Mi suegra me violo
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por barbazul.
Dicen que el sexo es como el vino (¿Quién lo dice, no tengo idea pero me sirve al analogía?), si te tomas el tiempo de entrar en este fino placer va mejorando a través de los años, tanto en práctica como en sabor, y yo me di un clavado a muy corta edad. Disfrute del placer que el cuerpo puede dar y del sexo opuesto desde niño, pero en este caso les compartiré como perdí mi virginidad o mejor dicho me quitaron mi virginidad, ya que en cierto punto me sentí casi violado.
Esta historia comienza con mis trece años, recién entraba a la secundaria, y era lo que se diría un “fanfarrón pervertido”, y ¿qué es lo peor para un fanfarrón pervertido?, tener compañeros con el mismo perfil, los barones de mi curso no tardamos en amalgamarnos, y las chicas tampoco, ara mediados de año y nos convertimos en un grupo muy unidos y bastante precoces.
Si bien tenia compañeras hermosas de cuerpos más que desarrollados para su edad con la que deleitaba mi vista y en más de una ocasión mis manos, sin embargo había una que era todo lo contrario y era justamente de todas la que más me cautivaba y era de la que caprichosamente me había enamorado.
Cintia, era una chica de mi misma edad, pero a diferencia de sus compañeras era planita, su cuerpo seguía siendo el de una niña de primaria, no obstante había algunas cosas a denotar, su piel blanca su cabello largo y negro y sus bellos ojos celeste me tenían cautivado, sin mencionar que era sumamente brillante, muy aplicada y por sobre todo inteligente.
Disfrutaba mucho de su compañía aunque cuando estaba con ella me portaba como un caballero inglés, si bien era un sucio pervertido con ella la cosa iba por otro lado. El año paso y para llegando fin de año nos habíamos acercado mucho el uno al otro, pero no fue hasta que rompió con su novio en el cual ayude un poco ya que la manoseo en frente mío y yo le partí la cara al mejor estilo Bruce Lee, poco tiempo después empezamos a salir juntos.
Era feliz desde que estaba con ella mis notas habían mejorada y me había olvidado del resto de mis lindas compañeras. Una tarde vino la madre de Cintia a la escuela a retirarla ya que se encontraba con algo de fiebre, ella me saludo muy amablemente, entendí de donde mi novia había heredado sus bellos ojos celestes, Mónica era idéntica a Cintia solo que con cabello rubio, y un cuerpo que apenas y denotaba el nacimiento de Cintia se mantenía con el cuerpo de una chica de 29, ella me agradeció por cuidar de su hija ya que desde Cintia me dijo que se sentía mal no me había despegado de ella, antes de irse, me dijo que mañana por la tarde al salir de clases me diera una vuelta por su casa para ver como seguía Cintia, me dio un beso en la frente y se subió al auto.
A la mañana siguiente por la tarde estaba bien puntual frente a la puerta de Cintia. Al golpear me atendió Mónica, tenía su pelo recogido en una simple coleta, llevaba un top y Short negros bien ajustados que marcaban toda su figura.
– “¡Hagas lo que hagas no le miras las tetas!”- me repetía para mis adentros pero era inevitable teniendo semejantes melones en frente, los cuales brillaban de forma especial por el sudor en ellos, incluso pude ver como una gota de traspiración se perdía entre la raja de pechos los cuales se movían de arriba abajo por su respiración agitada.- “Ok ya le viste las tetas evita verle la pano…¡Dios bendito!”- me dije, tenía todo el short metido en la raja marcando sus labios gruesos y prominentes.
Mónica sonrió y me dejo pasar, yo pensaba en lo idiota que tengo que haber quedado, pero luego se me olvido al ver un suculento culo meneándose de un lado para el otro. La mamá de Cintia me dijo que su hija estaba mejor que había ido de visita a la casa de su abuela, lo cual llamo un poco mi atención, pero imagine que regresaría pronto, entre tanto Mónica me dijo que iría a ducharse ya que había estado haciendo ejercicio y estaba toda sudada, ella me invito a bañarme junto con ella, yo me quede rígido y no supe que contestar, ella solo se rio de mí
– Solo te estoy molestando.- me dijo y siguió su camino, yo respire y me tumbe en el sillón sin poder sacarme esos pechos de mi cabeza y deseando que mi novia llegara para que todo terminara.
