Mi Sobrina Dariela de 9 años III . Por fin se consuma como mujercita.
Dariela tiene un cuerpo exquisito. Pero aún le faltaba comerse toda mi verga para ser una mujer de verdad. Ahora, con la ayuda de Victoria, por fin se cumplirá..
Dariela jadeaba y me tocaba la vagina. Se notaba que le dolía. Pero el cansancio de la cogida terminó por hacer que se durmiera. Esa nena era de verdad sobresaliente. 9 años solamente y ya estaba aguantando cogidas casi tan intensas como las que tenía con hembras de 23 años.
Me levanté y dejé a Dari dormida. La cubrí con una sábana ya que seguía desnuda. La había pasado increible pero necesitaba aprovechar cada minuto con ella. Su mamá (mi prima) volvería al siguiente día y no estaba seguro si con ella en mi casa, podría disfrutar a Dariela. Así que llamé a mi hembra:
– Victoria, vente para mi casa. Necesito que me ayudes.
– Voy ahora mismo ¿pero a qué?
– No preguntes. Solo vente, hermosa como siempre.
Colgué y me di un baño. El agua que caía de la regadera me relajó mucho. Y a pesar de no tener ni una hora de haber estado con Dari, mi verga se empalmó solo de pensar en lo que le acababa de hacer a esa niña.
La ducha igual me había servido para pensar. Al salir del baño fui a revisar el cuarto de Dari. Su mamá aún no sabía qué hacer. Cómo moverse desde su casa en Ecatepec hasta la escuela en Santa Fe. Pero yo sí. Lo tenía clarísimo. Le diría que la niña se podía quedar el tiempo que fuera. Que las rentas en esa zona son muy caras para que pensara en moverse, sobre todo con el salario tan miserable que mi prima ganaba, y que yo la podía cuidar. Que ella podía venir a ver su hija los días y veces que quisiera. Esa niña era muy exquisita para dejarla ir, para tenerla solo un fin de semana.
No sabía si la mamá accedería. No sabía que tanta confianza de verdad me tenía. Lo que sabía es que en su situación no tenía muchas opciones, y que por más que buscara soluciones, la mejor era dejarme a la niña.
En eso oigo la puerta, es mi Victoria entrando. Era una hembra en todo su esplendor. Una Diosa consumada de 24 años. Pelinegra, de tez blanca y rostro redondo y angelical Venía vestida con un jean que le marcaba sus esplendidas y enormes nalgas, producto de ir constantemente al gimnasio. Traía una blusita que le dejaba ver su cintura delgada y que marcaba bien sus tetas. No enormes, ni pequeñas, simplemente perfectas y redondas. Se acercó a mí y me dio un beso.
-¿Cómo estás? ¿Cómo está tu sobrina? – Me preguntó con ternura y genuino interés.
– Bien. Ella está dormida. Creo que debería platicarte algo… Pero antes, ¿cómo te fue con los renders de tus planos? ¿Aceptaron su propuesta de proyecto?
Me seguía besando en al cuello, acariciaba mi pecho y con la otra mano bajó hasta mi verga.
-¿Y si platicamos luego? Es que hace 5 días que no me das y me urge, amor.
No podía contrariarla. Ese escote me la estaba poniendo durísima y al apretar sus nalgas firmes con mis manos me acabó de convencer.
La llevé a la sala, me senté en el sillón, y le ordené:
– Tráeme una copa de vino
Victoria me sonrío y obedientemente fue por la copa. Me la dio y se arrodilló en el piso frente a mí.
Le di un sorbo.
Vicky me desató la bata y mi verga salió como resorte. La tomó con ambas manos y la vio como una niña ve una paleta. Estaba por chuparme el tallo desde la punta pero le puse mi mano en la frente.
-Primero mis huevos, putita.
Di otro sorbo
Vicky me vio desde abajo, y sin decir nada se hundió más y empezó a comerme los huevos. Lamia cada pliegue, me lubricaba bien los huevos mientras me la jalaba lentamente. Con una mano yo empujaba su cabeza hacia abajo y la otra la ponía en mí nunca para disfrutar al máximo y dejarla hacer su trabajo.
Se notaba mucho la experiencia de Vicky al mamar. Ya estaba bien entrenada, sabía cuál era su trabajo para con su macho y la mejor forma de hacerlo.
-Ahora sí tienes permiso de chuparme la verga, zorra.
Le acaricie la cara, tomé un poco más de vino y le metí toda mi verga de golpe. Se atragantó por un momento e intento salirse. Empujó con sus manos mis muslos pero no la solté por unos segundos. Cuando vi que ya no aguantaba más la dejé respirar. Respiró hondo y se la volvió a meter. Jugaba mi verga con su lengua, combinaba movimientos de manos y apretaba rico con sus labios. Era grandiosa. Yo gemí de gusto.
– Ah tu sí que sabes cómo mamar, perra.
