Mi Profesor
20.- La Cena .
Faltaban pocos minutos para las 20:00 horas como me había pedido que llegara.
Los conserjes me conocían.
– Hola, hola, cómo están? – saludé moviendo mi mano.
– Hola señorita Lily, cómo está usted –
– Bien, gracias – respondí mientras me dirigía al ascensor.
Yo tenía llaves del departamento, pero era invitada y no podía llegar y entrar.
Pulsé el timbre y esperé nerviosa con una flor en la mano.
No se hizo esperar y la puerta se abrió.
Como lo esperaba, allí estaba ella, Jennifer, la hija de mi profesor, una chica de 16 años que más parecía de 15 con su cara de niña.
– Hola, te traje una flor – dije alargando mi mano con la flor.
– Hola, mucho gusto conocerte – dijo recibiendo la flor y abrazandome efusivamente.
Le di un beso en la mejilla que ella respondió con otro igual.
Seguimos abrazadas un poco más, un abrazo apretado y respirando en el cuello sus ricos olores.
Más atrás estaba su hermano, Koke, un muchachito de 14 años, con una sonrisa de oreja a oreja.
– Hola – le dije soltando a Jenny y abrazándolo a él.
Era un poco más alto que yo, duro de músculos y un agradable perfume masculino.
– Humm, que rico hueles – dje aspirando su cuello y dándole un beso en la mejilla.
Beso que el respondió inmediatamente dejándome sentir sus húmedos y cálidos labios mitad mejilla y la otra mitad en mis labios.
– Perdona – me dijo algo ruborizado.
Lo tomé de la barbilla y le di un suave beso en los labios cerrando los ojos.
Mi profesor estaba más atrás mirando y sonriendo. Creo que estaba más sorprendido que yo por el saludo de sus hijos.
Nos abrazamos y nos besamos. Sin mucha pasión ya que nos estaban mirando.
Mientras Jenny me sacaba la parka, Koke se arrodillaba a sacarme las zapatillas.
Y mientras mi profesor terminaba los preparativos para la cena, sentada en el sofá con cada uno preguntándome algo.
Los conocía por las fotos que me había enseñado su padre, pero sentía que los conocía de antes, me parecía haberlos visto antes y se los pregunté.
– No creo, pero sabes? En cuanto te vi, senti que te conocía – dijo Jenny.
– Yo igual – dijo Koke acariciando con su mano izquierda mi muslo izquierdo. La mano derecha la tenía por sobre mí hombro derecho.
Jenny sostenía mis manos y yo las suyas.
Las caricias de Koke en mi pierna no me molestó, todo lo contrario, era una muestra de cariño.
– Ya, está listo, pasen a sentarse – dijo mi profesor.
La cena estuvo deliciosa, no sólo por lo rico de los platillos, sino por esa sensación de familia que se respiraba en ese hogar.
Por lo que me había contado mi profesor de sus hijos, no esperaba que me recibieran mal, como así tampoco esperaba que me recibieran con tanto cariño.
Los miraba durante la cena y ellos eran felices y yo también, los cuatro.
Si me caso con mi profesor, ellos van a ser mis hijos. Pensaba. No, ellos tienen su madre, yo voy a ser su amiga, su confidente, serán como mis hermanos.
Ya al Koke lo quería como a mi hermano, me despertaba esa sensación.
Después de la cena nos sentamos en el living a conversar.
– Niños – dijo mi profesor parándose y tomando la palabra.
– Les presento oficialmente a Liliana, mi novia y mi prometida –
Se pararon los dos y me abrazaron al mismo tiempo. Mi profesor nos abrazó a los tres y nos quedamos abrazados los cuatro.
Terminé llorando.
– Porqué lloras? – me preguntó.
– Es que me hicieron recordar a mi familia, siento el mismo cariño, el mismo amor, los amo – dije apretandolos
– Nosotros también te amamos, cierto niños?
– Si – dijeron a coro.
– Vamos a brindar por eso – dijo levantando su copa.
Estaba muy emocionada, no esperaba esto.
