Mi primita Martha 6
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por pepenudo_1.
Con la llegada de diciembre, el clima cambió drásticamente, por lo que la gente comenzó a abrigarse más. Lo mismo sucedió con Martita, que dejó las minifalditas y los shortcitos cambiándolos por pantalones y mallas que la protegieran del frío.
A mediados de diciembre, justo con el periodo vacacional navideño, las ventas en mi local bajan a un punto en que es mejor no abrir y aprovechar ese tiempo para descansar. Y fue lo que hice.
Era un martes, cuando el viento soplaba con mucha intensidad, alrededor de 60 o 70 km/h haciendo que la temperatura bajara hasta casi 0 grados y provocando el antojo de resguardarse en casa.
En aquella ocasión, 23 de diciembre, había estado en casa de mi madre toda la mañana y parte de la tarde instalando un nuevo calentador de agua porque el viejo ya no servía y mi madre tenía un compromiso esa misma tarde con una de mis tías, cuñadas de mi madre y hermanas de mi difunto padre, en el bautizo de uno de los hijos de uno de mis tantos primos, fiesta a la que yo ni loco me iría a parar, ya que no me llevo mucho con la familia de mi padre. Por lo que Martha tendría que quedarse toda la tarde conmigo, ya que su madre tenía que trabajar el turno de la noche y no querían dejar sola a la niña.
Para no entrar mucho en detalles, Martha y yo nos fuimos para mi casa antes de que mi madre acudiera al compromiso. Como ya mencioné, aquel día corría un viento muy fuerte y helado, lo que hacía que Martita temblara de pies a cabeza a pesar de estar bien abrigada.
Por fortuna, mi casa está bien aislada y no hace falta mucho para sentirse agusto en ella, por lo que, ni bien entramos, me deshice del sueter que vestía ese día. Aunque por haber estado vacía todo el día, la casa estaba un poco menos cálida que de costumbre.
?Hace mucho frío Pepe ?me dijo mi primita nada más entrar.
?Vamos a mi cuarto para que te calientes ?le dije con doble intensión.
Nos recostamos en mi cama y encendí la pequeña TV que tengo en mi recámara, y vimos algunos programas infantiles por un tiempo. Al cabo de una media hora mas o menos, le pregunté a mi primita si tenía frío, ella contestó que no.
?Entonces quítate el sueter ?le dije.
Me levanté de la cama y fui a la cocina para prepararle algo de chocolate caliente. Cuando volví, la niña ya solo vestía una linda malla rosa que le quedaba divina y una blusita blanca sin mangas. Le ofrecí la taza con chocolate, la misma que ella se bebió lento porque estaba muy caliente. Me recosté a su lado viendo la TV.
Cuando Martha terminó con su chocolate me dijo:
?Tengo mucho calor ?y se quitó su mallita quedando en calzoncito y la blusita.
?Yo también ?le dije y me quité el pantalón quedando en boxer y la camiseta que vestía hasta ese momento.
Seguimos viendo TV. Al rato, mi primita me dijo:
?Cámbiale a otro canal, este ya me aburrió.
Le cambié a otro donde pasaban un documental sobre leones. En algún momento del documental, pasaron el apareamiento de un león y una leona donde se veían los huevos del león colgar mientras copulaba con la leona.
En ese momento Martha comenzó a acariciarme un muslo subiendo y bajando por él, lo que de inmediato hizo que se me parara el pene levantando el boxer.
?¿Te gusta? ?me preguntó con su voz de niña traviesa.
?Mucho ?le dije. Y me bajé el boxer hasta quitármelo?. Pero me gusta más aquí ?y sacudí mi miembro.
Martha lo tomó casi de inmediato y comenzó un lento subir y bajar que me agradó bastante.
?Yo también quiero ?me dijo y se quitó su calzoncito amarillo pálido.
Abriéndose de piernas, me dio acceso a su rajita ya húmeda. Estuvimos unos minutos acariciándonos mutuamente mientra mirábamos TV.
