Mi Profesor
Una chica se enamora de su profesor de la universidad y terminan siendo pareja con un hijo..
Era de noche, el bus estaba por salir, me había despedido de mi madre y de mi padre, pero mi hermano de 15 años me tenía abrazada, llorando y no quería soltarme.
Mi padre intervino para que me soltara y así poder abordar el bus.
Me despedí con señas atraves del cristal con mis ojos llenos de lágrimas.
Mientras me secaba las lágrimas escuché la voz del señor que venía sentado a mi lado.
– Primera vez que viajas sola? Preguntó.
– Si. Le respondí, voy a estudiar a la universidad que está en la capital.
– Mira lo que son las cosas, yo vine a dejar a mi hija que entró a estudiar acá, no quiso estudiar en la ciudad.
– Porqué hizo eso?
– Talvez porque quería independencia, vivimos solos desde que falleció mi esposa, hace 8 años, ella tenía 10.
– Es su única hija?
– Si, la única, por eso me preocupo por ella y la cuido. Le rogué que no se viniera.
– Bueno, aveces resultan así las cosas.
– Tienes dónde vivir el la capital? Vivo en un departamento grande y puedes ocupar el dormitorio de mi hija.
– Muchas gracias, pero ya arrendé un departamento.
– Vas a vivir sola?
– No, es un departamento compartido con otros estudiantes.
– Bueno, aquí tienes mi tarjeta, llámame cuando quieras y para lo que necesites.
La oferta del departamento sigue en pié, no te voy a cobrar nada y podrás usar todo.
– Gracias, la voy a guardar, nunca se sabe.
– Ojalá aceptaras, para no sentirme tan sólo ahora que mi hija no va a estar.
– Creo que voy a dormir un poco, estoy algo cansada.
– Si, claro, yo también voy a dormir. Dijo el.
A poco de salir de la ciudad, el auxiliar cerró todas las cortinas y se apagaron las luces.
La oscuridad me permitió sumergirme en mis pensamientos y en los últimos acontecimientos.
Desde que supo, mi hermanito, que me iba a ir a estudiar lejos, no dejó de llorar y suplicarme que no me fuera.
Siempre fuimos muy unidos desde chicos, muchas veces dormimos juntos, especialmente las últimas noches en que se acostaba y me abrazaba llorando.
La última noche, tratando de consolarlo, le dije al oído que le regalaría mi virginidad.
Esto fue debido a la erección que tenía, me imagino por la angustia, el llanto y el estar casi desnudos.
Tomé su pene, lo acaricié suavemente y lo puse a la entrada de mi vagina. Le dije que empujara y a diferencia de lo que había pensado y escuchado, la penetración fue suave y agradable.
Lo abracé con mis piernas y le dije que no se moviera. Estuvimos así, respirando nuestra respiración y lentamente comenzó a moverse, casi por instinto.
Traté de controlarlo pero el deseo fue más fuerte y terminando teniendo un sexo prolongado, lleno de besos, amor y promesas.
Continuará
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