Mi primita Martha 5
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por pepenudo_1.
?Un día viernes, a mediados de octubre, y estando por cerrar mi negocio a eso de las 9:00 PM para volver a mi casa, mi tía llegó pidiéndome de favor que le cuidara a Martha porque ella tenía que salir de emergencia a su pueblo, ya que Marcelina, su otra hija, había tenido un accidente, y se había fracturado una pierna, y debido a que Martha le había dicho que tenía que hacer una investigación, se quedaría. El problema era que mi madre estaba de viaje en la capital arreglando algunos asuntos importantes con respecto a su jubilación, por lo que la única persona con la que podía dejarla era yo, y ya que me entiendo bastante bien con los ordenadores, era mejor que Martha se quedara conmigo ese fin de semana.
Sin pensarlo acepté, pues sentí en mi pene que ese sería un fin de semana especial. Mi tía me agradeció y rápidamente se retiró, dejándonos a Martha y a mi solos.
Justo en ese momento reparé en cómo iba vestida mi primita en esa ocasión: una blusa de tirantitos azul en conjunto con una minifaldita beige bastante ligerita y unas sencilla sandalias playeras.
?¿Ya vas a cerrar? ?me dijo.
?Si ?le contesté y luego fui a la entrada del local y bajé la cortina y cerré la puerta?. Nomás deja que apague todo y nos vamos ?le dije.
Ya que apagué todo, Martha se acercó a mi y me dijo:
?¿Vamos a estar el sábado y el domingo solos?
?Parece que si ?le contesté, pensando a lo que mi primita quería llegar.
?Entonces… ¿vamos a poder culear? ?sus ojitos brillaban con morbo.
?Todo lo que queramos ?le contesté al tiempo que la abrazaba y le agarraba una nalguita debajo de su faldita y su pantaletita?. Pero te propongo algo.
?¿Qué?
?Quítate tu calzoncito y nos vamos así.
Martha no contestó, solo se quitó la prenda entregándomela. La olí percibiendo su rico aroma a nena.
?¿Nos vamos? ?me preguntó.
Cerré todo y nos subimos a mi carro, donde mi primita se sentó con sus piernitas abiertas enseñando su precioso chochito. Mi pene ya estaba duro y listo para la acción.
?Mira ?le dije al tiempo que me bajaba el cierre del pantalón y me sacaba la verga para ella.
Martha se le quedó mirando gracias a la penumbra de las luces públicas cercanas.
?Ya la tienes bien grande ?dijo.
?¿La quieres agarrar?
?Si.
?Pues de una vez.
Mi prima puso su manita suave alrededor del glande y comenzó a masajearlo lento y suave, con cariño. Para mi la sensación era más que placentera.
De repente Martha dejó de acariciarme.
?¿Qué pasa? ?le pregunté.
?Quiero cambiar la ropa que mi mami me echó en mi mochila ?me dijo.
Yo pensé que la ropa sería lo que menos usaríamos una vez llegáramos a mi casa.
?Pepe ¿me llevas a la casa de mi tía?
?Pues si no hay de otra… ?le dije. Arranqué el carro y me enfilé a la casa de mi madre.
Cuando llegamos, las luces estaban apagadas, lo que era normal, habiéndose ido mi tía, y mi madre estando fuera del pueblo desde hacía varios días. Saqué una llave de repuesto que siempre traigo conmigo por si acaso se llegara a perder la original y abrí la puerta. Encendí la luz y nos dirigimos a la habitación que Martha comparte con su madre.
Martha buscó la ropa que quería y entre todas las prendas sacó una tanga diminuta que pertenece a mi tía.
?Mira Pepe ?me dijo mostrándome la microtanguita.
?¿Es de tu mamá? ?le pregunté.
?Si ?me contestó?. ¿Me la llevo?
