Mi primita Martha 3
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por pepenudo_1.
El sábado inmediato después de la primera semana de clases fr Martha, me fui muy temprano a la ciudad cercana a mi pueblo a comprar la sorpresa que le había prometido.
Ella no sabía, pero tenía planeado comprarle una tanguita, y si era posible, un conjunto sexy, ya que ella, al comentarme que se había probado las de su mamá le habían quedado grandes, lo cual era lógico, ya que mi tía es de caderas anchas y nalgas muy bien puestas.
Cuando por fin llegué a la ciudad, lo primero que hice fue sacar algo de dinero de un cajero automático y después de eso fui rápidamente a una tienda de lencería.
Al entrar y atenderme una de las encargadas, le argumenté que buscaba ropa sexy para mi mujer. Le inventé que ella era muy delgadita y que necesitaba ropa pequeña para esa ocasión en la que celebraríamos nuestro aniversario. Ciertamente estaba muy nervioso y a la vez excitado imaginándome cómo se vería mi prima en lencería sexy.
Después de una hora, salí de aquella tienda y para complementar el conjunto, me fui a una tienda de ropa infantil donde compré una minifaldita y una blusita que se viera coqueta, lo que no me costó mucho trabajo pues la ropa infantil de ahora es bastante sugerente. Casi a mediodía volví con mis compras al pueblo, llegué a mi casa, guardé la ropa y esperé a que Martha llegara, pues cada fin de semana, mi tía me la dejaba para irse con mi madre a pasear o de fiesta. Tiempo que apovechábamos para darle rienda suelta a nuestra lujuria.
Eran alrededor de las cuatro de la tarde cuando mi tía llegó con Martha. Como siempre, la niña vestía un conjunto muy coqueto, el cual consistía en una minifaldita tableada y una blusita de tirantes bastante escotada que lucía muy bien en ella, a pesar de aún tener el pechito plano.
?Aquí te la dejo mi niño ?me dijo mi tía, que vestía una minifalda bastante corta y que pese a su edad, se le veía muy bien. Luego le dijo a Martha?. Te portas bien con tu primo.
?Si mami ?Contestó ella.
Ni bien mi tía se dio la vuelta para retirarse, yo comencé a excitarme viendo lo rica que se veía, pues la falda era realmente corta y se le alcanzaban a ver un poco sus ricas nalgas, las cuales adiviné presionaban el hilo de una tanguita. Mi primita se dio cuenta de eso y en cuanto mi tía se subió a su coche y se marchó me dijo…
?Le estabas viendo el culo a mi mami ¿verdad? ?Martha y yo teníamos la costumbre desde hacía unas cuantas semanas de hablar sucio cuando estábamos a solas.
?Para qué te digo que no ?le contesté.
?¿Mi mami te parece bonita? ?me preguntó.
?La verdad es que si ?le dije.
?Yo a veces sueño que estoy culeando con ella.
Esa revelación me tomó por sorpresa, pues no esperaba algo así de ella.
?A mi me encantaría culear con ella ?le dije casi sin pensar.
?¿Y por qué no te la culeas? ?me dijo. Yo volteé a verla y ella me miraba con una sonrisa que se me antojaba cachonda.
?¿Y por qué no mejor culeamos tu y yo ahorita? ?le devolví la pregunta.
?Bueno ?ella había empezado a quitarse su ropita pero la detuve.
?Mejor ve a mi cuarto y busca una bolsa en mi ropero y ponte lo que te compré esta mañana.
?¿Y qué es? ?me preguntó espectante.
?Es una sorpresa.
Martha corrió hasta mi habitación y se encerró. Varios minutos después apareció vestida con la ropa que le había comprado esa mañana, la cual, consistía en una minifalda muy corta, con la cual pretendía que apenas le cubriera sus preciosas nalguitas. La falda tenía dos aberturas a los lados, lo que le daba más sensualidad. En vez de blusa, solo vestía un top, con el cual mostraba sus hombros y vientre sin restricciones.
Debajo de eso, ella se había puesto la tanguita que había comprado para la ocasión. Debo recalcar que la tanga era de licra, por lo que era bastante pequeña y por su propiedad elástica, podía amoldarse a cualquier talla, incluyendo la de Martha.
Con aquella ropita sobre su cuerpito infantil, mi pene no tardó en reaccionar levantando mi short. Martha se dio cuenta y me dijo…
?Qué rápido se te paró primito.
