Mi primo cinco años menor y yo.
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por machofucker.
Todo comenzó alrededor del año 2009, yo había tenido más experiencias homosexuales con J. y con otro amigo mí que se llama R. y su hermano llamado Al. (no de la misma vez), y habían pasado cuatro años de mi primera experiencia gay con mi mejor amigo.
Siempre me masturbaba pensando en situaciones con otros muchachos y muchachas de mi edad (también tuve experiencias con una amiga llamada A. que contaré en otra ocasión), debido a mi condición de bisexual, pero prefiero a los hombres, me otorgan más placer.
Al vivir mi primo A. en una casa cerca de la playa, a unos 20 minutos en coche, mis tíos hablaron con mis padres para ver si yo quería pasar allí unas semanas. Me lo preguntaron y accedí. Mi primo y yo siempre hemos estado viéndonos los penes, desde chiquitos, y como ya dije en mi anterior relato, es muy normal que en España se dejara a los niños completamente desnudos.
A mi me encanta estar desnudo en la playa, notar cómo la arena te roza el cuerpo, y ver demás cuerpos de chicos y chicas desnudos. El caso, mi primo por aquél entonces tenía 7 años, yo había cumplido 12 y ya tenía vello púbico y un pene de un tamaño medianamente considerable (alcanzaba los 14cm cuando estaba erecto con un grosor de, aproximadamente, 1,5cm).
Tumbado en la arena viendo cómo mi primo y su hermana jugaban en la arena y cómo se quitaban la misma de los genitales, observé cómo mi primo me miraba y se le ponía erecto su pequeño pene de aproximadamente 4cm de largo y 0,5cm de ancho, debía de gustarle mi cuerpo lampiño con algunos pequeños pelos negros, que obviamente me depilaba entero, desde el pene hasta el ano.
Yo solía levantarme y agacharme con las piernas abiertas, gracias a mi flexibilidad, para que mi primo me viera entero y para que otros muchachos y muchachas de mi edad apreciaran todo mi ser. Un hombre de 30 años incluso me introdujo un dedo mientras pasaba, no lo vio nadie porque mis tíos estaban dormidos y la playa estaba casi vacía, pero le dije que no quería nada más.
Claro, no pude contener una pequeña erección y me tuve que poner boca abajo en la arena. Mis tíos por suerte estaban dormidos en la toalla tapados con una sombrilla, pero había más gente mirándome, y me sentía algo avergonzado. Veía cómo mi primo se agachaba y dejaba ver el ano rosadito que tenía, cosa que hacía que me pusiera mucho más caliente aún.
Pasadas unas horas, llegamos a casa, y mi primo y yo nos duchamos juntos, andando desnudos por la casa, mirando cómo nuestros penes se movían al mismo tiempo de un lado a otro. Nos abrazábamos y nos dábamos besos en la mejilla, porque él y yo nos queremos muchísimo.
Ya después de cenar, con el pantalón del pijama puesto, subimos a la buhardilla que era donde estaba nuestra habitación (teníamos que compartir una cama de matrimonio en la que entrábamos mi prima I., A., y yo, M. Yo empezaba a notar el cuerpecito de mis primos pegándose a mi, y al hacer calor, dormíamos desnudos, por lo que entrábamos en contacto piel con piel. Mi prima comenzó a restregar contra mi pierna su pequeña conchita, y mi primo, al abrazarse a mi, notaba cómo paulatinamente mi erección crecía.
Mi prima se quedó dormida poco tiempo después y mi primo se puso boca arriba, pidiéndome que le hiciera un masaje de pito. Yo le dije que eso era abuso sexual, a lo que el me contestó que no, porque me lo permitía el. Yo, anonadado, comencé a tocarle el pequeño pene, a manosearlo con mi mano izquierda como si agarraras una almohada o dos pelotas de tenis en las manos, y notaba cómo subía su pequeño miembro.
Me estaba poniendo muy cachondo, y mi ano dilatado anteriormente comenzaba a abrirse. Me dijo que le estaba encantando. Le elevé las piernas, se las abrí de tal manera que quedaron apoyadas en mis hombros, y comencé a echarle el aliento al pene erecto, a descapullarlo y dejar su glande enrojecido por la fricción al descubierto, a olerlo, y por qué no, le di una pequeña lamida. Yo veía la cara de mi primo y estaba en la gloria, soltaba pequeños suspiros de placer.
Con siete años, él ya era sexualmente muy activo, y me contaba que se masturbaba acariciándose el ano y metiéndose un pequeño juguete con forma fálica. Hice un poco de presión en su orificio anal, bien rosadito, suave, sin ningún pelo, y noté cómo se abría.
Lo salivé muy bien para no hacerle daño, y le introduje un dedo, me dijo que le metiera dos, y le obedecí. Yo hacía lo que él me pedía. Como bien saben ustedes, una persona masculina cuando tiene un orgasmo sufre de espasmos y contracciones anales. Y notaba cómo el ano de mi primo se contraía y el pene y los testículos se hinchaban. Empezó a suspirar, y finalmente, llegó al orgasmo, sin soltar nada de líquido preseminal, como es normal con 7 años.
Eso yo creo que nos unió mucho más, porque, a lo largo de la semana, seguíamos haciendo lo mismo, incluso él me tocaba el miembro, y le daba alguna lamida, siempre en la misma posición.
En otras ocasiones les contaré más experiencias más especiales con mi primo, y con más gente, ya saben que esto va por series. Ojalá les haya gustado, que lo valoren positivamente, y espero sus críticas para poder hacer relatos a su gusto. Muchas gracias por su atención.
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