La calentura, aunque fuerte en ese momento, no pudo ganarle a mi raciocinio, por lo que le pedí a mi primita que dejara la prenda en su lugar, ella así lo hizo, aunque en mi quedó la sensación de lujuría que me despertó imaginarme a mi tía con esa prenda tan pequeñita apenas cubriéndole su concha y perdiéndose entre sus preciosas nalgas. También me imaginé el olor que deberían tener después de quitárselas. Y en un arranque de lujuria me metí en el baño para ver si había dejado ropa interior usada en el canasto. Con satisfacción noté que si, y fue aún mejor cuando divisé que precisamente una tanquita blanca era la que se encontraba sobre toda la demás ropa, así que, confiando en que era suya, ya que mi madre no acostumbra ese tipo de ropa interior, me fui al ataque a oler aquel pedazo diminuto de tela.
El olor era fuerte, seguramente producto del sudor y los fluidos vaginales de mi tía. Lamí todo lo que pude para saborear el néctar de la madre de mi primita, mi verga estaba a todo lo que daba ante la sensación en mis papilas gustativas. No conforme con eso, olí y lamí la tirita de tela que va dentro del culo y me propuse mentalmente que además de Martha, debía comerme a mi tía.
Sin haberme masturbado salí del baño, aún con el olor y sabor de mi tía en la mente y entré en el cuarto, donde Martha ya terminaba de empacar las prendas que quizás usaría aquel fin de semana. Con todo listo nos fuimos.
Ni bien llegamos, todo fue una fiesta sexual, Martha se desnudó inmediatamente después de que la puerta estuvo cerrada bajo llave, yo tampoco me hice de rogar y me quité todo. Tomé a mi primita en brazos y me dirigí al baño. Cuando ya estuvimos adentro, puse a la niña en cuantro patas para lamerle su delicioso culito y chochito. A los pocos minutos Martha comenzó a jadear bajito, su vientrecito se inflaba y desinflaba rápidamente y pensé que ya estaba cerca del orgasmo, por lo que me arrodillé detrás de ella y puse mi verga en la entrada de su vaginita, que ya estaba dilatada y lista para ser perforada por mi carne.
?¿Quieres mi verga? ?le pregunté ya muy excitado.
?Si, ya métemela papi.
No me hice mucho de rogar, porque yo también estaba que me moría por penetrarla.
Fui introduciéndome en ella lentamente para sentir su interior calientito, húmedo y estrecho. Mi verga resbalaba deliciosamente por sus paredes dilatadas hacía ya mucho tiempo, y que sin embargo, aún me brindaban esa deliciosa sensación de estrechez que solo una pequeñita de 9 años puede dar. Esperé algo de tiempo para que su hoyito se acostumbrara a mi garrote, luego empecé a salir de ella lentamente, solo para volver a introducirme a los pocos segundos. Estuvimos en esa posición largo tiempo, no quería que todo terminara pronto, quería prolongarlo lo más que pudiera para disfrutar de los placeres que su carne infantil me brindaban.
?Que rico lo haces papi ?me decía Martha con su respiración agitada y su voz temblorosa.
?Tú también preciosa. Me encanta cómo me aprietas.
Después cambiamos de posición, yo dejabo y ella arriba cabalgándome.
?Haz lo que quieras hermosa ?le dije.
Martha comenzó a mover sus caderitas en círculos, lo que hacía que la punta de mi pene rozara su interior y se estimulara más.
?Ya casi acabo ?me dijo mi primita, su cuerpecito lleno de sudor.
Me senté para abrazarla y besarla mientras aumentaba la velocidad de mis embestidas.
?Me encantas Martha ?le decía.
?Tu también me gustas papi.
El ritmo ya era acelerado y no había marcha atrás, la sensación del orgasmo comenzó en ella antes que en mi, y aún así terminamos casi al mismo tiempo.
Inundé su cuevita con toda la leche que no había derramado en toda esa semana. Mi lefa escurría del agujero de mi primita y se deslizaba por mi verga al no poderse quedar adentro.
La hice levantarse y lamí esa rajita probando mi esperma. Luego la besé y compartimos mi sabor.
?Ya me dio sueño ?me dijo ella.
