Mi tía quiere un bebé. – Primera parte.
—No puedo creer que sea mi semen el que está entrando en ti ahora mismo ….
Los vi desde mi ventana en el piso de arriba supe que era el auto de tío Jairo. De seguro viene con la tía Fiordaliso. Ellos siempre me ponen nervioso. La tía es tan hermosa que siempre me siento un poco cohibido y nervioso ante ella, dado mi carácter un poco tímido. Tía Fiordaliso tiene un rostro de supermodelo, más encima es significativamente curvilínea, no como esa gente lisa y fría que desfila en las pasarelas. Cada vez que estaba cerca de ella, me costaba mantener mi mirada lejos de su floreciente belleza. Yo lo sabía y me incomodaba de que ella pudiera darse cuenta.
Apenas descendió del auto mis ojos comenzaron a recorrer toda su fisionomía, desde los deditos de sus pies finamente pintados y alhajados, hasta su elegante y sofisticada cabellera de un intenso color cobrizo. Llevaba un calzado estilo sandalias con correas envolviendo sus bien moldeadas pantorrillas. La suave brisa del viento hacía que su delgado vestido se adhiriera a sus tonificados muslos mientras caminaba sensualmente. Sostenía una fina cartera de Isabel Bernard en una mano y en la otra una sombrilla para protegerse de los rayos del sol. Yo la esperaba en el porche para saludarla y darle la bienvenida, pero ella se arrojó hacia mí dándome un estrecho y suave abrazo.
—¡Hola, Mateo! …
—¡Hola, tía Fior! … ¡Qué alegría verte! …
—¡Oh, sí! … ¡Qué contenta de encontrarte, Mateo! …
—Vamos … Entremos que el sol está demasiado fuerte …
—¡Eh, sí! …
¡Oh! Que cosa mas maravillosa y suave abrazar a tía Fiordaliso, sus protuberantes senos mullidos y algodonosos, hasta me pareció sentir el ápice de cada pezón sobre mi camisa. Casi morí cuando su mano casualmente rozó mi polla mientras pasaba junto a mi y entraba a casa.
Me fui detrás de ella, era imposible evitar de mirar sus exquisiteces por detrás. Su estrecha cintura que le daba a su trasero esa forma de reloj de arena era increíble. No había chico que no admirara su derriere, cuando ella pasaba por la calle. Ahora detrás de ella yo hacía exactamente eso, mirar su ligero vestido pegado a sus hermosas y finas nalgas. Mirando como cada una de ellas se movía en forma ordenada, mientras una subía, la otra bajaba y luego viceversa. Así en un movimiento perpetuo que era delirante. Tuve que tapar mi boca para no exclamar ¡Que bien de Dios, Jesús mío!
Me parecía increíble que alguien pudiera ser tan atractiva. Ella es el tipo de mujer que ves en las películas o revistas de celebridades. ¿Cómo era posible tener aquí en casa una belleza sin igual? ¿Cómo un ser de divina hermosura puede estar en mi casa y con mi familia? ¿Cómo mi tío, que es una figura promedio, logró conquistar a esta diosa de mujer?
Bueno, el tío Jairo no estaba del todo mal. Era el hermano menor de mi madre. Lo conozco de toda una vida y él siempre ha sido muy buen tío, jugaba conmigo cuando pequeño y me cuidaba. Luego tuvo un golpe de suerte y gano muchísimo dinero al Loto. Se rodeó de hermosas mujeres, pero tía Fiordaliso era excepcionalmente hermosa, la más bella de todas.
Nos sentamos a cenar y yo me senté lejos de ella para evitar de estar permanentemente dándole indiscretas miradas a su protuberante escote y al surco que mostraban sus enormes tetas. Su figura era tan llamativa que era imposible no mirarla.
