raro. Mi corazón dio un salto, como de impresión y mi pene tuvo una sensación de cosquilleo, mas no hice nada, solo dejé que las sensaciones pasaran y poco tiempo después me quedé dormido.
Tal vez transcurrieron unos 15 minutos cuando Martha me habló.
?Pepe.
?¿Qué? ?le contesté.
?Quiero ir al baño.
?Está al fondo del pasillo ?y le señalé la dirección.
Ella fue y vino, se sentó en el sofá al lado del mio y me dijo.
?Oye Pepe.
?¿Mmm?
?Te voy a platicar algo. Pero no le vayas a decir a nadie ?por la forma de decirlo, me imaginé que sería alguna tontería de niños. Así que no le di mayor importancia y la dejé hablar.
?A ver, dime.
Ella comenzó a relatarme.
?Fijate que en la escuela hay un maestro y una maestra que se van a unos salones viejos que hay allá y hacen cochinadas ?ante lo relatado, me incorporé y le puse más atención. Ya que ese tipo de cosas no es común que un niño las invente.
?¿De veras? ?pregunté intentando que Martha dijera más.
?Si. Y luego, el maestro se baja los pantalones y la maestra se sube la falda y se quita los calzones y el profe le mete… ¿cómo se llama eso que tienen los hombres? ?me preguntó.
?Se llama pene ?le dije.
?A pues eso, el pene en la concha a la maestra y luego la orina con una cosa blanca ?el semen pensé yo.
?¿Y cómo sabes eso? ?le volví a preguntar.
?Es que yo los vi cuando ibamos a salir de vacaciones.
?¿Y ellos no te vieron?
?Yo creo que no, porque estaban volteados.
?Ah bueno, entonces nos vas a tener problemas porque ellos no te vieron.
?Oye Pepe.
?¿Qué?
?¿A ti se te pone duro el… pene?
Yo no sabía que contestarle, nunca había tenido una conversación así desde que era niño y platicaba de esas cosas con mis pocos amigos.
?Como a todos los hombres ?contesté.
?¿Y a todos se les pone dura?
?Si.
?Con razón ?dijo.
?¿Con razón que? ?le pregunté.
?Hay un niño que vive cerca de mi casa que se le pone dura cuando se la agarras.
?¿Se la has agarrado?
?No… ?me contesto con tono de haber sido descubierta.
?¿En serio?
?Bueno, si. Y el otro día me dijo que se la chupara.
?¿Y qué edad tiene el niño?
?Como diez años.
?Osea que es mañoso.
?Pues si.
?¿Y qué sentiste? ?yo tenía curiosidad por saber.
?A veces me da cosquillas aquí abajo ?dijo mientras se ponía las manos sobre su puchita encima de la faldita cortita de mezclilla que vestía.
?¿Y se siente bien?
?Si ?me dijo.
?Pues fíjate que yo a veces me siento así ?le confesé?. Pero no siempre puedo estar con una muchacha para que me ayude.
?¿A culear? ?me preguntó. Yo me sorprendí que ella supiera de esa cosas, mas fingí normalidad.
?Si.
?Mi mami a veces culea con un señor que vive en mi pueblo.
?¿De veras?
?Si. Y lo sé porque a veces los he visto cuando el señor le mete su pene a mi mami en su conchita. O si no, a veces el señor se agarra el pene y se lo jala y le echa esa cosa blanca encima.
Yo no podía creer lo que la chiquilla me estaba diciendo. Había visto a su mamá follando con un hombre y le había mamado la verga a otro niño. En ese momento vino a mi mente algo que desencadenó muchas experiencias a lo largo del tiempo que Martha y su mamá vivieron en mi pueblo.
?Oye Martha. ¿No te gustaría ver un pene de cerca? ?me arriesgué. Ella se me quedó viendo fijo, tal vez dudando si aceptar o no.
?Si ?me contestó.
?¿Que tal si te enseño mi pene?
?Bueno
?Ok, ahorita vuelvo, voy a cambiarme de ropa ?aún traía puesta la ropa de la mañana, por lo que fui hasta mi habitación para ponerme algo más cómodo y suelto. Volví pocos minutos después con un short que me quedaba suelto?. ¿Lista? ?le pregunté. Ella asintió con su cabecita.
Me bajé el short y le enseñé mi verga, que no es muy larga, pero sí gruesa. Al principio, Martha se tapó los ojos.
?¿No que querías mirarme el pene? ?le pregunté, a lo que Martha respondió quitándose las manos de los ojos. Se quedó mirando fijamente mi herramienta.
?Está bien grandota ?me dijo. Obvio, no había visto muchos penes además de el niño y el hombre que se jodía a su madre.
?¿Quieres agarrarla?
?¿Me dejas?
?Claro.
Martha estiró su mano y me agarró la verga y como si fuera experimentada, comenzó a pajearme suavemente.
?Mi mami le hace esto al señor ?dijo.
?¿Ah si? ?pregunté, excitado por lo que la pequeña me estaba haciendo.
?Y luego se la chupa. ¿Quieres que te la chupe? ?me preguntó.
?Si ?le dije.
Abrió su boca pero no le entraba. Así que le pedí que solo me la lamiera, ella así lo hizo. Pese a la inexperiencia de mi prima, yo sentía que estaba en el cielo. La sensación de su lengüita tallando la cabeza de mi verga me daba gran placer. Varios minutos después, y con la excitación que sentía, solté varios chorros de leche, que se dispararon a gran altura sobre nosotros, calléndole a ella sobre su cabeza y a mi sobre el vientre.
?Ya te ensucié ?le dije mientras le revisaba que su ropita no estuviera manchada y evidenciara lo que acabábamos de hacer. Por suerte solo fue su cabecita la que se manchó.