Abrí la llave de la ducha y nos limpiamos. Cuando terminamos el aseo de nuestros cuerpos, la cargué para llevarla a mi cuarto. Cabe decir que en todo momento estuvimos desnudos y así fue como nos dormimos.
A la mañana siguiente, desperté muy temprano con la niña acurrucada a mi lado. La noche había sido algo fría así que era normal que buscara calor. Ella despertó también al sentir que me movía.
?Buenos días ?me dijo.
?Buenos días, linda ?le contesté y le di un beso en su boquita?. Voy a preparar el desayuno ?le dije y me levanté.
Busqué alguna prenda qué ponerme en mi armario y salí hacia la cocina. Martha se quedó en mi recámara.
Mientras preparaba el desayuno, Martha llegó a la cocina y me habló, a lo que yo hice caso volteando a verla.
Mi sorpresa fue mayúscula al verla vestida con una sexy tanguita que le había comprado unas semanas antes y que había guardado para regalársela en navidad, pero que ella había encontrado sin proponérselo.
La tanguita era pequeñita y apenas tapaba la cuquita de la niña, las tiritas de tela corrían hacia atrás y se perdían en medio de sus dos redondos y suculentos pedazos de carne que eran y son sus nalguitas.
?¿Cómo me veo? ?me preguntó con sensualidad y dándose una vuelta para que la viera.
?Te ves bien buena ?le dije con verdadera lujuria en mis palabras.
?Gracias ?me dijo.
Se acercó a la mesa del comedor y se sentó en una de las sillas.
?¿Vas a ir a trabajar hoy? ?me preguntó recobrando su modo infantil de hablar.
?Estaba pensando que no ?le dije?. Ya sabes por qué.
?Oye, pepe. Tengo que hacer un trabajo de investigación y ayer en la escuela invité a una amiga para que viniera a hacerlo conmigo aquí ?me dijo.
Al escuchar aquello pensé que el día de lujuria y sexo tendría que esperar. Me estaba equivocando completamente.
?¿Y tu amiga sabe que vas aestar aquí?
?No ?dijo?. Por eso voy a ir a su casa para traerla.
?Está bien ?le contesté?. ¿Y quién es ella?
?Es Karina ?me dijo.
A mi mente vino la imagen de una preciosa niña de piel blanquita, cabello castaño clarito y ojos verdes, con un cuerpecito bastante bonito, mas llenito que el de mi primita, pero igual de suculento. Las veces que aquella niña había ido a mi negocio, acompañada por Martha o por su madre, no había dejado de observarla de reojo.
?Está bien, pero primero déjame ordenar un poco aquí ¿ok?
?Ok.
Por suerte, como me la paso muy poco en mi casa, no había mucho desorden qué acomodar. Así que al filo de las 10 de la mañana, Martha caminaba a la casa de su amiguita. Me gustó mucho la forma en que iba vestida: una blusita de botones y una faldita de tela ligera que se modeaba deliciosamente alrededor de las caderitas y nalguitas de mi prima. Solo que noté algo extraño en la parte de sus nalguitas, y deduje que quizás no se había puesto ropa interior o se había dejando la tanga y había salido así.
Al cabo de media hora, volvió con su amiga a un lado. Me agradó mucho ver que Karina vestía bastante coqueta también, lo que me provocó algo de excitación, pero pude controlarme y darles la pasada. Cuando las dos pasaron, observé a Karina. Aquél día vestía un shortcito cortito que delineaba perfectamente su culito redondo y paradito y una blusita sin mangas.
?Y bien ¿de qué se trata la investigación? ?les pregunté.
Karina fue quien habló y me dio el tema. Puse mis manos en el ordenador portátil que tenía en ese tiempo en mi casa y busqué la información en internet. Al poco tiempo habíamos acabado y en ese momento mirábanos TV.
Martha comenzó a picarme las costillas y a tratar de hacerme cosquillas.
?Espérate ?le dije a punto de reir.
Martha siguió insistiendo, así que entré en su juego y comencé a hacerle cosquillas también. Los dos nos reíamos mientras Karina nos observaba.
