Mi Profesor
3.ª parte, El Departamento .
Saliendo de la estación del metro, caminé poco más de 3 calles y llegué al edificio, entré y me dirigí a la conserjería.
Después de saludar pregunté por mi amiga.
No era mi amiga propiamente tal, la había conocido por un anuncio de arriendo compartido.
– Dice su amiga que suba – me dijo el conserje. Me dio las indicaciones, pero ya había venido hacia un par de semanas.
Al salir de ascensor en el piso 20, mi amiga me estaba esperando.
Me saludó efusivamente con un abrazo y un beso en la mejilla.
Vestía un top blanco y una mini tanga roja, caminamos por el pasillo hasta el departamento cuya puerta estaba abierta.
– Oye, andas casi desnuda por el pasillo y dejas la puerta abierta?
Se rió y me dijo que no andaba nadie en los pasillos.
Me mostró el departamento que ya lo había visto antes cuando hicimos el trato.
Living-comedor y cocina. El baño en el pasillo y el dormitorio principal. Por el otro lado dos dormitorios.
En el primero, un tipo durmiendo desnudo boca abajo, tapado por una sábana que le llegaba a media nalga. En el otro dormitorio otro tipo durmiendo de espaldas y la sábana le tapaba sólo el » paquete » dejando todo el bello púbico a la vista.
Entramos al dormitorio principal, amplio, con una cama de dos plazas medio deshecha.
– Y eso? Le pregunté señalando hacia afuera.
– Son otros estudiantes, llegaron la semana pasada.
– Pero están desnudos…
– Así duermen, lo que pasa es que hace calor y no hay aire acondicionado.
– Por éso se tapan sólo con la sábana?
– Si, aunque casi siempre no se tapan, y si se tapan, después con los pies se destapan. De hecho, al que estaba de espaldas lo tapé yo, para que tú no lo vieras.
Y no cierran las puertas?
– No, por lo mismo, por el calor.
– Este es tu lado. Mostrándome la mitad del closet desocupado.
– Te quieres duchar?
– Si, me gustaría.
– Sácate la ropa, desnúdate – mientras comenzaba a ayudarme a desvestir.
Yo tenía una camisa de jeans y debajo una polera Blanca sin sostenes.
Comencé a desabrochar el botón de los jeans y bajar el cierre.
Me senté en la cama y ella se arrodilló en la alfombra para sacarme las zapatillas y las calcetas.
Después me paré y me bajé los pantalones junto con los calzones.
Me senté nuevamente y ella que seguía de rodillas me ayudó a sacármelo.
Después me saqué la polera y quedé totalmente desnuda.
Ella estaba con mi calzón en la mano.
Me duché anoche y me puse esos calzones nuevos, me los compró mi papá.
– Tiene buen gusto tu papá, son bien coquetos.
– Los escogí yo y el los pagó – le dije
– No los vió?
– Si, se los mostré cuando me los puse.
– Tu papá te vió desnuda, sólo con esto?
– Mi papá me ha visto desnuda de chica.
– Hasta ahora?
– Si, en las mañanas el salía de la ducha y yo entraba. Nunca nos bañamos juntos, aunque una vez, a los 14 años le pregunté si podía meterme a la ducha con él.
El se estaba duchando y yo igual con la cortina corrida.
Me miró y me dijo que no. Esperé que terminara, le pasé la toalla y me metí a la tina, de echo el me sujetó de la mano.
La distancia entre la taza del excusado es poca y cada vez que el sale yo paso de espaldas a él rozando con mis nalgas su pene.
La primera vez lo hice de frente, pero fue peor, me resbalé y me afirmé en él quedando abrazados y sintiendo su pene en mi pelvis.
No podíamos movernos y él comenzó a tener una erección.
Eso me paralizó, no sabia que iba a pasar y que yo no podía hacer nada.
Pensé en mi mamá, qué diría si supiera que mi papá me penetró.
Me tomó con una mano de la cintura y con la otra de una nalga. Y me afirmé de su cuello con los dos brazos.
Me apretó contra él, se giró y me dejó de espaldas a la ducha.
Me soltó y se hizo para atrás. Miré su pene enorme, nunca se lo había visto así.
Mi corazón palpitaba como una locomotora, sentía que se me iba a arrancar. Hasta me costaba respirar.
– Ya, dúchese – me dijo sacándome de mi estado de catarsis.
Me giré, me metí a la tina, me afirmé de la pared con una mano y me puse la otra en la boca. No se si para evitar que mi corazón se me saliera o para sujetar un grito de tensión.
Sentía algo extraño entre mis piernas, pensé que era la regla, pero no había tenido ningún aviso.
Me toqué y estaba mojada, estilando, mis dedos agotaban un líquido viscoso.
» Me mojé » pensé, mi vagina se preparó para la penetración, para que no sufriera daños.
Nunca antes, en mis 12 años, me había pasado algo parecido.
– Que fuerte amiga, creo que a mi me hubiera pasado lo mismo. A los 10 vi a mi papá cogiendose a mi mamá. También me impresioné, a pesar de que sabía para que era la vagina y para qué el pene. Pero otra cosa es verlo a un metro de distancia, escuchar los quejidos de mi mamá los gruñidos de mi papá y su tremendo pene entrando y saliendo.
Recién, cuando me di cuenta que habían terminado, pude irme a acostar y también me sentí húmeda.
Ella seguía con mis calzones en la mano.
– Pasé con ellos toda la noche, deben estar sucios.
Ella se llevó los calzones a la cara, los olió por todos lados, especialmente la entrepierna.
– Huelen rico – dijo
Me acordé de mi hermano, una vez lo pillé oliendo los calzones que me había sacado en la noche.
– Que haces? Le pregunté.
– Nada – dijo escondiendo mis calzones en su espalda.
– Estabas oliendo mis calzones sucios –
– No están sucios, huelen rico – restregando los calzones por su cara.
Se los quité de un tiro y lo eché de mi pieza.
Estiré mi mano y mi amiga me entregó mis calzones.
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