Se la sacó un momento y le preguntó
– ¿Cómo que yo sí sé? ¿Alguien más te ha…?
Se la volví a meter para que se callara. Y empecé a mover mi torso para que no pudiera sacársela. Apreté fuerte tu cabeza. Me la estaba cogiendo por la boca. Ella se quedaba sin aire y me intentaba golpear los muslos pero no podía.
Entonces me relajé un poco y dejé que ella siguiera su chamba. Ya no me hizo más preguntas.
Tomé otro sorbo de vino y vi como mi sobrina Dariela salía lentamente, curiosa pero temerosa, de su cuarto. Me vio a la cara, pero no alcanzaba a ver a Victoria. Le hice una señal con el dedo para que se acercara. Sonreí. «Ahora sí mi niña» dije.
Victoria no se había dado cuenta, estaba muy ocupada con mi verga. Mientras, Dari se acercaba y empezaba a ver cómo tenía a Vicky mamándomela. Al principio se asustó y quiso irse. Pero la tomé de la mano y la guie hasta donde estaba Victoria. Dari necesitaba aprender a ser mujer.
Fue hasta que Dari se arrodilló junto a Victoria que esta última se dio cuenta de su presencia y gritó y saltó sorprendida
-¡Niña que haces aquí!
– Ssshh sshhhh. Tranquila Vicky. – dije yo
La hice arrodillarse de nuevo.
– No Esteban, esto no…
– No te estoy preguntando, pinche puta, tú eres mía y harás lo que yo quiera. Y ahora quiero que le enseñes a mi sobrinita cómo mamar. ¿Está claro?
– Estás loco yo no…
Le di una cachetada y la apreté del rostro. Al mismo tiempo metí la mano en su blusa, le apreté esas ricas y grandes tetas que se carga, y sus delicados y pequeños pezones.
– Que sí está claro, Victoria
Vicky no era estúpida (la mayoría del tiempo, al menos) y sabía que para ser plena como hembra, debe tener un macho. Sin mi verga, sin mis tratos, sin mí, ella no era nada, no podía ser feliz ni estar satisfecha. Así que agachó la cabeza, y respondió
– Sí, papi.
Acerqué a Dari a mi verga. Eran suficientemente grande para tener a Vicky mamando una parte y a Dari la otra.
– Haz lo que Victoria haga, Dariela. Copia sus movimientos.
Dejé que Victoria me la chupara con calma y Dari, mostrando su inteligencia, siguió exactamente lo que la otra hacía. Era maravilloso. Una maldita locura que nunca me imaginé. Una hembra echa y derecha, perfecta en cada parte de su cuerpo, mamándomela; mientras mi pequeña sobrina, apenas madurando, aprendía de ella. Ambas hembras perfectas, ambas necesarias. Un hombre no puede estar solo con una mujer, de eso me di cuenta en ese momento.
Bajé a Dariela a comerme los huevos mientras Vicky intentaba meterse mi verga entera a la boca. Estuvimos así un rato. Dari aprendió mucho de solo ver. Vicky estaba más relajada. Viendo la situación les quité la verga de sus bocas y les dije.
– Un beso
Vicky se acercó a mí y la detuve
– No, tonta. Entre ustedes.
Vicky me vio con extrañeza y sin saber qué hacer. Dari solo estaba quieta. Mi hembra de 24 años se acercó a la nena de 9 y con dulzura, le dio un bonito beso acariciando su rostro.
– Así, sigan.
Me jalaba lentamente la verga y ellas seguían besándose. Dari tomaba la manos y muñeca de Victoria, que no dejaba de apretar suavemente su rostro. Parecía que ahí había cierto cariño. Quizá Victoria empatizaba con Dari de alguna forma. Se vieron a la cara. Creo que por un segundo hasta se olvidaron que estaba yo ahí. Victoria le dijo casi con susurros.
– No muevas tanto los labios, solo deja que pase.
La volvió a besar y Dari cerró los ojos y se relajó. Luego, sin que nadie se lo pidiera, acarició los pechos de Vicky. A su vez, Vicky empezó a tocar la vagina de la nena y empezaron a gemir. La escena me volvió loco. Levanté a ambas. Cargué a Dari en brazos y tomé a Victoria de la mano para llevarlas a mi cuarto.
………
Besaba a Victoria mientras Dari solo nos veía. Lea acabé por quitar la blusa y el sostén. La aventé a la cama y le quité el pantalón y su tanguita. La vi desnuda y exquisita. Veía como se le formaba una perfecta «V» entre las piernas. Estaba bien depilada, suavecita. La hembra me veía deseosa, deseaba que le devorara la puchita. Pero en lugar de eso, hice que Dariela se subiera a la cama y ella misma le diera la mamada. Al principio Dari no quería, pero cuando Vicky la acerco, la acaricio y sobó su cabecita, la niña aceptó.
