Mi Profesor
8.- Mi profesor me trastorna. .
– Sabes? Me mojé! –
– Qué? De qué hablas? –
Me abracé a ella en la cama. –
– Me dijiste que me tocara y eso hice –
– Mucho? –
– Más que suficiente –
– Qué voy a hacer contigo, eres un caso muy especial –
– No sé qué me pasa, se me acerca y todo lo demás desaparece. No sé cómo es, como piensa, cuáles son sus gustos, pero me atrae como un imán y no me puedo resistir –
– Si te pidiera hacer el amor con él, lo harías?
– Si, sin dudarlo y éso mismo me lo he preguntado yo misma –
– Pero no sabes si es soltero o casado, si tiene una familia, si tiene hijos… –
– No, no lo sé, pero es más fuerte que yo, me entregaría a él sin importar nada más –
– No sé qué decirte –
– No digas nada, sólo bésame –
Cuando llegó la primera prueba, no entendía nada, no veía nada, y cuando el caminaba por la sala, sentía como una ola de calor que lo antecedía.
Me levanté, fui al escritorio aprovechando que el no estaba en él, dejé mi hoja en blanco y me fui.
Recuerdo que caminaba sin rumbo, por calles que no conocía. Me senté en un banco de una plaza que no había visto antes.
Finalmente, caminando empecé a encontrar calles conocidas y tomé rumbo al departamento.
No sé cuantas horas pasaron, pero fueron muchas, no quería volver a la universidad ni volver al departamento.
En el departamento me duché y me acosté.
– No vas a comer nada? – me preguntó Alicia sentada en la cama mientras con una mano acariciaba mi espalda, yo estaba boca abajo.
– No, no tengo hambre –
– Qué pasó ahora? – acostándose a mi lado –
– Nada –
– Pucha amiga, me duele verte así –
La miré y le dije…nada, unos sollozos comenzaron a salir de mi garganta.
Ella no dijo nada más, sólo me abrazo, me besó suavemente y me llenó de caricias, como si fuera su hija.
Me abracé fuertemente a ella y la besé con pasión.
Después de unos 10 minutos de terminada la pasión, seguíamos abrazadas desnudas.
– Tengo sed –
– Espera, te traigo bebida – dijo levantándose poniéndose una mini bata salió de la habitación sin siquiera cerrar la puerta.
– Hola, cómo estás – preguntó Mikel desde la puerta,
Yo estaba de espaldas en la cama completamente desnuda.
– Bien, gracias – respondí sin hacer el intento de taparme.
Ya a estas alturas me habían visto todos desnuda en la ducha o saliendo del baño.
– Cualquier cosa que necesites, cuéntanos para ayudarte, sabes que somos una familia –
– Si lo sé gracias –
Se dio media vuelta y se fue. Entró Alicia con un vaso de bebida que tragué con avidez.
– Estaba seca – le dije sonriendo.
– Bueno, ahora me vas a contar qué pasa? –
Nos abrazamos y le conté lo ocurrido.
A la mañana siguiente me sentía mucho mejor, con buen ánimo.
Con la segunda prueba, no pude hacer lo mismo, él estaba sentado en el escritorio y me observaba.
Esperé hasta el final y cuando todos se pararon para entregar la prueba, la dejé rápidamente y salí de la sala.
– Qué pasa contigo? Otra vez no hiciste la prueba –
– Nada, todo bien – le dije simulando una sonrisa.
La tercera prueba él estaba atento. Cuando dejé la prueba, se paró del escritorio y me dijo que me sentara, que tenía que hablar conmigo.
Unas ganas de salir corriendo de la sala, pero mis pies no me obedecieron.
Caminé lentamente hasta la primer silla y me senté con el codo apoyado y una mano en la frente para no mirarlo.
Después que se fueron todos, quedamos los dos, en silencio.
– Sabes que vas a reprobar? –
Asentí con la cabeza sin mirarlo.
