Mi sobrino Lalo en el baño
Esta es una fantasía en honor de mi sobrino Lalo y mi esposa..
Eduardo vino a la casa a entregar unas playeras que Katy le compró. Igual que su papá, vende de todo y a nosotros nos da facilidades o descuento aunque no se lo pidamos.
Eduardo es hijo de mi sobrino Cuauhtémoc. Tiene como 17 años, es muy guapo, delgado, como de 1.65, de cabello quebrado, ojos grandes color castaño, con un lunar coqueto arriba de un labio, cuando sonríe se le forman hoyuelos en las mejillas.
Nos agrada mucho, por lo educado, bien portado y simpático. Pero además, yo he notado que a mi esposa Katy le agrada un poco más y ella a él también. Lo he visto en la mirada de ambos y algunas veces que en reuniones o fiestas familiares han bailado, me percato que se gustan.
Eso para nada me molesta, al contrario, los aliento a que se lleven bien. Si quieren ir más allá, sería estupendo, pienso yo. Cada que puedo, los dejo a solas para que hablen libremente, a ver si inician un noviazgo.
Ahora no es la excepción, cada que se miran se sonríen y me doy cuenta que disimuladamente él le mira de repente las tetotas que tiene y, por su parte, ella también le lanza miradas a la entrepierna, queriendo adivinar su bulto.
Katy tiene 42 años, es bajita (1.54), llenita, de piel blanca, bonita de cara, ojos castaño claro, nariz respingona, mejillas sonrosadas, de grandes tetas (talla 38 C), nalgona, piernuda, cabello largo castaño claro.
Mi sobrino dice que trajo algunas playeras más para ver si le interesan a Katy.
Les digo:
Enséñale lo que quieras Leo…, tú ve todo lo que te interese niña… (mi comentario es malicioso, no sé si lo habrán comprendido; si fue así, lo disimulan) Salgo un momento, no tardo…, voy de rápido al súper porque quiero mandarles a tus papás unos mangos.
Acepta y yo salgo. Pero al pasar por el mercado de al lado de la casa, veo que los mangos están bonitos y a muy buen precio, así que, para ya no caminar los compro ahí, y regreso de inmediato.
Mientras tanto, Lalo le ha pedido permiso a Katy para entrar al baño de la entrada, bajo la escalera, y al ver que no hay toalla en el lavabo le pide una a su tía. Ella le dice: ahorita te la paso.
No es algo planeado, pero mi sobrino orina en la tasa y antes de que termine, Katy entra con la toalla sin tocar la puerta y lo ve con la verga de fuera. Ambos se quedan en silencio, sin saber qué hacer.
Eduardo tiene la verga en la mano, fuera de la bragueta, goteando y Katy se la mira como hipnotizada, ahogando un jadeo. Sin embargo, pasando saliva, se repone, reúne valor y le pregunta si quiere que le ayude.
El muchacho está un tanto desconcertado, pero ante la pregunta, en sus ojos se asoma el morbo. No se la guarda y le pregunta: ¿a qué me ayudas, tía?
Pues si quieres te la sacudo (contesta)…, como lo hago a veces con tu tío…
El chico comprende, sonríe algo nervioso pero excitado y acepta.
Si tía…, si me haces favor…
Yo regresé y entré sin hacer ruido. Escucho un murmullo muy bajito que viene del baño y me acerco en silencio, para escuchar mejor.
En tanto, Katy se le acerca, extiende la mano, se la agarra, le baja el pellejo y se la sacude. Lógicamente el miembro de mi sobrino reacciona a la caricia y se le para.
Mi mujer pícaramente le pregunta: pues ¿en qué piensas Lalo?, que se te está poniendo dura.
En voz baja, como en tono confidencial, él le confía: es que me gustas mucho tía y quiero que seas como mi novia.
Katy responde: no Lalo, eso no se puede…, bueno, sólo que sea nuestro secreto…, pero sí te puedo ayudar a que no te reprimas, porque como le digo a tu tío, no es bueno que los chicos se aguanten, a ver, bájate bien el calzón.
Mi sobrinito la obedece sin demora, se desabrocha el pantalón y se lo baja junto con el calzón mostrándole la verga entera, ya la tiene bien parada. Es delgada, derecha y larga, como de 16 centímetros, morena clara, con cabeza violácea más gruesa que el tronco, medio cubierta por su pellejo. El triángulo de pelos negros rizados contrasta con el color claro de su piel. Sus huevos morenitos y poco peludos se le subieron y forman una sola pelota ovalada, aunque se distingue la separación de los dos.
