Mi Profesor
10.- Las Pruebas .
– Ya sabes cuál es mi problema, eres mi alumna y no debo hacerte clases privadas y menos en mi departamento –
– Estoy seguro de que tú no harás nada que me perjudique – dijo tomándome una mano.
– Jamás haría nada que te hiciera daño – dije poniendo mi otra mano sobre la suya y acariciándole.
El puso su otra mano sobre la mía y nos miramos fijamente, cerré mis ojos y me acerqué para darle un beso. Sentí el roce de sus labios, tibios y suaves que me atraían como un imán.
Poco a poco el nivel fue subido al punto de que no podía respirar.
Me solté para tomar aire, temblaba cual hoja al viento.
– Sabes cocinar? –
Su pregunta me sorprendió, fue como un susurro en mi oído.
– Si, algo –
– Vamos a la cocina – dijo levantándose y ayudándome porque mis piernas no me obedecían.
En la cocina me indicó dónde estaba cada cosa.
Preparé una ensalada mientras el freía unos bifes.
La carne estaba deliciosa y las verduras frescas.
Después lavó la loza y yo la sequé.
– Vamos a descansar y ver televisión? –
Me senté en la cama con unos cojines en la espalda, el hizo lo mismo y encendió la televisión con el control remoto.
Yo lo abracé y puse mi cabeza en su pecho.
El hacía cariño en mi hombro y mi brazo. Me sentía tan bien, como si lo hubiera conocido de siempre.
Lo sentía como parte de mi y yo parte de él.
Ahora entendí qué era lo que me pasaba en la universidad con él.
Lo besé en la mejilla, él me besó en los labios. Sentí el calor abrasador nuevamente y su dureza contra mi pelvis.
– Quítame la ropa – le supliqué –
Mientras me sacaba los jeans yo me sacaba la polera.
Mi hermano y también mi padre me había visto totalmente desnuda, nunca tuve un problema con éso, y a pesar de que a mi mamá no le gustaba, tuvo que entender que no había morbosidad en éso.
De chica mi papá me había visto desnuda, incluso me bañó varías veces, por lo general me bañaba y bañaba a mi hermano chico.
– Hija, yo creo que no está bien que se sigan bañando juntos – nos dijo mi mamá una mañana cuando llegábamos al comedor a tomar desayuno.
– Porqué no? – le pregunté.
– Es que ya están grandes, pueden bañarse solos –
– Grandes? Mamá es un niño chico, apenas tiene 10 – yo tenia 13 años y ya tenia mis pechos formados, no grandes pero bien hechos. Mi cintura, mis caderas, mi trasero y mis piernas llamaban la atención en el colegio.
Talvez lo decía por mi.
– Pero nos gusta bañarnos juntos, siempre lo hemos hecho, yo lo jabonó y él a mí. No veo cuál es el problema… –
Mi mamá no dijo nada, no insistió más en éso y nosotros seguimos basándonos juntos.
– Cuando tenía 15 y estábamos solas, volvió con el asunto de las duchas, que no debíamos ducharnos juntos.
– Mamá, estás insinuando que con mi hermano tenemos sexo? – le pregunté molesta mirándola a los ojos.
– No es por éso, es que él está en la edad en que su cuerpo está cambiando y si te ve desnuda y además te jabona… –
– Lo dices porque puede tener una erección? Y qué tiene de malo si eso en normal en un niño de 12 años –
– Ay, no sé hija, pero no me parece bien –
– No te preocupes mamá, tú sabes que es como mi hijo y si bien es cierto que se le para, no pasa nada somos hermanos. Y no tengo nada que ocultarle ni él a mí – le dije seriamente.
Es verdad que cuando lo jabonaba tenía una erección, es verdad que me gustaba jabonarlo cuando estaba así, tenía la ventaja que otras niñas de mi edad ni tenían. Incluso yo le enseñé a masturbarse, claro que siempre quería que se lo hiciera yo, aunque me gustaba hacerlo, le puse ciertas condiciones y era por el nivel de notas.
