Mi sombra dominante
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por sumisa2301.
Me tome dos o tres copas, pero a sorbo lento. Debía de aguantar todo el tiempo en que mi amiga buscase a su dominante perfecto. Joder; ambas somos sumisas practicantes, pero no se qué diablos tiene ella para que cambie a cada dos por tres de amo. En cambio en mi vida solo ha habido una mano; mi mano que se encargaba de atarme y incluso ponerme un vibrador o un dildos en mi vagina. Creo que esa es la mejor forma de estar controlada.
Sonrió sin parar porque está sonando una versión salvaje de That’s my Name de Akcent. Es mi grupo favorito y el de mi familia desde que pasamos por tiempos difíciles.
-¿Qué hace una sumisa aquí sola? –me pregunta alguien.
Moreno. Alto. Y un poco más alto que yo. No está nada mal.
-Pues disfrutando de una de mis canciones favoritas y del ambiente.
-¿Has encontrado algún dominante para esta noche y para el resto de la semana?
-No. Estoy es desesperante.
-Lo sé.
-Me llamo Florencia.
-Encantado. Mi nombre es Pablo Gabriel. Pero solo puedes decirme Pablo.
-¿Qué te va mas el bdsm o el bondage?
-Me gusta más el bondage que el bdsm.
-Te confieso algo.
-¡Que!
-A mi también.
Me ruborizo un poco y él me alza la cara para poder mirarle a la suya.
-Conmigo no vas a ruborizarte.
Asiento.
-¿Te apetecería intentar conmigo una primera sesión?
Vuelvo a asentir.
-Vayámonos de aquí.
-¿A dónde me llevas?
-Prometo que no va a ser a un cobertizo para descuartizarte –me responde-. Vamos a mi casa.
-De acuerdo.
¡Vaya!
Ya hemos llegado a su casa. Tiene un tono chocolate y excitante. No puedo creer que en tan solo cinco minutos estuviésemos en este lugar.
-¿Qué clase de música te apetece escuchar?
-¡Que!
-Música. Sesión. Bondage. ¿Qué tipo quieres escuchar mientras tenemos una primera sesión?
-¿Tienes algo de Akcent?
-Sí. ¿Qué canciones quieres que reproduzca?
-Me da igual. Pero quiero Kamelia, Faina, Dilemma, Chimie Intre Noi, Boracay y Regrets entre ellas.
-Buena elección. Pondré esas canciones las primeras y hare el resto las ultimas.
-Gracias.
Ahí pone el reproductor.
La canción Dilemma comienza a sonar no tan fuerte por los altavoces.
-Ven –me dice.
Le obedezco.
Me acerco a él.
Una vez frente a él me hace mirarle a los ojos.
-Vamos a hacer malabares vale. Pero antes necesito saber si tienes miedo a algo.
-No le tengo miedo a nada.
-Perfecto.
Me da la vuelta sin pensarlo. Me abaja la cremallera del vestido que llevo puesto y me queda semidesnuda.
-Date la vuelta y mírame.
Lo hago. Me doy la vuelta y le miro.
-Perfecto –dice-. Vamos a ir a un lugar más cómodo para hacer esto. Quedemos el vestido aquí.
-Pero tu madre no dirá nada.
-Vivo solo Florencia.
Asiento.
Me coge de la mano y me conduce hacia un pasillo muy largo.
Paramos frente a una habitación y me hace pasar. Me quedo alucinada con lo que estoy viendo. Es un perfecto cuarto de juegos y de bondage para ejercer.
-¿Qué color te gusta?
-El negro. ¿Por qué?
-Vas a quitarte el sujetador y las bragas y vas a ponerte este traje de látex. Y delante de mí.
Me enseña el traje y veo que parecido a un bañador.
Le obedezco y me lo pongo.
Una vez que lo tengo puesto, Pablo me mira con mirada de deseo.
-Te queda perfecto. Ven.
Voy hacia él.
Una vez frente a él, me da la vuelta y me cola unas cuerdas en las muñecas. Me las ata bien para que no me escape. Después me hace lo mismo por encima de los codos.
Me coloca en el suelo y después levanta las muñecas lo más alto que puede. Después que me tiene atada de pies y manos, me abre bien las piernas; atacándome en una especie de palo o tabla.
-Completamente abierta a mí. ¿Quieres decir algo antes de ponerte una mordaza?
-¿Qué vas a hacerme?
-Tranquila y disfruta.