Me senté al lado de mi profesor con mi cabeza en su hombro y mi mano entre sus muslos. Al otro lado estaba Jenny con la cabeza en el otro hombro y abrazándolo por la cintura. A mi otro lado Koke apoyaba su cabeza en mi hombro que volvía a acariciar mi muslo con su mano derecha.
Se produjo un silencio que me despertó de mi letargo.
– Qué hora es ? – pregunté
– Tengo que irme – dije asustada y con pocas ganas.
– Van a ser las 12 de la noche – dijo mi profesor mirando su reloj.
– Tengo que irme – intentando levantarme del sofá.
– Pero quédate, porqué te vas ? – dijo Jenny
– Sí, quédate – dijo Koke
– No puedo, este fin de semana es de ustedes, el próximo fin de semana me voy a quedar yo, disfruten a su padre – les dije
– Pero si no es problema que te quedes – dijo Jenny
– Y dónde voy a dormir – tomando en cuenta que ese departamento tiene sólo dos dormitorios.
En el principal duerme mi profesor con su hija y en el otro su hijo.
– Duermes con mi papá y yo con Koke en el dormitorio chico –
– No, como se te ocurre, vienes dos días al mes y voy a ocuparte uno? No tu duerme con tu papá como siempre – dije
– Yo puedo dormir en el sofá y tú duermes en el dormitorio chico – dijo Koke
– Pero no será muy incómodo para ti ? – le pregunté.
– No, para nada –
Mi profesor con Jenny se fueron al dormitorio.
Koke sacó una frazada del clóset chico y la puso en el sofá.
Yo me puse una camiseta de mi profesor, como siempre lo hacía y me acosté.
No podía dormir, me levanté en silencio y fui a la cocina a tomar bebida.
Vi a Koke medio destapado, la mitad de la frazada en el piso y sólo con calzoncillos.
Fui a taparlo, estaba helado.
Se dió vuelta y me miró. Le hice un gesto con un dedo sobre los labios para que hiciera silencio.
En seguida lo tomé de la mano y lo llevé a la pieza.
– Acuestate conmigo, pero pórtate bien – le dije susurrando en su oído.
Hizo un gesto afirmativo.
Me metí a la cama y me di vuelta hacia la pared.
El se acostó de espaldas. La cama era de plaza y media por lo que podíamos dormir perfectamente.
Después de un momento se dió vuelta hacia mi y me abrazó.
Acostumbrada a que Alicia me abrace así, me apegué a él, encajando mi trasero en su pelvis.
Eso me hizo sentir bien y me acomodé para dormir.
Sentí su mano acariciar mi muslo desnudo lo que me puso en tensión.
Pero después pasó su brazo por mi cintura.
Al parecer estaba soñando que estaba en mi casa con mi hermano.
El siempre se metía a mi cama y me abrazaba así. Y como tenía erecciones matutinas, sentía su dureza contra mi año.
Aveces estaba de buena y lo dejaba, otras lo echaba.
Ahora estaba de buena, tanto así que sentía su dureza entrar lentamente por mi ano.
Se sentía rico, por lo que me acomodé para que fuera más fácil la penetración.
Intenté seguir durmiendo, que era lo que generalmente hacía, pero el movimiento constante, el entrar y salir, dispararon las alarmas.
Abrí los ojos y no estaba en mi casa, tampoco era Alicia la que me abrazaba por atrás.
Me acordé que Koke se había acostado conmigo, era él con su ir y venir.
Me quedé dudando qué hacer.
Le digo que lo saque y se vaya al sofá o lo dejo que acabe, igual se sentía rico.
De pronto siento que empieza a darme empujones más profundos. Va a acabar, pensé y yo no estaba ni cerca de un orgasmo.
Sentí sus gruñidos en mi oído, los estertores de su cuerpo y sus fluidos llenando mis intestinos.
Está acabando…voy a esperar que termine, me dije.
El silencio y la tranquilidad reinaba esa mañana.
Su miembro seguía duro en mi interior.
