Mi Profesor
9.- Clases Privadas .
Bajé al Hall del edificio unos 10 minutos antes. Estaba muy nerviosa, me sudaban hasta las manos. Me paseaba de un lugar a otro.
Salí a la puerta del edificio, no conocía el auto, no sabía qué iba a hacer.
En ése momento se detiene un auto a la entrada, mi corazón palpitaba a 100.
Caminé hacia el auto sin ver al conductor
El bajó el vidrio y mo vi, una sensación extraña recorrió mi cuerpo.
Abrí la puerta y me subí.
– Hola, cómo estás? –
– Bien y usted? – dije con alguna dificultad.
El vehículo se desplazaba sin ninguna dificultad, no había mucho tráfico.
Dobló en una avenida con un parque y aceleró la velocidad.
Yo lo miraba de reojo, me parecía increíble estar sentada a su lado y en su auto.
Ahora lo encontraba más guapo que en la universidad y su perfume me atraía fuertemente.
– Dónde quieres ir? –
Me sacó sorpresivamente de mis pensamientos.
– No sé, no conozco nada, además no ando vestida como para un lugar elegante – vestía jeans, zapatillas blancas, una polera del mismo color y una parka rosada, que me había comprado mi papá.
– Te parece un almuerzo más privado? –
– Me parece una buena idea –
– En mi departamento? –
Me pareció ahora una excelente idea.
– Si, claro, me parece bien –
Después de unos minutos y siempre en silencio, el auto dobló por una calle, llegó a un edificio, se abrió el portón y entramos al estacionamiento subterráneo.
Estacionados en el -2, bajamos del auto, me abrió la puerta y me ayudó a bajar. Me tomó de la mano y nos dirigimos a un pasillo iluminado donde estaban los ascensores.
Salimos no se en qué piso, nada era más importante que él.
Llegamos a una puerta, la abrió y me hizo pasar.
El comedor era pequeño, para 4 personas.
– Vivo sólo – fue la respuesta a mi silenciosa pregunta.
Los dos solos en su departamentos, algo pasaba dentro de mí.
Me mostró el living, la terraza, en la cual había una mesita redonda con cubierta de vidrio.
Después me enseñó el dormitorio de visitas y en frente el baño, después venía su dormitorio, amplio, con ventanales a un costado y al frente.
A la derecha estaba el baño y a continuación un clóset al que se entraba caminando, un walking closet.
– Quieres una bebida? –
Asentí con la cabeza, no sé si tenía la garganta seca o era un nudo.
De el refrigerador sacó una bebida y una cerveza.
– Bebida o cerveza? –
– Cerveza – dije con un hilo de voz. Necesitaba algo así.
Destapó dos botellas y con dos vasos se dirigió a la terraza.
Nos sentamos, me sirvió en el vaso y se sirvió él.
– Mira, esto no lo hago nunca, contigo voy a hacer una excepción – dijo después de beber un trago de cerveza.
Yo hice lo mismo, lo miraba casi sin creer lo que estaba viendo.
La Renuncia
– Te voy a contar algo –
– Hace unos años, yo enseñaba en otra universidad – bebió un sorbo como para aclara la garganta.
– Una alumna me pidió que le hiciera clases privadas a lo que le dije que no. Me rogó, me suplicó, dijo que me pagaría las clases. Le dije que no se trataba de éso, por norma los profesores no pueden hacer clases privadas a sus propios alumnos. Insistió tanto que para no hacer las clases, tripliqué el valor de la hora.
Me dijo que estaba bien. Entonces nos pusimos de acuerdo de el día y la hora en que iría a su casa.
Con la dirección en mano llegué a su casa a la hora indicada.
Me abrió la puerta con muy poca ropa, ella siempre andaba con faldas cortas y escotes generosos por lo que no me preocupé.
Lo primero que me pareció extraño era que estábamos sólos.
Había una sala con unas bibliotecas y un gran escritorio.
– Aquí trabaja mi papá y yo hago mis tareas – me dijo
Nos instalamos en el escritorio y comencé con la clase, ella apoyó una mano en mi pierna, traté de no darle importancia, pero su mano comenzó a acariciar mi pierna. No pude evitar tener una erección y ella se dió cuenta. Su mano se dirigió a mi pene y lo comenzó a acariciar. Le quité la mano y le dije que así no podía concentrarme. Ella tomó mi mano y por debajo de la falda la llevó a su entrepierna.
– Tócame – me dijo
Saqué mi mano y le dije que no podía ser, que era un profesor serio y no me prestaba para esos juegos.
Se enojó y me dijo que si no tenía sexo con ella me iba a denunciar.
– Hazlo! – dije saliendo de la casa mientras me gritaba insultos.
Al otro día, a media mañana me llaman de la rectoría. Me pareció extraño pero fui. El rector se levantó de su escritorio, me dio la mano y me pidió que me sentara.
Me dijo que confiaba en mí que era un buen maestro y que estaba satisfecho con mi trabajo.
Pero una alumna había ido en la mañana a hacer una denuncia por violación.
– Me dijo que si no te despedía iba a ir a la policía y haría la denuncia por violación contra la universidad. Tú entiendes que no podemos exponernos a ése tipo de escándalo. Conociéndote, estoy seguro que ella está mintiendo, pero sus padres, que tienen dinero, seguramente nos van a llevar a un juicio largo en el cual, de cualquier forma vamos a perder.
Por lo que te pido que renuncies y evitamos en tener que despedirte por conducta impropia con una alumna.
– Usted sabe que no es cierto lo que ella dice –
– Si, lo sé, pero qué más podemos hacer –
Presenté mi renuncia ésa misma mañana. Junté todas mis cosas y me fui a mi casa.
Mi esposa no estaba y mis hijos en el colegio.
Fui a mi pieza y me acosté a pensar en todo el embrollo que estaba metido si tener ninguna culpa.
– Qué haces aquí? Qué pasó? – era la voz de mi esposa. Desperté sobresaltado, talvez era sólo una pesadilla, pero no.
Le conté todo lo que había pasado.
La relación comenzó a desmoronarse, más aún cuándo estaba sin trabajo, cesante.
Comencé a mandar CV. No había nada hasta el próximo año.
Mi esposa comenzó a trabajar y yo a hacerme cargo de la casa.
Mis hijos tenían 13 el niño y 10 la niña.
Por fin conseguí trabajo, pero mi matrimonio estaba irremediablemente roto, la duda siempre iba a existir.
Así que tomé algo de de mis cosas y me fui de la casa.
Encontré un arriendo barato, un departamento interior en una casa. Tenia un dormitorio con baño. Además tenía derecho a usar la cocina y el lavadero.
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