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Incestos en Familia, Sexo con Madur@s, Voyeur / Exhibicionismo

MI TIA ISELA, LA SEÑORA DE LAS CUATRO DECADAS

TIA ISELA LLEGA DE SORPRESA UNA NOCHE Y NO TIENE DONDE DORMIR.
Mi tía Isela, diosa de las cuatro décadas..
Muchos miembros de mi familia vivían lejos en otras ciudades, distantes de la costa, donde la cabeza familiar vivía, al igual que mi familia. Estos familiares; tíos, tías, primos, de manera regular llegaban de visita al pueblo natal en los periodos vacacionales, sobre todo primavera y verano, con la idea de ir a la playa y recordar emociones, practicas, en fin, divertirse de lo lindo. A nosotros nos gustaban esas visitas, pues las tías, sobre todo tenían por tradición traer cosas a los chiquillos que acá en el pueblo no se conocían; dulces, juguetes, ropa, diferentes, cosas que sabían nos agradarían. Un periodo vacacional, no recuerdo si verano o primavera, mi abuela me pidió ir a pasar dos dormir con ellos a su casa para ayudarle en no recuerdo que cosas. Esa primera noche, dormí en el cuarto de invitados de la familia, que años atrás había sido el cuarto de la tía y lo tenían arreglado para esas visitas. Como había tele en el, mi me gustaba estar ahí. Yo tenía en ese tiempo 12 años; era un chiquillo delgado no muy alto, piel apiñonada, no feo, más bien guapo, hacía mucho deporte y mi cuerpo de preadolescente ya comenzaba a verse fibroso. Ya había tenido mi primera eyaculación; algo que me sorprendió mucho, pues no tenía idea de que un día al masturbarme me pasaría. Ese dato, simplemente a las familias no se les ocurría platicárselo a los hijos. Ya me había comenzado a salir vello púbico y en mis axilas. En fin, comenzaba ya a ser un hombre.
El asunto es que no se bien la hora, solo que era muy entrada la noche, sentí meterse en la cama a alguien. De momento pensé sería la abuela, pues alguna vez antes así lo hizo, por no se qué razón. Yo solo me acomodé y me di espacio para estar cómodo, pero, un rato más tarde comencé a sentirme embriagado; mis sentidos recibían información que antes no había procesado. Fue tanto el impacto de la experiencia que me desperté, solo para continuar con el embrujo; el perfume de la mujer que pensé era mi abuela. Me moví notoriamente, así que la “mujer” se dio media vuelta y me dijo: No te asustes mijito, soy yo, tu tía Isea. Voy llegando de México, me acosté contigo, duérmete. Hola tía! Sólo atiné a decir y me recosté nuevamente. Pero la magia seguía ahí; entraba por mi naríz y recorría todo mi ser, provocando fuertes sensaciones en mi cuerpo que antes no conocía. Batallé mucho para dormirme, pero no sentí nada más ya hasta despertarme. Mi tía andaba en una batita delgada, como acabada de levantarse, muy transparente, y se le notaban sus grandes bubis colgantes y de gran pezón. Ella se giró hacia donde yo estaba y fingí dormir. Luego, hechizado por lo que vi, entreabrí los ojos despacito y ella seguía ahí acomodando su maleta y su ropa; yo le seguí viendo y mi pene se levantó como de rayo. Ella sacaba sus cosas, de su neceser, su maleta de viaje y acomodaba en la pequeña cómoda del cuarto; al hacerlo en lo últimos cajones me mostraba su trasero; unas panties blancas completas, pero se le veían muy bien. Bueno, era solo un mozalbete en ese tiempo, cualquier cosa hubiera tenido el mismo efecto en mi miembro juvenil. Sin previo aviso tomó el vuelo de su bata y comenzó a levantarlo; se iba a desvestir delante de mí. No pude reprimir un ruido, de manera inconsciente para hacerle ver que estaba despierto. Ella se detuvo, y preguntó: Estas despierto? Sí, tía, respondí, ya me desperté. No dijo nada, solo se dio media vuelta y se fue al baño, cerró la puerta y ya en privado se bañaría seguramente o se cambiaría, quién sabe.

Me faltó decir que mi tía Isela era una mujer divorciada de unos 45 años; a lo que yo me acuerdo muy hermosa, y lo mismo dicen las fotos que hay muchas por ahí rodando; de tez blanca apiñonada, estatura regular, hermosas piernas, buenas nalgas, cintura delgada y grandes chichis, que lucía casi siempre; le gustaban las blusas escotadas, por lo regular de botones, por lo que siempre pudimos ver y apreciar sus lindos lunares redondos perfectos en medio de estas. Le gustaba siempre andar muy bien arreglada y con perfumes de moda, siempre con muy buen gusto, todo originado por su vida cosmopolita de la gran ciudad.

