Mi Sobrinita Dayanna
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Leonanky.
Que tal a todos, me llamo Anthony tengo 38 años. La siguiente historia ocurrió hace 11 años, es basada en una experiencia vivida. Una experiencia que cambió completamente mi vida y la de Dayanna.
Yo soy un hombre normal, con una vida y trabajo normal. Trabajo en una construtora, cuando tengo tiempo libre voy al gimnasio.
Mi aventura comenzó, el día en que mi hermana Katherine, le salió trabajo hacia otro municipio del estado. Como ella confía en mí, dejó a cargo a Dayana mi sobrina. Una niña sublimemente hermosa, carita de ángel, piel blanca (no pálida, ojitos grises, cabello de rulos y de color castaño oscuro.
Katherine hablo conmigo para que la niña se quedará en las tarde y en la noche en mi casa ya que ella tiene que trabajar en la tarde y en la noche y parte de la madrugada cuando hay mucho trabajo. Yo como salgo del trabajo a las dos de la tarde, no vi problema alguno, así que acepte.
Quedamos que ella se quedaría las mañanas en su casa, y el resto del día en la mía, y así fue.
A la día siguiente, mi hermana trajo a la niña con todas sus cosas.
Una vez acomoda todas sus cosas, decidí ir a bañarme para salir a comprar comida.
Confiado en que la niña no pasaría a mi habitación, yo me desnundo y me meto tranquilo a bañar. Cuando termino, busco mi toalla para secarme y no la hallo. Cuando salgo para buscarla, me encuentro con Dayanna, la cual me mira perpleja. Lo cual me avergüenza un poco. Yo rápidamente busco la toalla, la cual estába en la cesta de la ropa.
—Eh… ¡Dayanna hija!, ¿Que haces aquí?
—Nada tío. Sólo quería jugar contigo.
—Si. Pero… Debiste tocar primero la puerta antes de entrar. ¿Tu madre no te enseño eso?
—Si. Lo siento.
Ella viene y me abraza (sin ninguna intención oculta), y siente mi paquete y me pregunta por ello.
Yo le digo que nada pero ella insiste verlo ya que dice "que no es normal" que puede ser que esté enfermo. Claro que no es normal pero por su culpa está así.
—No creo, mejor esperame afuera. Yo voy ahorita para jugar contigo.
—Yo quiero quedarme.
Me dice, sin la menor intención de esconder algo o la menor intención de lujuria.
—Dayanna, anda. Yo voy ahorita yo me cambio y voy ahorita.
—¿Cuál es el problema?
—Me vas a ver desnundo.
—Pero yo he visto a mi papá y a mi Hermano desnudo.
Me impresiona lo que dice.
—¿Si?, ¿Pero cómo?
Ella se queda callada por un segundo, luego responde.
—Escondiendome.
—Comprendo. Aún así eso está muy mal.
—Si lo sé.
—Bueno. Como lo sabes, ahora esperame afuera.
Ella me pone esa mirada tan tierna de la cual yo no me resisto, y termino cediendo.
Yo me quito la toalla, y ella sólo se dispone a contemplarme como si yo fuera un monumento histórico o algo así.
Mientras me visto, ella comenta algo.
—Te ves bien.
—¿Cómo bien?
—Así pues… Tu cuerpo.
—¿Mi cuerpo?
—Si.
—¿Te gusta mi Cuerpo? —Le lancé esa pregunta a ver que respondía.
Ella se sonroja al máximo y no responde.
—¿Qué pasa?, ¿ahora no quieres hablar?
—Si, pero es que tu pregunta…
—Sólo responde. No le diré a nadie. Te lo prometo.
—¿En serio?
—Si.
—Bueno…
—Sólo dime si te gusto.
—Es que yo… Eem…
—Dayanna…
Ella respira profundo, pero no responde si no que se va a su habitación.
Yo me quedo con la duda, pero igual sabiendo lo que posiblemente ella respondería.
Decido dejarla tranquila, para no insistirle y poner la cosa peor.
