Mi suegro, su hija, mi suegra y yo. IV parte y final.
La situación termina lo más suciamente posible entre mi mujer y su padre y la golfa de mi suegra y yo perdiendo los papeles en las cabinas de un sex shop. .
Ni que decir tiene que esa noche, tras abandonar la casa de mis suegros y marcharnos a la nuestra Cristina me pidió al llegar que le lamiese el culo lleno de semen de su padre. Lo hice sin rechistar, pero reconfortado por haber consumado mi venganza y la de mi suegra. Si ellos follaban cuando querían nosotros íbamos a hacerlo también. Cuando entramos en casa mi mujer se fue directa a la cocina llevándome a mi de la mano. Se apoyó de espaldas a mí en la encimera de la cocina y me pidió que me arrodillase. Cuando vio que estaba como ella me había pedido se subió la minifalda que yo le había elegido esa noche y sus bragas aparecieron ante mí mojadas. Acerqué mi nariz a ellas y enseguida reconocí el olor a semen que las impregnaban. Se las bajé dejándoselas a media pierna y le abrí los glúteos con mis manos. El esfínter de mi mujer apareció ante mí muy lubricado, brillante, con restos de semen blanquecino de mi suegro y ligeramente enrojecido. No pude contenerme y comencé a lamérselo. Me puso muy caliente observar la ligera irritación que mi suegro la había dejado y el tono enrojecido que tenía. No me extrañaba, sé el grosor que se gasta mi suegro y debía haberle apretado con dureza. Yo la calmaría.
Cuando lo tuve limpio Cristina me pidió que me pusiera de pie. Me desabrochó los pantalones bajándomelos junto a los slips. Mi polla apareció empalmada y me la cogió con una de sus manos. Ella empezó a masturbarme pidiéndome que le contase con pelos y señales lo que había hecho con su madre, mi suegra. Yo me estaba poniendo a mil con esa paja y comencé a contarle lo ocurrido en la cocina. Le dije que su madre sospechaba que ella y su padre se estaban viendo a solas. Le comenté que estaba muy ofendida y dispuesta a vengarse. Cristina aceleraba la masturbación que me estaba propinando. Le conté lo de la mamada y el polvo que la eché en la cocina. Cristina me daba fuertes tirones hacia abajo descapullándome violentamente mi empalmada polla. Cuando le dije que salimos de la cocina a buscarlos y que nos dimos cuenta de que estabais en la habitación se metió la otra mano dentro de sus bragas y empezó a masturbarse ella también. Continué con el relato narrándole cuando llegamos a la puerta del dormitorio y la escuchamos a ella pedirle más a su padre y nos dimos cuenta de que te estaba follando el culo. Eso a su madre la sentó como un tiro y fue cuando se bajó los leggins y me pidió a mí que hiciera lo mismo. En ese momento Cristina empezó a correrse dándose intensos roces con sus dedos en su clítoris y yo al verla comencé a correrme también sobre su vientre y sus tetas. Esa noche no follamos ni hicimos otra cosa que dormir.
Durante la semana mi mujer se vio con su padre, mi suegro. Pero esta vez también empezamos a vernos a escondidas mi suegra y yo. Como era arriesgado hacerlo en su casa y mi mujer y su padre necesitaban la nuestra empezamos a quedar en un sex shop del centro de la ciudad. Allí nos veíamos y nos metíamos en una cabina a ver vídeos de sexo de diversas temáticas. Ni que decir tiene que nos poníamos a cien y que terminábamos pajeándonos mutuamente. La cabina era estrecha, pero nos la arreglábamos. Manteníamos un silencio enorme para no despertar sospechas de los empleados. Nos encantaba el olor a sexo que se respiraba allí. Pensar en quien habría sido el último ocupante. Nos gustaba poner la oreja para escuchar a los ocupantes de las cabinas contiguas. Oírlos jadear de gusto cuando terminaban su paja, fuesen hombres o mujeres, pero casi siempre eran hombres. Mi suegra y yo nos poníamos tan calientes y pervertidos viendo videos que llegamos a rebuscar en las papeleras de dentro de la cabina para, coger los pañuelos que habían usado los anteriores ocupantes en su aseo tras correrse. Ella los cogía y los abría llevándoselos a su nariz. Le encantaba oler el semen de esos desconocidos. No sólo los olía, sino que los lamía y terminaba limpiándose el coño con ellos. A mí me dio tanto morbo verla hacer eso que empecé a pedirle que me los diese a oler a mí también. Mi suegra se excitaba mucho viendo lo sucio que era su yerno. Me abría los pañuelos de papel y me los pasaba por la boca y la nariz. Ella quedó alucinada de mi vertiente bisexual, menos mal que no sabía nada de mis encuentros con su marido, mi suegro durante los partidos de fútbol que veíamos juntos. Me encantaba oler el semen de los desconocidos pajilleros que frecuentan esos negocios. Ni que decir tiene que terminábamos follando en silencio como locos.
