Mi Profesor
17.- Segundo Semestre .
– Hola cariño, te eché tanto de menos – mientras me daba un fuerte abrazo y me llenaba de besos .
– Yo también me acordaba de ti – no mucho en realidad, pero si me acordaba de ella.
Habían llegado todos los que habían salido así que hacían fila para saludarme con besos y abrazos.
Ya estaba acostumbrada, así que no me molestaba tanto beso. Lo tomaba como una muestra de cariño.
– Tienes hambre? Voy a poner la mesa –
» poner la mesa » en mi país significa prepararla, poner manteles, individuales, servicio, copas, vasos, servilletas, etcétera.
– Estoy cansada, lo único que quiero es una ducha y acostarme –
– Anda a ducharte y vienes, si ? –
– Ok –
En la habitación dejé la mochila y me desnudé completamente.
Me envolví en la toalla y me fui al baño.
Estaba un compañero, verga afuera orinando, era costumbre de los hombres entrar al baño y no cerrar la puerta.
– Ya salgo – dijo sacudiendo su miembro.
También estaba acostumbrada a éso.
Me saqué la toalla, pasé detrás de él mientras se lavaba las manos y me metí a la ducha.
También estaba acostumbrada a que me vieran desnuda.
Pensar que hace sólo unos meses atrás, sólo mi hermano y mi padre me veían desnuda.
La ducha fue rápida, tan sólo para sacarme el viaje.
En la pieza me puse pijama y me acosté.
– Ya! Está listo, vamos a comer – dijo Alicia tirando de mi mano.
Me levanté, no con muchas ganas, mientras ella recogía mi pataleta y la olía.
– Estas loca! – le dije riendo.
– Echaba tanto de menos tus olores – inspirando profundamente mi prenda íntima.
La entiendo, porque viviendo con 4 hombres el departamento está pasado a hombre.
De hecho al abrir la puerta, el olor a testosterona choca contra la cara.
La especie de cena, estuvo rica y simpática. Todos contaban una anécdota graciosa.
Las mías no las podía contar, eran para mí.
Mi recuerdo personales, para cuando esté sola y pueda saborearlo con calma.
– Ahora cuéntamelo todo –
– Pero qué te voy a contar? – le dije mientras ella me acariciaba por todos lados y me besaba.
Lo menos que había pensado era tener sexo esa noche, pero a medida que le fui contando me fui exitando y terminamos teniendo un rico sexo.
El sexo con ella era muy especial, no sé si ella era especial o lo hacía de manera muy especial.
Terminábamos felices y ronroneando como los gatos.
Es lo único que voy a echar de menos si algún día me voy, pensando de la oferta de Carlos.
Voy a tener que ir a ver ése departamento, me dije a mi misma mientras me dormía con Alicia abrazándose por atrás, esto también.
Me acostumbré a dormir con alguien abrazándome así.
Tal como habíamos hablado, tomé la malla completa, salvo calculo 2 con el señor Martinez, para lo cual tuve que hacer algunos ajustes en mi calendario.
Esa semana casi no vi a mi profesor en la universidad.
Pero el viernes, después de clases me fui directo a su departamento.
Lo esperé en el Hall porque llegué antes.
El saludo cordial, subimos en el ascensor y entrando al departamento no abrazamos, nos besamos y nos fuimos sacando la ropa hasta el dormitorio.
No salí del departamento hasta el domingo en la noche. Lo que es más, salí de la cama sólo para ir al baño o a comer. Siempre desnuda.
El sábado en la noche, de madrugada, tomando una cerveza en la terraza, veíamos las fiestas y escuchábamos la música de los otros departamentos.
Abrazados y besándonos me dijo que me tomara con las dos manos del balcón.
Se puso detrás mío y como ambos estábamos desnudos, comenzó a penetrar me.
– Qué haces! Nos van a ver! – dije sin oponer resistencia.
– Estamos a oscuras, no nos ven y si nos ven, que se mueran de envidia – dijo en mi oído mientras se movía lentamente.
Decidí disfrutar algo distinto, seguí mirando los distintos departamentos mientras me cogia.
Con el ruido de la música, las conversaciones y las risas, no creo que nadie escuchó mis quejidos sin reprimir de mis orgasmos.
Después él me contó que en la terraza del departamento de abajo había una pareja que escuchó todo.
– Hasta me felicitaron – dijo riendo
Estuvo tan rico que en realidad en ése momento no me importó que me hubieran visto cogiendo.
Cada vez más, mi pudor provinciano iba desapareciendo y me sentía más libre.
Ahora podía hacer lo mismo en la terraza a pleno día. Que los demás se jodan. El sexo es algo normal en las parejas, porqué esconderlo?
– Como te fue – me preguntó Alicia cuando estábamos acostadas.
Le conté con lujo de detalles todo, hasta lo de la terraza.
