Mi Profesor
11.- La Fiesta .
– Ya po, cuéntame, cómo estuvo –
– Ay amiga, realmente estoy muy cansada, mañana te cuento –
Y realmente estaba cansada, había dormido poco, y mucha actividad durante el día.
Me acomodé, Alicia me abrazó y me dormí.
Desperté temprano y me levanté a ducharme, Alicia hizo lo mismo y nos duchamos juntas como siempre.
– Ay, ten más cuidado –
– Te duele? – si, un poco
– Pero valió la pena? –
– Si, al principio me dolió un poco pero después no me dolía nada. Ahora lo siento delicado –
– No habías tenido anal antes? –
– Si, pero mi hermano lo tiene más delgado, nunca me dolió –
– Lo tiene muy grande? Tu profesor? –
– No voy a entrar en detalles, además de que vamos a llegar atrasadas –
– A la noche me cuentas? –
– Si, a la noche –
El día transcurrió como todos los lunes.
De una clase a otra, el casino y de nuevo clases.
En el departamento comi algo liviano. Repasé las materias, preparé lo del martes, me tocaba clases con mi profesor.
Me había pedido que el la universidad el saludo fuera como el de todos.
Nadie podía enterarse de lo nuestro. Cuando dijo » lo nuestro » me dió un vuelco en el estómago. Sonaba bonito, » lo nuestro «, existía un vínculo entre los dos.
– Ya, comienza a contarme. Cuéntamelo todo, con lujo de detalles –
Alicia, acostada a mi lado, impaciente me acariciaba un seno.
Le conté todo, o casi todo, no con mucho detalle, como ella quería.
– No sé, no sé lo medí –
Le dije molesta. Le di algunas indicaciones, pero sin entrar en detalles, » lo que importa es la persona y no como lo tiene » le dije.
– Él me preguntó si tomaba anticonceptivos, le dije que no, que nunca había tomado –
– Y con tu hermano, usaron condones? –
– No, y estuve muy preocupada hasta que me llegó la regla –
– Ayer en la mañana, a medio día en realidad, pasó a comprar una pastilla para el otro día y también anticonceptivos –
– Que bueno amiga, no puedes quedar embarazada –
– No, claro que no. Ahora si no te importa, podemos dormir? –
– Bueno, aunque ya estaba tomando vuelo con la conversación –
– Si, lo entiendo, dejémoslo para mañana –
En realidad yo también me estaba excitando contándole y ella acariciándome.
Cuando entró a la sala, sentí el vuelco en mi estómago, talvez un poco más abajo.
Como habíamos quedado de acuerdo, casi no nos saludamos, y así fue la semana siguiente.
El fin de semana no salí a ningún lado, estábamos en las pruebas finales y tenía que estudiar.
Mi papá me decía que siempre tenía que estudiar para el 7 no para el 4. Y eso hice siempre.
El otro fin de semana me llamó y nos pusimos de acuerdo dónde nos íbamos a juntar.
Me levanté temprano el sábado, apenas comí algo y no encontramos en el estacionamiento del supermercado.
Aprovechamos de comprar algunas cosas. Se sentía tan bien andar de compras con él, como si fuéramos pareja.
Llegamos al departamento de él, dejamos las cosas encima de la mesa y nos fuimos besándonos y desnudando hasta el dormitorio.
– Tienes hambre – me preguntó.
– Si, mucha –
No fuimos a duchar y luego a la cocina a preparar algo para comer.
Siempre tiene de todo y lo que no, lo pasamos a comprar.
Después de almorzar nos fuimos a la cama, estar acostada con él, ambos desnudos ya de por sí era fantástico, y cuando hacíamos el amor, hasta quedar agotados, era sublime.
Si veíamos televisión, me gustaba jugar con su flácido miembro.
Pero en un par de minutos comenzaba a ponerse duro y yo mojaba, mucho, hasta las sábanas.
Venia la prueba de fin del semestre, ya no tenía el problema del principio. El había puesto todas mis notas y con todas mis pruebas.
– El próximo semestre toma Cálculo ll con el señor Martínez, es muy buen profesor –
– No quieres que siga contigo? –
– No, es mejor así, cuando hago la clase, aunque no te vea te siento y eso me desconcentra, además que no quiero levantar sospechas –
– Si, te entiendo, a mí me pasa lo mismo, lo que es más, te siento aunque estés en una multitud –
Nos besamos e hicimos el amor por enésima vez.
En la farmacia había comprado un lubricante anal, me lo mostró y me preguntó si quería probar.
– Te gusta mi potito? –
– Si, es hermoso y me gusta estar dentro de él –
– Bueno, es todo tuyo – dije poniéndome en 4
Sus dedos suaves me acariciaron, me penetró con un dedo y después con dos, siempre preocupado que no me doliera.
Finalmente me penetró con delicadeza hasta el final.
– Te duele? –
– No, nada, está rico –
Lentamente al principio, con más fuerza luego y con rapidez al final, haciendo que toda angustia, preocupación o lo que fuera, saliera por mi garganta con un quejido suave pero largo, mientras mi vulva goteaba su líquido viscoso sobre la cama.
Pero él no había terminado, me acosté de cúbito estomacal para descansar y él acostado encima, entre mis piernas y profundamente en mi interior.
Estuvimos así como 10 minutos, de tanto en tanto se movía un poco para no perder la rigidez, me imagino.
También me preguntaba si estaba bien, le dije sí, que siguiera, que quería más.
Se sentó sobre mi y me cabalgó a galope tendido.
No sé cuánto tiempo pasó en esta aventura ecuestre, finalmente se quedó acostado, rendido encima mío. Tuve que poner los codos para poder respirar. Le dije que se moviera un poco pero sin levantarse.
A pesar de que no tenía una erección, me gustaba sentirlo adentro y que me aplastara.
Cuando fuimos al baño, me senté un largo rato mientras salían todos sus jugos de mi ano, hasta mi vulva goteaba.
En la ducha me lavó por todos lados, me preguntó si me dolía algo, le dije que no.
Creo que mi ano había alcanzado el diámetro adecuado.
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