Mi Profesor
23,- La Mudanza .
Ésa noche, domingo, después de que mi profesor me vino a dejar, le comuniqué a Alicia la noticia de que me iba a ir a vivir con mi profesor.
Se puso muy triste.
– Si, lo entiendo – dijo
– No me voy a ir ahora ya! Te estoy avisando con tiempo para que busques otra arrendataria – le dije
– No quiero otra arrendataria, te quiero a ti ! –
– Mira lo que vamos a hacer, voy a vivir contigo de lunes a viernes y los fines de semana me voy. Más o menos lo que hacemos ahora –
– No tienes que ir a vivir con él, es tu pareja, tu novio –
– Después, primero me voy a llevar la ropa que no ocupo. Después me voy a llevar mis cosas personales y al último los cuadernos y los libros porque voy a terminar el año –
– Si, está bien, como tú digas – dijo abrazándome.
Nos acostamos, planificamos la mudanza, nos besamos, hicimos el amor y nos dormimos.
La mudanza fue más rápido de lo que esperaba. Ya en noviembre vivía en el departamento de mi profesor.
Los fines de semana que venían sus hijos, dormíamos los tres con Jenny. El Koke dormía en la pieza chica.
Al principio hacíamos el amor disimuladamente. Para que Jenny no se diera cuenta. Pero en la mañana siguiente ellos hacían el amor no tan disimuladamente.
Entonces me levantaba, me duchaba y preparaba el desayuno mientras ellos acababan.
Así que después Jenny pidió participacion en la noche y comenzamos con los tríos.
Terminé el año en la universidad con más de 5 meses de embarazo.
Ese año no me fui a mi casa, pasé Pascua y Año Nuevo con él.
En enero salió de vacaciones con sus hijos y yo me fui a mi casa.
Viajé en avión, no quise arriesgar 8 horas o más de viaje cuando en dos horas estábamos en mi casa.
Dije estábamos, porque todos me decía que ahora era dos. Comía por dos bebían por dos y dormía por dos. 😁
En el aeropuerto me estaban esperando. Cuál fue su sorpresa al verme embarazada.
– En la casa les cuento –
Después de almuerzo la siesta y en la tarde les conté todo, o casi todo, digamos lo necesario.
Les mostré fotos mías con mi profesor, todos felices de mi embarazo y mi posterior casamiento.
Mi papá en realidad no estaba muy contento.
– En realidad hubiera preferido que hubiese terminado la Universidad – dijo
Mi hermano estaba celoso. Pensaba que le había sido infiel, porque ella no se metió con ninguna chica.
Mi mamá era la que tenía la cara más larga.
– Mamá, qué pasa? No eres feliz porque vas a tener un nieto? –
– No es por éso, es por otra cosa –
Ahí me dejó preocupada.
– Qué cosa? Cuéntame –
– No, ahora no. –
En la noche no podía esperar más.
– Ya ‘po mamá, cuéntame – le dije
– Ven acompáñame a comprar –
Caminamos hasta una plaza y no sentamos en un escaño.
Después de unos minutos de silencio y retorciéndose las manos, dijo:
– Hija, no te puedes casar con ése hombre –
– Porqué? Porque es muy mayor? Tiene 38 y yo casi 20. No es tanta la diferencia. –
– No, no es eso –
– Entonces es porque tiene hijos? Qué tiene de malo? –
– Hija – dijo abrazándome – Ese hombre es tu padre –
– Queee? –
– Mira, te voy a contar una historia –
Mientras más me contaba menos podía creer lo que escuchaba.
– Porqué nunca me dijiste nada? –
– Consideré que no era necesario –
– Todos estos años he vivido con un hombre que no es mi padre? –
– Hija, no seas mal agradecida el te ha criado como su hija y te ama como su hija –
– Y él, mi padre sabía cuando se casó contigo? –
– Si, lo sabía, sabía que estaba embarazada y sabia de quién era el bebé. Él se culpó y se casó conmigo. Eramos amigos, lo quería como amigo y terminé amándolo –
– Si mamá, lo sé y yo lo amo, es mi padre –
Nos fuimos caminando lentamente de vuelta a la casa.
Antes de irme a acostar, le dije a mi mamá.
– Dile a mi papá que quiero conversar con él –
Me puse un pijama, lo único que encontré que me podía servir, nada me quedaba. Incluso del pijama era la parte de arriba y no me cruzaba.
Estaba tapada sólo con la sábana, puesto que tenía calor.
Cuando llegó mi papá, seguro que estaba acostado, porque venía con una polera y calzoncillos de tela.
– Ven, siéntate aquí – indicando a mi lado.
– En el velador hay un pote con crema –
Eché la sábana hacia los pies y abrí el pijama dejando mi guata y mis pechos descubiertos.
– Es una crema anti estrías, Jorge me la compró y me hace masajes todas las noches –
Entendió perfectamente lo que yo quería. Comenzó por mi estómago a hacerme un masaje suave.
– Lo sentiste? Se movió cuando la tocaste –
Siguió con el masaje por todo el estómago.
– Los pechos también – estos me habían crecido al doble del tamaño original.
– Te gustan? – dije al sentir sus manos suaves revolverse en mis pechos.
– Sí, están hermosos –
– Tu sabías que no era tu hija? –
– Si, siempre lo supe –
Entonces estiré me mano hasta su miembro que parecía que iba a romper los calzoncillos.
– Nunca te dieron ganas de hacer algo conmigo? –
Trataba de concentrarse en el masaje, mientras mis dedos recorrían su pene por encima de la delgada tela.
– No, los padres no tienen sexo con las hijas –
– Yo siempre quise tocarte, sácatelo, ahora ya no importa –
Se enderezó y sacó su miembro erecto, grande y hermoso.
Lo masturbaba suavemente, como sus masajes a mis tetas.
Comenzó a salir líquido pre seminal, su glande se mojó y estaba brilloso.
– Cuándo fue la última vez que la mamá te lo chupó? – mirándolo a los ojos.
Se encogió de hombros.
– Hazte para acá, quiero hacerlo –
– No debo eres mi hija –
– Por favor, llevo en mi vientre el hijo de mi padre biológico –
Pegó un respingo, parece que mi mamá no le había contado los padre de la guagua.
– Ven, acércate –
Hice lo que de chica había querido hacer. Mientras el masajeaba mis nalgas yo se lo chupaba.
Se lo chupé hasta que sus piernas comenzaron a vibrar y su pelvis comenzó a empujar hasta más adentro de mi garganta.
Me tragué todos sus jugos y eran hartos.
Se quedó un momento recuperando el aliento.
Después me besó, me dió las gracias y me deseó un buen descanso.
– Papá! – le dije antes que saliera.
– Cuando quieras – cuando se volvió a mirarme.
Estuvo rico, pensé mientras me ponía de lado para descansar mi prominente estómago.
Estuve dos semanas en la casa de mis padres. El que generalmente me hacía los masajes era mi hermano y yo lo dejaba seco todas las noches.
Tenia una conversación pendiente con mi profesor. Pero andaba de vacaciones con sus hijos, no sacaba nada con volver.
Mi hermano insistía en acostarse conmigo, le decía que no podía por la guata.
Me decía de otras posiciones. Lo dejé un par de veces.
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