Mientras yo le paré la colita a Dari y también me puse a comerme su coñito. Le nena no podía lamer el coño de Victoria mientras yo le lamia el suyo. Gemía y se levantaba. Pero Vicky la empujaba contra su vagina.
La nena era algo torpe pero esa inocencia me excitaba muchísimo. También noté que Victoria lo empezaba a disfrutar.
Le dije a Dariela que parara y se acostara boca arriba. La jalé al filo de la cama, alcé sus patitas infantiles y se la empecé a meter. Ya estaba apretada de nuevo. Sentía que estaba aún más apretada que antes. Empuje con fuerza y la nena empezó a gritar.
-AAAAHH!!! Tio!
– Aguanta, aguanta!!
Empujé más. Apenas llevaba la mitad pero sentía ya no aguantaba más. Parecía ser que nunca podría acabar de metérsela entera a mi hembrita, y acabar de hacerla mujer. Pero, al ver lo que pasaba, Victoria se acercó a la niña, la beso, le acarició los pechos y la tranquilizó.
– Las buenas hembras son lindas como tú, mi niña. Pero las mejores aguantan a su hombre sin importar nada
La nena asintió con lágrimas en los ojos y pensé «es ahora!»
Le metí todo lo que faltaba hasta que su estrecha rajita toco mis huevos. Gemí con fuerza
– AAAAHH!! SIIII!! Putita mía!! AAHHH!!!
– Oh por Dios oh por Dios!- Gritaba la pequeña Dariela.
Victoria se enfocaba en acariciarla. Se puso de rodillas detrás de ella y colocó la cabeza de la nena sobre su regazo.
Le daba fuerte sin parar. Mis huevos chocaban contra la niña, ella gemía y gritaba pero ahí estaba Vicky para calmarla.
– DIOOOOS esa es la verdadera sororidad carajo. – gritaba yo con fuerza a la vez que tomaba a Dari de la cintura sin dejar de darle, completamente desbocado.
La niña le daba sus manos a la mayor y yo sudaba y gemía sobre ella. En un momento se la saqué. La pequeña se abrió por completo y descansó.
Jalé a Victoria, la puse de perrito, me subí a la cama y apunté a su colita. Quería que Dari viera como una mujer de verdad, aguanta bien por la colita. Se la metí despacio y Vicky gemía.
– UFFFF Esteban!!
– Dime que no te encanta y te la saco
– No la saques. Hazme lo que quieras pero no la saques.
Acabé por meterla y empecé a bombear. Rápidamente alcancé una alta velocidad en mis metidas. Le daba nalgadas fuertes. Primero con una mano, luego con la otra, ambas nalgas se le estaban poniendo rojas como jitomates. Se la saqué un instante, le mordí ambas nalgas y le volví a meter la verga entera de golpe.
– AAAAAHH!!! Cabrón qué me haces!!
– Que Dari vea como actúa una mujer de verdad
Dariela veía acostada y recuperándose. Le daba con locura y desesperación a Vicky, sacaba toda la energía que no podía con Dariela. Dariela se lamía el labio. Se acariciaba la puchita. Por Dios, la niña estaba excitaba de ver cómo le daba a Vicky.
Eso me puso más caliente, tomé a mi hembra del cabello, la jalé hacia atrás y con la otra mano estrujé sus tetas sin dejar de taladrar esas preciosas y perfectas nalgas.
– AAAAHHH Papi soy tu zorra!! – Gritaba ella
– Sé que lo que eres pinche guarra.
Se la saqué del culo y se la metí por la vagina, y repetí lo mismo. Se la metí por el culo, luego por vagina, y de nuevo al culo, y por último bien ensartada en la vagina.
Victoria no podía del placer y el dolor. La niña solo veía fascinada.
– Ven – Le dije
Ella se acercó, luego de sacar mi verga de la vagina de Vicky, le dije a mi nena que la probara. La pequeña abrió grande su boca y se la devoró casi por completo. Con jugos de mi hembra mayor y míos. Me la chupo hasta dejarla limpia. Le dije a Victoria que se arrodillara. Al mismo tiempo puse a Dari a lamerme las bolas y a Vicky mi falo. Me la jale rico. Sentía sus lenguas devorando mi verga. Veía sus ganas por tomarse mi leche. Aumenté el ritmo y me vine copiosamente sobre sus hermosos rostros de ambas. Las bañé bien. Les cayó en toda la carita y las hice besare. Mis mecos se embarraban por sus bocas y los compartían. Ambas eran mis hembras. Y Dari era cada día más mujer. Vicky me ayudaría a enseñarle los menesteres de la feminidad.
El único problema sería la madre de Dariela. Pero eso ya me ocuparía.
Hoy la pequeña es más grande y hay mucho más que contar. Pero con esto acabaría la primera parte de la historia con mi hermosa, tímida e inocente sobrina Dariela. Ya les contaré más de ella, de cómo se enamoró perdidamente de mi verga y de mi Vicky. Y de cómo llegaron más mujeres bellas a su vida.
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