Mi Sobrina Dariela de 9 años Parte 2. Lista y Puta
Dariela se convertía cada vez más en una mujercita. Su timidez aún la domina y le falta mucho por aprender. Pero es un placer hacerla mía y enseñarle a ser mujer..
Por la mañana del sábado desperté y Dari seguía acostada, desnuda. Su calzón roto estaba tirado a un lado al igual que toda su ropa. Vi sus nalgas perfectas pero algo enrojecidas aún. Sentí como mi verga endurecía de solo verla, y pensé que a su boquita le hacía falta verga. Así que la desperté, la tomé de la cabeza y jalando su cabello le metí mi verga en su boca. Ella sin despertar bien solo hizo lo que le indiqué. Le movía la cabeza arriba y abajo mientras sus ojos se iban abriendo cada vez más. Le di un par de cachetadas leves para que despertara más rápido. Mi nena se fue despabilando y yo me sentía en la gloria. Su boquita de puta me estaba haciendo una mamada increíble. Algo torpe, claro, pero espectacular tomando en cuenta que era su primera vez.
-Así nena así. Así es como a los hombres nos gusta despertar, putita.
Gemía con fuerza y la hacía subir y bajar cada vez más rápido.
-Así guarrita así ¡¡AAAHH!!
De pronto sonó mi teléfono. Era su mamá, preguntando por su pequeña. Si supiera lo que estaba haciendo.
-Está algo ocupada
– ¿Ocupada? ¿En qué?
-Desayuna, salchicha, ahorita le doy también huevos
Intentaba ocultar mis gemidos así como unas ligeras risas inmaduras por estar en esta situación.
-Ah vale. Pues ahorita que acabe me la pasas ¿sí?
-No, sabes qué. Si puede hablar. Te la paso.
La escena me estaba volviendo loco. Saqué mi verga de su boca y le puse el teléfono al oído.
– ¿Mamá?
-Sí, hija. ¿Cómo estás? ¿Tu tío te está cuidando bien?
Le embarraba la punta de mi verga en sus labios como si de un labial se tratase. Dariela jadeaba ligeramente por lo que alejé el teléfono un poco.
-No le vayas a decir nada a tu mamá ¿Entendiste? -Le dije a mi Dariela- Dile que estabas comiendo.
-…
– ¿Hija?
– Sí mamá. Estoy muy muy bien.
– ¿Te cuida bien tu tio?
– Sí, mamá. Me regaló un teléfono.
– ¿Qué? ¿En serio?
Interrumpí a la nena y me puse el teléfono al oído.
– Disculpa, creo que debí preguntarte antes…
Volví a poner a Dariela a mamarme el pito
– ¿Está bien si se queda con el teléfono? Yo tengo muchos y… mmmm aaah, no es problema
– Ah ¿estás bien? Te pegaste o algo
Intentaba ocultar los gemidos por la mamada que me daba la pequeña
– Sí sí, me golpee con la tarja.
– No es un problema que lo tenga. Solo que no baje redes sociales. Ya sabes, mucho pervertido. Muchas Gracias por ser tan esplendido.
– Es un placer.
– Bueno, hablamos más al rato.
Colgó la llamada y Dari me seguía dando una increible mamada. No aguanté más y me corrí en su boca
– ¡¡¡AAAAAAHHH!!! Pero que bien mamas pinche puta ufffff
La niña quería escupir mi mecos pero la hice tragárselo
– Come come, no sueltes nada perrita. Así así. Esto lo comen las mejores hembras para estar cada día más buenas y bonitas.
Dariela se lo comió a regañadientes. Luego le dije que fuera a darse un baño, que ahorita la alcanzaba. Se levantó y le di una nalgada.
– Estas te las doy por sabrosa, son un halago, te deben gustar.
– Vale, tío.
Cambié las sábanas. Llamé al restaurante Los Canarios Santa Fe y pedí algo para desayunar. Luego me metí al baño con Dariela. Ella seguía tímida. Se tapó al entrar. Le quité las manos y la besé en los labios mientras el agua caía. La volteé, restregué mi verga entre sus nalgas pero no la metí. Solo estimulé su rica vagina para dejarla deseosa. Luego le dije que acabara de bañarse, salió y se fue a vestir. Yo me di una buena ducha igual.