– Es algo incontrolable, lo veo desnudo y me mojo, quiero hacer el amor ahí, donde sea que fuera.
– No hay rincón del departamento en donde no lo hayamos hecho –
– Mira, tócame, estoy mojada! Estoy babeando! – dijo.
– Ay amiga, no quiero más sexo por ahora – le dije.
– No puedes dejarme asi –
En realidad yo también me había mojado recordando y contándole.
Tuvimos un delicioso sexo esa noche.
En realidad con ella siempre es así. La mujer que no ha tenido sexo con otra mujer, no sabe lo que se pierde. Pensé sonriendo mientras me quedaba dormida relajada.
El fin de semana siguiente no podía ver a mi profesor, y en la universidad sólo un par de veces, un saludo a la pasada.
Entre mis cosas encontré la tarjeta de Carlos y lo llamé.
Me contestó una mujer saludando y dándome el nombre de la empresa.
Debe ser su secretaria, pensé.
Pregunté por él, por suerte tenía la tarjeta en la mano, no me acordaba de su apellido.
– De parte de quién lo llama ? – me preguntó.
No sabía que decir.
– Departe de una compañera de su hija – le dije
– Espere un momento –
– Alo? –
– Hola, soy yo, Lily, la del bus… –
– Ah, sí claro, que gusto saludarte –
– Perdona si te asusté, pero no sabía qué decir –
– Está bien, no te preocupes, no hay problema. En qué te puedo ayudar? –
– Bueno, no sé, como tú dijiste que querías que viera el departamento… –
– Te parece el sábado a medio día? Aprovechamos de almorzar –
– Si, me parece bien, pero cómo llego? –
– Mando un radiotaxi que te vaya a buscar, dame tu dirección –
Se la di y quedamos de acuerdo que el sábado a las 13:00 el taxi pasaría a buscarme.
No le conté nada a Alicia, iba a evaluar si era factible cambiarme de departamento.
A las 13:00 en punto llegó un auto de lujo a la puerta del edificio, lo miré con desconfianza.
– Señorita Liliana? – me preguntó bajando el vidrio.
Supe que era el taxi, abrí la puerta trasera y me subí.
El edificio era bonito, lleno de jardines a la entrada. Cruzando las mamparas de vidrio estaba la conserjería.
Lo llamaron y me dejaron entrar, subí al ascensor hasta el último piso.
No alcancé a tocar el timbre cuando se abrió la puerta.
Un abrazo y los besos, en la mejilla claro, como es la costumbre.
En mi departamento todos me besan en la boca. Pero en fin, no me molesta.
Un departamento enorme, todo era grande, el living, el comedor, la cocina tenía su propia mesa.
La terraza era como para hacer un evento.
Y los dormitorios, para qué decir, el principal, el de él, no sólo estaba en su habitación, además tenía una pequeña piscina. Un » jacuzzi » dijo él.
El día no estaba frío, incluso había algo de sol, sol de invierno, por lo que almorzamos en la terraza. Un bistec como de dos dedos, blando, jugoso exquisito, con unas papas y ensalada.
A penas me comí el lomo y quedé satisfecha.
Después fuimos a descansar y ver televisión en su pieza.
Un televisor que no hay en el país, como de 60′ o más. Lo compró en un viaje y se lo trajo.
– Puedo? – le pregunté desabrochado mis jeans y bajando el cierre.
– Por supuesto, yo acostumbro a andar desnudo, el departamento tiene losa radiante –
Tuvo que explicarme qué significaba eso.
El resto del día lo pasamos conversando.
– Mi hija también anda desnuda por el departamento, duerme desnuda y anda desnuda todo el día, me gusta verla caminar por todos lados –
– Si viviera con mi papá, tampoco me importaría que me viera desnuda. Me ha visto desnuda de chica, hasta me he bañado con él –
– Nosotros siempre nos bañamos juntos, si hasta dormimos juntos –
Lo miré a los ojos y le pregunté:
– Y no se te para? – terminado de hacer la pregunta me arrepentí.
– Perdona la pregunta, olvida lo que dije –
– Bueno, si, es inevitable –
– Ella qué dice cuando lo tienes así? –
– Está acostumbrada –
La conversación me ponía incómoda pero me gustaba el rumbo que estaba tomando.
Ahí me contó toda la historia de su hija.
– Lo entiendo, creo que en una situación así, es normal que éso ocurra – le dije
– Ahora me culpa de haberla desvirgado, cuando hice todo lo posible para que éso no pasara –
– Pero ella insistió y yo le di el gusto –
– Que…que edad tenía – me sentía extraña con esta conversación.
– Tan sólo 12 años, pero te repito, yo no quería, ella lo hizo sola y yo la dejé que lo hiciera –
– Y eso…siguió? –
– Si, tuve que comprarle anticonceptivos porque no salió más de la cama –
– Ella tan chica, no le dolió –
– No, yo pensé lo mismo, que le dolería y no insistiría más. Pero como lo hizo a su manera, cada vez un poco más. Cuando estuvo sentada completamente le pregunté de nuevo y volvió a decir que no –
– No sé, yo perdí mi virginidad a los 18, a principios de año, así que no tengo mucha autoridad como para opinar. Tengo que ir al baño – dije levantándome.