?Ayúdame Karina ?dijo Martha.
Karina pareció dudarlo un poco, pero se decidió participar, momento que yo aproveché para meterle mano a la niña disimuladamente, pretendiendo que eran cosquillas.
En uno de mis movimientos puse mi mano en las nalgas de Martha comprobando que la niña seguía vistiendo la tanguita de la mañana. Aproveché para picarle su anito.
Karina me hacía cosquillas en el estómago, por lo que yo aproveché para hacérselas debajo de sus brazos, procurando hacerlo muy cerca de su pechito, próximo a desarrollarse. Al notar que la niña no decía nada, y seguía con lo que estaba haciendo, me atreví a pasar mi mano a su espalda.
Martha había subido a mi cuello y me pasaba las manos para hacerm reír. Yo me retorcía de risa, pero no por eso dejaba de manosear a las dos nenitas, a Martha con menos disimulo que a Karina.
La amiguita de Martha se cansó y se sentó a un lado de nosotros mientras Martha seguía con lo suyo.
?Mira Karina ?le dijo mi primita a su amiga.
Karina volteó a verla, justo en ese momento Martha empezó a lamerme el cuello.
?Oye, me estás babeando todo ?le dije en tono de reclamo, aunque en realidad me encantaba la sensación.
Me alejé a la niña, pero Martha volvió al ataque, yo comencé a excitarme.
?¿Te gusta? ?me preguntó mi primita.
?Es relajante ?le dije y la abracé de su cinturita.
?Ven Karina, ayúdame ?le dijo a su amiga.
Como ya estábamos en confianza la otra niña se acomodó al otro lado y comenzó a pasar su lengua por mi cuello también.
Al tener a las dos niñas lamiéndome el cuello me excitó más. Puse mi mano libre en la espalda de Karina y empecé a acariciar a ambas. Suspiré.
?Podría quedarme así todo el día ?les dije.
?Pepe, acuéstate en el piso ?me dijo Martha.
?¿Para que? ?le pregunté.
?Ya verás ?me dijo.
?Pero está sucio ?a mi mente acudió mi recámara?. Ya sé, vamos a mi cuarto ?les dije.
Me levanté y las dos niñas me siguieron.
?¿Ahora qué hago? ?le pregunté a Martha.
?Quítate la camisa y acuéstate boca abajo. Te voy a dar un masaje.
Le hice caso y me despojé de mi camiseta y me acosté en la cama tal como me pidió la niña.
Pronto empecé a sentir las manitas suaves de Martha recorriendo mi espalda.
?Ayúdame Karina ?dijo.
La otra niña imitó a su amiguita y entre las dos recorrían mi espalda de arriba a abajo una y otra vez.
?Ahora las piernas ?dijo Martha?. yo en esta y tú en la otra ?le dijo a Karina y repitieron lo mismo que en mi espalda.
Karina subía y bajaba del tobillo hasta la parte de atrás de la rodilla mientras Martha era más atrevida y subía hasta mi muslo, casi llegando hasta mis nalgas.
Martha se dio cuenta de que Karina no hacía exactamente lo mismo que ella y se lo hizo saber.
?Hazle como yo Karina.
Estuvieron mucho rato dándome masaje y sentir que las manos de las dos niñas llegaban al comienzo de mis nalgas me excitó tanto que tuve una erección que me lastimó al estar boca abajo.
?Ya me tengo que ir ?dijo Karina.
?No, espérate ?dijo mi primita.
?Es que si no me voy ya, mi mami me va a regañar.
?Déjala que se vaya, Martha. Karina tiene razón ?le dije yo.
Al poco tiempo Karina se fue, dejándonos solos.
?¿Qué te pareció Karina? ?me preguntó Martha.
?¿Te digo la verdad?
?Si.
?Está igual de buena que tu ?le dije con lujuria.
?¿Te la quieres culear?
?La verdad es que si, me encantaría ?Martha sonrió cómplice.
