Mi San Valentín
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por MadeInChile.
Mi san valentin
-“Esta es la historia de Alicia en el país de las mentiras, mordida, violada por perros capitalistas, la histria de mi patri…”
El abrir de la puerta de mi habitación hace que pierda la continuidad de la canción. Abro los ojos, separo de mis orejas los audiforos dejándolos a un costado, sintiendo un suave murmullo de lo que antes era música.
Por el umbral cruza la figura masculina que amo, piel morena, alto, con rasgos de madures hermosa, un uniforme militar con distintivos de oficial, un duro semblante en sus gestos y un frio mirar en sus ojos cautivan el aire. Con su diestra cierra tras sus espaldas la puerta, para luego regalarme una sonrisa y acercarse a mi cama.
-Hola hermosa
-Hola papá –le devuelvo la sonrisa-
Al costado de mi cama, se inclina, coloca una mano sobre mi pierna y con ternura me besa en los labios a lo cual correspondo
-¿Cómo estas, preciosa? – me pregunta mientras se sienta a mi costado y acaricia mi pierna, subiendo por la rodilla hasta llegar a muslo bajo mi falda colegial.
-Bien, aquí escuchando música antes de leer un poco la materia del colegio…nada de entretención –suelto un bufido de queja-
-Bien me parece, debes estudiar –me besa nuevamente los labios- Oye, el 13 vamos a viajar con tu madre y volveremos el 15. La invitaré a celebrar San Valentín a Pucón, espero no te moleste.
-No, no – le respondo- para nada, es tu esposa, mi madre, debes salir con ella…pero –le cojo su mano entre las mías y las llevo a mi pecho. Hago muecas de ternura coqueta y lo miro directo a los ojos- ¿celebrarás conmigo antes de ir?
Mirándome atento, se acerca y me besa apasionadamente. Su boca abre y cierra al compás de la mía, nuestras lenguas comienzan a jugar para separarse y quedar frente a mí –Obvio que lo celebraremos, no puedo dejarlo pasar.
Con mi papá tenemos una relación (hasta la fecha) de 9 años. No sé si mi madre lo sabrá, pero, disfruto todo momento con él. Salimos como pareja: vamos al cine, a comer, a moteles, andamos de la mano, nos besamos en parques, metro. Hacemos el amor cada vez que podemos, disfrutamos el “secretismo sin secreto” de lo que creamos.
Eran las 23:46 de la noche, de un 10 de Febrero. Ellos saldrían en unos días más, debía planear un buen regalo.
Encendí la laptop, busqué por internet regalos, tips y cosas. Encontré en un foro un comentario que decía: “El mejor regalo es dejar hacerlo anal”. Al inicio me pareció chistoso, ya que, el tono de la escritura no era así, era más “chilena”, y segundo ya que siempre sentí la duda de cómo se sentiría por allí.
Pensé hasta las 3 am sobre el asunto, me daba vuelta en la cabeza la imagen de mi papá metiéndomela por el ano, y eso me mojaba. Sin saberlo empecé a masturbarme delicadamente. Acariciaba mis labios vaginales con las delicadas yemas de mis dedos índices y medio, luego, busqué en mi cajón el dildo que recibí de regalo para mi cumpleaños 15 de papá, era un falo morado con aristas venales y vibradoras. En mi mesa de noche tenía crema humectante la cual abrí, puse un poco en mis manos y humecté un ano. Fue frío al inicio, chistoso en un momento y doloroso cuando empecé a dilatar con mis dedos el ano. No entendía como les podía gustar a mis amigas si era tan doloroso. Pero, metí el dildo y lo entendí: dolía pero era delicioso.
La noche se hizo día, me levanté para ducharme, tomar desayuno e ir al colegio. Durante las clases planeaba cómo sería el regalo, que vestiría y cómo lo haría gozar.
El timbre del Alemán de Chicureo sonó. Como habíamos planeado él estaba allí esperándome dentro del auto.
Me despedí de mis amigas, besos, despedidas manuales, etc. Subí al auto, al asiento de copiloto y lo miré. El apretó el acelerador y nos alejamos. En un semáforo me lancé y le besé los labios
-Te amo , te amo –le decía entre besos- necesitaba besarte –El tipo del auto que estaba a nuestro costado nos miraba con ojos de envidia. Pobre tipo.
-Yo también te amo, lo sabes, ahora cuidado que tengo que manejar –me decía mientras sonreía y el auto despertaba de su inercia e iniciaba el recorrido nuevamente para luego de minutos eternos llegar a nuestra casa.
Mamá no estaba, mis hermanos tampoco: Éramos él y yo.
Raudamente bajé del auto, mientras papá lo guardaba yo subí a mi habitación, me desnudé, me miré al espejo y me dije: Hoy será otro día que él recordará.
Me pinté los labios del color que el ama, delineé mis ojos tal como a él le encanta, me peiné como él quería, me vestí como a él le excitaba.