– Eres muy hermosa – me dijo mirándome y yo acostada y desnuda.
El se sacó el polerón y comenzó a desabotonarse la camisa.
Me senté al borde de la cama y solté el cinturón, rápidamente desabotone el pantalón y bajé el cierre tirando hacia abajo.
Estaba atascado en el bulto, tiré con fuerza y saltó contra mi cara.
Qué hermoso era, lo acaricié suavemente con la yema de los dedos, lo recorrí entero de arriba abajo, su piel blanca y su glande rosado, la forma, todo me gustaba. No pude evitar pasarlo por mis labios, besarlo y meterlo dentro de mi boca.
– T gusta? –
La pregunta me sorprendió, lo saqué rápidamente de mi boca mientras la saliva bajaba de mis labios.
– Perdona – le dije limpiando mi boca con el dorso de mi mano.
– Es todo tuyo, puedes hacer lo que quieras.
– Lo quiero adentro – dije trémula.
Me acosté de espaldas, se subió entre mis piernas, levanté las rodillas, se lo tomé y lo puse a la entrada de mi vagina.
– Estás segura de lo que vamos a hacer? –
– Si, segurísima, por favor… –
Sentí la presión, suavemente comenzó a penetrarme, mi corazón estaba a mil y tuve que abrir la boca para tragar aire.
La penetración siguió hasta tocar fondo, eso creo, porque su pelvis quedó pegada a mí.
– Quédate así, no te muevas – le dije
Tenía ganas de orinar y si se movía no podría evitarlo.
Después de unos minutos, y de sus besos por todos lados, comenzó a moverse, como cuando un tren inicia su viaje, lentamente, poco a poco va ganando velocidad, hasta que en un momento mi cabeza estalló en fuegos artificiales y quedé flotando entre nubes de algodón.
Lentamente fui bajando hasta quedar en la cama con mis brazos y piernas abiertos.
No podía mover ni un músculo, no me obedecían, todo mi cuerpo estaba blando, lo único duro era su miembro que llegaba a mi ombligo.
– Estas bien – me preguntó suavemente.
Traté de contener la risa, pero sonó como un gemido.
– Te duele? –
Ya no me supe contener y puse una mano en mi boca al momento de soltar la risa.
– Porqué te ríes – dijo
– Porque estoy feliz – dije sin dejar de reír.
Él también se puso a reír y nos reímos juntos.
– Tú también acabaste? – le pregunté.
– No – respondió.
– Y porqué te ríes? –
– Porque estoy feliz de que estés feliz –
Lo besé apasionadamente y el tren comenzó a moverse nuevamente.
Al final, a toda velocidad, volví a volar por los aires y sentí lo pitazos del tren en mi interior.
Ahora el había acabado dentro de mí y eso me hacía más feliz aún. Reímos juntos y quedamos rendidos.
– Vamos a ducharnos – dijo
Fue la ducha más deliciosa que recuerde, sus manos suaves lavaban mi cuerpo entero.
Después lavé el suyo, me incliné para enjuagar mi pelo, me tomó de las caderas, sentí su glande buscando mi vagina, me afirmé de las llaves y levanté mi trasero, porque estaba haciendo presión en mi ano.
Ahora, con los cuerpos mojados, cada embestida sonaba como un aplauso y eso me daba más morbo, al punto de pedirle más y más. Mientras nos sacábamos, puse la toalla en la tapa del excusado y me senté.
Lo tomé de las piernas, lo acerqué a mi y me metí su miembro en mi boca
No lo solté hasta que me entregó su suave y dulce leche.
– Estoy seco – dijo riendo.
– Vamos a la cocina a comer algo –
– Si, tengo hambre. – – Qué hora es ? –
– Deben ser como las 8 de la noche –
– Tan tarde? –
– Porqué? Te tienes que ir? No te vas a quedar conmigo? –
La pregunta me sorprendió, no lo había pensado.
