Mi suegro, su hija, mi suegra y yo. II parte
Sigo contando como mi suegro se folla a su hija, mi mujer y como mi suegra también quiere participar. Lo que no saben ellas es lo maricones que somos él y yo a solas. .
La vida es maravillosa, a un día le sigue otro y lo que pasó ayer queda en el pasado y siempre tienes la oportunidad de seguir adelante, así al menos lo veo yo. Esta reflexión viene a colación de que la vida sigue tras la aventura vivida con mi suegro en ese partido que “vimos” juntos ayer. Los dos sucumbimos al morbo que nos estaba dando el juego que nos llevábamos con mi novia, su hija y su esposa, mi suegra. Al final pecamos él y yo.
No tardamos los cuatro en quedar de nuevo a cenar y a bailar. Esta vez fue en la casa de ellos, que cómo he contado antes se encontraba muy cerca de la de su hija. Cristina, mi esposa cuando se estaba arreglando para la cita me llamó al dormitorio. Cuando llegué la encontré desnuda. Acababa de salir del baño y sólo tenía terminado el arreglo de su pelo. Cuando entré en el dormitorio me dijo: “Amor no sé qué ponerme esta noche, ¿me ayudas por favor?, me dijo.
Yo quería que fuese muy guapa y provocativa a la cena. Lo primero que hice fue elegirle los zapatos. Le sugerí que se pusiera unos tacones negros bien altos. Por supuesto sin medias. Las piernas de mi novia bien valen ser mostradas. Recordé una de las faldas que le había regalado para nuestros juegos y se la busqué en el armario. No fue fácil, tenía ropa para regalar. Esa falda se la compré yo un día que jugamos a vestirla de colegiala. No tardé en encontrarla. Se la di. La faldita de cuadros en tono azul y bastante cortita la aportaban un aspecto aniñado y típico de las colegialas. Cristina ya era treintañera pero le escogí unas bragas rosas muy de niña que también le había comprado yo. Para la parte de arriba le saqué una camiseta blanca de tirantes muy escotada. Por supuesto le pedí que la llevara sin sujetador. A Cristina le encantó el look que le había elegido y ella aportó una buena pintada de labios muy rojos y se terminó cogiendo dos coletas aniñadas que redondearon su fabulosa estampa. Yo me duché y terminé de vestirme más fácilmente. Los hombres somos más básicos para eso. Recuerdo que, de camino a casa de mis suegros, mi novia llamaba la atención de los tíos con los que nos cruzamos, y eso que era poco recorrido.
Cuando llegamos me llevé una sorpresa impresionante. Mi suegra nos abrió la puerta y nos saludó efusivamente. Cuando pasamos me percaté de su vestimenta. A sus 60 años llevaba puesto un pantaloncito corto de esos que dejan ver parte de tus glúteos y que delante marcan tus labios vaginales, propios de las niñatas de hoy en día. Evidentemente sus piernas desnudas y sin medias y unos taconazos de impresión. El cuerpo y el pecho se lo tapaba con una blusa negra con transparencia y tampoco llevaba sujetador, con lo cual sus pezones se adivinaban.
Enseguida apareció mi suegro y me saludó cariñosamente. Nos miramos con disimulo y con extrema confidencialidad, eso sí, nos guiñamos un ojo mutuamente. Seguidamente saludé a mi suegra dándole un beso. Mi novia hizo lo mismo con mi suegro. Éste al ver y saludar a su hija no se cortó en decirle: “Hola hija mía, qué guapa vienes y qué bien te sienta vestirte de colegiala”. Ni corto ni perezoso y sin ni una copa de vino de por medio la agarró de la cintura. Pronto empezábamos.
En el salón nos esperaba el picoteo habitual y rápidamente empezamos a tomar vino. La música no tardó en acompañarnos. El jamón estaba de muerte y los canapés también. El detonante que ayudó a encender la velada vino por parte de mi suegro cuando agarró a su esposa y llevándola hacia mí me dijo: “¿Te gusta el pantaloncito que se ha puesto esta noche?”. Volteó a mi suegra y me mostró lo corto que era esa prenda y como se le veía parte del culo de esa sesentona. A su vez mientras me la cedía me dijo. “¿Me prestas a esta belleza vestida de niña para bailar con ella?”. No hizo falta que le contestase. Mi novia se lanzó a sus brazos y él la recibió con un beso muy cerca de la boca. No hizo falta nada más. Mi novia se abrazó bailando a su padre y yo agarré a mi suegra de la cintura comenzando a mover nuestros cuerpos. Poco a poco nos fuimos separando en el salón por parejas. Mi suegra me arrinconaba hacia una esquina y mi novia arrinconaba a su padre hacia la otra. El vino y el morbo hizo lo demás.