Pasaron unos diez minutos cuando escuche que Mónica me llamaba, fui hasta su habitación y al entrar no la encontré, en eso escucho que la puerta se cierra tras de mí y encuentro a Mónica vestida solo con ropa interior su cuerpo fresco luego de bañarse una tanga negra traslucida con puntillas color rojo y un sostén que hacia juego que dejaba ver sus aureolas bien marcadas.
Yo me quede petrificado al ver sus tetas que rebotaban al acercarse a mí, al ver mi espacio personal invadido instintivamente camine hacia atrás con la boca abierta y trastabille con la cama cayendo de espalda a la misma viendo como mi suegrita subía a gatas sobre mí.
– Muy bien pendejo.- me dijo ahora te voy a hacer todo lo que mi hija tiene prohibido hacer hasta que sea más grande, si apruebas te voy a entrenar para que cuando sea grande la hagas gozar.
No sé en qué momento me bajo el pantalón y mi ropa interior pero ahí estaba yo con mi pene firme y palpitante a tal punto que casi me dolía. Mónica empezó a masajearlo lentamente con sus manos ungidas en aceite de bebe. Me creía un experto en las “artes manuales”, pero esta mujer llevaba todo a otro nivel, mi pene nada ostentoso para mi edad brillaba por el aceite entre sus manos, con solo dos dedos retiro de su lugar el prepucio, lo miro lujuriosa y empezó a pajearme con una delicadeza y presión que me hacían retorcer en la cama.
Me quito el pantalón y ella se sacó el sostén, haciendo que sus tetas saltaran al liberarlas de su prisión, tomo el pote de aceite y dejo caer una buena cantidad de este sobre sus pechos y abdomen, me hizo sentar y abrir mis piernas, se arrodillo frente a mí y empezó a hacerme una rusa que casi me desmallo del placer, sus tetas grandes y cálidas, suaves y mullidas apretaban mi verga en una sinfonía de sonidos de lo más lascivos, de vez en cuando me dedicaba una sutil mamada en mi glande que me daba una descarga eléctrica que hacia se me arqueara la columna, el ritmo fue aumentando y su mamada fue permanente , su lengua húmeda y caliente masajeaba de una forma serpenteante mi herramienta toda hinchada, hasta que sentí mis bolas contraerse y me corrí soltando todo mi semen tibio en su boca, la mejor pare fue sentir como su lengua se movía tragándolo todo.
Estaba revolcado en la cama agitado con mi pene flácido viendo como Mónica, se masajeaba sus tetas con una mirada golosa.
– Vamos, no te habrás cansado, falta lo mejor.- me dijo mientras deslizaba, su braga hacia abajo rompiendo unos hilitos de fluido vaginales pegados en su tanga negra traslucida.
Al ver semejante manjar la verga se me puso a cien, me acomodo con la cabeza para la cabecera de la cama como si fuera un muñeco, paso sus piernas sobre mí y se acomodó para un 69, sujeto mi verga que palpitaba como loca y me dijo, vos ahí atrás hace lo que quieras.- acto seguido se engullo mi verga hasta las bolas y empezó a succionar mientras que con su lengua acariciaba frenéticamente.
– Ay mi chiquito que quietito que estas, dale haceme sentir bien rico también.
Movió sus caderas pegándome su concha en mi cara y meneando su cintura la refregaba con mucha técnica sobre mi boa yo casi drogado por el aroma saque mi legua y me olvide de todo, empecé a sorber cada gota que salía de esa vagina rosadita y sin pleitos, atenace su culo con mis manos y lo abrí dejando al descubierto su ano, con el cual juguetee un rato. Con mis dedos.