Llegó la comida, desayunamos. Fuimos al centro comercial y le compré lo que ella quiso. Un par de juguetes, mucha ropa, fundas para su nuevo celular. También se comió un helado y hasta le compré unos aretitos de oro. La traté como una princesa. Al volver ella estaba contentísima. Ni parecía la nena tímida que llegó a mi casa.
– ¿Y cómo se dice Dariela?
-Muchas, muchas gracias tío. Eres el mejor
Dari se bajó el tirante de su vestidito y me quiso tocar la verga pero la detuve.
-Ufff muy bien nena, se nota que eres lista y aprendes rápido. Así se agradece. Pero ahora no, ¿qué tal si te mides la ropa y estrenas tus juguetes?
La nena me vio con sus ojitos de conmiseración, tomó las bolsas con sus nuevas cosas y se fue al cuarto.
Recuerdo que luego de eso, me serví una copa de vino y recibí una llamada. Pensé que sería de nuevo mi pinche prima, pero no, era mi hembra, mi hermosa mujer, Victoria.
-Hola, papi. No me dejes sola tanto tiempo…
– Te dije que mi prima y sobrina estarían aquí, hermosa.
– Sí pero ¿y yo?
– Tranquila, ya tendrás lo que tanto quieres culona. Pero tendrás que esperar
– Pero Esteban es que…
– Oh carajo. ¿No me oíste pendeja?
– Sí, sí, disculpa.
– Mañana te hablo. Mantente atenta.
Colgué sin esperar que me respondiera y caminé con mi vino al cuarto de Dariela. Al abrir la puerta me encontré con esa magnifica escena, una escena de una niña aún inexperta y bobita, que no sabía mucho sobre ser mujer, pero que yo la haría una hembra hecha y derecha. Se quitaba uno de sus vestiditos nuevos que le había comprado. Llevaba calcetas altas, y un corpiñito que tapaba sus crecientes tetitas infantiles. Al verme se sonrojo y se intentó tapar. ¿Lo pueden creer? Después de todo lo que me hizo aún tenía algo de pudor la guarrita.
– Pruébate las pantis y los tops que compramos.
La niña asintió con la cabeza y obedeció lo que le mandé. Se empezó a quitar sus calzoncitos feos de 10 pesos del supermercado, y se puso las nuevas panties. Mucho más lindas y femeninas. Seguía siendo de niña, pero al menos tenían más clase. Se veía exquisita poniéndose y quitándose la ropa. Podría tener apenas 9, pero ya se le marcaban esos lindos pechos. Se veía que sería tetona la escuincla. Y a pesar de haberle dado una gran follada menos de 24 horas antes, esa vagina se veía aun perfecta, cerradita y blanquita.
De tanto ver como se vestía y desvestía, me puse al 100. Me acabé el vino, dejé la copa a un lado y mientras Dari se terminaba a de poner uno de los vestidos, la levante sin que se lo esperara y la arrojé a su cama.
-Oh nena, siente cómo me pusiste.
Puse su mano sobre mi pantalón para que sintiera mi verga dura
– Te encanta ponerme así ¿verdad? No puedo creer lo puta que eres
– Ah tío pero yo no he hecho nada
– Sí, sí, nena, pero mira cómo me pones.
Bajé hasta su cuquita, le alcé el vestido, le quité su nuevo calzoncito y le empecé a devorar la vagina. Olía a nueva la condenada. Metía mi lengua y probé esa deliciosa cuquita. La nena gemía y gemía, me apretaba la cabeza y pataleaba sin saber bien qué hacer. No sabía cómo disfrutar aún, pero en ese momento yo le enseñaría.
Metí primero un dedo, luego dos a su vaginita rosadita. Al mismo tiempo le lamia el clítoris y se lo estimulaba con el pulgar. La nena quería pararse y salir corriendo, no entendía lo que sentía la muy estúpida, y entonces, mientras yo estaba comiéndole todo eso, tuvo un orgasmo.