Al otro día, mi hermana viene a la casa para llevarla a la escuela, antes de irse ella me abraza de una manera diferente a como ella lo hacia, y se despide de mí, lanzando una mirada pícara giñandome un ojo. Cosa que me impresiona un poco, pero no le hago mucho caso, porque quizás sea ganas de echar vaina por su parte.
Todo el día me la paso pensando en lo que posiblemente me haya dicho, pero no sé, no quiero sacar conclusiones precipitadas.
No pude aguantar más así que, instintivamente fui a buscar a Dayanna a la escuela, pero antes llamé a su madre para avisarle, cosa que dijo que está bien, porque iba a buscar tarde a la niña y que me agradecía el favor.
Una vez estando en la casa con la niña, me entra una ganas de devorarla a besos y saciarla con placer, pero me abstengo, ya que quiero que ella me responda por sí misma.
Dayanna está en la casa, todo ha estado normal. Incluso ella ha estado normal, su actitud ha sido la misma y no he observado coquetería por parte de ella.
Yo me dirijo a su habitación y allí está ella, haciendo su tarea como siempre. Yo toco la parte y ella dice "pase". Me siento al borde de la cama y me relajo un poco para poder establecer una conversación con ella.
—Dayanna, ¿que estás haciendo?
—La tarea.
—¿Tienes un segundo?
—Dime.
—Es que quisiera hablar contigo… Sobre la escuela. —Miento.
—¿Qué quieres saber?
—Sobre cómo vas en las clases, como te llevas con tus compañeros.
—Bueno… En las clases voy bien, y con mis compañeros no he tenido problema algo. Oye, ¿puedo preguntarte algo?"
—Por supuesto.
—¿Y eso… que me fuiste a buscar tú a la escuela?
Me pone un poco atento su pregunta.
—Tú mamá me pidió el favor, ya que se le presentó un inconveniente.
—Comprendo.
Yo no aguanto más y rápidamente la coloco abajo de mí, para mirarla cara a cara y decirle todo lo que siento.
Su respiración es agitada al igual que la mía, y se le nota algo de susto.
Empiezo a besarla, en los labios, ella no corresponde mi beso, y yo continúo besando su cuello, cosa que le hace hadear y reír a la vez (por la cosquilla que le produce). Mientras tanto, le levanto rápidamente la falda escolar que tiene y empiezo a sobar su vaginita, por encima de su ropa interior, haciendola gemir y hadear de placer. Cada vez que paso mis dedos por su hendidura, la noto más húmeda. Vuelvo a besarla en la boca, pero igual no corresponde mi beso.
—¿¡Tío que haces!?
—No soporto más todo esto. Me estoy muriendo por dentro. Dime si te gusto o no.
—¿Vas a seguir con eso?
—Por favor respondeme.
Ella trata de zafarse, pero no puede debido a mi gran peso.
—Sueltame, me haces daño.
—Dayanna Estefanía responde eso.
—¡Sueltame!
Me le quedo mirando.
—¿Quieres que te sueltes? —Se lo digo seriamente.
—¡Sueltame!
—Está bien. —No la miro a la cara.
Una vez concluido aquello, me retiro de su habitación. Y me voy a rescostar a la mía para poder descansar y aliviar mi mente por todo esto que ha pasado.
De tanta meditación, me quedo dormido.
Como a las 2 horas, algo le despierta. Es Dayanna.
—Ah eres tú. ¿Qué quieres?
Todavía tengo algo de sueño, por tal motivo que tengo los ojos entrecerrado.
—¿Tengo hambre, puedes prepararme comida? —Me mira algo apenada.
Me quedé mirando y, no tuve otra opción. No podía negarle eso, ya que vendría a ser egoísmo y un pecado de mi parte.
—Claro. —Respondi.
Respondo y me levanto. Al estar en la cocina, limpio mis manos y todo los objetos que vamos a utilizar para la preparación.
Dayanna, se sienta en una de las sillas del comerdor y espera pacientemente.
—¿Qué quieres comer?, ¿Arepa con queso? ó ¿Un pan tostado con queso? (Una tostada).
—Me parece bien, una arepa con queso.
—De acuerdo.
Minutos más tarde está lista la comida. Yo le sirvo la comida junto a un vaso de jugo de guayaba.
