Mi rica y caliente sobrinita (3ª parte)
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Finalmente, ya que en ninguna de las anteriores ocasiones pude disfrutar de la penetración con mi sobrina, lo pude lograr el día anterior a su fiesta de 15 años, mientras yo le ayudaba a mi hermano con los arreglos de la casa.
Después de lo que pasó en la segunda parte del relato, al otro día continuamos el camino a casa sin que pasara nada extraordinario. Finalmente llegamos, y a eso del mediodía, me fui a llevar a mi sobrina a donde su madre que la esperaba en casa. Le comenté lo que había pasado esa noche y el por qué no pude regresar al cuarto. Me dijo: "Tío, no se preocupe. Vamos a esperar a que se nos presente otra oportunidad, porque no me vas a dejar iniciada", mientras me sonreía de una manera muy pícara, lo que motivó un gran beso, disfrutando de sus tiernos labios y su lengua juguetona; mi sobrina se portaba como una experta a sus 12 años. En el trayecto a su casa, hubo jugueteos, besos, caricias a su rico chochito, pero no pudimos pasar de ahí. Me tocó llegar a casa y descargar mis ganas con una buena masturbada.
Después de este encuentro, hubo otros en los que no pasábamos de besos profundos y caricias húmedas, sexo oral, lamerle y chuparle sus ricos pezoncitos, y calentarla y calentarme a más no poder. A los pocos días, ella viajó con su madre a establecerse en otro pueblo, bastante retirado de donde yo vivía, lo que frustraba mis planes. Pero la historia no iba a aparar ahí; eso lo teníamos claro ella y yo.
Finalmente regresó con su familia poco antes de sus 15 primaveras; la encontré aún delgada, pero mas hermosa, había madurado y se veía más sexi, mas señorita. Esto me llenó de alegría, y sé que a ella también le agradó regresar. Antes de sus 15, nos vimos una o dos veces, sin la oportunidad de conversar a solas, pocas veces la contactaba por celular, pues no me atrevía porque su madre era muy celosa.
Mi hermano, el padre de la nena en cuestión, no contaba con los recursos para pagar todos los gastos que demandaba la fiesta de quinceañera en un salón de banquetes, razón por la cual optó por celebrarlos en mi casa que me había pedido con antelación a la celebración. Ese día estaba yo ocupado en los arreglos, cuando ella llegó a conocer cómo iban las cosas. Mi mujer había salido hacía una media hora para el supermercado, mis niños (ya eran dos) estaban en casa de sus tías, entonces me di cuenta que tenía la casa para nosotros solos, y me propuse no dejar pasar la oportunidad.
Le mostré el estado de los arreglos, me agradeció la ayuda que le brindaba, y le dije que todo lo hacía por ver feliz a la niña más hermosa de la familia, a lo cual me respondió con un gran abrazo y un beso que no se hizo esperar; ella notó inmediatamente mi erección, entonces se replegó más contra mí, queriendo sentirlo contra su chochito, a lo que respondí cogiendo sus ricas nalgas y acariciándolas mientras la besaba, y apretujándola contra mi erección, deseándola cada vez más.
Ella se retiró un poco perturbada, pensando que nos podían sorprender, pero la tranquilicé informándole la situación. Entonces aproveché para llevarla cargada al cuarto de servicio, mientras continuaba explorando con mi lengua cada rincón de su boquita; la descargué en la cama y entre besos y caricias nos desnudamos. El mundo se esfumó para nosotros y no existíamos sino para nuestra fantasía, para darle placer y recibirlo también de ella. La exploración con mi lengua fue total: disfruté cada rincón, cada orificio de su cuerpo, hasta llegar a la más caliente y jugosa cuevita. Mi mayor placer es el sexo oral, mi felicidad es disfrutar de ese delicioso manjar con mi boca y lengua, tratando de no desperdiciar sus líquidos pre y post-orgásmicos. Ella se retorcía de placer, apretaba mi cabeza contra su rica conchita, como queriendo introducirla o no despegarla de ella, mientras jadeaba y me suplicaba: "No pares, tíooooooo…….sigue, está muy riiiicoooooo….. dame más, más……". Yo no quería defraudarla, y así de esta manera llegó varias veces al climax, regalándome todos sus jugos. "Ahora dame toda tu cosaaaa…… ayyyy! ….. la quiero sentir toda dentro….tooooda", gritaba de placer.
Se la puse a la entrada de su chochito y jugueteaba con la cabeza contra sus labios, contra su clítoris rojo ya de todas las caricias recibidas, mientras ella me suplicaba: "Métemela toda….. por favor,….. la quiera todaaaaaaa…." No me aguanté las ganas y de un solo tirón se la mandé hasta el fondo, a lo que ella parecía llegar al límite del placer, retorciéndose y arqueando más su cuerpo. Nos confundimos en uno solo, mientras ella, encima mío, movía rítmicamente su cadera en un paroxismo de placer. No me podía contener; sintiendo que ya estaba a punto de explotar, la puse debajo de mi y le empujé mi verga con más fuerza, tratando de meterla lo más profundo que pudiera llegar, y ya sin que nada pudiera evitarlo, llené su vagina con todo el semen contenido en mis testículos durante una semana. Fue el acto más morboso, lujurioso, violento y delicioso al que pude haber llegado en los últimos tres años; era como si todas las ganas contenidas, se hubiesen descargado en un solo día y que después de allí no se pudiera sentir más placer. Cuando le saqué mi verga, ella saboreaba sus jugos confundidos con semen que salían de su chochito, como deseando aprovecharlos todos.
Despertando ya a la realidad, ella expresó su preocupación por una posible preñez, preocupación infundada cuando le mencioné que su tío-amante ya era estéril. Ese día nos separamos, no sin antes prometernos que seguiríamos escribiendo esta historia.
Espero que les haya gustado, porque tengo otros relatos pendientes de publicación.
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