Me levanté del sofá y la tomé de la mano.
?Vamos, para que te laves la cabeza.
La llevé al baño, donde le dije que se quitara la ropa para que no se la mojara. Ella dudó unos instantes.
?Me da vergüenza ?me dijo.
?Bueno. Entonces yo también me quito la ropa para que no te de vergüenza ¿de acuerdo?
De esa manera aceptó y comenzó a desvestirse quedando solo en su lindo y pequeño calzoncito, pudiendo comprobar que le quedaba pequeño, ya que parte de sus nalguitas se salían del mismo.
Aquella visión me empalmó nuevamente, y sin pedirle permiso, le comecé a quitar la prenda. Ella no protestó y muy al contrario, cooperó. Así, los dos quedamos desnudos en mi baño.
?Oye Pepe ?me dijo.
?¿Qué?
?¿Quieres culear como mi mami con el señor?
Esa fue la mejor petición de la tarde. Sin dudar acepté su ofrecimiento. Así que, sin habernos aseado, salimos del baño y nos fuimos a mi habitación, que se encuentra en la parte más alejada de la casa y como ya mencioné al estar esta retirada de las demás casas, no había problema porque se escucharan ruidos.
La puse frente a mi para poder ver su culito moverse al caminar, ya que había notado en días anteriores que ella tenía una forma de caminar muy sexy, ya que contonea sus caderitas suavemente cuando avanza.
Me pegué a ella y como soy muy alto, le puse mi verga, que ya estaba dura de nuevo, en su hombro, ella, como sabiendo qué hacer, me agarró de allí y me guió hasta mi habitación, lo cual es muy fácil ya que mi casa es pequeña y de una sola planta.
Cuando llegamos a mi cuarto, de inmediato nos subimos a mi cama, que es amplia. Martha en cuanto se subió se acostó con sus piernitas abiertas, dejando al descubierto su conchita, lisa, sin vellos y de color rosadito muy apetitoso.
Me acerqué a ella y le pasé las manos por el cuerpo, cuya temperatura era elevada y su respiración estaba acelerada. De hecho, ya comenzaba a gemir, a pesar de no haberla tocado aún.
?¿Me das permiso de agarrarte tu conchita? ?le pregunté. Ella asintió temblorosa por la excitación.
Bajé mi mano hasta su cuevita y comencé estimularla, al poco rato, un pequeñísimo botoncito surgió entre sus labios, era su clítoris, que se mostraba orgulloso. Acerqué mi boca y comencé a lamerle la rajita a todo lo largo, haciendo más énfasis al llegar a su clítoris.
Solo los que han tenido una experiencia similar a esta pueden confirmarlo y los demás creerán que es mera ficción, pero su conchita comenzó a emanar juguitos de su interior. Martha estaba completamente empapada, eso me excitó más y no aguantando, le acerqué mi verga a su conchita. Evidentemente, al ser mi verga la de un adulto, no podía penetrarla, ya que corría el riesgo de lastimarla, pero sí podía frotarme en ella, así que eso fue lo que hice.
Mientras me frotaba contra su conchita, ella llegó al orgasmo. Lo supe porque se estremeció y volteó su ojitos negros y grandes mientras arqueaba su espaldita.
Pocos segundos después, yo me descargaba por segunda vez en la tarde esparciendo mi leche sobre su pancita y pechito planos.
?Mi mami siempre hace esto con el señor ?me comentó.
?¿Y quién es ese señor? ?le pregunté con curiosidad.
?Mi maestro en la escuela. El mismo que se culea a la maestra en los salones de atrás.
En ese instante comprendí que Martha es vouyerista y disfruta espiando a los demás, tal vez no conscientemente, pero lo hace.
Miré el reloj que siempre tengo al lado de mi cama, eran las 3:30 de la tarde, todavía quedaba una hora y media antes de ir a abrir mi negocio en la tarde, así que, levantándome de la cama y luego a Martha nos metimos al baño a asearnos y a quitarnos los restos de semen y sudor.
En el baño, mientras nos caía el agua encima, volví a frotar mi verga en su conchita y volví a eyacular, mientras ella se estremecía ante el orgasmo obtenido al frotarse contra mi verga, al parecer, tenía la conchita muy sensible.
Finalmente nos vestimos y pasamos el resto del tiempo viendo TV y de vez en cuando, ella abría sus piernas mostrándome su calzoncito, el cual, noté un poco mojadito en la parte donde su conchita hacía contacto con la tela. Cuando llegó la hora de regresar a mi trabajo, salimos de mi casa y emprendimos el camino de regreso. Cuando llegamos a mi local, su madre y mi madre ya nos esperaban, sentadas en una jardinera frente a la entrada de mi negocio.
Abrí y Martha entró conmigo, argumentando que había olvidado una cosa, un pequeño bolso donde guarda sus cosas de niña. Como el mostrador de mi negocio, tapa la vista a la entrada, ella se me acercó y me agarró el paquete diciéndome en voz baja:
?¿Culeamos mañana?
?Ok ?le contesté con el mismo volumen y una sonrisa cómplice.
?Bueno, primito. Hasta mañana ?levantó su voz.
?Hasta mañana ?contesté.
Martha salió con su característico contoneo de cadera y se retiró de allí junto a su madre y la mia.
?Gracias Pepe ?escuché a mi tía.
?No hay de que… ?le contesté.
Antes de aquella tarde, nunca me imaginé que tendría una experiencia así con una niña de tan solo 8 años. El tiempo pasó y las cosas fueron mejorando. Incluso, gracias a Martha, pude estar con otras niñas a lo largo del año que estuvo viviendo en mi pueblo. Pero eso lo dejaré para un relato posterior.
Qué rico relato sin duda!