Para servirnos el postre pasamos al patio, bajo el parrón y tía vino a sentarse junto a mí. Me distraje mirando su escote y comenzamos a hablar:
—Entonces … ¿Cómo vas en el colegio? …
—¡Uhm! … Bastante bien … Debo hacer todo lo posible para incrementar mi puntaje para la PSU …
—¿Y cual es tu fuerte? …
—Historia … En biología me complico un poco …
—¡Oh, que interesante! …
—Sí, ahora mismo estoy estudiando antiguas civilizaciones, cómo la griega …
—¡Oh, los griegos! … La cuna de la democracia …
—Así es … En las diferentes ciudades estados …
—¿Cómo Atenas? …
—No solo … Está Halicarnaso, Olimpia, Tebas y muchas otras … Es muy interesante como han influenciado el desarrollo de muchas democracias modernas. También está la influencia cultural, la filosofía, la política en general y los tantos artistas de esa época …
—Sin duda muy interesante, Mateo … Pero yo necesito hablar algo contigo …
—¿Uhm? … ¿De que se trata? …
Repentinamente ella alzó su cabeza mirando alrededor de nosotros, como para comprobar que no hubiese nadie cerca que pudiese escucharnos. Había una decena de personas alrededor, pero ninguna parecía fijarse en nosotros. Entonces Fiordaliso se inclinó hacia mí y en una voz susurrada, me dijo:
—Se trata de algo muy personal … Secreto … ¿Podemos juntarnos arriba? …
Sin esperar mi respuesta se levantó y se encaminó hacia la casa, la vi que subía las escaleras con su bebida en una mano. Me quedé sorprendido y confundido, ¿Por qué secreto? ¿Por qué arriba, en el piso de arriba? ¿Por qué solos ella y yo? Estaba realmente perplejo, tomé otra bebida y me encaminé al piso superior. Mientras subía las escaleras, trataba de dilucidar lo que ella quería conversar conmigo en secreto; quizás necesitaba algún consejo masculino para elegir un regalo para tío Jairo, o planear una fiesta a sorpresa para él, pero en realidad no tenía la menor idea de que pudiera tratarse todo el asunto.
Una vez que llegué al piso superior, inmediatamente noté que la puerta de mi habitación estaba ligeramente abierta, entré y tía estaba de pie mirando los pergaminos y diplomas míos sobre la pared, mamá los había hecho encuadrar todos y los tenía allí para exhibición y su propio orgullo.
—¡Uhm! … Tienes una inteligencia privilegiada, ¿eh? …
Dijo mi tía observando uno a uno los cuadros de mis logros estudiantiles.
—¡Ehm, sí! … Algo así …
—Bien … Eso es muy bueno … Es justo lo que necesito …
¿Tía necesitaba a alguien inteligente? ¿Necesitaba algún consejo sobre alguna materia del colegio? En ves de aclarar un poco la incógnita, esto solo me confundió aún más.
Tía Theresa se sentó en mi cama, su vestido se subió sugestivamente sobre sus muslos envueltos en finas y sedosas medias negras. Mis ojos escrutaron el dobladillo de su vestido, pero no había nada de revelador. Mire su hermoso rostro con esas pecas en sus mejillas, las mismas pecas que se formaban en su pecho sobre sus exuberantes tetas. Recogió sus manos en su regazo y pareció meditar sus palabras en forma tímida, cómo si tuviese dificultad a expresarse.
