Mi sobrino II
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por veronicca.
Gracias por vuestros comentarios y ante las peticiones de que siga contando estas historias y vivencias, aquí os traigo la continuación de una de ellas.
Recordareis toda la historia con mi sobrino que ya conté en el anterior relato. Pues bien, ya sabéis con las ganas que me había quedado de repetir la experiencia, así que cuando me llamó mi cuñada pidiéndome si podía dejar a su hijo unos días en mi casa, porque ella tenía que cuidar a su madre en el Hospital, yo la dije que estaría encantada de tenerle en casa y que no se preocupara por nada.
Se lo comenté a mi marido, y por él tampoco hubo ningún problema, así que al día siguiente fuimos a buscarlo a la estación y cuando llegamos a casa y le instalamos en la habitación de invitados, yo estaba muy nerviosa y en tal estado de excitación, que mi marido me veía rara y tuvo que decirme para tranquilizarme:
.- No estés tan nerviosa, que aquí va a estar muy bien y no le va a faltar de nada.
A mi me hizo gracia ese comentario de mi marido, pero tenía que intentar controlar mas mi excitación, si no quería que él se enterara de todo.
Esa misma noche, yo no podía dormir y me levanté para ir a la habitación de mi sobrino a preguntarle si necesitaba algo. El tampoco estaba dormido, y al arroparle vi que dormía sin pijama ni nada y al comentarle si no iba a tener frío así, me dijo:
.- Es como por la noche se me pone dura, estoy así más cómodo y no me molesta la ropa.
.- Si, ya veo como estás…… ¿Quieres que te ayude a bajártela?
El asintió con la cabeza y media sonrisa, así que llevé mi mano a su pene erecto y empecé a movérselo, suavemente hasta hacer aparecer su glande reluciente, aumentando todavía más de tamaño, mientras él acariciaba mis pechos que se habían salido del camisón, sus gemidos acabaron por excitarme también a mi ya del todo, cuando de pronto se corrió en mi mano y después de limpiarme, le dije:
.- Verás como así vas a dormir más tranquilo. No quiero que tu madre tenga queja de mi, jeje.
Luego volví a mi habitación, esperando que mi marido no me hubiera echado de menos, pero por suerte, él seguía durmiendo, pero yo tendría que intentar dormir con mi calentura por lo que había pasado, así que yo misma me puse a meterme los dedos para acabar de tener ese orgasmo que tanto necesitaba.
A la mañana siguiente se levantó mi marido temprano para ir a trabajar y poco después me levanté yo para preparar el desayuno de mi sobrino, y cuando entré en su habitación, al retirar las sábanas para despertarlo, ahí estaba otra vez en completa erección y no pude evitar llevar mi mano otra vez a su precioso miembro, pero esta vez, ya sin el miedo de estar pendiente de mi marido, me decidí a metérmela en la boca y saborearla con calma hasta que acabó corriéndose en mi boca y pude degustar su sabroso semen.
Yo ya estaba dispuesta a esta vez satisfacerme completamente, así que aprovechando que todavía mantenía su erección con los restos del semen saliendole de la punta, me monté sobre él dejando que su polla entrara en mi coño, ya completamente mojado y ponerme a cabalgar como una loca sobre él, después de tanto tiempo esperando para volver a sentir esa morbosa sensación, por lo que mi orgasmo llegó enseguida y pude gritar libremente disfrutando del placer que recorrió mi cuerpo.
La intensidad del orgasmo me había dejado un poco cansada, así que nos levantamos, desayunamos y le dije que se preparara que tenía que salir a hacer unos recados para que viniera conmigo.
Por el camino me encontré a una amiga mayor que yo, que se llama Ángela, tiene ya 60 años y está separada. Le presenté a mi sobrino y me llamó la atención su mirada y la forma tan efusiva de saludarlo abrazándolo y dándole un beso prácticamente en la boca.
.- Qué sobrino más guapo tienes. (y me dijo al oído: .- ¿éste es que me dijiste de esa vez que…….?)
(.- Si, es él.)
Otra vez miró a mi sobrino con una cara de querer comérselo todo diciendo:
.- Madre mía. Venir a mi casa, que le voy a regalar un trozo de bizcocho que hice esta mañana y que me salen tan bien.
.- Bueno, vamos, que a él seguro le gustará.
Al llegar a su casa, a mi sobrino le llamó la atención que esa señora tuviera la play ahí en el salón, y ella dijo:
.- La tengo para mis nietos, cuando vienen a casa, así están entretenidos. Ponte a jugar con ella si quieres, que te traigo ahora un trozo de bizcocho.