Luego se me acercó y me agarró el paquete, frotándomelo con su manita diminuta y morenita.
?¿Qué te pareció la sorpresa? ?le pregunté.
?Me siento un poquito rara. Pero me gusta mucho.
?¿Te gusta tu tanguita?
?Si.
?¿Por qué no caminas por allí para que te acotumbres?
?Ok
La chiquilla comenzó a caminar por toda la casa mientras yo la observaba. El vaivén de sus caderitas me parecía cada vez más erótico y al ver que la faldita le había quedado más corta de lo que pensé, me excité más. La minifaldita no alcanzaba a taparle sus nalgas ya que estas son grandes y paraditas. El hilo de la tanguita se perdía entre sus cachetitos morenos.
No me pude reprimir y me saqué la verga para masturbarme, la visión de Martha en aquella ropa me tenía a mil y me era casi imposible mantenerme a raya para no tomarla y arrancársela.
Martha se acercó a mi y me abrazó con uno de sus brazos y con su mano libre me agarró el pene y comenzó a acariciarlo. Me encantaba cuando me tocaba de esa forma, pues durante el tiempo que habíamos estado practicando, ella se hizo cada vez más hábil en el arte de la masturbación.
La abracé teniendo cuidado de tomarla de sus nalguitas y acercarla a mi verga, que ya estaba completamente erecta. El sentir como la tela de la tanga se metía en su culo me daba un morbo especial, ya que no es común que una niña de apenas 9 años recién cumplidos vista así.
?Que rico culo tienes preciosa ?le dije.
?Gracias ?me contestó con tono sensual.
La acerqué a mi y nos besamos en la boca, a la vez que entrelazábamos nuestras lenguas. Sus labios, pequeños y suaves, eran un majar para mi y el sabor de su saliva era exquisito. Comencé a introducirle un dedo en su hoyito, a lo que ella reaccionó con un saltito, tal vez de sorpresa, mas no dejó de besarme.
Le terminé de meter el dedo y empecé a moverlo, rápidamente ella comenzó a gemir bajito, para entonces, nuestras respiraciones eran muy agitadas y ya casi no alcanzábamos aire. De un momento a otro Martha comenzó a mover sus caderitas de adelante hacia atrás, acción que aproveché para sicronizarla con el mete saca de mi dedo en su culito.
Nuestros movimientos eran cada vez más rápidos, acercándonos al orgasmo. Ella soltó mi pene y se abrazó completamente a mi, como si sintiera que el orgasmo estaba cerca, lo mismo sentí yo cuando su ano comenzó a contraerse con más fuerza alrededor de mi dedo. Al cabo de unos segundos más, pude sentir cómo los juguitos de su vaginita corrían por sus piernas, me mojaban las manos y llegaban hasta el suelo.
Para evitar que todo ese néctar se desperdiciara, puse una mano bajo su vulva y recogí lo poco que pude de su corrida. El color casi cristalino de aquel líquido invitaba a probarlo, por lo que sin pensarlo demasiado me llevé una pequeña cantidad a la boca saboreando el verdadero sabor de Martha, que era realmente delicioso. Ella me miró extrañada.
?¿Quieres? ?le pregunté.
?¿Cómo sabe? ?me preguntó de vuelta.
?Delicioso ?le contesté.
?¿De verdad?
?¡Claro! ¿Quieres probar?
?Un poquito nada más.
Me eché el resto en la boca y la invité a beber de ella. Juntamos nuevamente nuestras bocas y le pasé su propio néctar, lo saboreó unos segundos y luego tragó.
?¿Qué tal? ?pregunté nuevamente.
?Sabe un poquito salado. Pero está rico.
Le saqué el dedo del ano y la tomé por la cintura, la volteé y acerqué sus nalgas a mi pene, la faldita me impedía verle sus nalguitas por completo, así que se la levanté para ver cómo el hilo de la tanguita de licra se perdía entre sus nalgas. Comenzé a pasarle la verga por el culo con mucha fuerza y velocidad. Estaba a punto de llegar al orgasmo cuando ella se separó de mi y me detuvo.
?¿Qué pasa? ?pregunté, extrañado por la acción de la niña.
?Espérate tantito.