Martita se levantó de su lugar para subirse sobre mi y penetrarse con mi palo, yo ya tenía el glande bien lubricado y listo para entrar en la cuevita de mi primita cuando escuchamos que alguien golpeaba la puerta del frente de la casa.
Tanto mi primita como yo nos vestimos lo más rápido que pudimos y salí del cuarto para ver quien era, temiendo que fuera mi madre o mi tía. Martha le cambió al canal anterior en la TV para seguir viendo los programas que pasaban en ese momento.
Cuando abrí la puerta, no era mi madre ni mi tía, sino Marcelina, la hermana de Martita, que llevaba tras de si una maleta con ruedas.
?¿Qué hay primo? ?me saludó.
?Hola ?le respondí sonriendo.
?Llegué a la otra casa pero no hay nadie.
?Es que a tu mamá le tocó el turno de la noche y a la mia le salió un compromiso y no sé a qué hora vaya a llegar, es más, creo que no lo va a hacer. Iba a un fiesta y dudo mucho que vuelva en toda la noche.
La adolescente de 14 años me abrazó y me dio un beso muy cerca de la boca, yo le devolví el beso de la misma manera.
Con Marcelina siempre había tenido un acercamiento estrecho, más de lo normal, y pese a que teníamos varios años sin vernos, parecía que la cercanía se mantenía.
?¿Y Martha? ?me preguntó.
?Está en mi cuarto viendo caricaturas. Traía mucho frío y la mandé a que se tapara con mis cobijas.
Fui a mi cuarto y le hablé a la niña, que salió rápido a saludar a su hermana, a quien abrazó con efusividad. Rápido noté que mi primita agarraba las nalgas de Marcelina por encima del entallado pantalón que vestía, el cual le hacía ver unas piernas bonitas y unas nalgas suculentas. En la parte superior vestía un sueter de cuello alto cuyo material supuse era lana y que se veía bastante cálido.
Para tener solo 14 años se veía vastante bien desarrollada, lo que es normal teniendo en cuenta que mi tía, a pesar de tener 40 años en esa época, se conservaba muy bien.
?¿Quieres algo de tomar? ?le ofrecí.
?No, gracias ?me dijo?. Oye, de veras que está haciendo mucho frío allá afuera.
?Mucho ?le dije.
?Ven al cuarto de Pepe, sus cobijas son bien calientitas ?le ofreció Martha.
Las dos niñas entraron a mi cuarto, Martha se acostó e invitó a su hermana a que hiciera lo mismo, pero esta no se atrevió y solo se quedó sentada en el borde.
?Acuéstate si quieres, por mi no hay problema ?le dije.
Marcelina me tomó la palabra, se quitó sus zapatos y se recostó a un lado de Martita. La observé un poco percatándome que estaba muy bien formada y rápido me imaginé cómo se vería sin nada de ropa encima.
Me acerqué a la cama y les pedí que me hicieran un poco de espacio para recostarme yo también. Los tres cabíamos perfectamente al ser una cama matrimonial.
Pasó un rato, Martha se bajó de la cama y se subió por mi lado para subirse sobre mi y seguir viendo la TV. Agarró la cobija y se la echó encima mientras se sentaba sobre mi paquete.
?Martha, no molestes a Pepe ?le dijo Marcelina a su hermanita.
?No te preocupes ?le dije?. Al cabo que no pesa nada.
Al rato, Marcelina comenzó a moverse incómoda.
?¿Pasa algo? ?le pregunté.
?Ya me dio calor.
?No me extraña, el sueter que traes se ve bien caliente.
?Si, mucho ?y comenzó a quitárselo.
Debajo traía un sueter más delgado que el otro, que dejaba ver que sus pechos estaban también muy bien creciditos. A mi se me antojaban para estarlos mamando todo el día. Mi compañero de abajo comenzó a molestar y teniendo a Martha encima mio era aún peor.