Llevábamos un rato tonteando cuando mi suegra me dijo: “Mi marido me ha contado todo”, yo la miré angustiado por si se trataba de lo que pasó durante el partido de fútbol, pero creía en el fondo que no era eso. La miré a los ojos y le dije: ¿A qué te refieres a los que hicieron en el baño tu marido y Cristina?”
Me quedé tranquilo cuando me dijo que sí. Mi suegro le había contado que llegó a penetrar un poco a su hija en el baño durante la última velada. Sabía que callaría nuestro secreto. Me quedé sin saber cómo actuar, pero al mirar a mi novia y verla bailar pegada a su padre me quitó la duda. Mi suegro la agarraba contra él y le había cogido una mano a Cristina y se la había puesto a mi novia en su boca y ella se chupaba un dedito como si fuese una niña, mirándolo a él lascivamente. Ver eso me encendió del todo. Mi suegra también lo vio.
Esa escena fue brutal, manos mal que duró un instante. Nos volvimos a sentar los cuatro en el sofá y en los puff del salón. Seguíamos picoteando y divirtiéndonos, pero cada vez actuábamos más como parejas separadas. Mi suegro no dejaba a mi novia, su hija, y yo no cesaba de estar con mi suegra. La escena de mi novia chupándose el dedo me había puesto a cien y me acerqué a mi suegra y le di un beso en la boca delante de todos. De repente todos se pusieron a aplaudir y nos reímos con mucha complicidad.
Mi suegro me hizo una seña y me pidió que le acompañase a por más vino. Nos dirigimos a su cocina juntos dejando a nuestras parejas en el salón. Cuando entramos a su cocina y encajamos la puerta, mi suegro me miró y me dijo. “Dime que has sido tú quien me ha vestido a mi hija así hoy para mí”. Me acerqué a él y le dije: “Sí, he sido yo quien te la ha vestido de niña para que la disfrutes”. Mi suegro cogió la botella de vino y la descorchó. Estando los dos en la cocina me cogió la mano y la acercó a su paquete. Noté el terrible bulto que tenía. Mi suegro me acercó su mano a mi entrepierna y me acarició la polla por encima del pantalón. Me estaba matando con ese sobeteo de polla que me daba y me dijo: “Vamos a seguir pasándolo bien, tú y yo nos vemos en el próximo partido”. Y nos volvimos al salón.
Cuando llegamos al salón mi suegro sirvió vino a todos y sacó a mi novia a bailar. Mi suegra y yo nos quedamos sentados. No tardó en tener a mi novia bien sujeta desde atrás, y mientras bailaban salsa le arrimó la polla a su hija. Mi suegra seguía bebiendo y ya sabemos cómo le sienta de bien el vino. Yo seguía excitadísimo con la situación. Me dediqué a beber también sirviéndome otra copa y llenándole la suya a mi suegra. El siguiente tema fue de reggeaton y mi novia comenzó a moverle el culo al padre de forma lasciva. Se refregaba contra él mientras mi suegro le apretaba bien la polla a ella. Ya no se cortaban de hacer esas cosas delante nuestra. Me di cuenta de que a mi suegra la humillación le excitaba porque no dejaba de abrir y de cerrar sus piernas mientras bebía.
Le serví más vino a mi suegra y a mi también. El alcohol se me estaba subiendo a la cabeza y decidí dejar el puff y sentarme en el sofá, mi suegra me siguió. Sin darnos cuenta mi suegro llevó a mi novia mientras bailaban hacia fuera del salón, no sé a donde se dirigían. Lo que si sé es que no tardaron nada en no estar allí. La situación era muy morbosa pero mi suegra y yo nos quedamos como en shock. Como un reflejo mutuo ella y yo nos miramos. Tenía cara de borracha ya. No dudé en besarla en la boca de nuevo llevado por la confusión del momento y por el tremendo impacto que habíamos sufrido, al ver a mi suegro y a mi novia saliendo del salón. Ella me dijo: “Esto no puede quedar así yerno, nos están humillando. Mi hija es una puta y mi marido se muere por ella”. Yo escuchaba en silencio, yo también me moría por su marido. Ella se dio cuenta de que a mí este juego me excitaba, ella me confesó que a su marido también y que eso había ayudado a mejorar sus relaciones. Cogí a mi suegra de la mano y nos levantamos del sofá. Con ella me dirigí a la cocina y le dije: “Tenemos que ponernos a su nivel suegrita”. Ni corto ni perezoso me desabroché el pantalón y me lo bajé junto a los slips. Mi suegra al ver mi polla empalmada se me dio la vuelta y se apoyó en la encimera de la cocina. Metí mis manos por s cintura y desabroché el botón de sus pantaloncitos y le día un fuerte tirón hacia abajo llevándome las bragas con ellos y dejándola como dios la trajo al mundo. Le puse la palma de la mano en la espalda y la empujé para que se apoyara del todo sobre la encimera. En esa posición apreté mi polla contra su raja y sin ningún problema vi como la entraba hasta el fondo. Mi suegra a sus 60 años lo único que hizo fue suspirar y comenzar a ponerse aún más perra. Comencé a devolverle la moneda a mi suegro y la di una buena follada. Tanto es así que no tardamos ninguno de los dos en corrernos. Me di cuenta de que el vino y la humillación de saber lo que mi suegro hacía con la hija la desinhibían por completo. Cuando se giró hacia mi me besó en la boca y me dijo: “Quiero quedar contigo a solas, sin que mi marido y mi hija lo sepan”. La miré mientras me subía los pantalones y la dije: “Por mí no hay problema, ya buscaremos la forma de hacerlo”. Ella asintió con la cabeza y se subió las bragas y los pantaloncitos. Volvimos al salón.
