Mi Profesor
22,- El Embarazo .
El viernes en la tarde me encontré con mi profesor en la universidad. Fue un saludo cordial, dándonos la mano.
– Hola, cómo estás? –
– Bien y usted? –
– Y como te fue con tu prueba? –
– Bien, todo bien, positivo? –
Hablábamos como en en clave pero que fuera normal.
– Que te vaya bien mañana, a las 10 me dijiste? –
– Si, claro, a las 10 –
Nos despedimos formalmente de la mano. Estaba indignada, me había tratado como a una extraña.
Según entendí, quería que fuera al departamento a las 10 de la maña al día siguiente, sábado.
En el departamento hablé con Alicia y le conté.
-Ay, amiga, que estas susceptible, en la universidad no puede darte abrazos y besos. Y si quiere que vayas mañana en la mañana, por algo será.
– Qué crees tú Alicia? Le cuento o no a mi mamá que estoy embarazada? –
– No, por ningún motivo, la vas a procupar y te va a pedir que te vayas. Te quieres ir? –
No, no estaba en mis planes, pero sentía que tenía que contarles, era importante para mí.
Sentía que me picaban las manos.
– Ya, tranquila, abrázame –
El abrazo me tranquilizó y sus besos y caricias me relajaron.
– Duerme mi niña, duerme –
Fue lo último que le escuché antes de quedarme dormida.
– Ya, levántate que es tarde – dijo Alicia
No podía despertar, miraba y no veía.
– Dónde estoy? – pregunté.
– Jajajajaja, en mi cama conmigo. Lo que pasa contigo es que duermes en tantas camas que no sabes en qué cama duermes –
– No digas eso –
– Te acuerdas de qué hicimos anoche? –
– Anoche? Qué hicimos? –
– Jajajajaja, nada, dormías tan bien que no quise molestarte –
– Ah, bueno. Qué hora es? –
– Las 8 de la mañana –
– Tan temprano? –
– Acuérdate que tienes que ir al departamento de tu profesor –
– No quiero ir – dándome vuelta para el otro lado.
Alicia tiró la ropa de cama dejándome destapada y desnuda –
Me puse de espaldas y la miré de mala gana.
Se arrodilló y comenzó a besarme el estómago y la pelvis por todos lados.
– Para, para que me da cosquillas – dije riendo.
– Estas loca – agregué.
– Tú estás loca si no te levantas y te vas a la ducha inmediatamente – sonó como mi mamá.
En la ducha me jabonó entera, como si fuera su hija.
– Para, ahí no que me da mucha cosquillas –
– Sabes que me encanta jabonarte aquí – su mano rozaba suavemente mi vulva, la abracé y nos besamos.
– Sabes que me encanta que lo hagas –
Sentimos abrirse la puerta del baño.
Esa puerta nunca se cierra y si se cierra, es sin pestillos.
– Chicas, lo siento pero tengo que orinar – era uno de los chicos.
Nos sacamos el jabón y salimos de la ducha.
Ahí estaba el colorín, completamente desnudo cepillando los dientes. Su miembro que le colgaba iba de un lado a otro con el cepillado.
Nos sacamos y nos fuimos a la pieza.
– Van ser las 9, viste que te estas atrasando? –
Me ayudó a vestirme y a maquillarme.
– No me veo bien con el maquillaje, parece que a las embarazadas no les queda bien el maquillaje –
– Estas hermosa, ya vete –
Llegué como a las 10:15 al departamento.
Me abrió la puerta Jenny con una camisa de dormir cortita.
– Tú? –
Me abrazó y me besó con más ganas de lo esperado.
– Qué bueno que viniste, tomaste desayuno? –
No alcancé a contestar Koke me abrazaba y me tapaba la boca con su boca en un beso apasionado.
– Ya Koke, suéltala –
– No, no he tomado desayuno – dije después de tomar aire.
Koke andaba sólo con slip y con el beso su erección fue notoria, aunque Jenny no le dió importancia.
En realidad Koke está en la etapa en las hormonas andan locas y las erecciones se producen por cualquier motivo.
A mí hermano se le paraba a cada rato y cada vez que me abrazaba.
Me sentaron en el sofá y comenzaron a quitarme ropa.
Me dejaron con polera y tanga.
En eso llegó mi profesor que venía del baño.
Nos abrazamos y nos besamos y otra erección me empujaba.
– Sentémonos que tengo hambre dijo –
El desayuno estuvo rico, más que por lo que había en la mesa, por lo que había alrededor de la mesa. Nosotros.
Después mi profesor se paró.
– Niños, tengo algo que decirles –
Se produjo un silencio, yo me imaginaba de qué se trataba, pero me quedé esperando.
– La Liliana está embarazada y tiene dos meses –
Escuché el grito de Jenny y me abrazó efusivamente.
– Cómo te envidio – dijo besando mis labios.
Koke me abrazaba por detrás aprovechando de hacerme sentir su dura virilidad.
Mi profesor nos abrazó a los tres.
– Ahora sí que eres de la familia, vas a darnos un hermanito – dijo Jenny.
– Ahora viene la otra parte – dijo mi profesor.
– Lily se va a venir a vivir conmigo –
Yo estaba atónita, no habíamos hablado de eso, es decir si pero no .
– Que rico, así podremos verte cada vez que vengamos –
– Si, pero no ahora – qué va a decir Alicia? Pensaba.
– Tengo que avisar allá en el departamento que no voy a seguir –
– Además tengo que traer mis cosas, no sé –
– Entiendo, no te preocupes, vente cuando estés lista, esta es tu casa ahora.
Todos tocando mi guatita, mi pelvis en realidad, todos cuidándome, todos dándome de comer cosas ricas.
En la noche dije que estaba cansada.
Entre Jenny y Koke me desnudaron y me acostaron en la cama grande.
– Pero a ti te toca dormir con tu papá ahora –
– No, a ti te toca ahora y todas las noches –
– Y tú? Donde vas a dormir? – en la pieza chica.
– Y Koke? –
– En el sofá –
– No, podemos dormir los tres, la cama es grande –
– No te voy a molestar?
– No, para nada, me va a gustar dormir contigo –
– A mí también –
Y dormimos los tres en la cama, mi profesor al medio y abrazándome cucharita. Fue rico.
En la mañana desperté y fui al baño.
Mi profesor dormía abrazando a Jenny cucharita.
Fui a la cocina a tomar bebida, me levanté en la punta de los pies para alcanzar un vaso.
– Yo también quiero – dijo Koke abrazándome por la cintura y haciendo presión entre mis nalgas.
– Saca tú los vasos que eres más alto –
Sin soltarme de la cintura, me empujo hasta sacar un vaso y después hasta sacar el otro.
Apoyada con mis dos manos en el mesón y apretada contra él sentí su miembro profundamente dentro de mi.
– Koke, soy la mujer de tu padre, no puedes hacerme esto –
Me besaba el cuello los hombros y todo lo que podía con sus empujones uno tras otro.
No podía soltarme de su abrazo hasta que lo sentí jadear y llenarme de su semen.
Yo lo entendí, era como mi hermano.
Me soltó y me di vuelta. Hice su pelo hacia un lado porque le cubría la cara y le di un beso suave en los labios.
– Por último tienes que preguntarme si quiero o no. No lo vuelvas a hacer.
Lo abracé y nos quedamos un momento, así desnudos los dos.
Lo amaba como a mi hermano.
Después me d fui a la ducha.
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