Mi Profesor
16.- Vacaciones de Invierno 4.
Después de hacer las compras en el supermercado y algunas cosillas para mí, regresamos al estacionamiento subterráneo y guardamos todo en el maletero.
Nos subimos, nos abrochados los cinturones y antes de que echara a andar el motor le pregunté:
– Papi, te gustó? – después del » incidente » del baño no habíamos hablado nada. Lo justo y necesario, me trataba de » hija » como siempre y yo » papi » como siempre. Quería saber si estaba molesto.
– Qué cosa hija? –
– Lo del baño – dije tímidamente.
– Quieres hablar de lo que pasó en el baño? – dijo soltando el cinturón de seguridad y volviéndose hacia mí.
No supe qué hacer o decir, sólo incliné mi cabeza para tapar mi cara con mi pelo.
– Está bien, hablemos, pero será la última vez que tocamos este tema, ok ? –
– Si, obvio que me gustó, que estuvo rico…también, su mamá no podría hacerlo mejor, lo que me indica que tiene bastante experiencia –
– No, papi, tengo pero no tanta, sólo que te amo, lo hice con todo mi amor para ti, esperando que te gustara –
– Y a ti, te gustó? –
– Si, me encantó y me tragué toda tu leche, hasta la última gota –
– Eso es algo que no hacen los padres con las hijas, si quería saber como era, ahora ya lo sabe y no se volverá a repetir y tampoco vamos a volver a hablar del tema. Es algo que nunca existió, ok? –
– Si, está bien, pero puedo abrazarte y hacerte cariños? –
Se me quedó mirando, luego me dió un fuerte abrazo por largos minutos.
– Te amo – le susurré al oído.
– Yo también te amo hija, con todo mi corazón –
Nos separamos, limpió una de mis lágrimas incipientes y me besó tiernamente.
– Gracias papi –
No hablamos más del tema, tampoco nos volvimos a duchar juntos.
Mi mamá no preguntó nada, la relación con mi papá fue la misma de siempre, sólo que ahora teníamos un secreto en común. Un secreto que guardaba con amor.
Con mi hermano salíamos en el auto a » visitar » amigos.
– No podemos salir todos los días, pueden comenzar a sospechar –
– Tu crees que mi papá es tonto? Él sabe más de lo que crees –
Me dió vergüenza, si mi papá sabe mi mamá también, pensé.
– Pero la mamá nunca me ha dicho nada –
– Y qué va a decir, va a cambiar algo? –
– No sé, pero no está bien lo que hacemos –
– Qué tiene de malo? Yo te amo y tú me amas, pasado mañana te vas y no se cuando volveré a verte hermanita –
Se terminaban mis vacaciones, se hicieron cortas.
El viernes había un evento, mi hermano le pidió las llaves del auto y dinero para la entrada, también para algunas bebidas.
Como el domingo me iba, era como la despedida.
El dinero nos alcanzó para el motel y un par de bebidas.
Estuvimos 3 horas, sin parar, nunca había visto tanto porno, de todo tipo.
Perdí la cuenta de los orgasmos, me duché 3 o 4 veces. Mucha leche por todos lados.
Terminé rendida en la cama. Me estaba quedando dormida cuando sonó el teléfono. Teníamos que dejar la habitación.
Rápidamente nos duchamos, nos vestimos y nos fuimos.
Cuando llegamos a casa nuestros padres dormían.
Obviamente que el sábado nos levantamos tarde, justo para almorzar.
En la ducha me di cuenta que tenía delicado mi chorito y mi ano, me lavé con cuidado. Por suerte no tenía ninguna herida como el primer anal con mi profesor.
Después de almorzar una siesta, luego preparar mis cosas porque al día siguiente, domingo viajaba de día.
A las 10:00 salía el bus y estaría llegando al departamento cerca de las 19:00 horas.
Esa noche, del sábado, obviamente no salimos, mi mamá hizo una comida de despedida y después nos quedamos conversando hasta tarde.
Nos fuimos a acostar y mi hermano insistió en dormir conmigo.
Me suplicó, que talvez sería al última vez, al final accedí, pero sin sexo le dije.
Dormí profundamente hasta la mañana, cuando semi dormida sentí a mi hermano darme empujoncitos.
Tenia como un cosquilleo en el ano y los » empujoncitos » lo quitaban.
Cada ves los empujoncitos eran más profundos y más ricos, sentí a mi hermano crujir en mi oído y descargarse una y otra ves con cada estocada profunda.
Mi orgasmos había comenzado antes y terminó antes que él.
Nos quedamos quietos, pegados y el seguía dentro mío.
Se sentía tan rico que acomodé mi trasero para que no se saliera y dormir otro rato.
Me estaba quedando dormida cuando escucho a mi papá.
– Ya, levántense, o vamos a llegar atrasados –
Me asusté, tiré la ropa hacia atrás pero no podía levantarme, tenía a mi hermano encajado detrás mío y durmiendo.
– Hijo, despierta, vayan a la ducha –
No quería mirar, me tapé la cara de vergüenza, estábamos pegados como los perros.
Por suerte mi papá se fue y mi hermano lo sacó, entonces pude levantarme.
El desayuno rico como siempre, pero fugaz.
Llegamos al terminal 10 minutos antes.
Me despedí de mi mamá, de mi papá y de mi hermano, que no me soltó hasta que el bus comenzó a moverse.
Me besaba por todos lados, principalmente en la boca y delante de nuestros padres.
Subí corriendo al bus y me senté en la ventanilla. De nuevo vi a mi hermano llorar, lo que me causó mucha angustia.
– Quieres un pañuelo? –
Me sorprendió, la voz era conocida, era el mismo señor de la vez anterior.
Lo abracé fuerte porque necesitaba un abrazo.
Me consoló, me hizo cariño en mi pelo, me dio un beso en la mejilla y ahí me separé. Me dió la impresión de que el beso siguiente sería en mi boca.
Me contó que como su hija no quiso ir a la capital para las vacaciones, se vino él pasarlas con ella.
Siempre, de que era chica, habían pasado todas las vacaciones juntos.
Me contó que ella salía con sus amigos y él se quedaba acostado hasta que ella llegaba.
Aveces de madrugada o simplemente en la mañana a dormir.
De manera que el le daba las comidas, hacía el aseo, la bañaba, la vestía y la dejaba lista para que saliera en la noche.
Aveces llegaba borracha, casi siempre, entonces el la desnudaba y se acostaban.
– Tenias sexo con ella – le pregunté.
– No, no cuando estaba inconsciente, en el día si, varias veces. Pero pienso que lo hacía como una forma de pagarme todo lo que hago por ella – como pensando en voz alta pero en voz baja.
– Hija, no tienes que hacerlo si no quieres, no tienes que pagarme nada. Le dije un día molesto –
– Papá, si no quisiera no lo haría, lo hago porque me gusta y porque te amo –
Me dijo que la echaba mucho de menos.
El departamento se sentía vacío sin ella.
Me preguntó qué porqué no había ido a verlo y conocer el departamento.
Le dije que había sido un semestre de locura.
Pero qué uno de estos días iría a verlo.
Paramos a almorzar, me invitó a un restaurante que era bueno.
Después continuamos el viaje, dormimos una siesta abrazados.
Usaba un rico perfume, era como una invitación a olerlo. Al abrazarlo me di cuenta que tenía gimnasio.
Llegamos a la hora estimada. Me rogó que lo llamara, se lo prometí.
Me bajé en mi estación y caminé hasta el departamento.
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