—Escucha Mateo … Quiero pedirte un favor …
—¿Sí? …
—¡Oh, Dios! … No sé por donde empezar … La verdad es que yo … Bueno … Busco … Busco un … Un donante …
—¿Un donante? … Tía, soy solo un estudiante … Tengo poco y nada para donar … Soy pobre …
—No … No es dinero lo que necesito … Es algo del cuerpo … Ya sabes … Algo más personal …
—¿Cuerpo? … ¿Acaso necesitas sangre? … ¿Un riñón? … Estas … ¿Estas enferma, tía? …
—No … Tampoco es eso … Para eso iría a un hospital … O le preguntaría a mi hermana …
Me sentí un poco desorientado al no entender de que cosa estaba hablando. Parecía muy nerviosa y reticente a hablar con mayor claridad. Volvió a mirar en torno, luego miró hacia la puerta que permanecía cerrada. Finalmente lanzó un profundo suspiro y a muy baja voz, me dijo:
—Necesito un donante de esperma … Intento quedar embarazada …
Me quedé en blanco. Dudé si había escuchado bien lo que ella me había dicho. Noté que ella seguía moviendo su boca como si hablara, pero yo no procesaba nada, no escuchaba lo que ella me estaba hablando muy nerviosa. Me quedó mirando expectante, mi boca estaba reseca y no lograba pronunciar palabra alguna. Mi tía movió sus cejas como esperando una respuesta de mí, logre solo balbucear:
—¿Qué? …
Tía Fior pareció entender que me encontraba en estado de shock y que no había captado lo que ella me estaba diciendo, así que volvió sobre el asunto:
—¡Ehm! … Lo siento … Creo que no hay una manera delicada para decir esto, ¿verdad? … He pensado muchas veces en como decírtelo, pero no se me ocurrió nada más al respecto … ¿Quieres tomar asiento? …
Dio unas palmaditas sobre la cama en señal de que me sentara a su lado. Tragué saliva, tenía el estómago apretado cuando me senté junto a ella.
—He intentado de todo para quedar embarazada …
La escuché atentamente, pero se quedó callada con la mirada perdida en el espacio. Me di cuenta de que trataba de ordenar sus ideas y hablar las cosas con coherencia. Tosió y se aclaró la garganta. Se secó unas incipientes lágrimas que amenazaban de arruinar su maquillaje, no pude evitar de preguntarle:
—¿Estas llorando? …
—No … Bueno … Sí … Es que yo … ¡Ehm! …
—¿Estás bien, tía? …
—¡Maldición, sí! … ¡Solo que … ehm …!
Respiró hondo para recuperar su compostura y prosiguió:
—Ha sido difícil … Muy difícil … Hemos tenido terribles discusiones … Hemos intentado de todo y hemos fracasado en todo … Esto ha sido muy malo para nuestra relación, ¿sabes? …
—¿Y de cuanto tiempo que lo están intentando? …
—Tres años … Uhm … Sí, poco más de tres años … Ha sido duro … Básicamente ya he intentado todo lo que es humana y normalmente posible … He leído un montón de libros … He visto varios médicos … He probado todos los consejos … Hice un calendario para identificar con precisión los días en que estoy ovulando … Jairo y yo hemos tenido relaciones en todos esos días … Incluso me hice revisar completamente en la clínica y no encontraron ningún inconveniente en mí … Entonces es él … ¡Aahhh! … Ahí comenzaron nuestros problemas … La mera suposición o sugerencia de que él es quien tiene un problema, lo hizo enfurecer … Y no lo aceptó …
Recién empecé a comprender el drama de mi tía Fiordaliso. Suposiciones y sugerencias como esas, serían un duro golpe para la autoestima de cualquier hombre y mi tío Jairo no lo tomó para nada de bien. Con voz más quieta ella continuó:
—Estoy segura de que es él … el problema está en él … Sin embargo, cuando le pedí que se hiciera un control, se negó a hacérselo … Dice que él no tiene ningún problema para dejar embarazada a cualquier mujer … Su ego masculino, ¿sabes? … Dijo que deberíamos seguir intentándolo … Pero ha pasado mucho tiempo y no lo hemos conseguido … Necesito probar algo más … No dispongo de mucho tiempo para seguir intentándolo con tu tío … Entonces pensé en echarle una mano a Madre Naturaleza …
—Pero para eso vas a necesitar un laboratorio … ¿Porqué es que necesitas de mí? …
—¡Ehm … sí! … Inseminación artificial, así se llama … Toman la esperma de un donante y lo insertan en el útero de la mujer, muy profundo … Así los nadadores pueden alcanzar rápidamente el ovulo … Otras veces extraen el ovulo y lo fecundan en un laboratorio antes de volver a ponerlo dentro de la mujer …
—Fecundación in vitro …
—Exactamente … ¿Cómo sabes como se llama? …
—No me pierdo ningún capítulo de “The Good doctor” …
Tía Fior sonrió, lucía abatida:
—El problema es que tú tío nunca hará nada de eso … No me deja usar su esperma … Pienso que tiene miedo de que descubran algo en él …
—¿Y porqué no intentas las Fertilización in vitro? …
—Porque cada sesión es muy cara … No tengo el dinero y tu tío nunca pagaría para eso … La única vez que lo mencione se sintió realmente ofendido … Él piensa que todo lo que se necesita es que me bombeé por un par de minutos y listo … Es un tonto … Ni siquiera puede hacer que su mujer de verdad se corra …
Creo que ella ni siquiera se dio cuenta de lo que dijo, lo último, lo dijo entre dientes. Al parecer ella estaba muy molesta.