Me incorporé, me quité a Martita de encima y me dirigí a mi guardarropa para sacar una prenda más cómoda. salí de mi cuarto y entré al baño para cambiarme de prenda. Al cabo de unos minutos volví, me acomodé nuevamente y me coloqué a Martha de nuevo encima de mi miembro, el cual comenzó a crecer nuevamente quedando la punta en medio de sus nalguitas. Empecé a mover mi palo para que ella sintiera que estaba excitado.
?Oye primo ?me dijo Marcelina?. ¿Habrá oportunidad de que me pueda bañar aquí?
?Si, no hay problema. El baño está en el pasillo ?le contesté.
Ella se levanto de la cama y fue a la sala, donde había dejado su equipaje y luego escuché cómo entraba en el baño.
?Oye Pepe ?me dijo Martha.
?Mmh.
?¿Qué tal está mi hermana? ?me preguntó.
?Está bien buena ?le dije, y comencé a moverme para que sintiera mi erección.
?Quieo culear ?me dijo.
?Pero tu hermana está aquí ?le dije.
?No importa, ella siempre se tarda en el baño.
?OK, pero sin quitarnos nada. Solo nos vamos a bajar tantito la ropa ?le dije.
?Bueno.
Nos Destapamos, ella se bajó su mallita y yo el short que me había puesto sin ropa interior.
La niña tomó mi pene y lo pajeó unos segundos, luego le pasó la lengua y lo metió en su boca. mientras tanto, yo me imaginaba que era Marcelina quien me la estaba mamando, lo que me puso a punto de correrme.
?Apúrate ?le dije.
Martha enseguida dejó de mamármela y como pudo, debido a que tenía sus prendas inferiores hasta las rodillas, se sentó sobre mi para que le fuera metiendo mi tranca. Cuando ya estuvo bien ensartada, comencé un mete saca rápido, con toda la intensión de acabar rápido antes de que Marcelina regresara.
Estaba a punto de venirme, la sensación inconfundible de cosquilleo en la próstata y la punta del pene así me lo indicaba, cuando escuchamos el sonido de la puerta del baño abrirse. De inmediato desmonté a Martha de encima, me subí el short como pude y Martha su malla y nos acomodamos nuevamente en la posición que estábamos cuando Marcelina salió para el baño. Para disimular la agitación fingí hacerle cosquillas a mi primita, quien enseguida entendió la farsa y empezó a reírse.
A los pocos segundos entró Marcelina en el cuarto vestida con una minishort de lycra super ceñido al cuerpo, lo que dejaba notar que no vestía ropa interior, o cuando menos llevaba tanga debajo, además que casi dejaba al descubierto sus nalgas, y como prenda superior se había puesto una camiseta holgada que pese a su soltura, evidenciaba que no llevaba bra. La verga se me volvió a parar al ver tal espectáculo, y como pude, disimulando, me acomodé a Martita de tal forma que sus nalgas quedaran sobre mi tranca.
?Un baño tibio siempre viene bien en esta época ¿verdad? ?comentó Marcelina.
?Si, siempre ?le dije?. Es más, creo que también me voy a dar uno ?dije.
Me quité a Martha de encima, y rápido, para evitar que la mayor de las hermanas me viera la erección, me giré y me dirigí al ropero a sacar algunas prendas limpias. Me fui al baño.
Ni bien entré al baño, metí el seguro y esperando que Marcelina fuera un poco descuidada, busqué entre la ropa sucia alguna de sus prendas, a más poder alguna interior, pero fue en vano, no había dejado nada.
Me desnudé y entré bajo el chorro del agua tibia, imaginándome a la mayor de mis primitas ahí conmigo haciendo todo tipo de cosas pervertidas. Me empalmé de inmediato y comencé a masturbarme rápido, llegando al tan ansiado clímax que había sido pospuesto dos veces aquella tarde. Solté un chorró largo que fue a parar a la pared y otros de menor intensidad que no por eso dejaban de ser placenteros.
Rápido me enjaboné, me enjuagué, me sequé y volví al cuarto.
Encontré a las dos hermanas recostadas viendo telenovelas.