Nos estuvimos viendo en el sex shop varias veces por semana por las mañanas. A la hora de comer ella siempre estaba en casa y yo en el restaurante en el que trabajaba. A veces nos salíamos de la cabina de vídeo y nos paseábamos por la tienda viendo los diferentes artículos que en ella se vendían. Vibradores, anillas, consoladores, disfraces, películas, vaginas de silicona, arneses, etc etc. Había también unas cabinas de peep-show. En ellas el sistema era idéntico, echabas monedas y se abría una cortinilla que dejaba ver lo que pasaba al otro lado sin ser visto. Normalmente eran chicas desnudas en posturas muy eróticas en turnos de diez minutos, luego cambiaba la chica. A veces había parejas de chico y chica follando y a veces era un hombre sólo el que estaba tras el cristal masturbándose y mostrando su empalmada polla a los que se metían en las cabinas. A mi suegra le excitaba mucho ver a ese hombre correrse tras el cristal. Tenía una polla de buen tamaño y muy venosa. Se daba enérgicos tirones cuando se corría cerrando los ojos y tensando los muslos de su fibroso cuerpo. Recuerdo que era de mediana edad, tendría sobre 50 años o así.
En esos encuentros secretos mi suegra y yo fuimos elevando el nivel del morbo que sentíamos. Llegamos a entrar, recién llegados al local en nuestras citas, a una cabina y a dejar las bragas de ella allí tiradas. Nos salíamos y nos metíamos en la contigua. Oíamos como iban entrando y saliendo hombres de ella y nosotros en la de al lado jugando con la papelera o haciéndonos pajas el uno al otro. Cuando habíamos oído entrar y salir a dos o tres clientes nos cambiábamos de cabina y nos metíamos en la que hablamos dejado las bragas de ella. Cuando las cogíamos de la papelera o del suelo estaban impregnadas de semen de hombre. Eso a mi suegra la volvía loca y a mí también. Ella enseguida se las llevaba a la boca y las lamía. Luego me las daba a saborear a mi y terminaba poniéndoselas para sentir esa humedad en sus labios vaginales. Ni que decir tiene que terminábamos follando como dos enamorados. Luego al llegar a casa del trabajo había días que me encontraba a mi mujer esperándome y me hacía saber que su padre la había visitado. Le encantaba contarme con pelos y señales lo que habían hecho mientras me daba otra ración de semen proveniente de su entrepierna. Luego había días que me dejaba follármela y otros no, pero eso dejó de importarme demasiado a mí lo que, provocó que ella empezase a sospechar cosas. A mí eso no me importó. La venganza que estábamos llevando a cabo mi suegra y yo me tenía embaucado y lleno de morbo y pasión y no pensaba nada más que en nuestra próxima cita.
