Mi Profesor
15.- Vacaciones de Invierno 3.
Sentí como la cama se hundía detrás mío. Estába vuelta hacia la pared. Sus dedos corrieron mi pelo y sus labios besaron mi mejilla.
Tan tierno mi hermano, me giré a verlo, era mi papá sentado en mi cama.
Me enderecé, lo tomé del cuello y lo besé en la boca, pero no como siempre, con más ganas.
– Ven, acuéstate conmigo un ratito –
– No puedo, la mamá tiene listo el desayuno y quise venir a despertarte – dijo levantándose.
– Sólo un ratito, por favor – insistí abriendo mi cama.
– Bueno, sólo un ratito – sacándose la bata.
Tenia una polera Blanca y unos calzoncillos del mismo color.
Se acostó de espaldas a mi lado. Lo abracé y puse mi cara y su pecho. Comencé a hacerle cariño y por instinto me acosté arriba de él.
– Pero mi niña, qué hace? –
– No te acuerdas papi que cuando chica me acostaba así arriba tuyo? –
– Si pero eras chica –
– Qué tiene de malo ahora? –
– Que ahora estas grande y me aplastas –
Me di cuenta que efectivamente lo estaba aplastando.
Tenia su pene doblado hacia un lado y lo aplastaba con mi hueso púbico.
Me levanté, lo tomé y lo puse hacia arriba.
Los calzoncillos eran de una tela delgada, pero tuve que meter mi mano para enderezarlo y con ése movimiento quedó afuera.
Me acomodé sobre el tratando de no aplastarlo con mi pubis. Sentí su dureza contra mi vulva y era agradable.
– Está bien así? – le pregunté moviéndome para que estuviera más cómodo –
– Tengo una erección hija, no te has dado cuenta –
No sé porqué, pero el que me dijera erección y luego hija, me excitó. Antes de eso me gustaba, estaba rico, todo era un juego.
– Si, lo siento y me gusta. A ti no? – moviéndome lentamente.
– Si, pero esto no está bien –
Me tomó con las manos de las nalgas y me dió vuelta quedando encima mío. Su pene hacia presión contra mí vagina y si hubiera sido por los pantalones del pijama, me hubiera penetrado profundamente. Quedé de espaldas, lo miré fijamente esperando lo siguiente que iba a hacer, estaba lista para que me bajara los pantalones. Unos pantalones delgados tipo pescador y que se ajustan.
Tiró la ropa hacia atrás y se levantó.
Su pene era enorme, nunca se lo había visto así.
Sentía un nudo en la garganta y la boca seca.
Me senté rápidamente en el borde de la cama y mientras se ponía la bata, se lo tomé.
Se quedó quieto mirándome, mis manos subían y bajaban, lo miré a los ojos diciéndole «te amo » con la mirada.
Bajé la vista y como adivinando mi intención, puso su mano en mi frente deteniendo mi movimiento.
Con la otra mano sacó mis manos, dándose la vuelta y atándose la bata, salió de la habitación, no sin antes decir:
– Hija, vaya a lavarse para que vaya a tomar desayuno –
Éso me dejó más tranquila, ya que me sentía horrible tras el rechazo, mi comportamiento lacivo con mi padre.
Me puse la bata y me fui al baño a lavarme.
Mi hermano estaba lavándose los dientes, me saqué la bata, la colgué, me bajé los pantalones y me senté a orinar.
Después de lavarse los dientes, mi hermano me levantó la barbilla y me besó.
– Estás bien? Te pasa algo? – mientras se ponía su bata.
– No, nada, estoy bien. Porqué? –
– Estas roja como un tomate –
Pensé darme una ducha helada, pero después de lavarme, cepillar mis dientes y peinarme, me sentía mejor.
Después del desayuno, mi papá estaba sentado en el sofá leyendo el diario y viendo la televisión.
Me senté al lado de él.
– Papi, estas enojado conmigo? –
Hizo el diario a un lado, pasó un brazo por mi espalda y me besó en la frente.
– No, mi amorcito, porque tendría que estar enojado contigo? –
– Por lo que pasó en la mañana –
– Qué pasó en la mañana? No pasó nada en la mañana, que yo sepa –
Lo abracé, le hice cariño y me quedé abrazándolo.
– Recuerda que tienes que ir de compras! – dijo la mamá desde la puerta de la cocina secándose las manos en el delantal.
– Ah, sí, de veras. Me voy a la ducha – dijo él
– Puedo ir contigo a comprar? – le pregunté.
– Si, claro, me gustaría que me acompañaras –
– Mami, puedo ducharme con mi papi? – le pregunté inocentemente.
Me miró, miró a mi papá que estaba sorprendido y dijo:
– Bueno, si el te deja… es problema de él – levantando los hombros y entrando en la cocina.
– Te vas a duchar conmigo? – preguntó él.
– Si, como cuando chica me bañaba contigo, además mi mamá dijo que estaba bien –
No dijo nada más, se desnudó y se metió a la tina de baño.
Me desnudé y le pedí que me ayudara a meterme. Me dio la mano, entré y lo abracé. Fue una de las mejores duchas que había tenido últimamente.
Mi papá fue muy tierno, suave y cariñoso mientras me jabonaba, me recordó mi niñez cuando nos bajábamos juntos.
Yo también fui tierna y cariñosa con él mientras lo jabonaba.
Después de la ducha, mientras me secaba el pelo, él me secaba el cuerpo. Después cuando el se secaba el pelo yo le secaba el cuerpo.
Me senté en la taza del excusado, lo tomé de las piernas y lo acerqué a mi, lo introduje en mi boca, lo disfruté e hice que lo disfrutara.
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