—Incluso si obtuviera el dinero de alguna parte, Jairo no colaborará … En principio pensé en llevar yo misma un poco de semen a la clínica, pero no tenía los medios para hacer que eso funcionara … Entonces se me ocurrió una solución alternativa … Ahí es donde entras tú … Bueno … Espero …
—¿Sí? … ¿Y cómo? …
—Escucha … Lo tengo todo pensado … Solo necesito el donante de esperma … Luego, el “trabajo real” lo hare yo misma … ¡Debería ser fácil! …
—¿Co-cómo? …
—Vendrías a mi casa … Pasarías un rato en el baño y … Bueno … Sacas tus cosas … Yo tendré listo un recipiente para ello … Pones tus cosas en una taza o vaso, luego me lo das … Yo tendré lista una jeringa y me inyectaré tus cosas directamente … ¿Ves? … ¡Es fácil! … ¡Solo te necesito como donante! …
Me quedé un rato pensando, pero no en el sistema ideado por mi tía. Pensaba que lo que me estaba proponiendo era algo descabellado y complicado.
—Tía … ¿Por qué simplemente no te divorcias y busca un hombre que te embarace y te haga feliz como mujer? …
—Sí, también he pensado en eso … Solo que tengo mi edad, no tengo dinero ni tampoco educación superior … ¿Dónde iría? … ¿Qué haría? … Creo que no tengo tiempo como para comenzar una nueva vida con alguien más y ver si funciona o no funciona … Lo consideraría solo en caso de que mi plan no funcione …
—¿Y no has pensado en adoptar un bebé? …
—Tú tío Jairo dijo que no quería un “guacho” en casa …
Era muy difícil para mí entender el deseo de mi tía por convertirse en madre. Sin embargo, entendí que ella actuaba así por la desesperación.
—¿Y por qué yo, tía? … ¿Por qué no pensaste a alguien más? …
—Cómo te dije anteriormente, no poseo de mucho dinero para hacerlo legalmente en laboratorio … Además, debe ser alguien en quien pueda confiar … Alguien conocido y que sabrá mantener el secreto … Tú tienes todas las características adecuadas, Mateo … Te necesito … Necesito de tú ayuda para cumplir con el deseo más importante de toda mi vida …
Me sentí halagado de que ella me hubiese tomado en consideración, ella siguió diciendo:
—Tú y yo no tenemos ningún parentesco sanguíneo … Pero por parte de tu madre, estás emparentado con mi marido … No eres muy diferente de él … Tienes su mismo tipo de sangre …
Me sorprendió lo informada que estaba y la interrumpí:
—¿Cómo sabes eso? …
—Está en vuestras licencias de conducir … Fácil, ¿no? …
—¡Oh! … Es verdad …
—Tampoco tienes alergias ni enfermedades hereditarias …
—Espera … ¿Y como supiste eso? …
—Bueno … Tú madre es una fuente de información confiable … Me hizo un resumen de todo tú historial médico …
Sonrió con una mirada un poco desfachatada.
—¡Oh! … Ya veo …
Sentí el calor en mis mejillas y lo que siguió fue aún peor, me preguntó:
—¿Has tenido una vida sexual promiscua? … ¿Alguna enfermedad de transmisión sexual? … ¿Quieres que te hagan un examen en clínica? …
Creí tener mi cara roja como un tomate, ella se quedó mirándome expectante esperando respuestas a todas sus interrogantes:
—Bueno … Ehm … Yo …
Mi tía se inclinó hacia adelante para poner atención a lo que yo estaba tratando de expresar.