Dicha cita matutina no se demoró mucho y de nuevo quedamos mi querida suegra y yo en el sex shop. Ese día venía radiante con una falda cortita que dejaba apreciar sus estupendas piernas a sus 65 años. Estuvimos paseando por la tienda y empezaba a estar concurrida. Varios hombres y un par de mujeres estaban deambulando por allí desde temprana hora. Mi suegra ese día quiso hacer compras y estuvimos un rato eligiendo un par de consoladores y diversos tipos de lubricante. Las compras no terminaron ahí por que continuaron con unas cajas de condones de diferentes tipos y lo que más me sorprendió fue la compra por parte de mi suegra de un arnés. Con la bolsa de las compras accedimos a la primera cabina que encontramos vacía y echamos unas monedas para empezar a ver sexo del bueno en la pantalla. No tardamos en ponernos a cien, momento en el que ella se quitó las bragas y las dejó en el suelo. A su vez sacó de una de las cajas un preservativo y lo dejó al lado de ellas y nos cambiamos de cabina.
Cuando entramos en la siguiente busqué el video que estábamos viendo. En él había varias parejas swinger follando entre ellas y no sólo ellos con ellas si no que había mucho contenido bisexual. Mi suegra se excitó mucho con ese tema y me invitó a probar los consoladores. Los saqué de su embalaje y los lubriqué bien. Ella se sentó entre mis piernas sin dejar de mirar la pantalla. Yo desde detrás de ella le pasaba el consolador por los labios vaginales lo que la puso muy muy caliente. El vibrador imitaba a una polla con sus testículos y todo. Tendría unos 18 cms y terminaba en un glande bien gordo y muy real. Mi suegra me cogió de la mano y me invitó a dejarla de rozarle los labios y a penetrarla con semejante miembro. No dudé en hacerlo metiendo poco a poco la cabezota de ese falo hasta que lo tuve dentro del coño de mi suegra.
No dejé de empujar hasta que los huevos de silicona del vibrador rozaron contra sus labios vaginales. Mi suegra estremeció de placer lo mismo que yo, que tenía mi polla enterrada entre sus glúteos y sus nalgas. No perdía detalle de la pantalla en la que había una mujer follándose a un hombre con un arnés mientras los demás estaban liados todos con todos. Escuchamos la puerta de la cabina de al lado abrirse y cerrarse varias veces y los jadeos de los clientes que la estaban ocupando. Mi suegra al sentir que salía el último que había entrado me dijo que le sacara el consolador y que fuésemos a ver si habían usado las bragas. Yo la contradije y le pedí que fuésemos, pero que llevara el vibrador dentro de ella a lo que accedió sin rechistar, de lo caliente que estaba.
A duras penas salimos de esa cabina y entramos en la otra. Rápidamente mi suegra cogió las bragas y se las llevó a la boca. Estaban recién corridas, aún estaba caliente ese chorro de semen que las impregnaba. A su vez cogió el condón y también lo habían usado. Una carga enorme de semen algo amarillento lo llenaba. Yo al verla de pie frente a mí aproveché para bajarme los pantalones y los slips. Mi suegra al verme empalmado se puso de rodillas sin sacarse el dildo de su coño y me sorprendió, poniéndome el condón usado de ese hombre que allí había dejado. Lo puso como pudo por que estaba muy ensanchado y había perdido su forma, pero lo puso. Me lo estiró hacia abajo y rápidamente empezó a masturbarme impregnando mi polla con el semen de ese hombre. Me encantó sentir ese semen amarillento y caliente impregnar toda mi polla. Mi suegra seguía penetrada con el vibrador de rodillas ante mí.
Cuando me ensució concienzudamente el miembro me quitó el condón, y empezó a chuparme la polla llena de semen extraño. Me estaba matando de gusto ver y disfrutar esa guarrada que estábamos haciendo mi suegra y yo. Ni que decir tiene que no tardé en correrme en la boca de mi querida suegra llenándosela esta vez de semen conocido y mezclándolo con el de ese otro hombre. Ella se tragó todo como de costumbre. Cuando terminó de mamármela se puso de pie, se sacó el vibrador y se sentó en mi regazo de espaldas a mí para ver la pantalla. Seguían follando todos con todos. Mi suegra cogió el vibrador y el condón del suelo, lo volvió del revés quedando los restos de semen por la parte de fuera del látex. A continuación, puso el condón en el vibrador y lo estiró lo mejor que pudo y me lo dio pidiéndome que se lo metiera en el coño hasta muy dentro. Su intención era que le metiera dentro los restos de semen que quedaban impregnados en él. No dudé en hacerlo penetrándola de golpe y rozando intensamente el vibrador entre sus labios vaginales. Mi suegra no tardó en correrse al sentir ese trozo enorme llenarla, dejando en su interior el semen de ese extraño. Tuve que taparle la boca para que no gritara.