Ella le dice: ¡se te ve más grande que la de tu tío, Lalo!…, la tienes muy bonita… mira…
Se levanta la falda, se baja el calzón y enseguida de mostrarle el coño maduro, se voltea y le ofrece las nalgas.
Él le dice: tía ¡estás bien rica!, ¡qué bonitas nalgas tienes! ¿De veras me dejas cogerte?
Y le responde: sí sobrino, pero no vayas a acabarme adentro porque hoy me harías un primito… cógeme y me la sacas cuando te vayas a venir.
La atrae hacia él. Con una mano apunta su verga tiesa hacia al coño de su tía. De la punta le está saliendo baba y al meterle la cabeza nota cómo también está húmeda. La sujeta de la cintura y la jala, al mismo tiempo que empuja hacia ella.
A la hora que se la mete siente cómo el coño se abre para él y al mismo tiempo le aprieta la polla. Le dice: ay tía ¡estás buenísima!…, ¡qué rica panocha se coge mi tío!
Katy agradece con una sonrisa la felicitación, mientras se apoya contra el lavabo del baño para aguantar sus empujones. Y él se la coge como perro, bien rápido de lo caliente que está.
Ella suspira y dice: siii…, siii…, ¡cógeme sobrino!, qué rico se siente, ¡está bien dura!…
Él jadea, mueve muy rápido la cadera, se la coge fuerte, parecen una pareja de perros. Mi sobrino está nalgoncito, se ven hermosísimas sus nalguitas bien formadas en ese vaivén. Con su movimiento, Lalo demuestra que ya antes ha cogido. Ambos jadean, están que explotan. Katy gime quedamente gozando la verga adolescente. Parece una escena de hentai.
Cuando Lalo siente que está por acabar le dice con un quejido: ¡Me vengo!
Entonces ella de inmediato se safa, se voltea, se inclina, se mete la verga en la boca y le chupa la cabeza, para que ahí le termine. El chico gimiendo le escupe sus mocos espesos y tibios y ella se los recibe.
En ese momento, como escuché los quejidos de los dos, abro con cuidado la puerta del baño y veo cómo le está aventando los mocos a Katy en la boca y ella tragándoselos golosamente.
Los dos tienen los ojos cerrados, gozando a lo cabrón.
Yo los dejo disfrutar. Katy sigue chupando la verga para no dejarle ni una gota como lo hace conmigo, demostrándole al muchacho lo buena becerra que es y el no para de quejarse.
Extasiado, Eduardo suspira muy hondo mientras toma del cabello a su tía y mueve un poco la cadera, como si terminara de cogerse su boca.
Yo sonrío. Me gusta ver la vergota de mi sobrino dentro de la boca de Katy. Cierro la puerta despacio, para no hacer ruido y los dejo disfrutar. Me alegra que los dos se hayan animado a ser novios. Salgo por la puerta principal para fingir que apenas voy regresando.
En tanto, Katy limpia muy bien con la lengua la cabeza de la verga de Eduardo, se relame y se incorpora. Se besan en la boca con un beso sabor a semen, al tiempo que se abrazan y Lalo le acaricia las nalgas y las chichotas.
Qué riquísimo estuvo tía (le dice en voz baja), nunca había sentido esto…
¿Te gustó Lalo?, a mí también…, me cogiste muy bien y sabe muy rica tu leche. Para la otra me la echas adentro.
Sí tía (responde feliz mi sobrino), cuando quieras y donde los quieras.
Yo abro la reja de entrada, ahora haciendo ruido y ellos al oírme, a toda prisa se separan. Mi mujer se sube el calzón, se acomoda la falda y relamiéndose sale del baño, cierra la puerta tras de sí y se pone a mirar y examinar las playeras que están en el sofá.
Abro la puerta y entro. No veo a Eduardo y pregunto por él, pero antes de que ella me conteste, el chico sale del baño frotándose las manos que acaba de lavar.
Le sonrío y él a mí. No cabe duda que está contento, lo mismo que su tía. De soslayo le miro la entrepierna donde su bulto se marca ligeramente, disimulando la buena vergota que tiene. Qué delicia que piensen que me hicieron pendejo. Bueno, sí lo hicieron pero yo estoy conforme con que me pongan los cuernos y espero que pronto se repita.
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