Mi sobrina en la estación de esquí
Mi sobrina descubriendo los genitales masculinos.
Después de haberme leído varios relatos, voy a participar yo con el mío, que me ocurrió hace un par de años. Fuimos varios días a una estación de esquí mi hermano mi cuñada mi sobrina y yo, y alquilamos un apartamento pequeñito pero que estaba muy bien. Tenía dos dormitorios, uno con una cama de matrimonio donde estaría mi hermano y su mujer, y la otra habitación con dos camas donde estaría mi sobrina y yo.
Quiénes éramos: mi hermano mayor, de 37 años, con su mujer de 36, tenía una hija de 12 años con la que siempre íbamos a esquiar. Y ya sea en hotel o apartamento, me tocaba dormir con ella. Sin ningún problema «erótico-festivo», si había que cambiarse de ropa o desnudarse, cada uno lo solía hacer en el cuarto de baño. Yo tenía 25 años entonces… y me llevaba 13 con mi sobrina. Yo ya era adulto pero ella, todavía estaba en esa edad en la que dejan de ser niñas, pero todavía no se han convertido en mujeres. Voy al grano; la primera de las noches que íbamos a pasar en el apartamento, una vez que cada uno se ha ido a su habitación a descansar porque al día siguiente había que levantarse pronto, mi sobrina se me acerca y…, de forma discreta, con sonrisa nerviosa y juguetona, me pregunta en voz baja si podía hacerme una pregunta…, especial.
¿mmm? Venga…, ¿qué pasa?
Y entonces me cuenta una historia de su cole… Parece que se atranca al contármela, pero, una vez que ha quedado clara que la historia sería «especial», ya me la suelta: Resulta que algunos chicos de su cole la invitan a que vea mi sobrina como se hacen «pajillas»…, pero a ella le da apuro y se pone nerviosa cuando la preguntan eso. Yo empiezo diciendo que no se preocupe y que pase de ellos de forma displicente y con seguridad; que no noten que se pone nerviosa. ¡Vaya!, mi sobrina me cuenta cosas a mi que debería contar a sus padres. En esos «problemillas» de la edad parece que tiene más confianza en mi…. Pero…
… es que me iba a decir una cosa que no podría decir a sus padres: Es que ella quería ver a sus compañeros como se hacen esas «pajillas», pero no se atreve. Le da corte, miedito, nervios, etc…. No quiere que piensen que es una guarrilla que busca mirar pollas de sus amigos. Y va y me lo dice a mi: – ¿tío xxx (mi nombre, aunque realmente nunca me llama tío sino por mi nombre de pila), me enseñas tú como es tu «cosa» y «eso»…?
¿?¿?¿?¿? jajaja, lo tomo como broma. – No seas impaciente, que ya tendrás una de mayor, jajajaja.
Nos reímos…, pero ella tenía interés para saber un poco «cómo funciona» o tener una visión más cercana de los genitales masculinos. O sea, para saber del tema y no ponerse nerviosa. Conmigo tendría esa confianza para la primera vez que tuviera unos genitales de hombre delante. Insiste varias veces y……… es de noche…… sus padres están en su habitación durmiendo…… mmmmmmmmm, ¿me atrevo?, pienso. Bueno…, es que es tan insistente. – Ok-, le digo. Estaba yo ya en pijama, y debajo del pantalón de mi pijama nunca me pongo ropa interior para dormir, así que…., bueno, tras unos segundos de espera, mirándola a la cara a ver si es broma lo que me dice o realmente está interesada en ver mis genitales, me bajo los pantalones y aparece mi pene un poco morcillón, ya que la conversación me había insuflado algo de sangre a los cuerpos cavernosos del pene, jejejeje.
A ella se le van los ojos de las órbitas. Sí…, está nerviosa…, pero en confianza, así que se adelanta a tocar mi pene, que reacciona haciéndose más ancho. El prepucio empieza a ceder y empieza a aparecer el glande, la puntita, que va la chica y lo toca, a lo cual me da un calambrito muy excitante. Llega el momento en que…., si quiere polla, la tendrá.