Ese día trazamos un plan para que Karina accediera a compartir la cama con nosotros.
Demás está decir que por la excitación terminé folándome a mi primita por todo el fin de semana, tal como lo habíamos pensado originalmente.
El sábado siguiente, Martha y Karina llegaron alrededor de las 9 de la mañana a mi casa, bajo el brazo un cuaderno cada una.
Martha se había puesto un shortcito bastante cortito como para enseñar parte de sus nalguitas y Karina no se había quedado atrás.
Hicimos la tarea lo más rápido posible y nos sentamos a ver TV. Dejamos correr un poco el tiempo para evitar levantar sospechas. Cuando calculé más o menos que había pasado una hora, me levanté del sofá en el que estábamos sentados y me estiré fingiendo dolor de espalda y entumecimiento de las piernas.
?Si quieres te doy un masaje ?me dijo Martha, conciente de que todo era una farsa.
?Está bien ?le dije?. Vamos al cuarto.
?Ven Karina, quiero que me ayudes.
Los tres nos dirigimos a mi cuarto, e igual que la semana anterior, me quité mi camiseta y me acosté boca abajo.
Pronto Martha y Karina empezaron a pasar sus suaves manitas por mi espalda.
?Ay, que rico ?dije para que Karina se animara más.
Al poco tiempo fingí que me había dormido, y fue ahí cuando Martha llevó a cabo la mejor parte del plan.
?Se quedó dormido ?dijo mi primita a su amiga.
?¿De verdad? ?le preguntó Karina.
?Déjame ver ?Martha se acercó a mi y me habló como tratando de despertarme?. Pepe ¿estás dormido? ¿Pepe?
Pero no le constesté.
?Yo creo que si está dormido ?dijo Martha?. Bueno, ahora hay que seguir con las piernas.
?¿Y le vamos a hacer igual que la otra vez?
?Obvio ?le dijo mi prima.
Pronto comenzaron a acariciar mis piernas desde los tobillos hasta la parte más alta de mis muslos, incluso llegué a sentir que Martha llegó a tocar el comienzo de mis nalgas, lo que comenzó a excitarme.
Aquel día, para facilitar el plan, no me había puesto ropa interior y además me había puesto un short de tela muy ligera que tenía por allí para andar por la casa, con lo cual facilitaba lo que a continuación seguiría.
?Oye, Karina ?dijo mi primita?. Se le ven las nalgas a Pepe ?y se rió traviesamente.
?Oye, si es cierto ?y también se rió, aunque algo nerviosa.
?¿Te animarías a agarrarle una? ?preguntó Martha con un tono que a mi me pareció travieso en el sentido sexual de la palabra, pero que supongo, Karina no supo interpretar.
?No ?dijo la niña de inmediato? ¿Tu si?
?¿Se la agarro? ?preguntó Martha.
Mi verga ya había comenzado a reaccionar y mi respiración amenazaba con agitarse.
?¿Y si se despierta?
?No se va a despertar.
Después de aquella frase Martha tardó unos segundos más en meter su mano dentro del short por una de las piernas y agarrarme una nalga, luego la sacó con cuidado fingido.
?Viste, no se despertó ?le dijo mi primita?. Anímate.
Estoy seguro que Karina lo dudó, pero al final, el poder de convencimiento de Martha la hizo hacer lo mismo que ella.
La mano de Karina viajó por debajo de la tela de mi short y me agarró la otra nalga, pero rápidamente la apartó por temor.
Fue todo por ese día, Karina se fue y Martha y yo nos quedamos un rato más planeando el siguiente movimiento mientras ella me masturbaba y yo a ella.
Los siguientes 2 fines de semana seguimos con la rutina, hacíamos la tarea rápido, mirábanos TV y luego me iba a acostar para que las dos chiquillas me dieran masage mientras yo me hacía el dormido para que después ambas me manosearan las nalgas a su antojo.
El siguiente fin de semana, mientras fingía dormir y las dos niñas me tocaban el culo, Martha se dijo a Karina:
?Oye, Karina. Se le ven lo huevos.