– Qué pasa contigo? – – En todos los demás ramos tienes buenas notas menos conmigo –
Levanté la vista y lo miré a los ojos. Su mirada serena me llenó profundamente, mientras con mis ojos llorosos pedía piedad.
– Ayúdeme – dije con un hilo de voz.
Se acercó a mí, me pare y me arrojé en sus brazos.
Mi corazón parecía una locomotora a todo vapor, me apretaba tanto a el que sentía su corazón latir con el mío, su cuerpo pegado al mío, más nada ya importaba.
Después de unos minutos abrazados en silencio, dijo que vería que podía hacer.
Me soltó y se fue a su escritorio, escribí mi número de teléfono en una hoja del cuaderno, la arranqué y la dejé en el escritorio.
Cuando llegué al departamento, todos me miraban.
Me miré a mí misma.
– Qué tengo? –
Alicia vino hacia mí, me abrazó, me besó suavemente en los labios.
– Cómo estás? –
– Bien – dije dejando caer la mochila al piso.
– Voy a reprobar matemáticas – dije
Todos se ofrecieron a ayudar, a hacerme clases.
– Gracias, pero ya no hay nada que hacer, en las pruebas me fue mal y el profe dijo que estaba reprobando el semestre.
– No hablaste con él, no le contaste el problema? –
– No le conté nada, pero me dio la impresión de que lo sabía –
– Qué te dijo? –
– Que iba a ver qué se podía hacer, pero ya es muy tarde, queda un mes de clases y el examen –
Me llovieron los consejos mientras Alicia y Tito ponían la mesa para tomar once.
Después me fui a la pieza y me tiré sobre la cama.
Alicia se acostó a mí lado.
– Cuenta, qué pasó? – – – Llegaste muy tranquila sabiendo que vas a reprobar –
– Te voy a contar todo –
Cuando terminé tenía una mano en la boca y me miraba con los ojos muy abiertos.
– Qué – le dije
– No sé, todo me parece tan raro –
La semana terminó normal, era viernes por la noche y los chicos había comprado cervezas.
Compartimos las cervezas, anécdotas y chistes hasta tarde.
Como no estaba acostumbrada a tomar alcohol, con la segunda cerveza ya estaba súper curada, ebria, tanto así que Alicia me desnudó entera.
Después se desnudó ella y se acostó conmigo.
– Tómame – le dije casi riendo. – Soy toda tuya –
– Estas borracha dijo subiéndose arriba mío y comenzando a besarme.
No me di cuenta cuando me dormí.
Cuando desperté fui al baño a orinar, estaba sentada cuando entra uno de los chicos.
– Perdona, no sabía que estabas aquí –
– Pásame el jarrito con agua –
Rápidamente tomó el jarrito, lo llenó de agua y me lo pasó.
Me lavé mi cosita y le devolví el jarrito.
El estaba desnudo con una toalla en el cuello.
Le pedí que me prestara la toalla lo que hizo solícitamente.
Me sequé con la toalla y se la devolví. Tenia una erección a medio camino.
– Disculpa por eso, pero no puedo hacer nada al respecto – dije apuntando a su erección que no estaba a más de 50 centímetros de distancia.
Me fui al cuarto y me acosté de nuevo.
Al parecer me había quedado dormida cuando me despertó el teléfono.
– Hola, puedes venir hoy en la tarde? –
Me quedé muda, no sabía qué decir.
– Aló? Estas allí? –
– Si, claro, a qué hora? –
– En la tarde, o si prefieres podemos almorzar juntos –
– Si, me parece bien –
– Paso a buscarte en una hora, te parece? –
– Si, está bien. Te doy la dirección –
– Ya la conozco, sólo que no me hagas esperar, no hay donde estacionar –
– Ok, te espero abajo-
– Ok – y colgó
– Quien era ? – la voz soñolienta de Alicia.
– Mi profesor –
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