En una pequeña mochila de Hello kitty coloqué el gel lubricante. Acerqué mi cabeza a mi puerta entre abierta y lo escuché subir las escaleras, entrar a su habitación y dejar sus cosas, por ende, con astucia felina me introduje por el umbral de la habitación que compartía con mamá, toqué la puerta tres veces y me presenté frente a él semi desnuda, una blusa blanca semi abierta cubría mi torso, calcetas y mis zapatos de colegio completaban mi indumentaria. Mi sexualidad estaba a su vista:
-Papá, ¿me veo linda? – le preguntaba mientras extendía levemente mis brazos tras mi espalda, bajaba el rostro lo cual hizo que la chasquilla rubia de mi cabellera cubriera la mitad de mi rostro.
Él, sin palabras se acerca despacio a mí –te ves hermosa- me toma entre sus brazos y empieza a besarme apasionadamente.
Lo rodeo por su cuello con mis brazos, apego mi cuerpo al de él, cierro los ojos y correspondo con fuego ese beso que hizo que me mojase al instante.
Me toma por las piernas, me levanta, por ende, lo rodeo y hago prisionera su cadera de mis muslos sostenidos por sus manos. Gira y me lleva hasta la cama, para caer y dejarme bajo su cuerpo. Nos besamos, nos acariciamos, nos decimos “te amo”, rozamos nuestros cuerpos. Siento su erección, su calor, su sudor.
Con rapidez se aleja de mí y se desnuda, dejando a la vista ese moreno cuerpo maduro, cuerpo de un militar de rango y de oficio, ese cuerpo que ha hecho que me estremezca de placer, al descubrir nuevas sensaciones, nuevas emociones, nuevos rincones eróticos de una vida pletórica.
Me apoyo en mis codos mientras lo miro acercarse, me excita el verlo fuerte, experto, único, erecto.
Me coge los muslos y hace que me resbale por la cama, abre mis piernas de par en par, acerca su boca a mi sexualidad y sin perdón inicia ese majestuoso juego entre su lengua y mi vagina. Oh dios, que sensación perfecta de saliva, lengua y excitación.
Cierro los ojos, muerdo mis labios, levanto la cabeza y veo como su nariz acaricia mi delicado y claro vello púbico, veo como su lengua sube y baja por mi vagina, desaparece. Su boca besar, recorrer, conquistar mis labios, veo su espalda ancha, sus hombros fuertes, sus brazos poderosos, sus manos duras apretar mis blancos muslos para dejar una huella roja en señal de conquista con sus dedos.
Separa su cabeza, se recupera para posarse sobre mí y besarme: ese sabor salado a saliva y a mi sexo me inunda la boca, mi lengua imita el juego de la suya, mis manos acarician su espalda, sus manos desabrochan los botones de mi camisa para luego acariciar mis senos y pellizcar con delicadeza mis rosados pezones. Mientras esto ocurre, con su otra mano coge su pene, lo lleva hasta la entrada de mí, con su glande masajea mis labios de arriba hacia abajo, varias veces, lo que eso me provoca soltar un sutil gemido. Separa su rostro, me mira a los ojos y sin esperarlo mueve su cadera hacia delante y empieza a introducir su pene dentro de mí mientras ambos soltamos un gemido con las bocas muy abiertas y apegadas la una de la otra.
Que delicia, sentir como su pene se abre paso dentro de mí, como todo mi ser se expande para su pene, como mi humedad es cómplice para facilitar la invasión fálica a mi vagina: lo apoyo.
Pongo mi cabeza entre su cuello y su hombro, presiono con fuerza su espalda para llevar su pecho a mi cuerpo y mis manos se entierran en sus hombros:
-Papá!! Te amo te amo te amo –le decía mientras terminaba de penetrarme. Cerré fuertemente los ojos.
-Yo también te amo, mi pequeña- me decía al oído mientras empezaba el magnífico juego del vaivén entre caderas.
Sus embestidas hacían estremecerme una y otra vez, soltar gemidos fuertes, inundantes, expresiones de dolor y placer.
Éramos uno.
Apoyaba mi espalda a la cama, llevé mis manos hacia la almohada, extendiendo así mis brazos. Desde esa perspectiva disfruté su cuerpo sobre el mío, las venas que se le marcaban en la frente, sus brazos a mis costados haciéndome prisionera de él, su cadera embistiendo a la mía, mis piernas abiertas de par en par y el al medio, su pene entrar y salir de mi ser, húmedo, erecto, venoso, nuestros bellos púbicos enredarse, nuestras pieles, de todos distintos, transformarse en una sola, en un solo ser, en un solo momento, en un estado, en un mundo, en una emoción: amor.
Sus embestidas eran más y más fuertes, el sonar de las pieles al chocar era fuerte, el sonido de la cama al chocar con la pared era notorio, pero mis gemidos inundaban todo ello: la habitación, el pasillo, la planta. ¡Recordé el regalo!
-Mi amor, ah…ah..pa..pá, espera – le digo mientras me embiste-
-¿qué pasa mi vida? – Se detiene sin sacar su pene de mí-
-Te tengo un regalo –le respondo mientras busco con mis ojos la mini mochila de hello kitty. Ahí está – Pero acuéstate en la cama y véndate los ojos – le decía mientras el sacaba su pene de mi y yo me incorporaba. A lo que, cogí la cartera, saqué un pañuelo negro y lo usé para taparle los ojos – Ahora acuéstate – El obedeció con una sonrisa en su cara y sudor en su cuerpo.