Luego me retiro, pero antes le doy la indicación a Dayanna que debe lavar el plato y el vaso, ella acepta.
Estando en mi habitación, me echo a dormír, para más tarde hacer unas cosas del trabajo.
Al levantarme veo la hora y son las cinco y media de la tarde. Me dirijo a hacer mi trabajo, Dayanna viene a decírme algo, pero la esquivo diciendole que estoy ocupado. Ella sólo se queda allí viéndome, luego se va.
Y así pasan los días, mi hermana me deja a su hija en mi casa yo la atiendo normalmente (comida y necesidades básicas), pero no le dirijo la palabra.
Realmente amo a Dayanna, pero no puedo estar insistiendo a alguien que no corresponda lo que siento. Lo mejor es que la evada como sea posible para evitar el más mínimo y minúsculo rose con ella.
Dos días después, otras de mis hermanas, llamada Andrea, me dijo que su hija estaba cumpliendo año. Se trata de mi sobrina Amanda.
Llegó el viernes, día del cumpleaños de Amanda. Yo me preparo para ir allá. Mientras tanto arreglo mi ropa, y lo que voy a llevar como regalo. Una hora después de prepararme, arribo a la casa de mi hermana.
Al llegar allá saludos a todos. Pregunto por mi hermana Katherine y me indican donde está. Cuando voy hacia ella veo que está acompañada de Dayanna. Cuando la veo con la niña, desvio mi trayecto y me pongo a hablar con unos primos.
Al ver que la niña se despega de mi hermana para ir a jugar con sus primos, yo me acerco a Katherine para hablar con ella.
Katherine y yo empezamos hablar un poco sobre lo que nos ha pasado en semana en el trabajo. Mientras hablamos, observo cuidadosamente que Dayanna nos mira con algo de angustia. Quizás piensa que le estoy contando lo que pasó entre ella y yo. Pero en realidad no lo hice.
Al finalizar mi charla, voy hacia mi sobrina Amanda. Yo le entrego el regalo, le doy un beso en el cachete y la abrazo diciendole "Felíz Cumpleaños Amanda".
Cuando Dayanna me ve, simplemente ella se pone celosa (porque se le notó a leguas en la actitud).
Luego de eso, me disperso para evitar roces con Dayanna.
Y así pasé la fiesta tratando de evitarla, cuando ella se medio acercaba yo me excusaba para no estar cerca de ella.
Cuando llegó el momento de picar la torta, cuando me dieron mi pedazo de torta, rápidamente me despedí de los que estaban cerca de mí, y salí disparado a mi casa.
Pasan y pasan los días y yo resistiendome como un atleta de campeonato.
Yo a ella la quiero mucho, y significa mucho. Ha sido mi compañera en estos días, pero la deseo tanto que debo retenerme y sólo comermela con la mirada.
Un buen día, decidí irme de la casa, para trabajar en un proyecto grande. Yo me ajolé en la casa de unos tíos. Allí no habían gente menor de 25 años. Ya que los hijos de mis tíos ya tenían trabajo igual como yo. Mi tía tenía 53 años y mi tío 59 años.
Según lo que me dijo mi hermana cuando estaba hablando por teléfono con, a Dayanna no le cayó nada bien esa noticia. De hecho se deprimió tanto que ahora no come mucho y no tiene mucho interés en ir a clases. Incluso la maestra le dijo a Katherine que Dayanna se escapó en plena clases.
Al decírme esas palabras, me quedé callado por un momento, ya que no sabía que decír respecto a lo que ella me estaba comentando. Articulé algunas palabras y cuando iba a hablar, Katherine me interrumpe.
—Por lo visto mi hija te ha agarrado mucho cariño.
Me espabilo, pero rápidamente respondo.
—Es por la convivencia Katherine. Cuando vives o convives con alguien, al final, de algún modo te acostumbras a esa persona.
—Es verdad. Oye, deberías hablar con ella.
Frunzo el ceño.
—No… No lo sé. Estos días ando ocupado con la cuestión del proyecto. —Miento.
—Bueno. ¿Pero ahorita andas desocupado?
—Bueno, si.