Nosotras nos fuimos a la cocina para seguir hablando y yo la dije:
.- Anda, que a tí que tanto te gustan los niños, te encantará tener a tus nietos en casa.
.- Si, me gusta la alegría que tienen.
.- Además el mayor ya está muy guapo, que le ví el otro día en la calle.
.- Si, ya va teniendo una edad, y no veas como me mira algunas veces cuando me ve en casa cambiándome de ropa, que ya le pillé alguna vez espiándome.
.- No me digas que ya está así, bueno, les pasa a todos eso, creo. Seguro que tú también ya le has dejado ver más de la cuenta, ¿no?
.- Jajaja, como me conoces. Si le gusto, pues que disfrute viendo algo el pobre. Que a una, a mi edad, también le halaga que un crío así la mire con deseo.
.- Pues como se le debe poner el pito mirándote. Y conociéndote, estoy segura de que tú ya has tenido algo con él y que no te habrás podido aguantar.
.- Bueno, está visto que contigo no puedo tener secretos. Te lo contaré a cambio del favor que me vas a hacer luego. Verás, el otro día, que lo pillé mirándome detrás de la puerta cuando estaba vistiéndome, le mandé pasar y le dije:
.- ¿Tanto te gusta mirarme? (mi nieto se puso todo rojo y no se atrevía a decir nada, así que me desnudé del todo y le dije:
.- Anda, quédate aquí y mírame a gusto todo lo que quieras mientras me visto.
No veas el bulto que se le formó en el pantalón, así que le dije:
.- Creo que te está molestando el pantalón, será mejor que te lo quites y así puedo verte yo también y estaremos iguales. Además te voy a enseñar más cosas para que vayas aprendiendo como es una mujer.
Como él no se decidía, porque parecía que estaba como paralizado, yo misma se los baje y se los quité dejándome ver la preciosa polla que se le había puesto. Me tumbé en la cama y con las piernas abiertas le enseñé todo el coño abierto para que lo viera bien. Al pobre se le pusieron los ojos como platos mirando y le dije:
.- ¿A que a tu madre nunca la viste así?
.- No. Además el tuyo está lleno de pelos y mi madre se los quita, que la vi una vez en baño con una cuchilla afeitándoselos.
.- Mira que golfilla tu madre, como la gusta que se la vea bien la raja. Yo no me los afeito, porque como no tengo marido, no tengo a nadie que me lo coma, como a tu madre.
.- ¿Qué dices? ¿Eso se come también?
.- Si claro, eso ya lo aprenderás, que todavía eres muy jovencito para eso. Mira, si quieres puedes tocarlo, que sé que tienes ganas.
Y ahí estuvo sobándomelo un rato mi nieto, metiéndome hasta los dedos, sorprendiéndose de que estuviera todo mojado, mientras yo también aproveche para agarrársela y darle unos meneítos con los que acabó corriéndose enseguida, pidiéndome perdón por haberme manchado toda.
.- No te preocupes. Si es normal que te salga todo eso. La culpa la tengo yo. Nos limpiamos en un momento y nos vestimos, que menudo calentón que me has metido.)
.- Bufff, menuda situación, Angela. ¿Y ahora que vas a hacer, como vas a seguir?
.- No se, ese es el problema, que es mi nieto y no se como va a acabar esto, si lo debo cortar ya o seguir disfrutando los dos.
.- Bueno, yo tengo que irme ya, tengo que ir a los recados. Ya seguiremos hablando.
Volvimos al salón donde mi sobrino seguía jugando con la play y Ángela, guiñándome un ojo dice a mi sobrino:
.- Quieres quedarte aquí jugando mientras tu tía acaba de hacer los recados y después vuelve a buscarte.
.- Si, ¿puedo, tía?
.- Si quieres si. Tardaré como una hora o así.
Le di un beso de despedida y Ángela me acompañó a la puerta, dándome las gracias con una risa nerviosa.
.- Somos amigas y compartimos nuestros secretos. A mi también me gustaría que hicieras esto por mi.
.- No te preocupes, que algún día te devolveré el favor.
Yo me fui de la casa y lo que pasó allí en esa hora fue lo que luego me contó mi amiga y lo que le pude sacar a mi sobrino.
Angela le dijo a mi sobrino:
.- Voy a cambiarme de opa para estar cómoda en casa
Al rato volvió al salón vestida sólo con el sujetador, las bragas y unas medias a medio muslo, con una fina bata de seda de estar en casa. Mi sobrino, ya miraba más a mi amiga que a la tele, cada vez más nervioso. Cuando se sentó a su lado, no podía quitar ojo de los abundantes pechos de Ángela, que usaba la talla 120, y tuvo que dejar de jugar.
