Mi Profesor
7,- La Universidad .
Mi universidad era distinta a la de Alicia, por lo que nos despedimos en la puerta del edificio.
Estaba nerviosa y ansiosa, era mi primer día de universidad y tenía muchas expectativas.
No estaba lejos, pero estaba como atrás mano, de cualquier forma tenía que caminar la mitad del camino y luego tomar locomoción.
Entrar a la universidad el primer día, tiene una sensación diferente, ahora es mi casa de estudios y será como mi hogar.
Bueno, después de los trámites regulares, las clases, los compañeros y los profesores. Era como el colegio sólo que con mayor libertad.
El dia pasó sin novedad, conocí muchos compañeros, almorcé en el casino y al final de la tarde devuelta al departamento.
Alicia me preguntó cómo me había ido en mi primer día. Le conté de mi nueva experiencia y estaba feliz.
Conversamos los 6, cada uno contó una anécdota actual o pasada.
Finalmente a acostarnos, estaba cansada emocionalmente más que físicamente.
Después de unas caricias y besos, hicimos el amor y nos dormimos.
El día siguiente no fue muy diferente hasta la clase de matemáticas.
Estaba sentada cuando entró el profesor.
Nunca había sentido nada parecido. No sabía qué era.
Se paró delante y se presentó.
Sentí sus ojos como dos faros que iluminaron mi alma.
Sentía su voz retumbar en mi cabeza, era como un sonido profundo pero no escuchaba lo que decía. Todos se sentaron y me quedé de pié mirándolo.
Nos miramos unos momentos, el se dió vuelta y mi compañera me dijo que me sentara.
Recién me di cuenta que era la única parada en medio de la sala.
Un calor y una vergüenza me invadió por completo.
El profesor comenzó la clase y yo no me atrevía a mirarlo, tomaba nota de todo lo que podía o entendía.
Terminada la clase se despidió y se fue.
– No escribiste nada – me dijo mi compañera.
Miré mi cuaderno con la hoja casi en blanco.
Arriba a la izquierda había puesto la fecha antes de comenzar la clase. Después unos garabatos, rayitas y cuadraditos .
Salimos de la sala, mi compañera quiso saber qué me pasaba.
Nada – dije. Yo tampoco entendía nada.
En el departamento le conté a Alicia lo que me había pasado.
Me tocó la frente y me reí.
– No, no tengo fiebre, estoy bien – le dije
– Pero eso no es normal cariño – me dijo.
– No me hagas caso – dije.
En la noche, acostadas me dijo que le contara todo de nuevo.
Le dije que quería dormir y me di vuelta, ella me abrazó y nos pusimos a dormir.
La verdad es que me costó dormir, por más que le daba vueltas a la situación vivida, menos entendía que había pasado. Finalmente me dormí.
El día jueves otra vez tenía clases de matemática.
Cuando entró a la sala, sus ojos recorrieron a todos los estudiantes, pero se clavaron en mí.
A pesar de que estaba casi escondida detrás de otro alumno, su mirada me atrapó, me llenó toda y mi estómago dió un vuelco.
Miraba mi cuaderno y pensaba ¿ Qué me está pasando?, me preguntaba.
Trataba de no levantar la cabeza, porque cada vez que lo hacía, su mirada me llenaba entera.
La clase era un suplicio pero disfrutaba escuchar su vos y mirarlo a los ojos.
– Vos estas loca – me dijo Alicia cuando le conté.
– He oído eso de » amor a primera vista » a mi no me ha pasado, pero de lo que me han contado no tiene nada que ver.
– Estás diciendo que estoy enamorada de mi profesor?
– No, enamorada no, locamente enamorada –
– No puede ser, si ni siquiera hemos hablado –
– Cómo se llama? » –
– No sé –
– Pero cómo? Me dijiste que se había presentado el primer día –
– Si, lo oí pero no lo escuché , no sé qué pasó, ya te dije –
– Estás loca –
Estaré volviéndome loca? Será así el amor? Yo nunca me he enamorado, amo a mi mamá, a mi papá, a mi hermano, haría cualquier cosa por ellos. Pero esto es distinto y no sé qué es.
– Mi niña hermosa, está locamente enamorada – dijo haciéndome cariño.
La miré y me sonreí, puse mi cabeza en su pecho y la abracé. Se siente tan bien tener a alguien a quien contarle lo que a una le pasa.
– Te mojas ? –
– Qué? – dije levantado la cabeza y mirándola a los ojos.
– Que si te mojas cuando lo ves –
Me pasan muchas cosas cuando lo veo, pero mojarme…
– No sé, no me he tocado en ése momento – le respondí molesta.
– Era sólo una pregunta, porqué te enojas –
– No, si no me enojo, pero cómo voy a estar tocándome en la sala, ni loca –
– Pero en el baño, tontita. Después de la clase te vas al baño y te tocas –
– Ahora tú estás loca – me di vuelta y simulé dormir.
Cómo voy a estar tocándome. Mojada? Porqué estaría mojada? Acaso me atrae genitalmente hablando? No, no me calienta para nada.
A la semana siguiente, la clase siguiente.
Terminada la clase fui al baño, me bajé los calzones y me senté. No me atrevía tocarme. Finalmente abrí las piernas, introduje mi mano y me toqué.
No estaba mojada, estaba estilando, así como a los curados les corre la baba, así estaba yo. Juntaba mis dedos y al abrirlos hacia hilos, estaba claro.
Ahora iba a tener que usar protectores vaginales.
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