Mi sobrinita de 6 (parte 3)
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Después de lo que conté en mi último relato, tuvimos unas cuántas oportunidades para pasarla bien juntos, sin embargo, todas fueron fugaces, pues casi nunca estábamos solos y peor aún, no duró mucho tiempo porque al mes siguiente su mamá dejó de trabajar, así que ya no había necesidad de que me mi madre la cuidara en mi casa.
En un inicio me sentí frustrado porque ya no iba a poder continuar mi relación con ella, pero conforme los días avanzaban yo volví a mi rutina, a la vida de cualquier chavo de 24 años y empecé a tomarlo como una oportunidad para dejar algo que en el fondo yo sabía que no era tan correcto.
Mi sobrinita por su parte, también empezó a tomar distancia en las ocasiones en las que nos veíamos, los domingos familiares, por ejemplo.
No es que fuera cortante o lejana, sino que me trataba normal, como cualquier niña con su tío, con cariño, pero ahora con juegos inocentes.
como si nunca hubiese pasado nada.
Todo era así y hasta había empezado a acostumbrarme, hasta que un día llegó mi cuñada con mi sobrina porque estaban planeando su fiesta de cumpleaños y mi madre les estaba ayudando con eso.
Esa mañana yo al salir de la facultad me fui con unos amigos a tomar unas cervezas.
Ahí en el bar, empecé a besarme y prácticamente a fajar con una de mis compañeras, pero como al día siguiente había clases cada uno se fue a su casa y como dije, cuando llegué a la mía ahí estaban mi cuñada y mi pequeña sobrina.
Yo iba un poco tomado y muy caliente porque me había quedado con las ganas, así que opté por sólo saludar y subirme a mi cuarto.
Al entrar inmediatamente busqué porno en mi celular y comencé a fantasear con ellos, cuando escucho que tocan a la puerta y era ella que quería que jugáramos.
Primero le dije que estaba cansado porque ya sabía que se refería a los juegos normales e infantiles como últimamente, pero después de tanto insistir no tuve más remedio que decirle que sólo un rato.
Me dijo que íbamos a jugar a las atrapadas y empezó a correr como loca por toda mi habitación, yo con flojera empecé a perseguirla dejándola un poco porque obviamente me era muy fácil ganarle y entonces por fin la atrapé, la cargué de espaldas por la cintura y no me resistí, así que pegué mi pene a sus nalguitas, obviamente con la ropa puesta mientras le daba vueltas y me reía para disimular.
Ella también reía a carcajadas y entonces la volví a bajar y a atrapar y cada que lo hacía aprovechaba para rozarme en ella.
En una de esas veces la atrapé estando frente a frente, la cargué con la intención de que su vagina y mi pene quedaran a la misma altura y entonces finalmente notó el bulto que ya tenía, no dijo nada ni se quitó, entonces yo puse mis manos en cada una de sus nalgas y apreté su pelvis a la mía moviéndome hacia atrás y hacía adelante cada vez más rápido.
Entre más me movía más roja y excitada se ponía, su respiración se entrecortaba y sus brazos se aferraban a mi espalda escondiendo su carita en mi cuello.
Yo estaba tan caliente que no me importó que la puerta estuviera abierta y que mi mamá y la suya se encontrarán apenas unas escaleras abajo.
Prendí la tv para que hubiese ruido, la recosté en mi cama y me acosté sobre ella.
Empecé a besarla casi con desesperación cubriendo con mis labios los suyos que eran tan pequeños, metiendo mi lengua hasta encontrar la suya y juguetear con ella.
Mi mano recorría sus piernas mientras con la otra apretaba sus pechos inexistentes como si se tratara de una masa para hacer pizza, primero todos para después enfocarme en sus pequeños y rosados pezones.
Los puse entre mis dedos dándoles pequeños apretoncitos mientras se comenzaban a endurecer, eso me excito más y de inmediato le subí la blusa para ponerlos en mi boca y empezar a chupar mojandolos todos de mi saliva, succionandolos con mis labios y pasando mi lengua por encima de ellos, todo esto sin dejar de moverme como si la estuviera penetrando.
Pude ver que le gustaba, que también me tocaba, que me tomaba de las caderas empujándome para pegar más mi cuerpo al suyo.