Karina se dio cuenta porque habló entre emocionada y nerviosa:
?De veras.
Martha sin decirle nada más metió su manita en mi short para acariciarme los huevos. Mi verga, que ya estaba dura, reaccionó aún más saliendo un poco de la prenda, por lo que enseñé el glande.
?Mira, Karina, se le ve la verga ?le dijo Martha y me la agarró.
Ya con la confianza de que según, yo no despertaría, Karina se atrevió a tocarme los huevos y la verga.
Las dos niñas estuvieron bastante rato acariciándome mis genitales. Entre las caricias logré escuchar que Karina comenzó a respirar agitada.
?¿Te gusta? ?le preguntó Martha.
?Si ?jadeó la otra niña.
?Oye ¿le bajamos el short? ?propuso Martha.
?OK ?por fin Karina empezaba a disfrutar aquello gracias a Martha.
Estuvieron mucho rato alternando entre mi culo y mis genitales, y a mi cada vez me costaba más manterner el control sobre mi cuerpo.
La sesión de aquel día terminó.
Esa misma tarde planeamos que comenzaran a frecuentar más mi casa, por lo que acordamos que irían también entre semana, y poco a poco seríamos más descarados. Tanto así que yo me paseaba por la casa con la verga medio erecta para que Karina se fuera acostumbrando a verme así. Y en más de una ocasión escuché las risas traviesas de las dos niñas.
El plan llegó a tal extremo que, un viernes, como a las 5 de la tarde, después de no haber ido a trabajar en mi negocio, observaba por una de las ventanas esperando a que las dos chiquillas llegaran. Cuando pude distinguirlas a lo lejos, corrí al sofá más grande de mi sala y me acosté boca arriba vistiendo con el mismo short que, por su suavidad, y al tener una pierna levantada, se recorrió hasta casi mostrar mis genitales.
Había dejado la puerta sin llave para facilitarles la entrada, por lo que entraron rápidamente.
?Mira, Martha, está dormido ?dijo Karina.
Me dieron muchas ganas de reír, pero pude controlarme a tiempo para no ser descubierto.
Las dos niñas se acercaron y comenzaron a moverme y a hablarme, pero yo no contestaba. Así que, después de estarme moviendo un rato, y estar "seguras" de que yo dormía, Martha fue la primera en iniciar el movimiento.
Mi prima movió el short suavemente para mostrar mis huevos y mi verga, que en ese momento, y gracias a mucho esfuerzo, se mantenía sin erección alguna.
?Jeje ?se rio Karina ?la tiene arrugada.
?Esta cosa crece si la mueves así ?le dijo Martha comenzando con una paja.
?¿De verdad?
?Eso dicen.
?Hay que probar ?dijo Karina al tiempo que me agarraba la verga y comenzaba a manipularla suavemente junto a mi primita.
Saber que aquella niña por fin había tomado la iniciativa hizo que la verga me reaccionara rápidamente, creciendo en sus manos.
?Se le puso bien grande ?comentó la niña a mi prima.
?Hay que darle una mamada ?dijo Martha.
?¿Y eso cómo se hace?
?Así, mira.
Martha acercó su boca mi herramienta y comenzó a lamer lento y con maestría, justo como a mi me gusta.
?Ahora tu ?le dijo a Karina.
La niña dudó.
?Anda, aprovecha que está bien dormido ?la animó mi primita.
Pese a que los movimientos de la lengua de Karina eran lentos y torpes, sentí gran excitación, por lo que al poco tiempo largué un chorro de lefa que debe haber inundado la boca de la niña porque la escuché toser.
?¿Qué es eso? ?preguntó Karina con asco.
?Es semen ?dijo Martha.
?¿Eso es el semen?
?Si. ¿Verdad que sabe rico?
?Sabe salado ?dijo ella.
Martha se lo acercó a Karina.
?A ver ?dijo y pegó sus labios a los de la otra niña.
Aprovechando que estaban distraídas, abrí un poco uno de mis ojos para contemplar con asombro y excitación que Martha besaba a su amiguita mientras extraía mi corrida.