Salimos de la cabina y dimos una vuelta por el local para recobrar el aliento, el día nos tenía una sorpresa guardada. Había dos hombres merodeándonos, y enseguida entendí que eran los que habían entrado en la cabina para ensuciar sus bragas y llenarle el condón a mi suegra.
Era lógico que siguieran allí. Uno de ellos se acercó a nosotros y llevaba el envoltorio del preservativo en la mano, el otro se mantuvo distante. Mi suegra al ver ese detalle me miró a los ojos y pude denotar el tremendo morbo que se dibujaba en su cara. La sonreí y la animé a atreverse. Se miraron y mi suegra se dirigió de nuevo a las cabinas. El tipo salió tras ella y se metieron en una. Cerraron la puerta y yo me puse al lado para esperar. De repente el otro tipo se acercó y me invitó a entrar en la siguiente. No sé cómo me atreví, pero entré con él. Cerró la puerta tras él y sin decirme nada se bajó los pantalones invitándome a sentarme en el sillón.
Desde el otro lado se oían los gemidos de mi suegra que estaba recibiendo la polla de ese extraño. Eso a mí me encendió y cogí el miembro de mi acompañante y empecé a chupárselo. Sentí el olor y el sabor a polla de hombre maduro. La tenía muy gorda y su erección era buena pero no completa, se le notaba la edad que tenía, pero me gustó que la tuviera así. Mi suegra no dejaba de jadear en la otra cabina. Se ve que había tenido más suerte con el miembro de su acompañante. El mío me sujetó de la cabeza y empezó a follarme la boca incesantemente. Aún tenía restos de semen en su polla de anteriores corridas y se le notaba cierto olor a macho en el capullo. Eso me encendió aún más. Al otro lado mi suegra continuaba jadeando como una posesa y no parecía importarle que la oyeran. Los jadeos de su acompañante también se oían nítidamente. No tardó en empezar a correrse con la follada que estaba recibiendo. Eso a mí me encendió y chupé esa polla con más intención si cabe. Eso provocó que mi acompañante empezara a llenarme la boca de leche espesa que enseguida me empezó a salir por las comisuras de los labios. Es impresionante sentir una polla eyacular en tu boca sin poder sacártela. Cuando terminó de correrse la sacó y se limpió con pañuelos de los que allí había y se esfumó rápidamente. Yo cogí pañuelos y me limpié la boca. El hombre que estaba con mi suegra empezó a correrse también y cuando terminó abrió la puerta de la cabina y se marchó de allí discretamente. Salí al encuentro con mi suegra y entré en su habitáculo, la pillé subiéndose las bragas y bajándose la falda. Ella me miró y me dio un pañuelo indicándome que seguía teniendo gotas de semen por mi barbilla. Me limpié avergonzado y salimos del sex shop.
Durante el camino de regreso a nuestras casas hablamos poco. Pero los dos habíamos disfrutado mucho. Mi suegra llevaba la bolsa con las compras. Se que el arnés tenía su cometido, quizás sería usado en la venganza a su marido o lo querría para mí o para su hija….. de esa duda saldremos muy pronto…….Me estaba encantando la venganza que le estábamos proporcionando a mi mujer y a su padre, mi suegro. Las aventuras con mi querida suegra en el sex shop estaban siendo muy entretenidas………. Ya me importaba menos que mi mujer estuviese follando con su padre….la verdad es que me importaba mucho menos….y a mi suegra también……..
Espero que os guste……y que lo paséis bien leyéndolo………
Hola JAGO150
Me has tenido entretenido con estos 4 relatos en donde participan tu novia , tu suegro ,tu suegra y tú, me parecen de loas morboso, siento que nos quedaste a deber las historias entre Padre e Hija sabemos que tienen encuentros pero nunca los relataste, espero y nos complascas con unos relatos de ellos te lo agradecería
Saludos