—He tenido relaciones solo con una persona … Pocas veces … Ella …
—Erica, ¿verdad? … Tu novia, ¿eh? … ¿Cuánto tiempo? …
—Unos tres años … Estábamos en el mismo colegio … El último año sus padres la cambiaron de colegio … Entonces terminamos …
—Eres perfecto … Tienes el mismo grupo sanguíneo de Jairo … Ambos de cabello oscuro … Lóbulos similares … Barbilla cuadrada … Mismo color de ojos … Todas cosas en que se fija la gente para comprobar la ascendencia … Cuando quede embarazada le diré que es suyo … Seguimos teniendo relaciones sexuales cada vez que estoy ovulando … Las matemáticas son perfectas … Se necesitaría un examen de ADN para …
—¿Y si se hace uno de esos? …
—¿Tú tío? … No lo hará … Estará tan lleno de su egocentrismo que no dudará ni un momento de que el bebé no es suyo … Incluso si llegara a enterarse, por su orgullo lo negará …
En ese momento se detuvo y sonrió para sí misma un poco burlonamente, diciendo:
—A decir verdad, ya ni siquiera me importa … Lo único que quiero es esto … Quiero un bebé … Y mi esposo no puede dármelo … Tampoco yo estoy tan joven …
—¡Vamos, tía! … Apenas tienes treinta, ¿no? …
—Treinta y cinco …
—Pero luces muy joven y sexy …
Se dibujó una deliciosa sonrisa en su rostro, los hoyuelos de sus mejillas también sonrieron seductoramente. Ella se echó el pelo hacia atrás en forma muy sensual, se enderezó sentada a orillas del lecho haciendo que sus pechos se lucieran bellos y firmes hacia adelante. Esto me puso muy nervioso y cachondo, así que añadí:
—Quiero decir, no pareces de esa edad … Te ves muy buena … Ehm … Quiero decir … Joven y atractiva … ¡Oh, Dios! … Creo que estoy diciendo muchas necedades …
—No, Mateo … Está bien … Y gracias por tu apreciación … Toda mujer se siente halagada cuando un hombre la encuentra atractiva … Pero aún así, siento que el tiempo se me va … No me quedan muchos años para realizar mi sueño de tener un bebé … Me temo que, si no actúo pronto, eso nunca sucederá … Y yo no puedo aceptar eso … Pero a Jairo parece no importarle … Me lo dijo en mi cara, “Mujer, lo intentaremos … Sí sucede, sucede … Y si no, bien también” … ¿Te imaginas? … A él le da lo mismo … Y para mí es lo más importante … Debe suceder … A cualquier costo …
Ahora me di cuenta lo decidida que estaba de quedar embarazada. Pude ver cómo contenía las lagrimas con los recuerdos de esas interminables discusiones con mi tío Jairo. Me quedé allí sentado a observar su hermoso rostro con sus pecas características en sus pómulos. Luego se volvió hacia mi y pronuncio sus más sentidas palabras:
—Mateo, por favor …
No dijo nada más, se hizo un denso silencio en mi habitación. Ella se aclaró la garganta un par de veces y trató de evitar que las porfiadas lágrimas arruinaran el rímel de sus ojos claros y brillantes. Me levanté y comencé a caminar reflexionando, tía Fior permaneció callada sentada al borde de la cama y no dejaba de observarme.
—Mateo … No se qué más decir ni hacer … Estoy desesperada … No tengo los medios para hacerlo profesionalmente … Confío en que si lo hago artesanalmente yo misma … Funcionará … Pero necesito de tu ayuda … Ayúdame, por favor …
Mi cerebro estaba maquinando todo a tiempo extraordinario. ¿Podría ser eso posible? No pensaba en negarme a ayudar a tía Fiordaliso, pero … ¿Podría yo hacer eso?