?A mi me parece que sabe rico ?dijo Martha?. Hay que limpiar antes que Pepe se despierte.
Fueron a la cocina y tomaron algunas servilletas y limpiaron. Me acomodaron el short y se sentaron en el piso alrededor de la mesita de centro a "esperar" que yo despertara. Calculando unos diez minutos, hice como que despertaba.
?Hola Pepe ?dijo Martha.
?¿A qué hora llegaron? ?les pregunté.
?Hace rato, pero como estabas dormido mejor ni te hablamos.
Miré hacia mi short.
?¿No vieron nada raro? ?les pregunté insinuante.
?¿De qué? ?me preguntó Martha.
?Nada ?dije y me fui al baño para limpiarme los restos de leche que me habían quedado con el pretexto de que tenía que ir a orinar.
Cuando volví, me senté nuevamente en el sofá procurando quedar frente a Karina para que puediera ver el interior de mi short.
La estrategia surtió efecto porque al poco tiempo tenía a la niña volteando sus ojos a cada instante hacia mi entrepierna.
Fingí que me di cuenta y le dije:
?¿Te gusta lo que ves?
?¿De qué? ?preguntó Karina un poco asustada al verse descubierta.
?No te hagas la que no vio nada ?le dije?. Ya me di cuenta de que me estabas viendo dentro del short.
?No es cierto ?dijo ella.
?Si es verdad ?le dije?. Pero no importa ?traté de darle confianza?. No me importa.
?Karina miró a Martha.
?Oye Pepe, se te ven los huevos desde aquí ?me dijo mi primita.
?¿A tí también te gusta lo que ves? ?me subí un poco el short para facilitarles la vista.
?Tienes los huevos bien grandes ?me dijo.
?¿No me estarían espiando cuando dormía? ?pregunté con malicia.
?No ?dijo Karina de inmediato y con nerviosismo.
?Yo creo que si. Pero no se preocupen ?les dije?. Si ustedes no le cuentan a nadie yo no diré nada, y las dejaré verme los huevos cuando quieran ?propuse.
?¿De verdad? ?preguntó Karina no muy convencida.
?Si.
?¿Y qué más? ?me preguntó.
?¿Quieres ver cómo me masturbo?
?¿Qué es eso?
?Mira y aprende ?le dije al tiempo que me bajaba el short y comenzaba a estimularme para obtener una erección.
Ya bien erecto empecé a masturbarme lento.
?Martha, ayúdame ?le dije a mi primita, quien sin pensarlo se acercó a mi y comenzó a darme placer con sus manos.
Miré que Karina no dejaba de observarnos.
?Ven para que pruebes ?le dije.
La niña se acercó, le agarré su manita derecha y la acerqué a mi verga. Al principio Karina no se atrevía, lo que contrastaba con su actitud anterior cuando me creyó dormido, pero al ver que aquello me gustaba, no tardó en animarse y soltarse.
Pronto tuve a las dos chiquillas masturbándome.
?¿Por qué no se quitan la ropa? ?les dije.
Martha se desnudó rápidamente.
?Anda Karina, tú también ?le dijo mi prima.
Paro la niña solo se bajó el shortcito hasta las rodillas dejándose su calzoncito de florecitas.
?Así no ?dijo Martha.
Se acercó a la otra niña y le bajó su bombachita hasta los tobillos para luego retirarla completamente, luego la ayudó a quitarse su blusita. Luego volvió a lo que estaba haciendo. Después de unos minutos, Karina se animó y por fin la tuve sin nada encima y además acariciándome la verga junto a mi primita.
El solo hecho de sentir a dos preciosuras como aquellas niñitas hacía que mi piel se erizara y mi palo se pusiera más duro y casi doliera. Las manitas calientes de mis acompañantes alrededor de mi carne era por mucho, lo mejor que había sentido en mucho tiempo.
Martha acercó su cara a mi para darnos una beso largo y húmedo, nuestras lenguas luchaban una contra la otra para penetrar en la boca del otro.