La nena gritó, se retorció, parecía tenía un ataque, incluso por un momento me asusté. Pero cuando vi que estaba como ida (hasta parecía desmayada pero con los ojos abiertos) aproveché. Y le metí poco más de la mitad de mi verga de golpe.
Lo admito, se lo hice con algo de malicia, le sonreí, ella gritó y con ese vergazo acabó por despertar del trance. Me apretó de los brazos, hasta clavó sus uñas y se arqueó. Intenté metérsela más pero no podía, seguía muy cerrada y apretada. No importaba, con el tiempo se amoldaría y con eso era más que suficiente para gozarla.
Empecé las metidas. Me encantaba como se veía con ese vestido, era amarillo, con flores. Traía puesta una diadema en la cabeza y su carita se iba poniendo cada vez más roja. La niña volteaba a ver su vagina en busca de alguna explicación o alguna respuesta para que entendiera por qué le dolía tanto. Pero su vestido no la dejaba verse. Yo por otra parte, tenía una vista privilegiada. No solo veía su carita de cachorra, sino que veía como su diminuto puchito se devoraba de alguna forma mi miembro. Ahora estoy seguro que comerse a una nena así, es uno de los máximos placeres de la vida.
Le seguí dando con más fuerza y autoridad, acabé por quitarle el vestido que, aunque me fascinaba, no podía chuparle las tetitas. Así que lo aventé al piso, le saqué el corpiño y me las empecé a comer.
La nena no dejaba de gritar
– ¡¡Ya tío ya por favor duele más que ayer!!
– Pero ayer te encantó perrita
Le decía yo sin dejarla de bombear.
– AAAAAAH!!!!! TIO!!! Oh Dios por favor!!!
Sus gritos me hacían tenerle más ganas. La tomé fuerte de la cintura. Sentía como mi verga iba metiendo se cada vez más aunque no alcanzara a meterse completa. Su vagina era como un guante de piel hecho a medida. Sentía como cada vena de mi pitote era envuelta a la perfección por su estrecha y rosadita vagina.
– Gime, gime perrita que me encanta!!
– No tío así no. AAAAAAH!!! Le diré a mi mamá
Eso me enojó. Quien se creía esa escuincla.
– Si tú le dices algo a tu mamá, no solo no te va a creer; te va a dejar en la calle igual que yo, por mentirosa e hipócrita. O me dirás que ayer no estaba gimiendo de placer ¡¡PUTA!!!
Le empecé a dar con especial coraje a lo que la niña se resignó pero no dejó de gritar y gemir.
– Entonces, ¡¡¿quieres que te lo saque no pendeja?!!
– No, no, tío, no, perdóname, perdóname!!!!
– Así está mejor. Así me gusta!
– AAAAHH! AAAAH Tiiiooooooo!!! Gracias por tus regalos
– Eso eso. Si tonta no eres. Aaaaaah!! ¿Quieres estudiar en esa escuela de ricos?
– Sí sí
– Pues tendrás que ser mi hembrita. Ten ten ten!!!
En algún momento le di un par de cachetas mientras ella gritaba sin control. Le tomé fuerte de la cintura, la apreté con ambas manos.
– AAAAAHH Tío ya me empieza a gustar
Sentía que era una muñeca
– Yo sabía que te harías adicta a la verga solo es cuestión de tiempo
La levanté solo un poco pero su cabecita parecía no tener sostén
– WAOOOOOOOO Me orino tio aaaahh!!
Y en eso la nena tuvo otro orgasmo abundante que me hizo acabar a mí también, llenándola toda de semen en el interior de su cuevita.
– Ten ten carajo ten!!
Como de costumbre, le di un par de metidas más para dejarle mi leche bien adentro.
Le beso en los labios, acaricié su frente y me tiré en la cama.
– Te estás haciendo más mujer. Pero no puedo solo con la chamba de enseñarte eso. Para eso, conocerás a Victoria.
que super. Creo que si me hubieran encargado a mi sobrinita…ya estaria montando ahora mi vrga. Saludos bro
Igual. Cogiendo con la nena todo el día, las bolas chorreadas de flujo