¡todo iba tan bien! cuando de pronto escucho que gritan "hijooo", ¡me puse pálido! pensé que nos habían cachado o más bien que me habían cachado, pero por suerte el grito venía de abajo, así que me paré y acomodé a toda prisa y a ella sólo le dije "mi amor, tápate y hazte la dormida" y me obedeció.
Bajé y pregunté qué pasaba, lógicamente me preguntó por la niña y les dije que se había quedado dormida desde hace rato, no dudaron y me dijeron que les hacían falta cosas, que iban a ir a comprarlas y que por favor cuidara a Camila (ése es su nombre).
Yo como siempre actuando para no levantar sospechas les dije que sí, pero que se apuraran por si se despertaba, aunque también como siempre por dentro estaba más que feliz.
Entonces se fueron y yo volví a mi cuarto.
Me paré en la puerta y la vi haciéndose la dormida.
Era tan pequeña! su piel blanca, su cabello largo y castaño, su cuerpo delgado cubierto por una blusita rosa; rosa como sus labios, esos labios que habían estado lo mismo en mi boca que en mi pene.
Entre las sabanas se asomaba una de sus piernas y se apreciaba una montaña formada por sus nalguitas.
No diré que tenía el culo de concurso, sino que eran unas nalgas de niña, redondas como un corazón.
No pude más, ahí mismo me quité la playera y me metí bajo las sabana, entonces seguí besándola.
Primero los labios, luego el cuello mientras mis manos tocaban cada parte de su cuerpo hasta llegar a su entrepierna.
Haciendo a un lado su ropita interior toqué su vagina sin un sólo vello, puse mi palma completa sobre ella y comencé a moverla arriba y abajo mientras ella sólo gemía muy bajito, después separé sus labios vaginales y moví mi dedo sobre su clítoris incrementando el ritmo poco a poco hasta que se corrió ahí en mi mano.
Tampoco mentiré diciendo que echó chorros porque aunque aquí he leído eso mil veces, la verdad es que yo nunca he visto a una mujer de ninguna edad hacerlo, sin embargo estoy seguro de que tuvo un orgasmo, lo vi en su cara, lo escuché en su respirar y lo sentí en cómo apretó y de pronto soltó y para mí fue todo un deleite.
Yo, sólo me quité de encima suyo y me recosté con la erección aún en mí, cuando de pronto siento como su manita me recorre hasta llegar directamente a mi bulto acariciándolo sobre mi ropa.
Torpemente intentó desabrocharme el pantalón, así que la ayudé a hacerlo.
Ella se sentó sobre mí y sacó mi pene, lo tomó con ambas manos y comenzó a masturbarme para luego llevárselo a la boca.
No le entraba todo, así que daba lengüetazos y por ratos se metía lo que le entraba.
Yo ya no podía más, me inqué en la cama y comencé a moverme adentro de su apretada boca.
Se la metía y se la sacaba cada vez más rápido.
Sé que hasta fui un poco brusco con ella, pero sinceramente no me importó y tampoco se quejó.
Seguí con los movimientos hasta que sentí que iba a correrme, entonces la volví a acostar, le subí la falda, le baje el calzón totalmente y empecé a embestirla otra vez, obvio sólo por encima, con la cabecita de mi pene golpeteando y moviendo directamente sobre su clítoris.
Ella consiguió otro orgasmo y cuando terminó ubiqué mi pene en su entrada, estuve muy tentado a metersela, pero sabía que le haría daño y que no era el momento, así que me limité a echarle mis chorros de semen dentro suyo.
Ver cómo le escurría de su vaginita y caía por sus piernas me llenaba de morbo y placer.
Al terminar le dí un beso y la metí al baño para lavarle sus partes y los dientes.
En el baño platicamos un poco, volvió a su actitud infantil hablando de caricaturas y cualquier cosa, pero me dijo que le gustaba hacer eso conmigo y que me extrañaba, también yo le dije que para mí no había nadie como ella.
Al poco rato llegaron mi mamá y la mamá de Camila a la casa, pero nada raro pasó, para entonces nosotros ya estábamos comiendo cereal inocentemente en el comedor.
Esa fue la penúltima vez que lo hicimos, en el siguiente relato les contaré cómo fue nuestra última vez.
Saludos a todos y nuevamente disculpen lo largo del relato.
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