—Vale, entonces mando a Dayanna para allá para que conversen un rato, y yo la paso buscando más tarde.
—Vale.
Al colgar, lo único que hago es ponerme las manos en la cara por la mortificación. ¿Realmente quiero hablar con ella?, ¿Porqué no la puedo evitar?, ¿Será ella es la mujer de mi vida, y aún no lo sé?
Realmente estoy aturdido por todo esto. No sé como voy a reaccionar.
Una hora más tarde Katherine llega a la casa de mis tíos. Cuando Dayanna me ve, suelta su pequeño bolso y sale corriendo a abrazarme.
—¡¡¡Tío!!!
Yo me arrodillo para abrazarla.
Cuando me tiene entre sus brazos, comienza a llorar y a llorar.
—¡Te extrañe mucho! ¡Me hacías falta! —Me lo dice en el oído.
—Yo también pequeña. Ahora hazme favor y deja de llorar. Más ahorita vamos a hablar.
—Está bien.
Katherine habla con nosotros un rato y con mis tíos. Luego de eso Dayanna y yo vamos a mi habitación.
Estando dentro, Dayanna empieza a llorar desconsoladamente.
Nos acostamos en la cama, yo la abrazo y hablo con ella para calmarla.
—¿Qué pasa?
—Te extrañé mucho. Me hacías demasiada falta.
—Estoy aquí contigo. Por favor deja de llorar.
Le doy un beso en el cabello.
—¿Porqué me evitavas en la fiesta?
Me quedo callado. Luego de unos buenos segundo largos, respondo.
—Estabas allí. No quería dejarme llevar.
—Pero yo te quiero. —Me mira fijamente.
Sus palabras, me hacen aguar los ojos.
—Yo te amo Dayanna. Y porque te amo, me alejé de ti, porque no quería cometer ninguna estupidez, ni hacerte daño.
—¿Quieres saber cual es mi respuesta a la pregunta que me hiciste hace unos días?
No menciono nada.
—Si me gustas tío. Me gustas demasiado, y me gustó verte como te vi. No me gustó nada eso de que te fuiste de la casa. Sinceramente me sentí muy mal cuando te fuiste.
Sus palabras son la gota que rebasó el vaso. Definitivamente me debilita sus palabras haciendome llorar a mí también.
Yo abrazo a mí pequeña, y ambos lloramos desconsoladamente.
Cuando nos tranquilizamos, hablamos un poco.
—Tranquila pequeña, no me iré a ningún lado.
—Por favor no te vayas de mi vida.
—No lo haré Dayanna.
Nuestras miradas se cruzan, de manera que nos quedamos viendonos un rato. Luego de eso, creo que por fuerza de atracción, lentamente nos fuimos acercando.
Cada vez q tenía más cerca su rostro, sentía un vaivén en mi estómago.
Cuando ambos estamos apunto de besarnos, abren la puerta haciendo que Dayanna y yo nos separaramos espontáneamente.
Mi tía abre la puerta y nos ve, pero ella por lo visto no sospecha nada.
—Mis hijos, vayan a comer la cena está lista.
Son las siete y media de la noche. Mis tíos acostumbran a comer a esta hora ya que siempre a las siete u ocho y media se van a dormír.
Ambos comemos en silencio. Debes en cuando cruzamos las miradas.
Al terminar, yo lavo los platos. Dayanna se queda a mi lado.
Cuando termino, yo me siento en uno de los muebles de la sala. Dayanna se sienta a mi lado.
Ambos nos abrazamos y nos quedamos en silencio.
Debes en cuando la miraba de reojo y podía observar como ella me abraza como diciendome "no te vayas".
Después de un rato, estallo internamente.
—No puedo más Dayanna.
La agarro y la empiezo a besar intensamente, ella al principio se opone pero luego me sigue el ritmo.
La beso de tal manera que nuestras lenguas se entrelazan, yo le muerdo levemente su labio y ella gime ante la excitación que le produce.
—Te amo Dayanna, te amo. No me importa lo que digan. Eres mi amor.
—También te amo. Por favor no me dejes.
Cuando tratamos de hablar se escuchan nuestras agitadas respiraciones.
—¡Jamás! Eso nunca.