La agarro su mano y la digo que me tiene que hacer tal y tal cosa, que me agarre la polla por el centro y vaya subiendo y bajando su mano agarrando mi miembro. Primero la guío yo, bajando el prepucio y asomando el glande, que se hincha como un globo hasta brillar. Con varias subidas y bajadas, la suelto…, ella suelta también, y mi pene se dispara hacia arriba: ahí está, ancho, largo, tirante, duro, con el glande hinchadísimo y yo resuelto a que ella siga pajeándome. – Venga, sigue tú sola.
Y, zas, zas, zas, ella con sonrisa en la boca, su mano en mi pene, pajeándome de forma suave mientras yo lo disfruto. No quiero obligar a nada… Cuando ella quiera parar, se para (ya me pajearé yo solo en el cuarto de baño)…, pero no para sino que me pregunta si por ahí (la puntita) sale la leche………. – ¡Claro! Un rato haciendo eso, y la leche que se forma en mis huevos saldrá por ahí.
Pues dicho y hecho, yo dejo hacer y estamos así durante cinco minutos, donde mis huevos suben y bajan según mi excitación, y que a ella le llama la atención, tocando mis huevos, acariciándomelos, con cara de satisfacción (aunque yo estaba más satisfecho, aunque lo único que hacía era jadear). Y…, tras esos minutos, con voz baja digo que ya me va a salir la leche. Ella sigue pajeando y empieza a salir la leche que la salpica su camisón y que se derrama por su mano. Buffff, he echado varios litros, jajaja. Se ha hecho un charquito en el suelo. Ella huele su mano la corrida que ha ido a parar allí. Huele el semen…, no la pregunto nada sino que cojo pañuelos de papel y la empiezo a limpiar…, su mano y su ropa (qué mal se limpia el semen, jajaja).
Bueno…, veo yo que la curiosidad de mi sobrina está más que saciada, y nos vamos a dormir. Al día siguiente, no pregunto nada. La vida sigue igual que siempre. Tras una jornada esquiando, volvemos cansados al apartamento. Me ducho yo…, salgo vestido de la ducha. Se ducha ella, sale vestida…, como siempre. Nos damos un paseo por el pueblo……, cenamos….., y de nuevo a casa, a dormir. Sí…, varios días esquiando hace que lleguemos a dormir bastante cansados y con ganas de reponer nuestras fuerzas. Mi hermano con su mujer se van a la cama, y nosotros también. Pero…..
….., vuelve mi sobrina con la sonrisita picarona. Resulta que quiere hacerme una paja otra vez. Yo no me lo esperaba que quisiera repetir, porque ya sabía como eran mis genitales, los genitales masculinos…, pero no me hago de rogar. Sonrío yo también y ya no me cambio de ropa en el cuarto de baño. Allí mismo me desvisto y me quedo en pelotas, completamente desnudo. Ya se sabe la lección mi sobrina y va y me agarra la polla, que empieza a crecer en sus manos. Baja el prepucio, asoma el glande, y todo es crecer en mi pene. Parece que le excita a mi sobrinita esa situación, que no se le quita la sonrisa de la boca. Pues…, como el día anterior, con mi polla en plenitud, sube y baja, experimentando velocidades, tocando el glande, pasando su mano por allí, agarrando mis huevos…. que no se le escape nada de mi anatomía. Y yo sigo ahí, desnudo…., al principio de pie…, también sentado…., recostado en la cama….. Y llega el momento en que la leche quiere salir: vuelvo a escupir «litros y litros» de leche de hombre, que caen en mi pecho y se derrama por el tronco de mi pene. Y va ella y….., huele de nuevo el semen que tiene en sus manos…., y lo chupa…, y se lo traga. Yo no digo nada. Sigue ella y pasa el dedo por el semen que hay en la punta de mi pene y en todo su recorrido…, y se lo lleva a la boca. Y va y hace lo mismo con el semen que tengo en el pecho y el abdomen. ¡Se está tomando mi leche! No digo nada ante lo evidente…., pero hago el chistecito: – «eso tiene muchas proteínas, jajaja».