?Deberías irte a bañar, Martha ?le dije a la chiquilla.
?No tengo ganas ?me dijo.
?Vete a bañar ?le ordenó su hermana mayor.
Con algo de reticencia, Martha se fue a bañar.
Yo me recosté en mi cama para ver la TV junto a Marcelina, pero lo que menos hice fue ver TV. De vez en cuando, desviaba mi mirada para contemplar las piernas de mi prima, que me parecieron bastante apetecibles, y se miraban duritas y sin celulitis, muy diferentes a las de otras niñas de su edad, que parecen cáscara de naranja y tiemblan como gelatinas cuando caminan.
?Si que está corto tu short ?le comenté, como si no tuviera mucho interés. Más bien como si lo dijera nada más para hacer conversación.
?Y tengo otros más cortos ?me dijo?. Pero si te molesta este, puedo ponerme uno más largo.
?Al contrario ?le dije?. Así está bien. Este te queda muy bien. Hace lucir mucho tus piernas ?le dije sin dejar de mirarlas.
?Eso me dijo mi mamá cuando los compré.
"Gracias tía" pensé al escuchar el comentario de Marcelina.
?Y se te ven duritas las piernas.
?¿Tu crees? ?me preguntó.
?Soy hombre ?le dije?. Sé apreciar cuando una mujer tiene bonitas piernas.
En ese momento se me vino a la mente una pregunta arriesgada, pero que por la calentura, solté casi sin pensar mucho en las posibles consecuencias.
?¿Puedo tocarlas?
?Si, claro ?me dijo.
Rápidamente, sin darle tiempo de arrepentirse comencé a acariciar sus piernas desde los tobillos, pasando por las rodillas hasta recorrer sus carnosos y duritos muslos.
?De verdad que sí están duritas tus piernas ?le comenté.
?Es que hago mucho ejercicio ?me dijo ella.
?Pues que bien ?le dije. Bajo mi ropa, sentía que la verga ya comenzaba a querer levantarse?. Y también ejercitas allá atrás ?le dije refiriéndome a sus nalgas.
?Son mi principal atractivo, por eso tengo que darles buen trato.
?Me imagino que también estarán duritas.
?Es cuestión de que toques para que sepas.
Se dio la vuelta ofreciéndome sus suculentas nalgas para que las palpara.
?Si que están duritas ?le dije, ya sudando de excitación.
?Ya te dije, me gusta el ejercicio.
?¿Como cuál? ?le pregunté.
?De todo tipo. Por ejemplo, las aprieto y suelto varias veces ?comenzó a moverse, y estuvo así un buen rato.
?No pues, así cómo no las vas a tener duras ?le dije ya con la verga bien tiesa.
?Si ¿verdad? ?ella se rio. Por el tono usado noté que ella tambén se estaba excitando.
?¿Te puedo decir algo? ?le pregunté.
?Si, claro ?me contestó.
?Si no fueras mi prima, en este momento te quitaría todo y te follaría toda la tarde ?le solté.
?Que seamos primos no es impedimento ?me dijo?. ¿No ves que a la prima se le arrima?
?Pues quizás te tome la palabra en algún momento ?le comenté?. Pero ahora no porque Martha debe estar por venir.
?Eso no tiene importancia ?me dijo?. Ella y yo vemos a mi mamá culeando con sus novios siempre.
Aquella noticia me confirmó lo que Martita me había dicho la primera vez que tocamos el tema del sexo cuando me contó que había visto a su madre follando con uno de los profesores de su anterior escuela.
?¿En serio? ?le pregunté haciéndome el sorprendido.
?Si, no creo. Es más, si nos viera no se sorprendería mucho.
Aquella confesión me dio la pauta para comerme a Marcelina.
?Pues si es así, no veo el inconveniente ?le dije al tiempo que le agarraba una teta.
?Espérate ?me dijo dándome un manotazo.