—Soy tuya.
—Ven vamos a la habitación.
La cargo y me la llevo, luego de eso la acuesto y empiezo a comerme ese manjar.
La beso por boca, la cara, el cuello, Ella me sujete por la camisa.
Ambos nos quitamos apresuradamente la ropa, yo me acuesto y ella se pone encima de mí.
Nos volvemos a besar, ella empieza a hacer movimientos de coito, lo cual me hace poner al tope, creando un interminable dolor en las bolas.
Yo también hago movimientos de coito. Puedo sentir la humedad de su vaginita.
La volteo de manera que estamos en "posición 69", yo empiezo a mamar, chupar, morder su vagina.
Ella al principio no sabe que hacer con mi verga, yo le digo que es como comer paleta o comer helado. Mediante prueba y error, ella le agarró la vuelta así que ambos estamos dándonos placer junto, placer que no tiene comparación.
Estuvimos haciéndonos sexo oral durante unos 5 minutos. Luego de eso, acuesto a Dayanna en la cama.
—Levantas las piernas mi amor.
—¿Qué va a hacer?
—Tranquila amor.
Puedo ver el temor que mi niña tiene, pero yo me acerco y le doy un suave beso lo cual la tranquiliza un poco.
Yo le subo la piernas y se las abro un poco. Al hacerlo puedo ver como la cosita de Dayanna está húmeda. Yo posiciono mi miembro sobre su vagina y junto las piernas de manera que me aprietan un poco. Yo empiezo a moverme, Dayanna hadear y a contornearse un poco por el roce de mi verga contra su vagina.
—¡Ya por favor, hazlo! —Dice ella (con sus ojos cerrados)
Hago varios movimientos lo cual hacen humecer bastante a la vagina de Dayanna.
Luego, acomodo la cabeza de mi pene justo en el hoyito de su vagina.
Poco a poco voy introduciendo. La respiración de Dayanna. Se torna apresurada lo cual empieza a gemir y hadear.
Dayanna empieza a rechazarme.
—Por favor salte que me duele.
—Tranquila mi amor. Eso se te pasara.
—Salte, me duele.
Yo la beso para que se calme. Tengo mi miembro introducido hasta la mitad en la vagina de Dayanna.
Luego de estar un rato así, saco y vuelvo a meter mi pene. Meto y saco para que se acostumbre. Cuando intento llegar un poco más profundo siento su pequeño himen. Me armo de fuerza y se lo ensarto de tu sola haciendo que ella lance un grito al cielo.
Yo la beso. Y me quedo allí para que no haga ruido. Ella me pone las manos en el pecho para apartarme, pero yo me opongo y me quedo allí. Luego de allí empiezo a moverme lentamente para que du vagina se adapte al grosor de mi miembro.
Luego de un rato empiezo a embestirla como un salvaje ella empieza a gemir intensamente.
=¡Aaah! ¡aaah! ¡aaah! Tío! ¡Me gusta!
—¡A mi también me gusta! —Hablo mientras me la follo.
—¡Aaay! ¡aaah! ¡aaah! ¡Soy tuya! ¡No pares! ¡No pares!
Sus pedidos me hacen poner al tope. Mientras la follo puedo ver como cierra sus ojitos y aprieta fuertemente las sábanas.
Sin despegarme de ella la cargo, me acuesto en la cama y ella empieza a calbargarme. Mientras lo hace ella toca mi pecho.
Después de 3 minutos, la recuesto conmigo y la penetro al ritmo de una máquina de coser haciendola hadear y gemir.
Paso unos 10 minutos así, luego cambio de posición, ña coloco de manera que quede de espalda e igual ella comienza a cabalgarme. Le levanto las piernas y la empiezo a coger.
La penetro y le abro las piernas, mientras lo hago poso mi mano en su clítoris, de manera que cuando lo estimulo y me la follo, Dayanna grita, gime, hadea lo cual hace contornearse involuntariamente.
Después de un rato ella tiene su primer orgasmo, haciendo que mi mano se empape de sus jugos vaginales. Y también mi miembro se ha empapado de manera que se me hace más fácil penetrarla.