– Es tarde ya, me tengo que ir – le dije.
Eran como las 8 de la noche.
– Porqué no te quedas? Puedes dormir en la cama de mi hija. Por favor, no te vayas –
Me quedé dudando.
– Mira, pido un auto y vamos a cenar a un restaurante –
– Me encantaría, pero mira como ando vestida –
– Ven – me tomó de la mano y me llevó a la habitación de su hija –
– Escoge lo que tu quieras – dijo corriendo las puertas del closet.
– Ni la mitad de esto lo ha usado –
Decenas de vestidos de todo tipo. El sueño dorado de cualquier chica.
Después de mucho rato de probarme vestidos delante de él, ya no me molesta que me vean desnuda, escogi uno maravilloso, abierto a un lado hasta la cadena dejando mi pierna descubierta.
Zapatos carteras tapados de todo tenia.
Llegamos al restaurante, nos salieron a recibir los mozos. Como día sábado por la noche, todo lleno. Pero el había reservado una mesa por teléfono.
– Por aquí, don Carlos, pase dama – escuchaba decir a los mozos.
No faltó el que lo conocía y se acercó a saludar.
– Qué hermosa está tu hija –
– Si verdad, está muy hermosa –
Yo con una sonrisa agradecía los cumplidos.
Mi vestido blanco, de una tela muy suave, parecía seda, dejaba que mis pezones y la areola se marcaran y traslucieran a través de la tela.
Ajustado en la cintura y las caderas no me permitieron usar ropa interior. El vestido era todo lo que llevaba encima.
Para abajo el vestido caía en cascada hasta el tobillo.
Al sentarme, se abría dejando mis piernas totalmente descubiertas.
Tenia que cruzar la piernas para que no se dieran cuenta que andaba sin calzones.
Volvimos al departamento, me ayudó a quitarme el vestido y me dijo que podía acostarme si quería.
Le dije que quería ir al baño primero.
Me llevó a su baño, que tiene todo de todo.
– Cómo funciona? – Apuntando al jacuzzi.
Abrió las llaves y dejó el agua correr, me senté a orinar mirando el agua.
Salí del baño y él estaba acostado desnudo sobre la cama viendo tele.
No lo había visto desnudo, me quedé parada desnuda al lado de la cama mirándolo.
– Le falta mucho? –
No sabía a qué se refería.
– Al jacuzzi le falta mucho? –
– No sé –
Se levantó y fue al baño, estaba más de medio, metió la mano al agua.
– Qué te parece? –
Metí la mano al agua y estaba más que aceptable.
Me dio la mano y me ayudó a meterme.
Me senté y me estiré, que rica se sentía el agua. Abrió otra llave y unos chorros de burbujas chocaron contra mí cuerpo haciendo como un masaje.
– Me avisas cuando quieras salir –
– Tú no te vas a meter? – le pregunté
– Quieres que me meta contigo? –
– Si, como me vas a dejar sola –
Se metió al frente mío, sus piernas pasaron por fuera de mis piernas. Saqué las mis por encima de las suyas para no tocar sus genitales con mis pies.
Me acomodé y casi me quedo dormida
– Creo que me puedo acostumbrar a esto – le dije con una risita.
– Espera, dijo levantándose del agua –
Noté que su pene estaba algo más grande que al principio. No era de gran tamaño, estaba bien, era bonito, me gustó el movimiento de ir y venir que tenía mientras el salió del jacuzzi.
– Hora sí – venia con una botella de champán y dos copas.
Desperté sintiendo su pene duro entre mis piernas.
Abrí los ojos y estaba en su cama. Cómo llegué allí? Que más pasó anoche?
Su miembro hacia cosquillas en mi vulva mojada.
Qué hago, me hago la dormida y dejo que me penetre o lo despierto?
Giré mi cara lentamente y lo miré.
– Hola – me dijo y me dió un suave beso en mis labios.
Me tenía abrazada por detrás, y al girarme, su glande tomó posición a la entrada de mi vagina.
Traté de hacer un movimiento para alejarme, pero fue peor, ahora su glande estaba en mi vagina.
El entendió que yo quería y empujó suavemente hasta el fondo. Ya no había nada que hacer, sólo disfrutar el momento.
Y no sólo fue el momento, la mañana entera y la tarde también.
– Parece que te fue bien – me dijo Alicia mientras se acostaba a mi lado.
– Pero me habías dicho que tu profesor estaría con sus hijos este fin de semana –
La miré, le sonreí, le di un beso en la boca.
Me di vuelta y le dije:
– Después te explico – como si tuviera una explicación.
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