Limpio lo que hay que limpiar, y nos vamos a dormir. Pienso…………………., ¿me atrevo a enseñarle «algo» más? Ni se me ocurre. Soy y quiero ser el sujeto pasivo. Por nada del mundo la obligaría a ella a hacer nada. Cuando haya «aprendido» sobre genitales masculinos y no quiera hacerme más pajas, pues ya está.
Día siguiente: más esquí, paseos, compras… y vuelta a casa. Hemos cenado en una pizzería…, y vamos a casa ya a dormir. Hoy, a diferencia del día anterior, tengo en mente que me pida de nuevo que me pueda pajear…, pero no pienso decir nada. Si ya no me pide más, pues a dormir y ya está. Mis calenturas ya las apagaré en el cuarto de baño en otro momento.
Pero…, sí…., me vuelve a pedir (pienso….., vaya…, esto se va a hacer una costumbre, jijiji). Me vuelvo a desnudar, ella vuelve a coger mi polla morcillona, y me la pone tiesa como ya sabe. Bueno… pues a deslecharme otra vez, yuju!!!!!, jajaja. Pero…, tras unos pajotes y meneos muy agradables, acerca su cara a mi pene y…., se lo restriega por la cara. Huele la punta…. se restriega mi pene por nariz, cara, y labios, donde manosea mi pene frotando mi glande contra sus labios (mmmmmmm, eso me pone muuucho. No digo nada). Y va y abre la boca bien grande y se mete el glande dentro. Vaaaaaya, qué bien! La humedad y calor de su lengua en la base de mi glande me ponen a mil. Y ahora pienso que quizá quiera tomarse mi leche, como hizo el día anterior, pero toda toda, no solo lo que recogió en su mano o mi abdomen ayer. Y empieza a lamer mi polla, saca la lengua y lame la base del pene, desde los huevos hasta la punta del glande. Humedece mi polla por debajo, por arriba…. está mi polla mojada por su saliva….; agarra mi pene fuerte y frota la punta en sus labios, para terminar tragándoselo. No llega más que a la mitad….. jajaja, es una inexperta tragadora, pero suficiente para notar el calor y la presión de su boca en mi polla.
Como era de esperar, esas frotaciones, chupadas y «tragaduras» de mi polla hace que me venga más rápido que otros días. Vuelvo a decir en voz bajita que ya me suba la leche….., y ella sigue…, hasta que empiezo a escupir leche dentro de su boca.
Traga lo que puede, y se le sale leche de las comisuras de los labios…, pero luego se pone a lamer donde ha caído esa leche, sea a lo largo de mi pene, o en mis huevos. No se deja nada. – «Vaya si te gusta», la digo. Ella sonríe, pero no dice nada. A dormir
Y el último día de esquí…, como todos. Y para dormir, yo ya no digo nada esperando la sorpresa…., y que ella vuelve a pedir su ración de «leche de hombre». No pasa nada. Me paso todo el día generando leche que dono de mil amores a mi sobrina, jajaja. Se va haciendo una experta y ya no deja que escape nada de leche de su boca. Mejor, para no tener que limpiar luego los derrames seminales en los pelos del pubis o del abdomen, que es una lata limpiar aquello.
Y nos volvemos a la ciudad, se acabaron las vacaciones en la nieve. Ella con sus padres y yo a mi casa. No he vuelto a preguntarla nada sobre aquello, ni opinión ni si quería probar de nuevo la leche de hombre. Eso sí, siempre que lo recuerdo se me pone el rabo tieso como un mástil.
Muy excitante espero la continuación