Karina observó esto y para aumentar el morbo le ofrecí mi boca, Martha la animó a seguir sus pasos y pronto estuvimos besándonos al igual que con mi primita. Fue un beso largo y húmedo, lleno de lujuria.
?Tú también Martha ?le dije a mi prima, invitándola a unirse a nuestro beso.
Pronto los tres unimos nuestras bocas, Karina se hizo un poco al lado para no besarse directamente con Martha, pero en un movimiento rápido tomé las cabecitas de las dos niñas y las junté para que siguiéramos besándonos y además, se besaran entre ellas.
Mucho duramos besándonos y compartiendo nuestras salivas. Ya con la confianza de que Karina había entrado en nuestro círculo, me atreví a acariciarle sus ricas nalguitas, lo mismo hice con Martha, que de inmediato usó sus manos para abrírselas y permitirme el acceso a su anito, el cual no tardé mucho en estar estimulando.
Me abrí paso hasta el anito de Karina, ella reaccionó separándose de nosotros.
?¿No te gusta que te toque el culito? ?le pregunté.
?Es que se siente raro ?me contestó.
?Déjate Karina ?le dijo mi primita?. Al rato vas a sentir bien rico.
?¿Y tú como sabes? ?le preguntó Karina.
?Porque Pepe y yo lo hacemos siempre.
Para no hacer el cuento más largo, Martha convenció a su amiguita para que se dejara estimular el anito. Estuvimos así un buen rato.
Martha se separó de nosotros y abrió su vaginita húmeda.
?Méteme el dedo Pepe ?me dijo.
No esperé más y le dejé ir todo mi dedo medio hasta el fondo, comenzando a entrar y salir rápido para provocarle el orgasmo. Al poco tiempo, Martha movía su caderita en círculos para aumentar su placer, tanto así que su orgasmo fue uno de las mayores que le pude ver. Su cuerpecito delgadito se estremecía mientras sus piernitas perdían sus fuerzas y caía rendida en el sofá. Después supe que había sido por la excitación de que Karina también estaba participando.
Por su parte, Karina siguió besándome mientras yo le seguía acariciando su anito. Y justo en ese momento decidí que ya era hora de hacerle probar el verdadero placer de la masturbación, por lo que bajé mi mano hasta su conchita y empecé a frotarle su clítoris, que, curiosamente me pareció demasiado grande para alguien de su edad.
?Párate ?le dije.
La niña obedeció y se paró frente a mi. La tomé de su cinturita y la levanté para ponerme su conchita frente a la boca mientras ella se apoyaba en mis hombros para no caerse.
Solo fue cuestión de unos minutos para que la niña se aferrara a mi cabeza temblando ante la sensación de su primer orgasmo.
Ya terminada nuestra sesión, me permití masturbarme frente a las niñas y eyacular sobre sus cuerpecitos la poca leche que me quedaba en los huevos después del orgamo que Martha me provocó cuando había llegado.
Terminada mi labor, fui al baño y tomé una esponja y una cubeta con agua para limpiar el semen que había sobre las dos niñas.
Después de aquella ocasión, nuestras reuniones se hicieron más frecuentes, Karina ponía el pretexto de ir a hacer una tarea con Martha y las dos se presentaban ya fuera en mi negocio entre semana o en mi casa los sábados. Cuando había verdadera tarea qué hacer, hacíamos rápido el deber y luego nos íbamos a mi cuarto para darle rienda suelta a nuestra calentura.
Fue así como conseguí tener una experiencia sexual con otra niña. Después de eso he tenido muchas otras con otras niñas. Aunque al día de hoy, después de que Martha regresó a su pueblo de origen, Karina y yo seguimos viéndonos regularmente para tener sexo.
Hoy en día, Karina es una hermosa jovencita de 16 años con quien tengo una muy buena relación. Ya en alguna otra ocasión contaré mis experiencias con ella.
Woooowww, qué delicioso relato y más con la nueva acompañante!