Estando un poco cansado. Empiezo cogermela de la o como dicen los mexicanos, me la follo de "Cucharita". Le levanto la pierna y me la follo a mi ritmo natural.
Luego de eso ella me lo chupa un par de veces. Ésta vez lo hace como toda una maestra. Yo simplemente me dejo llevar.
Luego de eso, la levanto y la acomodo en posición misionero le abro bien las piernas y la penetro de una. Ella gime del absoluto placer que recibe, mientras le doy matraca a mi amada sobrina ella sólo susurra cosas como "te amo tío", "no pares, sigue sigue".
Luego de unos intensos 10 minutos me vengo dentro de la vagina de Dayanna. Mientras me vacío todo mi semen, me quedo junto a ella. Para descansar un poco. Justo cuando lo saco sale sangre y jugos vaginales junto a mi semen todo mezclado. Dayanna rápidamente vuelve a mamarmelo y chuparmelo.
Mientras ella me da placer con su divina boquita, abren bruscamente la puerta. Ambos miramos y es mi tías. Los dos nos quedamos helados, Dayanna dejó de hacer lo q hacía y ambos estábamos sorprendidos.
Lo único que pudimos hacer fue tapar nuestras partes.
Mi tía nos ve con incredulidad.
—¿¡Pero ustedes dos, qué están haciendo!?
—Tía, no. No es lo que piensas. —Trato de hablar en mi defensa y de la niña.
—¡Pero es que ustedes dos están sigando (follando), no lo puedo creer!
—Tía… —Dice Dayanna.
Ella sólo nos mira.
—Por lo visto ya hiciste mujer a tu sobrina.
Ella sólo se sienta en la cama junto a nosotros. Y se lleva las manos a la cabeza.
—¿Desde cuando andan esto?
—Cierto tiempo. —Digo, con un nudo en la garganta.
—¿Dayanna, él te obligó a comerte esto?
—No tía. Fue bajo mi consentimiento. —Dice Dayanna.
—¿Ustedes dos saben que por esto que hicieron, tú puedes ir preso y tú, tu madre te mandará a un internado?
No respondemos nada.
—¿Ustedes creen que no los oía?
No decimos nada.
—¿Porqué lo hicieron?
—Porque nos amamos. —Dice Dayanna.
Mi tía y yo nos sorprendemos ante tal respuesta.
—Pero su relación es imposible. Además es un pecado.
—Si tía. Pero yo tengo entiendido que cuando se hace con amor no es pecado. —Dice Dayanna.
Ambos escuchamos la bocina del carro de mi hermana.
Mi tía se levanta y nos dice que ya regresa.
Ambos nos quedamos desesperanzados. Dayanna empieza a llorar del miedo.
—Por favor no llores. Estoy contigo.
—Tengo miedo, no quiero que vayas a la cárcel por mi culpa. No quiero que te vayas.
—Mi niña, eso no te lo puedo asegurar. No se si la tía nos va a delatar.
—¡Nooo! ¡Por favor No te vayas!
Dayanna me abraza muy fuerte, lo cual me hace sentir su inmenso afecto por mí.
—Yo te amo tío. Yo quiero estar contigo.
—Yo también te amo corazón, pero ambos estamos en peligro,
Luego de un rato, ambos seguimos abrazados sin movernos del sitio.
Mi tía regresa. Nos mira seriamente.
—Hablé con Katherine y le dije que Dayanna se sentía mal y que estabas durmiendo. No le dije nada de lo ocurrido entre ustedes.
Dayanna da un salto y se le abalanza a mi tía para abrazarla.
—Gracias tía. Muchas gracias.
—Por favor deja de llorar.
Dayanna se seca un poco las lágrimas y vuelve a abrazarla.
—Yo les voy a confesar algo a ustedes dos y espero que no se lo digan a nadie.
—Está bien. —Ambos décimos lo mismo.
—¿Anthony recuerdas el hijo de tu tío Alberto?
—Si. Si.
—El es hijo mío.
Ambos nos quedamos estupefactos e sin palabras.
—Pero… Es tu hijo, ¿y como es que vive con él?