Ese día pasó sin más; yo le ayudé a mi abuela con las diligencias que me pidió, comimos, y seguimos con nuestras vidas normales. A mi tía Isela, prácticamente no le vi en todo el día. Después de la merienda me metí a bañar y fui a hacer unos mandados al súper, cercano. Al llegar le entregué las cosas a la abue, y me dijo: Hijo, por favor ve al patio de atrás y cierra la llave del jardín; tu abuelo se la puso a los mangos hace ya un buen rato, se ha de estar tirando el agua. Luego por favor acomodas las cosas que tu abuelo dejó tiradas sobre el lavadero y la mesa; ponlas con cuidado sobre la repisa de la pared, bien acomodadas, para que no se vayan a caer.

Yo, con la idea d terminar rápido para ir a ver la tele un rato antes de que llegara mi tía, fui diligentemente a hacer las cosas que la abue me pidió. En ese momento ya estaba oscureciendo, pero en el patio de atrás había buena luminaria. Di la vuelta a la casa, el terreno todo bardeado, caminé por la banqueta periférica, giré en la última esquina y me dirigí a cerrar la llave que estaba en la misma línea de agua del lavadero; la cerré, y cuando iba a buscar el interruptor de la luz de afuera, un movimiento me llamó la atención; entre la cortina del cuarto trasero, abierta unos 15 centímetros, pude ver la figura de mi tia dentro del cuarto; no vi nada claro, pero por reflejo me asomé junto a la ventana para verle, yo que pensaba que aún no llegaba y que vería la tele sólo un rato. Mi expresión era de disgusto por ello, pero al acercarme todo se desvaneció. Mi tía iba saliendo del baño, en una bata similar a la de la mañana, medio mojada por efecto de su cabello húmedo, así que sus chichis se pegaban a su bata y se mostraban casi al 100 % por efectos del agua. Tomó la toalla y se comenzó a secarse el pelo, tallándose fuertemente. Sus senos se bamboleaban para todos lados al hacerlo; fue un espectáculo Freudiano verla así. Mi pene saltó de inmediato y comencé a tocarme amparado por la casi oscuridad del lugar. Además de nosotros, en la casa estaban solo mi abuela, viendo su novela en su cuarto, y mi abuelo, que desde la metida del sol ya está dormido. De esta forma, puede decirse que estaba yo solo. No perdía detalle de mi tía, nunca había visto una mujer con tan poca ropa, menos desnuda. Mi tía terminó con la toalla en su cabello y comenzó a pasarse la secadora eléctrica. Algo le molestó en ese momento o es parte de su rutina de baño, pero dejó la secadora a un lado y se sacó la bata de su cuerpo, quedando solo en calzones. Ahora sí, tenía una vista directa de sus chichis enormes, que se balanceaban acompasadamente con su cuerpo en movimiento. De pronto, dejó nuevamente la secadora a un lado, esta vez sobre la cama, y se despojó de la pantaleta. Acto seguido, subió un pie arriba de la cama y comenzó a secarse su vagina con la secadora. Su vello era abundante, pero muy bien formado en triángulo, solo sobre el pubis, no más abajo. Nunca podría haberme imaginado nada delo que veía en ese momento. Mí tía se sacudía sus vellos con una mano y con la otra se echaba el aire, para secar más rápido, me imagino, sin embargo, después de eso comenzó a abrirse sus labios y echarse aire también; lo hizo un rato y se tocaba, yo no entendía por qué, pero después de una rato comenzó a hacer caras raras; las caras del placer sexual, ahora lo se. Estaba desfigurada dándose placer, que pegó un brinco cuando mi abue tocó la puerta para decirle algo. Ella abrió tapándose con la toalla, y luego prosiguió a cambiarse. Lo hizo lentamente aún, pero ya nada sexual; mi abue le quitó las ganas al interrumpirla. Aún así le vi desnuda otro buen rato, y no tardé mucho en soltar largos, duros y repetidos chorros de semen sobre la pared del cuarto. Fue indescriptible el orgasmo viendo a mi tía. Me asee y me puse a acomodar lo que mi abuela me pidió. Algún ruido escucho mi tía de eso, pues cuando me retiraba vi que la cortina estaba cerrada. Discretamente fui al baño de la entrada y me asee mis interiores. Anduve haciendo cosas aquí y allá, y a las 9 e fui a acostar; le pregunté a mi nana donde debería dormir y me dijo que en el mismo cuarto, en la cama única con mi tía, que no había más. Me fui calladito, afortunadamente mi tía no estaba, había ido de visita con la comadre, vecina de mi abuela. Me dormí en poco tiempo, y ya no supe de mí.