Se incorporó y se sacó la blusa que traía, confirmando que no se había puesto sostén. Sus pechos eran medianitos pero bien parados, sus pezones morenitos y en punta con una areola medianita.
?Que ricas tetas tienes mamacita ?le dije ya sin tapujos.
Estaba por darle una mamada cuando Martha tocó la puerta del cuarto.
?Pepe, tengo hambre.
Marcelina suspiró con molestia.
?Será mejor que le des de comer, si no, va a estar molestando toda la tarde ?me advirtió.
Cuando salí de mi cuarto, Martha estaba parada frente a la puerta con su cabello húmedo, y vistiéndo solo sus pantaletitas amarillas y nada más. Ella me sonrió pícara.
?Quiero comer ?me dijo.
Nos fuimos a la cocina.
?Deberías ponerte toda tu ropa o Marcelina se va a dar cuenta ?le dije.
?No importa ?me dijo ella sin dar señales de preocupación.
La verdad es que, aunque me excitaba tener a Martha solo en ropita interior, me daba pendiente que Marelina saliera en cualquier momento y la encontrara así, ya que temía que todo se descubriera.
Me puse a hacerle un sandwich para que todo fuera rápido y pudiera volver a mi habitación para distraer a Marcelina y que Martha se pusiera el resto de su ropa. Le serví un vaso con leche y me regresé al cuarto donde encontré a Marcelina saliendo de mi cuarto.
?Ya me dio hambre a mi también ?me dijo.
Lo que temía se había vuelto realidad, y no podía negarme. El corazón me latía desbocado ante el nerviosismo de ser descubierto, ya que, como sabrán, podría ir a la cárcel por aquello.
Marcelina se encaminó a la cocina donde encontró a Martha degustando su sandwich y contrario a lo que creí, no exclamó nada fuera de lo normal.
?¿Y eso que no te pusiste tu ropa? ?fue todo lo que le preguntó.
?Tenía calor ?le contestó su hermanita.
?Póntela ?le ordenó.
?No quiero. Hace calor aquí adentro.
Ciertamente mi casa es muy cálida en invierno debido al aislamiento, pero de eso a que uno se acalore hay mucho trecho, por lo que deduje que Martha solo quería estar así.
?Esta niña sí que es testaruda ?comentó Marcelina?. En fin, quédate así ?le dijo a su hermanita.
Martha se terminó de comer su sandwich mientras Marcelina sacaba de mi refrigerador lo mismo que había comido Martha.
?La verdad es que sí hace un poco de calor ?comentó Marcelina levantándose la blusa que llevaba puesta hasta dejársela como una especie de corpiño, lo que dejaba al descubierto su su bien formado abdomen.
Mientras Marcelina preparaba su merienda yo me fui a sentar en la sala a esperar, Martha se sentó junto a mi.
El tener a mi primita solo vistiendo esa linda pantaletita a mi lado comenzó a encenderme, pero yo me detenía porque Marcelina estaba allí y podría descubrirnos.
?Oye Pepe ?me habló Marcelina?. ¿Tienes pepinillos?
?Si, están en un frasco dentro del refri ?le contesté.
?¿Dónde? no los encuentro.
?Deberían estar en la puerta.
?No los veo
Me levanté para ayudarle a encontrar lo que buscaba. Cuando llegué junto a ella, la encontré agachada mirando al interior de mi refrigerador, lo que me dio una panorámica privilegiada de su culo aún cubierto por la fina tela de Lycra. Me incliné aprovechando para arrimarle mi paquete.
?Aquí están ?le dije tomando el frasco de los dichosos pepinillos y sacudiéndolo frente a ella.
Marcelina me sonrió y movió su cola frotándose, y entendí que lo había hecho a propósito. Miré hacia donde estaba Martha y noté que no nos veía, por lo que aproveché para tomar a Marcelina por la cadera y frotarle mi miembro descaradamente, todavía con la ropa puesta.
?Me encantan estas cosas ?me dijo.
Yo lo interpreté en el sentido de que le gustaba que le restregara mi verga por su culo.