—Porque el y yo nos pusimos de acuerdo, y decidimos dejarlo vivir con él. Nadie sabe que es mi hijo. Todos piensan que es el hijo de una loca que pensaba botar a su hijo y que él lo resguardó de eso. Muchos dicen que tiene cierto rasgos míos. Pero yo los niego diciendo que pudiera ser debido a la genética de su padre. Esto no lo cuento, porque es una atrocidad para cualquiera que lo escucha.
Yo no digo nada, ni Dayanna tampoco.
—Quiero que me prometan algo. Ustedes dos, y estoy hablando muy en serio.
—Dime. —Digo con algo de miedo.
—Quiero que me prometan que mmantendrán al tanto de lo que hagan. Cualquier cosa. Ah y tú que sí Dayanna se desarrolla se protergeran, para no cometer una estupidez.
Ambos decimos que si.
—Otra cosa Anthony.
—Dime.
—¿A tu amas a Dayanna, a pesar de que es muy menor que tu verdad?
—Si la amo.
—Bueno. Yo espero que sea cierto y Dios libre me entere que andas con otra muchacha y que utilizas a Dayanna para desahogarte.
—Eso jamás. Sabes muy bien que soy un buen hombre. —Digo seriamente y un poco molesto.
—Espero. E igual tu Dayanna. Los estaré vigilando. Ahora limpien todo esto. Estamos hablando.
Ella se levanta y se va.
Ambos nos quedamos impactados por esto. Luego de eso, que recobramos los sentidos nos dedicamos a quitar las sábanas para colocar unas nuevas.
En eso Dayanna cae al suelo.
—¿¡Qué tienes!? —Digo algo asustado.
—Me duele el mi cosita.
—Ven yo te ayudo.
En ese momento, la llevo al baño y le lavo sus partes con sumo cuidado. Aprovecho para bañarla y bañarme yo también.
Al terminar me seco el cuerpo y al de Dayanna. La llevo y la coloco en la cama.
Me pongo un short y salgo de la habitación para buscar a mi tía a ver si tiene una crema para aliviar el dolor.
Al regresar veo a Dayanna acostada viendo televisión. En eso le pregunto que comonse siente. Ella me dice que le duele, un poco. Yo le pongo un poco de crema en las zonas que ella me señala.
—Con ésta crema el dolor se te calmara un poco. Sólo debes descansar y si te sientes mal, avísame.
—Esta bien. Tío ven acá, acercate.
Me acerco, y ella me toma del brazo y jala de mí y me planta un suave y apasionado beso eñ cual le correspondo rápidamente.
Aparto la crema y me dedico a besar a mi sobrina hermosa. Ella se deja llevar por mí y yo por ella.
Permanecemos unos pocos minutos así, luego me acuesto y la abrazo.
Ella siente mi paquete entre sus pequeñas nalgas y sonríe.
—¿Si quieres puedo calmar eso? —Me lo dice, y puedo entrever su picardía.
—Si tú quieres. —Le digo arqueando una ceja.
Ella se levanta cuidadosamente y se acomoda. Me dice que me quite el short, lo hago y le dejo mi empalmado miembro para que haga y deshaga con él.
Ella lo lame de arriba a abajo y sólo mete la punta en su boca. Vuelve a repetir el proceso y ésta vez se lo traga entero. Yo simplemente me dejo llevar y dejo que mi sobrina haga lo suyo.
Ella pasa un rato chupando y mamandolo. Hasta que siento que me estoy viniendo, rápidamente agarro a Dayanna por la cabeza y la empiezo a penetrar por la boca. Ella a toser un poco, yo me vengo en su boca y ella sigue tosiendo. Cuando termino, la suelto. Ella se lo saca de la boca y ambos podemos ver la saliva de ella ligada a mi semen. Ella se lo traga y empieza a limpiarme todo mi pene. Al terminar, me da un beso, y por primera vez pruebo mi semen. Pero no doy importancia, porque los labios de Dayanna me dispersan el pensamiento.
Ambos nos quedamos desnudos y abrazados. Abrazandonos con mucho amor. Con nuestro amor secreto, secreto pero que posee buenos sentimientos. Sentimientos que nadie nos puede quitar.
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