Saqué rápido el gel y tiré lejos la cartera. Destapé y sonó:” Poc”. Unté un poco en mi mano derecha y mientras llevaba esta a mi ano, agaché la cabeza y comencé a mamarle el pene, para que siguiera erecto.
Con mis dedos buscaba mi ano y comencé a esparcir, manipular y dilatar con mis dedos. Era algo incómoda la situación, nueva para mí: Mamarle el pene mientras dilataba mi ano con un frío gel transparente.
Me incorporé y chorreé un poco de gel sobre el glande de papá para luego esparcirlo por el falo con ambas manos.
-¿Qué es esa sorpresa? –me preguntaba
-Ahora viene – le dije- Te gustará enormemente
Me subí a la cama, pasé mi pierna por sobre el quedando así, sobre él pero de espaldas. Puse su pene entre mis nalgas, subí y bajé un par de veces para que se lubricaran mejor los actores: era hora.
Agarré con fuerza su pene con una mano, con la otra separé una de mis nalgas, dejando así vía libre entre ese pene y mi ano. Su glande se posó a la entrada y lenta, pero muy lentamente empecé a descender: ¡DIOS MIO Y TODOS LOS MALDITOS DIOSES! Sentí como mi ano empezaba a abrirse de una forma muy dolorosa al inicio. Apreté muy fuerte los ojos y dientes, pero no pude evitar soltar un gemido de dolor notorio. Pero ya estaba, lentamente estaba siendo penetrada analmente por papá. A la mitad de su glande me relajo un poco, miro por sobre mi hombro y lo veo con la boca muy abierta y sus manos me toman por la cadera. Luego inicio nuevamente para terminar de introducir mi pene en mi ano, quedando así, sentada sobre el para ambos soltar gemidos muy fuertes.
-¡Dios! Ani, mi amor, mi vida –me habla mientras presiona mis caderas con sus manos – Que apretado dios mio, ¿es tu culo? Dime que es tu culo, es delicioso, déjame verlo por favor –me dice casi en súplica-
-Está bien – le digo entre dolor y placer- mírame – trato de no moverme mucho, ya que duele demasiado.
Rápidamente saca la venda y sus ojos de impresión fueron únicos: con sus manos masajeó mis nalgas duramente –Muévete mi amor-me ordena, a lo que, llevo mi cuerpo hacia delante, apoyo mis manos sobre sus rodillas y empiezo a subir…placer único, placer, placer, placer.
Subo, bajo, subo, bajo. Empiezo a aumentar la velocidad, siento su pene abrir mi ano en todo ángulo, siento mi vientre abrirse fuertemente, siento como con su mano agarra mi pelo y hace que mi cabeza vaya hacia atrás con fuerza y haga que suelte un gemido de dolor y placer.
-Eso eso mi amor, eso, ahora es mi culo, eso que espectáculo –me decía mientras jalaba largo cabello hacia atrás-
-¡si! ¡SI! Papá, ahora todo es tuyo, te amo, te amo – le decía mientras lo montaba más rápido, la sensación dejaba de ser dolor y se transformó en placer. Escuchaba mis nalgas chocar con su abdomen, sentía su mano apretarme la cadera, no podía ver nada, sólo el techo. Su mano me había hecho prisionera, la cabellera eran las riendas con las que me manejaba, me trataba como un animal, me follaba como un animal, el sudor se propagaba, el calor emanaba por montones, su pene se expandía, sentía cada vena, cada Aruba de su falo, cada curva de su glande, cada rincón de mi ano siente su pene invadirlo, follarlo.
-¡ME VOY ME VOY!-me grita para luego tirar con más fuerza mi cabello, logrando así, acostarme sobre su pecho. Lo sentí, mientras su pene empezaba a bombear, mi ano ardía, en cada bombeo, ese bombeo que resultaba de explosión. Su semen entraba por chorros a mi ano, su pene bombeaba. Acostada y siendo presionada sobre su cuerpo, mi ano penetrado completamente por su pene mientras suelta entre bombeos su semen dentro de mí.
Mi cuerpo sube y baja ya que su pecho se expande en cada repetición de respiración. Su mano con suavidad empieza a soltar mi cabello, su mano con dulzura suelta mi cadera y empieza a acariciar mis pechos. Llevo mis manos hacia atrás y acaricio su cabellera, su rostro. Sudando, gimiendo, sintiendo, doliendo, sonriendo.
-Feliz San Valentín, papá –le digo-
Entre espiraciones agitadas, sonríe –feliz San Valentín para ti también mi amor-
Siento su pene ponerse blando. Levanto mis caderas y este cae de mi ano, dejando paso a un chorro de semen que termina en gotas nacientes de mi ano y que mueren en la cama, en sus piernas.
Este fue un San Valentín de hace un par de años, este fue el mejor San Valentín de años.
Espero que les haya gustado, esto me pasó hace un par de años. No quice poner edades ya que no sé s hay líso legales al ser real, pero, espero lo lean y sea de su total agrado.
Muchos besos!
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