Algún tiempo después, difícil calcular cuánto fue estaba dormido y no sentí a mi tía llegar, pero si el embrujo de su perfume, que según había visto esa noche temprano era un Carolina Herrera; nunca se me olvidó el nombre. Aún dormido lo sentí y mis sentidos unieron las dos experiencias: la noche anterior y su hermoso y embriagador aroma, y la paja de esta tarde viendo el espectáculo de desnudez de mi tía. Aún dormido mi pene estaba reaccionando por la información que mi cerebro recibía. Se me paró durísimo, con toda la vitalidad de esa edad. Yo, sin casi darme cuenta me acerqué a mi tía y pasé mi brazo por su cintura, y casi en el mismo movimiento mi pene estaba en su trasero, solo haciendo contacto, pero al recibir esa sensación, por reflejo arquee mi cintura y me empiné sobre el trasero de mi tía, sintiendo como se metía en la parte baja de sus pantaletas. Yo traía un pijama de bóxer con abertura por enfrente, de los llamados calzoncillos de antes. Mi cosa sentí que salió por esa rajadura, y donde empujé, me desperté y me asusté; pensé mi tía me mataría o se molestaría mucho. Me quedé calmado, sin moverme, pero retiré la mano de su cuerpo. Asustado aún, traté de relajarme; no se dio cuenta, pensé. Pero unos minutos después sentí donde se impulsó moviendo su trasero hacia atrás, hasta casi tocarme. No entendí que hacía; fue solo un movimiento dormida, pensé. Luego se balanceó más suavemente pero sentí como se acercó más a mí, ahora si tocándome. Ahí se quedó un rato, inmóvil. Si, está dormida, pensé. El contacto sobre mi pene era muy quedito, muy suave, pero eso bastaba para mantenerlo “vivo”. Sin embargo yo estaba petrificado; casi ni a respirar me animaba. Fue muy poco a poco, después de algunos minutos que noté o creí notar que ella se movía, girando la cadera. Estaba muy aturdido, confundido, así que mi consciente no procesaba bien la información. Pero fue mi pene el que me dijo: si, si se está moviendo. Sentía como ella se frotaba, como sus nalgas se movían, quizás unos milímetros solamente, pero lo hacía. Yo sentía mi pene a reventar; ya lo tenía desarrollado, no se si igual que ahora, pero recuerdo que pequeño no era. De pronto mi tía se movió, separándose de mí, y sentí que se iba a levantar, se movió de diferentes formas un breve instante, y yo asustado, pensando en todos los problemas que se venían; cómo manejarlo, que decir, que hacer, mi cerebro no daba más; me quedé petrificado. Escuché un ruido, que hoy claramente identifico y es señal de acción, pero en ese tiempo, obvio, ni idea, lo que produce el satín al deslizarse por una pierna. Cuando mi tía dejó de moverse, se acomodó nuevamente como estaba, y poco a poco la sentí pegarse a mí, muy sutilmente. Yo no había cambiado de posición; seguía oculto en mi lado, sin moverme para nada. Mi pene seguí igual fuera del calzoncillo, pero se había dormido por el temor. Pero en un momento sentí el calor de las nalgas de mi tía, pues lo que había hecho fue quitarse sus pantaletas. Yo, en ese momento menos que nunca, supe procesar lo que pasaba. Estando afuera de la casa, viéndole desnuda y yo masturbándome era dueño de la situación, nadie lo sabía, nadie me miraba. Ahora era diferente; seguí inmóvil, para que no me “viera”. Ella comenzó nuevamente a hacer el movimiento arriba abajo, girando su cadera muy suavemente. Mi pene el sí respondió de inmediato. Esa sensación de piel de mujer calientita sobre tu cosa, simplemente indescriptible. Estaba duró como acero en unos segundos. En unos instantes pude sentir ya la raya de sus nalgas aprisionándolo. Yo, inmóvil; no sabía qué pasaba. Tal vez algo no estaba bien, pero no protesté, tampoco asentí o colaboré, simplemente callé. Sentía rico en mi pene y en mi pecho, pero tenía mucho miedo. Después de un rato largo de ese contacto, ella pasó su mano hacia atrás y tomó mi pene con toda la mano y lo restregó en su trasero con fuerza, poco a poco más abajo, hasta que sentí lo aguado de sus fluidos ya abundantes. Hoy entiendo de que mi tía debió haber estado muy caliente al fantasear desde hacía rato con su sobrino en la cama al sentir su contacto. Se arqueó hacia adelante un poco, y pude sentir el cielo en los pliegues