Nos estábamos sentado cuando se abrió la puerta del dormitorio y mi suegro salió de él dirigiéndose al salón. Venía sonriente. Traía algo en la mano y de pronto Cristina, su hija llegó alborotada y corriendo tras de él. “Oye travieso”, le dijo al padre, “devuélveme eso malo”. El padre la miró riéndose y le dijo: “Como colofón a esta velada maravillosa te las devuelvo, pero te las tienes que poner aquí mismo delante de todos”. Mi novia agachó su mirada al suelo ruborizada y cogió sus braguitas rosas y se las metió por los pies. Se subió las bragas alzando su faldita de colegiala y todos pudimos ver su coñito. Luego se bajó la falda. La cara de la madre era un poema. Y la mía también empezó a serlo. Con esa escena dimos por concluida la velada y Cristina y yo nos marchamos para casa caminando.
Cuando llegamos a casa no hizo falta dar muchas explicaciones. Cristina me cogió de la mano y me dijo: “Ven mi amor y termina lo que mi padre ha empezado”. Entramos en el dormitorio y Cristina se tendió en la cama y se quitó las bragas. Se subió la falda y se abrió de piernas. Me alegré enormemente de que Cristina llevara un DIU puesto desde hace tiempo. De su coño emanaban restos de semen de mi suegro. Comprendí que él se había corrido y ella aún no. Me acerqué a su entrepierna y comencé a lamerle el coño. Sólo tuve que decirle: “Yo te terminaré amor”. La noche o lo que quedaba de ella fue muy intensa para los dos. Y supongo que en casa de mis suegros ocurriría lo mismo.
Mi suegra comenzó a escribirme por Whatsapp a principios de semana. Comenzaron nuestras confidencias secretas. No teníamos prisa por quedar, había que prepararlo bien, pero comenzamos a tener nuestra especial relación. A su vez mi suegro me escribía también para quedar para el próximo partido y ese día no tardó en llegar. Cristina al saberlo hizo planes para esa tarde y la madre de ella también. La cita esta vez era en su casa. Cuando llegué mi suegro estaba vestido con la camiseta de su equipo e incluso llevaba puesto el pantalón corto a juego. Nos saludamos efusivamente y nos fuimos al salón. Ciertamente me ponía un poco nervios verlo así vestido con sus piernas al aire. Cuando llegamos me llevé la sorpresa de que allí había otra equipación completa de mi talla. Me sirvió un vino mientras me dijo: “¿No te la vas a poner?”. Sin dudarlo empecé a desnudarme mientras él servía un vino. Enseguida me quedé completamente desnudo, incluso me quité los slips. Me puse la camiseta que me quedaba muy ajustada. Cuando me metí los pantalones cortos por los pies mi suegro se acercó a mí y me dijo: “¿Así te la pone mi esposa?, le miré y le contesté: “Así me la pone que te folles a mi novia, tu hija”, le solté yo sin vacilar. No me dio tiempo a subirme el pantalón. Mi suegro se puso de rodillas y comenzó a comerme la polla. Le bastaron cuatro o cinco chupetones para ponérmela a tope. Le sujeté de la cabeza y le dije: “Así cariño, ufffffff, cómeme así, aráñame con ese bigote de macho que tienes…mmmmmm”. Yo le acariciaba el pelo mientras le sujetaba la cabeza a mi suegro. Me encantaba hacerle eso. Estaba notando como con mi polla rozaba ya la garganta de mi querido suegro. Ya sé de quien había heredado la boca tan maravillosa que tenía su hija. Yo no dejaba de atusarle el pelo diciéndole: “Qué guapo estás con el pelo así hacia atrás suegrito”, le decía mientras me daba esa mamada tan cariñosa.