Pesaba que con la flacidez iba a salir sólo. No fue así, se quedó descansando.
Yo, en posición casi fetal, con todo su miembro adentro, como empalada contra la pared, no sabía qué hacer.
Voy a dejarlo un rato más, que se duerma.
Así, como estaba, no podía moverme.
Cuando comenzó a moverse lentamente, lo encontré delicioso.
Su miembro resbalaba es su propio semen alcanzando mayores profundidades cada vez.
No puedo seguir con esto, tengo que pararlo. Pensé.
Puse mi mano en su muslo y lo sostuve.
– Tengo que ir al baño – le dije suavemente girando mi cabeza y mirándolo a los ojos.
Lo sacó lentamente, me hubiera gustado seguir con él y tener mi orgasmo anal.
Se paró al lado de la cama. Me senté al borde de la cama y su miembro erecto, rosado y brillando por los jugos, estaba a centímetros de mi cara.
Me levanté y fui al baño de visita.
No quise entrar al otro baño para no despertar a mi profesor y su hija que dormían plácidamente.
Ella en posición fetal y el la abrazaba por detrás.
Cuando estoy con él, en esa posición, su miembro me llega al ombligo pero por dentro.
Abrí la ducha y comencé a mojarme.
– Puedo ducharme contigo? – preguntó Koke
– Si, métete – le dije
Y nos duchamos juntos, me jabonó y yo lo jaboné.
– Perdóname – me dijo mientras nos sacábamos.
– Está bien, no te preocupes, mi hermano me hace lo mismo, pensaba que tu eras él? –
– El te coge? –
– Si, tu no a tu hermana? –
– Perdona, que tonto soy –
– Vamos a vestirnos y a preparar el desayuno – le dije
– Lo que pasó en la mañana va a quedar entre nosotros dos – le dije en la cocina.
– Si, claro y perdona –
– Ya, está bien, si igual estuvo rico, o no? –
– Si, me gusto mucho – dijo abrazándose por atrás y pegándose a mi trasero.
– Pero no volverá a pasar, soy la novia de tu padre, no lo olvides –
– Ah, sí, perdona –
– Y deja de pedir perdón –
– Anda a ver si ya despertaron –
Volvió a los pocos minutos.
– Se están duchando –
– Les dijiste que el desayuno estaba listo? –
– Si, les dije, ya estaban terminando –
– Pero los viste? –
– Si, si la puerta es de vidrio, siempre los veo.
Después del desayuno mi profesor dijo que dejáramos todo limpio y que saldríamos a almorzar afuera.
– Cómo dormiste anoche? – le pregunté a Jenny mientras hacíamos la cama.
– Cuando duermo con él, en las mañana despierto con su miembro duro entre mis piernas, a ti no te pasa lo mismo? –
– Si, me pasa lo mismo – dijo ella
– Que rico se siente no es verdad? – algo me había contado mi profesor, pero quería escucharlo de su boca.
– Si, muy rico – dijo ruborizada
– Es normal, porqué te da vergüenza –
– Es mi papá y no debo tener deseos sexuales con él –
– De verdad, dime, te gustaría hacer el amor con él? –
Estábamos sentadas en la cama, ella hundió su cabeza en su pecho.
La abracé, le di un beso en los labios.
– No tiene nada de malo, yo también tuve deseos de hacer el amor con mi papá. Una se enamora del papá y es capaz de hacer lo que el pida, no es verdad? –
– Si, lo que me pida, todo se lo daría y un día se lo dije –
– Qué le dijiste? –
– Que quería que me hiciera suya –
– Cuando le dijiste eso? –
– Hace años, yo tenía 12 años, me dijo que era muy chica que cuando tuviera 15.
Cumplí los 15 el año pasado y todavía no cumple su promesa –
– Yo voy a habla con él –
– No, por favor, no le digas nada –
– Están listas ? Que ya nos vamos – dijo mi profesor sobresaltandonos.
Después de almorzar y en la tarde me fueron a dejar a mi departamento.
No quise ni podía quedarme otra noche más.
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