interiores de su vagina. Mmmm! Muy rico…. pero no me moví. Sentía y pensaba muchas cosas encontradas que seguía sin descifrar; me dediqué solo a disfrutar eso nuevo, aunque a veces tragaba saliva inseguro. Mi tía se movió lentamente unos dos minutos. Después se salió. Se giró y empujó mi cadera poniéndome boca arriba. No entendía nada yo qué hacía; ella llevó su boca a mi pene y comenzó a devorarlo, primero suave, y luego haciendo ruidos raros muy fuerte en su boca al hacerlo. Después un rato bajó nuevamente la intensidad y estuvo comiéndome casi con cariño, tiernamente, como si jugara con mi pene; lo besaba todo, me hacía con la lengua en el frenillo, lo besaba nuevamente, hasta que sentí que me venía en una gran explosión. No se si fue casualidad o ella sabía cómo y cuándo, pero lo tomó nuevamente en boca, sólo para recibir mi carga de semen y exprimirlo salvaje y suavemente, así lo sentí. No se si eso fue una violación, o no, pero sentí el cielo. En todo momento permanecí inmóvil y en silencio. Al final prevaleció el aroma a Carolina Herrera de mi tía; solo eso digería. Me quedé inmóvil igual y entré en letargo, casi dormido. Ella se recostó sobre mis muslos, y le daba besitos a mi pene de cuando en cuando. Pasaron unos minutos así; ni idea bien de cuánto tiempo. Lo tomaba y lo movía con su mano, me besaba los muslos o simplemente me acariciaba. Un rato después, al pasar sus uñas largas en una caricia cerca de mi entrepierna, mi pene reaccionó nuevamente, despacio, pero revivió. Ella evidentemente se dio cuenta, pues siguió con la caricia y besos, hasta llegar al glande y besarlo suavemente. No había dicho, pero ella había limpiado y tragado todo antes. En un minuto mi pene se había levantado nuevamente. Ella lo besó, lo chupó despacio y luego me lo mamaba otra vez con avidez. Solo unos minutos cortos. Luego simplemente se subió arriba de mi y se metió mi pene en posición de caballito. Comenzó a moverse despacio, con cuidado, unos minutos. En poco tiempo arreció su marcha y comenzó a mover su pelvis de una manera que parecía iba a galope tendido, diría el vaquero. Se tomó de mi pecho y pellizcaba mis pezones. Me dolía mi pene un poco pero disfrutaba como loco esa nueva experiencia. Igual seguía sin moverme y temor a que mi abuela entrara, o mi mama, y viera todo, pero era superior lo que mi tía me estaba haciendo sentir. Ella comenzó a jadear, no gemir, poco a poco más fuerte, y en unos pocos minutos exploté de nuevo, esta vez dentro de ella. No se si dio cuenta o no, pero siguió moviéndose, y aunque mi pene dolía un poco no expresé nada. Ella aceleró su ritmo y un rato más tarde, jadeaba y hasta gemía tratando de no hacer ruido, pero clavó sus uñas con las manos abiertas sobre el pecho y apretó sus caderas y piernas contra mí, y ahí si ahogó un sonoro MMMM…aaahhhh!!! Justo cuando sentí los espasmos de su madura y experimentada vagina sobre mi pene. Ella pegaba brinquitos leves sobre mi pene girando su pelvis en contracciones, como sacando provecho de cada fibra, de cada micro movimiento. Al final se tiró sobre mi pecho sin levantarse y devoró mi boca jadeando sonoramente. Metió su lengua y jugó con la mía brindándome otra nueva experiencia. Besó mi cuello, mis orejas, igual jadeando sonoramente, por unos pocos minutos. Cuando metió su lengua en mi oído, pude sentir la dosis de Carolina Nuevamente en su cabello y cerca de su cuello. Mi pene flácido dentro de ella despertó de pronto, y aunque dolía quería más. Ella, lo sintió claro, ponerse duro, pues contrajo su cadera y muslos e hizo el movimiento de coger nuevamente, pero fue solo un instante. Siguió besándome y recorrió mi cuello, bajó por mi pecho, se le dedicó un buen rato a mis pezones, que lamió y chupó. Siguió hacia abajo, hasta llegar a mi pene. Lo metió nuevamente en su boca, y chupó todo lo que quedaba ahí. Me limpió totalmente. Se levantó y tragó todo. Tomó mi pene en su mano y se agachó. Le dio un beso y hablo, diciendo: más tarde… La maña siguiente fue llena de muchas cosas……CONTINUARÁ

42 Lecturas/15 mayo, 2025/0 Comentarios/por loverbks
Etiquetas: hijo, madura, mama, playa, primos, tia, vecina, viaje
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