?Si, son ricas ?le contesté.
?Especialmente comérmelas enteras y de un solo empujón.
?Me imagino que si.
Ya para ese momento le empujaba mi miembro como si me la estuviera clavando pero con la ropa puesta.
Cerré los ojos unos instantes sintiéndo lo rico del culito de mi prima. Estaba tan absorto en mi faena que sin darme cuenta, tenía a Martha detrás de mi queriendo bajarme el short, lo que realmente me asustó al sentirme completamente descubierto.
?¡Ah, mañosos! nos dijo la niña.
?Ay, espéreta Martha, esto está bien rico ?le dijo Marcelina sin tomarle importancia al asunto.
?Dijiste que me ibas a dejar participar ?le reclamó la más chica.
?Si, pero más adelante. Al cabo que tú lo disfrutas todos los días.
?¿De qué hablan? ?les pregunté separándome de Marcelina.
?Yo sé todo lo que tú y Martha hacen a solas.
?¿Se lo contaste Martha? ?le pregunté a la menor de las hermanas.
?Es que se me salió.
?En realidad yo se lo saqué un día que la encontré en su cuarto metiéndose el dedo en la cola.
Yo estaba muy asustado.
?Pero no te asustes, primo ?me dijo?. Que el secreto está seguro conmigo.
Yo estaba realmente asustado y sorprendido de que Marcelina estuviera al tanto de lo que Martha y yo hacíamos a solas.
?Si, Pepe, no te asustes ?me dijo Martha.
?La verdad es que todo esto lo planeamos Martha y yo hace mucho. Porque tengo ganas de que hagamos cochinadas entre los tres.
?¿Qué? ?les pregunté confundido.
?Mira ?dijo Martha y se acercó a Marcelina.
Las dos juntaron sus bocas y se besaron como si fuesen novias, incluyendo lengua y mucha saliva. Martha pasó sus brazos a la nuca de su hermana para colgarse de ella y seguirse besando.
La imagen comenzó a ahuyentar el susto y a traer la excitación, porque nunca pensé que Martha fuera capaz de hacer eso con Marcelina, a pesar de que con Karina, su amiga, había hecho cosas parecidas.
?Pues si las cosas van a ser así ?dije dejando que mi short cayera al piso mostrando la erección que tenía?, No perdamos tiempo.
Me acerqué a Marcelina por detrás y la tomé de las caderas cuidando que mis pulgares entraran en su shortcito para irlo bajando lentamente mientras contemplaba cómo sus nalgas iban descubriéndose poco a poco, comprobando que vestía un diminuta tanguita de hilitos que se perdía deliciosamente entre la carne de sus nalgas.
La parte delantera apenas cubría sus labios mayores y sus pelitos cortitos daban a entender que se había depilado hacía poco. No aguantando la calentura comencé a lamer aquel delicioso bizcocho. Su olor y sabor era diferente al de Martha, pero igual de delicioso.
?¡Aah! que rico ?dijo Marcelina al sentir mi lengua frotándose en su rajita.
Me paré y le saqué su blusa dejando sus tetas morenitas al descubierto.
?Mámale las tetas Martha ?le dije a mi primita menor.
La niña bajó y comenzó a chupar los pezones de aquel par de meloncitos y ocasionalmente los lamía dejando rastros de su saliva
?Vamos a mi cuarto ?les dije.
Los tres nos fuimos rápido y nos subimos a la cama en donde yo me puse entre las piernas de Marcelina, le hice a un lado su tanga y continué lamiendo y besando sus partes íntimas mientras Martha hacía lo mismo con las tetas.
Marcelina abrió las nalgas de su hermanita y le comenzó a pasar un dedo por su culito ya que se había quitado su pantaletita cuando entramos. Lo dejó un poco para humedecerlo con su saliva y luego volvió a los anterior como si intentara dilatarla, pero Martha no necesitaba eso porque yo le penetrata su culito casi a diario, por lo que era ya muy elástico y podía tragarse sin problema cualquiera de los delgados dedos de Marcelina.