.- ¿Te gustan mis pechos?
.- Si, son muy grandes
.- ¿Nunca los viste así?
.- No, así tan cerca no. Vaya pezones tan gordos. Usted debía de tener mucha leche para sus hijos.
.- Si, tenía bastante. Les di el pecho a mis tres hijos durante muchos meses y se quedaban saciados.
.- Yo no me acuerdo ya de cuando mi madre me daba el pecho, pero debe ser rico eso.
.- Jajaja, que gracioso eres. Si quieres puedes chupármelos a mí un rato, a ver si tienes la sensación de cuando tu madre te daba la teta.
.- ¿Si, ….puedo?
.- Sí, toma.
Mi amiga me contó como mi sobrino se puso a chuparle los pezones de una manera que ella acabo cachonda perdida y que no sabe como se atrevió a meter la mano dentro de su pantalón y agarrarle el pene todo endurecido ya para terminar quitándoselo del todo, tumbándose en el sofa y llevándoselo a la boca empezó con los primeros lametones sobre su glande, a la vez que se quitaba las bragas para que mi sobrino enterrara su cabeza entre sus muslos y pudiera saborear sus jugos que ya la mojaban completamente. Y antes de que terminaran de correrse los dos, ella se lo puso encima para que la penetrara y con sus embestidas la llevara ya al orgasmo.
.- Aaahhh, cuanto tiempo llevaba sin que me la metieran. Como necesitaba esto y encima con un chico guapo como tú follando a una vieja como yo. Que delicia.
.- Usted no es vieja, señora. Está muy buena con las tetas muy grandes y su coño está muy caliente.
.- Yo siempre fui muy caliente y disfruté mucho del sexo, pero últimamente estaba a pan y agua. Quiero que te corras dentro de mi y y sentir tu leche caliente.
.- Si, ya me coroooo, aaaahhh, que gusto……
.- A mi también me has hecho correrme. ¿como he podido pasar yo tanto tiempo sin esto?
Vamos a vestirnos que estará ya tu tía para llegar y nos va a pillar así.
Ya de vuelta en nuestra casa, mi sobrino me fue contando alguna cosa en los momentos en que mi marido no estaba delante y otra noche más a dormir con el calentón, pero esa vez ya pensé en ser buena y satisfacerme con mi marido, que nuevamente debió notarme algo rara por la fogosidad con la que follamos, pero él se quedó bien satisfecho y yo también, así que mañana sería otro día.
Al día siguiente me llamó mi cuñada para preguntar por su hijo y que la cosa con su madre iba bastante bien y que ya podría volver al día siguiente, porque empezaba las clases.
Sólo quedaba un día de tener a mi sobrino en casa y me entró mucha ansiedad por no haber podido disfrutarlo más, pero al anochecer me llama mi marido diciéndome que no sabe si podrá llegar a casa a dormir y que si no llega, que no me preocupe.
Al colgar me sentí algo aliviada por la oportunidad que se me presentaba, pero también nerviosa por la incertidumbre de no saber si llegaría a casa o a que hora vendría.
En principio mi sobrino y yo nos fuimos cada uno a su habitación, pero las ganas que tenía me hicieron arriesgarme y llamé a mi sobrino para decirle que me sentía sola y que viniera a mi cama, pero que tendríamos que estar atentos por si llegaba mi marido, para que se fuera corriendo a su habitación.
Y así empezamos a calentarnos con caricias y besos mientras me seguía contando lo que había hecho con mi amiga Ángela, poniéndonos a hacer un 69 de lo más rico para después ponerse a follarme en varias posiciones y cuando acabamos exhaustos encima de la cama, oímos el ruido de la cerradura de la puerta, que era mi marido que llegaba. Rápidamente me levanté para recibirle y entretenerle para que mi sobrino se metiera en su habitación y al verme así toda acalorada, me preguntó:
.- ¿Qué te pasa, estás enferma o algo,? estás sudando
.- No me pasa nada, es que tuve una pesadilla y me desperté al oírte entrar.
.- Que rara estás estos días. No se lo que te tiene tan alterada.
.- Nada, no te preocupes, serán desarreglos que tenemos las mujeres.
.- Ya, ya, bueno, tú sabrás.
Al día siguiente fuimos a llevar a mi sobrino a la estación, con la satisfacción de haber podido disfrutar una vez más con él.
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