Mi Profesor
13.- Vacaciones de Invierno .
– Te vas a ir ?
– Si, me voy a casa –
– Y tú profesor?
– Él va a pasar las vacaciones con sus hijos –
– Todos se van y me voy a quedar solita –
– No seas dramática, sólo serán dos semanas –
El bus salió a la hora justa, una fría noche de invierno hacia que los vidrios del bus se empañaron.
El bus se desplazaba suavemente por las calles en busca de la autopista, los faroles pasaban uno tras otro.
Ya en la autopista ganó velocidad sin superar los límites.
– De vacaciones? –
Me sorprendió la voz de mi compañero, un joven de unos 21 o 22 años.
– Sí – le respondí secamente, me había sacado de mi resumen desde que llegué hasta ahora que me voy.
– Disculpa, no quise molestar –
– No, está bien – dije sin mirarlo.
– Hola, me llamo Andrés – dijo estirando su mano.
– Hola, me llamo Lily, Liliana –
– Lindo nombre –
– Gracias – no tenía muchas ganas de conversar.
– Yo también voy a mi casa, ahora y en navidad, es mi tercer año –
– Yo estoy en primero –
La conversación duró un poco más, el auxiliar cerró las cortinas, distribuyó unas frazadas, puso una película y se apagaron las luces.
Simulé que prestaba atención a la película, no quería conversar.
Mucho rato después de apagado el televisor, el bus corría por la carretera con un zumbido monótono.
Tratando de ordenar mis pensamientos, que iba contar y qué no iba a contar.
Había más que no contar, tal vez si …
Desperté en la bajada a la ciudad, aún de noche, parecía una ciudad dormida.
Entrando al terminal vi a mi hermano con un paraguas.
Mi compañero no estaba, se había bajado antes y seguramente no quiso despertarme.
Nos abrazamos y me besó bajo el paraguas como si fuéramos novios.
– Espera, alguien nos puede reconocer que somos hermanos –
– Hace tanto tiempo que no te veía y todas las noches pensando en ti –
– Bueno, vamos – dije
Tomó mi mochila y salimos del terminal abrazados bajo el paraguas. Había dejado de llover pero persistía una leve llovizna.
Tomamos locomoción, a esa hora en la mañana, los buses iban vacíos hacia la periferia y llenos hacia el centro de la ciudad.
Mi cabeza apoyada en su hombro y su brazo por sobres mis hombros, de tanto en tanto me besaba en la frente o en la cabeza.
Al llegar a casa mi mamá me estaba esperando con el desayuno servido.
Le di un abrazo y muchos besos.
Tomamos desayuno, mi papá había ido a trabajar, tenía algo urgente por eso no fue a buscarme.
– Mamá, estoy casada, me voy a acostar un rato –
– Si mi niña vaya, vaya. Pipe, ayúdala –
– Si mamá – dijo mi hermano.
Me acompaño a mi pieza, dejó la mochila en un rincón, me ayudó a quitarme las zapatillas y los jeans.
Tenía los pies hinchados, me hizo un masaje en los pies, muy agradables, lo que aprovechó para besarme las piernas.
Le dije que no, me acosté y me tapé con una frazada.
El se acostó a mí lado. Se había sacado las zapatillas y los jeans también.
– Quiero dormir un rato – le dije
– No voy a molestarte, sólo déjame quedarme contigo –
– Bueno, pero déjame dormir –
Me abrazó como siempre lo hacía, la verdad es que se sintió rico, me acomodé con mis nalgas contra su pelvis, sentí su dureza, pero no me molestó, todo lo contrario.
Me estaba quedando dormida, a pesar de sus caricias, se lo había sacado y puesto por un lado de mi tanga, lo sentí haciendo presión.
– Quédate así, no te muevas – se sentía rico.
Pero no sirvió de mucho, seguramente me mojó porque lo sentí entrar suavemente.
Mi profesor lo tenía más grueso, por lo que no hubo ningún problema.
Se quedó tranquilo, me sentía muy bien y me quedé dormida.
Desperté sola, necesitaba una ducha, me fui al baño y me saqué la ropa que me quedaba.
La polera y los calzones mojados, prácticamente estilando.
Los olí y me di cuenta que era semen. Mi hermano había acabado adentro.
Me duché y me lavé bien entre las piernas. Lo voy a retar, pensaba.
Después que salí de mi pieza, mi mamá tenía listo el almuerzo.
Después de almorzar comenzó el interrogatorio, entre mi mamá y mi hermano.
Conté lo que pude, sin entrar en detalles.
En la tarde fui a ver a unas amigas. Mi hermano me acompañó, no me dejaba ir ni al baño sola.
A pesar de su estatura, 15 centímetros más alto y bien formado, seguía siendo un niño a sus 15 años, casi 16.
Le dije que me había violado, que había acabado dentro sin mi consentimiento, lo traté tan mal que me pidió perdón llorando.
Se despertó mi instinto materno, siempre había sido como mi hijo.
Lo abracé, le hice cariño, lo besé suavemente, le dije que tenía que esperar que yo lo aceptara, no porque estaba dormida podía hacer lo que quisiera.
Cuando salíamos juntos andábamos tomados de la mano.
De vuelta de mis amigas, veníamos abrazados, hacia frío y el me cubría con su parka.
Había muy poca gente en la calle, de manera que cualquier rincón oscuro servía para besarnos.
Me abrazaba y me apretaba contra su dureza. No me extrañaba porque antes de irme pasaba así todo el día.
Lo acariciaba por sobre el pantalón.
– No quiero llegar a la casa – me dijo
– Hace frío y quiero llegar a acostarme – le dije
Llegamos a la casa, mi papá ya se había acostado, por lo que fui a saludarlo a su pieza, me acosté a su lado a regalonear.
Me dió una besitos, preguntó algunas cosas, nada importante. Él sabe que le tengo confianza y le cuento todo a él o casi todo. Estuve un rato, media hora , un poco más.
Le di las buenas noches como siempre, un beso corto en la boca, ha sido siempre así. Una vez mi mamá me dijo que ya estaba muy grande para darle besos el la boca. Pero no me importó, – amo a mi papá y no tiene nada de malo – le dije, tenía 13 años en ese tiempo.
Me puse pijama y me acosté, estaba cansada, además que había tenido muchas emociones.
Recién había apagado la luz cuando llegó mi hermano.
– No, quiero dormir, mañana – le dije.
– Un ratito porfa –
Estuve a punto de dejarlo dormir conmigo.
– No, no, mañana –
Se dio media vuelta y se fue.
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