Esa tarde-noche lo notaba especialmente atento conmigo por lo que decidí dar un paso más. Le pedí que se sacara mi miembro de la boca y que se pusiera de pie. Cuando lo hizo le robé un beso con lengua ensalivándole bien la boca. De nuevo sentir su bigote arañándome la lengua y los labios me puso aún peor de lo que estaba. Le dejé toda la boca llena de babas. Al fijarme en su entrepierna, mi suegro tenía una mancha de flujo en su pantalón corto y estaba muy empalmado. Le di una palmada en el trasero y le dije: “Vámonos a tu dormitorio, quiero que camines delante de mí y que me muevas el culito mientras caminas, si no lo haces te tendré que dar otro azote”. Mi suegro me miró muy excitado y comenzó a caminar hacia el dormitorio. Mientras caminaba movía su culito incluso mejor de cómo lo hacen algunas mujeres. Eso no me impidió darle otro azote en mitad del camino. Me estaba gustando mucho su carácter sumiso.
Cuando llegamos al dormitorio le comenté a mi suegro: “Dame el bote de vaselina que usas con tu esposa cariño”, mi suegro se dirigió a la mesita de noche y sacó el bote. Cuando llegó a donde le esperaba me lo dio. Cuando lo abrí observé que le quedaba poca cantidad. En su dormitorio había un mueble de cajones con un espejo. Mi suegro se miraba en él conmigo detrás. Le bajé los pantalones cortos y su polla apareció erecta. Con un pie se los bajé del todo y le hice que se los sacara por los pies. Metí la mano en el bote y cogí una buena cantidad con mis dedos. Nos mirábamos a través del espejo. De pronto le pregunté. “¿Esto para que lo usas?, refiriéndome a la vaselina. Mi suegro contestó rápidamente: “Lo uso para lubricar a mi mujer cuando quiero darle por detrás”, me dijo. Saber que mi suegra accedía a ser follada por el culo me encendió aún más. No tardé en estar lubricando el culo de mi suegro y con el resto de vaselina que pringaba mis dedos lubriqué mi polla también. Pegué mi cuerpo al de él y le dije al oído: “Ábreme las piernas cariño”. Separó las piernas y se apoyó en el mueble. No tuve que decirle nada y fue el mismo quien se abrió los glúteos con sus manos. Apreté mipolla contra su esfínter y me costó mucho trabajo meterla la cabezota. Soltó un grito seco y notaba su ano muy tenso. Eso no tardé en arreglarlo por que enseguida le agarré la polla y comencé a pajearlo con dureza. Eso terminó de rebajar su ano y mi polla comenzó a entrar con más facilidad. A su vez le daba fuertes tirones de su piel hacia abajo dejando su capullo bien descubierto. Ya le tenía toda mi polla dentro de su culo. Le acerqué mi boca al oído y le pregunté: “¿Te gustó que te vistiese a tu hija de colegiala el otro día?”, le dije, para seguir añadiendo: “¿Te gustó follártela vestida así, ¿verdad?”. Mi suegro asentía con la cabeza mientras jadeaba como un perro. Yo no tenía suficiente y empecé a pedirle lo siguiente: “Quiero que empieces a quedar con tu hija a solas, sin que esté yo, y que lo hagas como si me lo ocultarais”. Creo que le encantó la idea por que mi suegro empezó a menear su culo como una mujer. Yo continuaba dándole por el culo cada vez más fuerte. Incluso le provoqué un par de gritos de dolor. A mçi saber que iban a quedar a solas me encendió del todo. El freno mental se rompió, y comencé a sentir el terrible orgasmo que me venía. Apreté con más violencia mis empujones contra él, y le di varios pollazos muy duros que acabaron por provocarme el orgasmo. Le apreté su polla con mi mano y le daba tirones muy fuertes de su piel hacia abajo produciéndole mucho dolor. En uno de esos tirones mi suegro comenzó a soltar chorros de semen que se estrellaban contra el espejo. Continué llenándole el ano de semen mientras çel se retorcía de gusto y de dolor derramando su semen contra ese espejo. Mi suegro comenzó a rogarme que parara preso de un placer que le sobrepasaba. Le saqué la polla de un fuerte tirón lo que hizo que pegara un grito enorme. Entre sollozos me lo llevé a terminar de ver el partido. Cuando terminó me vestí delante suya. Él ¡permanecía callado. Sabía que tendría su venganza cuando quedase con su hija.
Me despedí de él emplazándole a comenzar a quedar a escondidas con ella. Esa misma noche le contaría mis planes a su hija. Les agradaron tanto que estuvimos follando como animales…..
Pronto tendría noticias de esos encuentros…….que seguro que os contaré….. espero que os guste y que sigáis escribiéndome a mi correo……..un abrazo a todos!!!!!!!
Sigue el morbo por saber cómo cogieron Padre e hija y también los encuentros con tu suegra me tiene a mil de pensarlo
Sakudos