– Eso así ya te vas despabilando, si vamos más, más.
– Chúpala, Mónica, chúpamela.- imploraba yo.
– Si mi bebe, yo te voy a cuidar.
Mónica era una profesional chupa verga, me hacía venir en un parpadeo, y me levantaba la verga con una mirada, en eso sentí como su cuerpo se erizaba, de repente su vagina lazo una gran cantidad de jugo los cual tímidamente limpie con mi lengua.
Justo cuando pensé que se calmaría esta se dio la vuelta y con una cara desfigurada de placer tomo mis piernas y las llevo casi hasta mis hombros, levantando mis caderas y apoyándolas contra su abdomen.
Debo confesar que a estas alturas empezaba a asustarme un poco, sus ojos desorbitados y sus jadeos sumados a mi inexperiencia me intimidaban un poco. Me miro por un instante como un animal mira a su presa, y ataco, tomo con fuerza mi pene y empezó a lamer mi ano que estaba contraído y al descubierto, lo lamia sin tregua, podía sentir como su legua se deslizaba sin pausa por él, contorneándolo y luego deslizándose dentro lentamente, y luego más y más, hasta penetrarme de forma rápida y desmedida, yo trataba de aguantar pero cuando metió uno de sus dedos me vine, estaba completamente a su merced.
Me bajo las piernas y se montó sobre mí, froto su húmedo coño sobre mi pene que revivió tontamente, cuando estuvo finalmente firme, su vagina lo cubrió por completo, era el estasis me aferre a Mónica, metiendo mi cara entre sus tetas saltarinas, ella empezó su sensual movimiento de caderas, su enloquecedor bombeo, con el que mi garrote gozaba tanto.
Mónica tomaba sus tetas y las apretaba contra mi cara, mientras que mi cadera se movía sola.
– ¿Te gusta lo que sentís?, mi niño pervertido- me decía mientras se dejaba caer de espaldas abriendo sus piernas invitándome a continuar con la furiosa penetrada.
Mis caderas embestían la concha de mi suegrita, con mi pene que oficiaba de arete, la muy putita gemía sin parar mientras demandaba más. La penetre mi entero gusto viniéndome en donde se me diera la gana, cumpliendo obediente con cada posición caprichosa, que tuviera ganas de probar con migo, era su juguete, pero para mí era una maestra poco singular.
Pasaron las horas entre gemidos y unos orgasmos, no fuimos a bañar pero no sin antes abusar de mí en la ducha nuevamente.
Cintia regreso entrada la noche le sorprendió verme por lo que entendí que ella no me esperaba, le dio alegría encontrarme, me saludo con un abrazo y un beso y por sobre su hombro pude ver a su madre cruzada de brazos y sonriendo maliciosamente dándome a entender que lo había planeado todo y yo había caído inocentemente.
Cenamos juntos y tras tomar un café me despedí, Mónica insistió en que me quedara a dormir ya que se había echo algo tarde pero, una caricia en mi pierna con los pies de Mónica por debajo de la mesa me dijo que si me quedaba algo como lo de la tarde se repetiría y yo a duras penas podía estar despierto y atento a la preguntas de mi novia, por lo que me disculpe cortes mente y me despedí. Ya en la puerta, Cintia me despidió con un rápido besito en los labios,
Mónica se acerco y me dijo:
– A yo también quiero.- me beso y sonrió inocentemente.
– ¡Mamá!- recrimino Cintia,
– Vamos, no hagas tanto alboroto, ahora todos somos familia.- le dio una palmadita en el trasero a su hija que se puso colorada y se fue dentro.
– Perdón mi mamá es un poco atrevida a veces.- acomodándose el pelo y con la cabeza gacha, yo solo reí y le dije:
– Mientras que sea solo a veces.-
Me volví a despedir y regrese a casa; lo que me hizo esa mujer no tiene nombre, fue de las mejores experiencias de mi vida y lo quise compartir con ustedes, espero que lo hayan disfrutado y hasta el próximo relato.
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