Asiento.
Al cabo de varios segundos me pone una mordaza en la boda. Y a partir de ahí no digo nada.
Unos minutos después, siento algo grande y pesado sobre mi ano. Lo introduce en él y comienza a vibrar sobre mí.
Un chico sale de mí. No sé si ha sido de placer o ha sido introducirlo.
Comienzo a retorcerme, pero no logro mirar que hace él.
Consigo correrme varios minutos después.
Me desata los pies y me desata las muñecas de lo alto, y me deja ahí de pie.
Acerca hacia donde yo estoy, un sillón vibrador. Me pone ahí y vuelve a atarme las muñecas en lo alto. Me ata los pies a unas argollas y se aparta de mí. Le da al sillón vibrador y se aparta de mí para desnudarse. Gimo de dolor y mientras él se masturba.
Conseguido varios minutos después el orgasmo, me vuelve a desatar. Pero esta vez me pone una alfombra y ahí me desata las manos, para volverlas a atar en cruz.
Me pone en la cintura unas cuerdas y después la pasa por mi ano hasta mi vagina. Ahí la ata bien fuerte hasta que consigo ponerme las cuerdas alrededor del cuello, bajando de nuevo a mis senos y de nuevo a la vagina, el ano y después a las cuerdas de arriba de los codos.
Me ata los pies unidos y una vez atados, me pone un dildo entre mis primeras cuerdas de las piernas y la vagina. Ata ese dildo bien atado y después lo conecta.
-Bien. Ahora te quedas ahí un ratito hasta que yo lo decida.
-Mmm.
-Lo siento. Así son a las sumisas que domino.
¡Que!
No puede dejarme aquí con estas vibraciones en mi vagina y más cuando produce bastante dolor.
-Se me olvida. Voy a ponerte una venda en los ojos. Así tendrás mil orgasmos hasta que yo quiera.
Me muevo para poder soltarme e irme. Pero cuanto más forcejeo mas excitada estoy.
Ahí me pone un antifaz grueso y ahí me impide ver. Solo escucho la música de Akcent que aun esta puesta. Pero la paz se va para solo escuchar ruidos de la televisión.
Mis gemidos son más fuertes y estoy mojada. Intento poner mi espalda arriba y ahogar mis gemidos y el ruido del dildo para olvidar que estoy allí.
A cada rato, me voy corriendo después y muy lento.
Me quedo dormida un par de horas después. Pero aun siento las vibraciones del dildo.
Segundos después, la luz inunda mi cara. Puedo moverme, pero estoy demasiado débil y cansada para marcharme.
Él me postra sobre la cama y me arropa.
-Descansa.
Al día siguiente me despierto en su casa y en la cama que había en esa habitación.
Me voy al salón y cojo mi vestido.
-Ya estas despierta. Vamos a desayunar.
-Voy a vestirme.
-De acuerdo.
Voy a la habitación y me visto.
Salgo cinco minutos después. Voy a la cocina y me dice:
-Tan guapa como anoche.
-Gracias.
-¿Qué te apetece desayunar?
-¿Por qué me has quedado sola y atada con el dildo puesto? –pregunto de pronto.
-Me gusta dominar a una sumisa, pero a la vez quedarla atada para que disfrute de sus orgasmos. Entiendo si no quieres volver a verme después de esto.
-Me gusto la verdad. Quiero esto.
-Entonces que tiene de malo que te quedes unas horas más.
-La verdad tengo trabajo. Y debo de ir a casa a ducharme e después irme.
-¿Dónde trabajas?
-En la empresa de marketing de la calle 3.
-Perfecto. Tienes dos días libres.
-No puedes darme días libres sin ser mi jefe.
-Me presento de nuevo. Soy Pablo Gabriel Price. Tu jefe.
-¡Entonces por qué no te he conocido!
-Porque trabajo más en mi propia casa que aquí. Así que te ordeno que te quedes dos días en mi casa.
-¡A donde quieres llegar!
-A tenerte.
-No me conoces de nada.
-Lo sé todo sobre ti. Donde vives, que eras sumisa, y sobre todo tus gustos. Fui yo quien te contrate, porque me cautivo tu foto. Y para que sepas quiero que seas de mi propiedad y que seas mía siempre que te necesite.
-No me va las relaciones vainilla.
-¡Y quien ha dicho que esto es una relación vainilla!
-Yo diría que sí.
-Bueno de momento dedícate a complacerme.
-Lo hare…
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