– Tienes algún compromiso? –
– No, sólo que no lo había pensado, voy a llamar a mi amiga para avisarle que no voy a llegar –
Me parecía una excelente idea dormir con el toda la noche.
– Todavía tenemos que estudiar – dijo
– Estudiar? – pregunté
– A eso no era que venías? –
– Se me había olvidado – dije riendo
Después de comer un sándwich, trajo su maletín, sacó uno libros hojas y nos sentamos en la mesa.
Le hice cariño en su pierna.
– No me toques o no vamos a poder concentrarnos –
Me pasó un libro y me explicó la materia.
– Te voy a dejar sola para que te concentres. Haces estos ejercicios y avisas cuando estés lista.
La materia no era tan difícil, hice todos los ejercicios y lo llamé.
Le mostré los ejercicios, los revisó y encontró que estaban bien.
– Reconoces esto? –
Era una de las pruebas que no hice.
Tenían la fecha y mi nombre.
– Las guardé, no sé porqué pero las guardé, ahora quiero que la respondas.
En menos de media hora terminé la prueba.
La revisó y me puso un 6.
Me explico la otra materia, estudié como una hora y después hice la segunda prueba.
En esa me puso un 7.
– Mañana seguimos, ya debes estar cansada –
– Si, lo estoy –
Nos fuimos a la cama a ver tele, comencé a jugar con su flácido miembro.
– Que no estás cansada?
– Si, pero no para esto – le dije dándole un beso.
Me subí arriba de él, me incliné para que chupara mis pechos mientras comenzaba a moverme lentamente arriba de él. Terminé galopando furiosamente encima de él mientras sus manos y sus dedos recorrían todo mi cuerpo.
No se a qué hora nos dormimos, sólo recuerdo que desperté con su miembro haciendo presión contra mi ano.
Eso me trajo de recuerdo a mi hermanito. Siempre hacía lo mismo, en las mañanas se metía a mi cama y ponía su cosita presionando mi ano.
Empuje suavemente hacia atrás, él empujó hacia adelante, me di cuenta claramente la diferencia.
– Te duele? –
– Un poco, pero sigue, está rico –
– Te gusta? –
– Si, me gusta, dale –
Esa mañana tuve mi primer orgasmo anal. Había oído de éso, pero a pesar de haber dejado que mi hermano me hiciera sexo anal, lo encontraba rico, para mi no tenia nada de malo, nunca había tenido un orgasmo anal. Mi hermano sí, se descargaba dentro de mí potito, pobrecito, pensaba yo, lo necesitaba.
Una vez, bueno, varias veces mi mamá nos encontraba durmiendo juntos en la mañana.
– Ustedes durmieron juntos? –
– No mamá, este que llega en la mañana y se mete a mi cama mientras estoy dormida –
– Eres virgen todavía? –
– Pero mamá, porqué preguntas éso? –
– Porque a los hombres se les para en la mañana, no te has dado cuenta? –
– Mamá, soy virgen, si quieres te muestro –
– Si, te creo, pero tanto va el cántaro al agua… –
– Bueno, si lo hiciéramos, que tiene de malo? –
– Los hermanos no pueden tener sexo, está penado por la ley, se llama incesto –
– Y quien va a contar? Tú? Mi papá? Ya no te preocupes, no pienso ni quiero perder mi virginidad aún. No todavía. –
– Bueno hija, sólo es una conversación, quería que supieras lo que pienso del incesto, pero ya eres grandecita y sabrás ll que haces –
Después de la ducha, nos vestimos, y fuimos a un mall a almorzar. Ya eran cerca de la 5 p.m. no se podía almorzar en un restaurante, así que comimos comida rápido, recorrimos un poco y fuimos al cine.
En la noche me fue a dejar al departamento.
La semana siguiente irían sus hijos por lo que no podía ir yo, hasta el otro fin de semana.
– Cómo te fue? – me preguntó Alicia en cuanto entré al departamento.
– Después te cuento – le dije
– Ahora estoy cansada y quiero acostarme –
Saludé a todos los chicos, me fui a la cama y me acosté.
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