?Métele el dedo con confianza ?le dije.
Marcelina hizo caso y le dejó ir el dedo medio sin contemplaciones. Martita soltó un leve suspiro de placer.
?Bésame ?le ordenó su hermana mayor y ambas se fundieron en un beso lésbico difícil de imaginar para muchos y que yo estaba presenciando entre dos hermanas de 14 y 9 años de edad.
Dejé que las dos hermanas siguieran con lo suyo mientras yo me hice a un lado para contemplar el excitante espectáculo que me brindaban.
Marcelina terminó el beso y con un leve empujón de su mano hizo que Martha bajara hasta su vagina y la lamiera. Por la facilidad con la que mi primita menor accedió, adiviné que las dos ya tenían tiempo haciendo eso, ya que Martha se veía bastante experimentada en la labor de lamerle el coño.
Me acerqué a la boca de Marcelina y le ofrecí mamarme la verga, ella accedió rápidamente y empezó a succionarme con fuerza, lo que me hacía sentir bastante bien.
?¿Ya has mamado antes? ?le pregunté.
?Si, a mi novio, pero no la tiene tan gruesa como tu, pero la tiene más larga.
?¿Y qué te gusta más? ¿gruesa o larga?
?Como sea. Solo quiero que sea una verga.
?Pues aprovecha ahorita que puedes ?le dije empujándole mi palo hasta el fondo provocándole que abriera los ojos por la impresión.
Le agarré la cabeza con mi mano derecha y comencé a cogerme su boca. Entraba y salía repetidamente y con fuerza, Marcelina demostraba que ya había mamado muchas vergas porque no tuvo arcadas para nada, cosa que sí sucedió con Martita las primeras veces. Estuvimos así un tiempo indeterminado, cuando comencé a sentir contracciones en la garganta de Marcelina, miré hacia donde Martita seguía lamiéndole su vagina y contemplé cómo la adolescente se vaciaba en la cara de su hermanita.
?¿Está rico? ?le pregunté a mi primita consentida.
?Delicioso.
Me acerqué a la raja de Marcelina y le pasé la lengua probando sus deliciosos jugos.
?Pepe, culéame ?me pidió Martha.
Ya sin ningún impedimento de ser descubierto por Marcelina, tomé a Martha por la cadera y la levanté, me sente en la parte baja de la cama y la fui bajando lentamente por mi palo hasta que toqué su fondo.
La niña puso sus ojos en blanco y sonrió con lujuria.
?¿Te gusta? ?le pregunté sabiendo de sobra la respuesta.
?Me encanta.
Inicié el metesaca lentamente, Martha se abrazó a mi cuello y nos besamos con pasión y lujuria. Mientras nos besábamos le abrí sus nalguitas y le dejé ir un dedo por su culito para que disfrutara por sus dos hoyitos.
Martha comenzó a jadear bajito, justo como siempre lo hacía.
?Qué rico ?decía con su cabecita en mi hombro.
Pronto inició el movimiento circular de sus caderas anunciando que el orgasmo estaba cerca, así que aceleré mis movimientos para alcanzarla en la máxima sensación, y cuando ella se corría, yo me vaciaba en ella, aunque mi eyaculación no fue tan abundante debido a que me había masturbado en el baño antes, pero la sensación era la misma.
?Yo también quiero que me la metas así ?dijo Marcelina contemplándonos a su hermana y a mi conectados por nuestras partes erógenas.
?Solo que hoy no tengo condones aquí, pero mañana, si quieres, podemos hacerlo ?le prometí.
?OK ?me dijo y acercándose a mi me besó jugueteando con su lengua. Yo le correspondí?. Es una promesa.
Los siguientes días fueron una orgía total, porque follaba con las dos hermanas un día sí y otro también. Desgraciadamente, las vacaciones de invierno terminaron y Marcelina tuvo que volver a su pueblo. Pero prometió volver en abril.
Wooooooooww qué rico relato con las 2 hermanas!