Se alejó unos pasos y comenzó a quitarse todo, excepto la tanguita, luego se acercó a mi y se inclinó entre mis piernas. Pronto la sensación de su boquita infantil alrededor de mi miembro me llevó a punto del orgasmo, el cual, no tardó mucho en presentarse. Eyaculé en la boquita de mi pequeña amante llenándola por completo y provocando que cierta cantidad de mi leche se escapara de sus labios.
?¿Quieres probar? ?alcancé a entender entre sus balbuceos por estar su boca llena de mi semen.
Francamente dudé un momento, pero pensándolo bien, yo había hecho lo mismo con ella, por lo que me parecía justo corresponderle.
?Está bien ?me acerqué a ella y juntamos otra vez nuestros labios.
La sensación de saborear mi propio semen era extraña y a la vez placentera, quizás como resultado de la excitación del momento. Jugamos con nuestras lenguas durante varios minutos mientras los restos de mi corrida se consumían poco a poco entre nuestras bocas.
Después de eso nos quedamos varios minutos sin hacer nada, solo sentados en mi sala, yo desnudo y ella solo en la pequeña tanguita que le había comprado para esa ocasión.
?Oye Pepe ?me llamó?. ¿Por qué no me metes la verga en mi conchita? Es que nada más me picas el culo y ya.
?Eso es porque estás muy chiquita y no te va acaber. Además, podría dolerte mucho y te podría salir sangre. Pero si quieres, te puedo meter un dedo igual a como lo hago por tu culito.
?¿De verdad?
?Si. Solo que para eso te tienes que quitar la tanguita y abrir bien tus piernitas.
?¿Así? ?me preguntó en el mismo momento que comenzó a quitarse la última prenda. Después abrió sus piernitas todo lo que pudo mostrándome su cuevita rosada, cuyos juguitos ya habían comenzado a fluir.
No esperé más y me acomodé de frente a ella y extendí mi dedo meñique, ya que como comenté en el primer relato, Martha era una niña bastante pequeña para su edad, por lo tanto, su entradita era más estrecha. Me introduje el dedo en la boca para lubricarlo bien y después lo coloqué al inicio de su cuevita.
Poco a poco fui metiendo mi dedo en su conchita, la cual, al principio no opuso resistencia, pero conforme avanzaba en su interior, se fue haciendo más y más estrecha, hasta el punto en que mi primita deliciosa comenzó a quejarse. No obstante, continué metiéndole el dedo.
Finalmente me topé con su himen, y justo antes de romperlo me detuve y la miré a los ojos.
?¿Te duele mucho? ?pregunté.
?Si, un poquito.
?Bueno, le voy a dar, si te duele mucho me avisas.
Presioné y pronto traspasé su barrera natural. Martha se arqueó, parecía que la había lastimado y me preocupe, pero pronto me di cuente que no había sido así, sino que había llegado al orgasmo con el solo hecho de penetrarla con mi dedo meñique.
Saqué el dedo y de inmediato, sus fluidos comenzaron a salir, mezclados con un poquito de sangre, pero nada abundante, más bien eran como pequeñas trazas del líquido rojo.
?Ay, que rico se sintió ?me dijo, casi sin aire y con sus ojitos medio cerrados.
?¿Te dolió? ?pregunté preocupado por ella.
?Nomás cuando me empezaste a meter el dedo, y después, sentí que me rompía por adentro y sentí que me iba a hacer pis, pero ya luego me gustó mucho.
?¿Quieres que lo haga otra vez? ?mi verga se había endurecido más con su relato.
?Si.
No dude y le volví a meter el dedo pero esta vez con menos delicadeza y conforme observaba que su vaginita se acostumbraba, fui aumentando el movimiento de mi mano.
No recuerdo ni cuántas veces la hice correrse esa tarde, pero sin dudas, aquello me abrió las puertas para poder poseerla como yo deseaba.
Después de aquella primera penetración en su chochito nuestras experiencias fueron más y más placenteras. Poco a poco, cada fin de semana, fui aumentando el número de dedos que podía meterle. Incluso, ella me confesó que cuando estaba sola o en el baño, en casa de mi madre, se masturbaba pensando en las veces que le había metido mis dedos en su conchita. Tanto así, que ella misma, en una ocasión, me pidió que la penetrara con mi verga.
Pero eso será en otro relato.
Woooooowww, qué delicioso!