Además, no contaríamos con el apoyo de ningún familiar. Sí se hubiera tratado de donar sangre o médula espinal para combatir una leucemia o algo así, estoy seguro de que todos apoyarían la iniciativa y se unirían en torno a mi tía, ¿Pero esto? ¿Algo que nunca nadie debería jamás llegar a conocer? ¿Un secreto? ¿Un engaño? Ella estaba dispuesta a arriesgarlo todo. Ya lo había pensado todo quien sabe cuántas veces. Miré su figura y su rostro de desesperación y ansiedad. Me recordé de las clases de historia donde antiguas civilizaciones tenían como prioridad de que las mujeres se embarazaran y tuvieran muchos hijos. Los imperios debían crecer con hombres y mujeres jóvenes. Si una mujer no venía embarazada por el marido, era su obligación yacer con uno o más hombres para que la embarazaran. Era su obligación de hembra y ciudadana. Mi respuesta ya se había formado en lo recóndito de mi cerebro, debía solo pronunciarla y no se cómo surgió en forma espontánea:
—Está bien … Lo haré …
Sus ojitos cobraron vida y se iluminaron. La sonrisa volvió a sus labios y dijo:
—¿Sí? … ¿Lo harás? …
—Sí … Yo te ayudaré …
Las lágrimas de alegría afloraron y ella rápidamente las secó y contuvo.
—Gracias, Mateo … Espero que esto funcione … En algún modo te compensaré …
Se levantó y me abrazó en forma efusiva. Su cuerpo suave y tonificado se apegó al mío. Volví a sentir todas sus sinuosidades y curvas que volvieron a hacerme sentir un calorcillo y pulsaciones en mis pantalones. Ahora ella hablo precipitadamente:
—Entonces yo arreglaré todo y te avisaré en el momento adecuado … Confío en que no será por mucho tiempo … Te llamaré y hablaremos de los preparativos … Y Gracias, otra vez …
Luego rápidamente ella salió de mi cuarto y desapareció hacia la sala de estar dando saltitos de alegría, me quedé un rato sin moverme y pensé ¿En que lío me he metido?
Paso un par de semanas. No escuché nada de tía Fiordaliso, después de pensar a diario sobre el asunto, me relajé y comencé a olvidarlo un poco. Después, repentinamente un día sin previo aviso, entró una llamada de un numero desconocido a mi celular, me sorprendí al escuchar la voz de mi tía:
—¿Estás listo? … ¿Puedes este fin de semana? …
Me preguntó en forma directa y sin preámbulos.
—Ehm … Bueno … Yo …
—Sabes quien soy, ¿eh? … Recuerdas de lo que hablamos, ¿verdad? …
—S-sí … Por supuesto … Dije que te ayudaría … Pero co-como … Tú, ¿cómo estás? …
—Escucha … Este sábado … Ven con el Metrotrén, yo te recogeré en la estación de Nos … Te pagaré un taxi para que vuelvas a casa … No quiero moverme después de, ya sabes, de eso … Solo prepárate, ¿vale? … Llega como a mediodía …
—Ugh … Está bien …
La tía Fior vivía a poco más de una hora desde mi casa. Una casona padronal de campo, muy grande y bien cuidada, pero no era un sector desolado, solo que la casa más cercana estaba a varios cientos de metros de la propiedad de tío Jairo. Había estado allí muchas otras veces en reuniones familiares y era agradable disfrutar en el jardín con el aroma de campo y enorme espacio a disposición en esta zona semi rural.
El sábado en cuestión tomé el Metrotrén en su horario puntual y traté de disfrutar del paisaje campestre y un poco de lectura revisando los mensajes de texto en mi celular. Aproveché de enviar a tía Fiordaliso el horario de llegada a Nos y recibí un escueto “OK” cómo respuesta. Apenas salí de la estación vislumbré el carro de mí tía que venía a recogerme. Subí a él y ella nos condujo a casa. No conversamos de nada en el trayecto, imagino que tanto ella como yo estábamos nerviosos. Ella estacionó el vehículo en el garaje y entramos directamente en casa. Sentía maripositas en mi estómago y el tiempo parecía transcurrir muy rápido. Sin siquiera darme cuenta entré a casa y comencé a quitarme mi cortavientos. Nervioso como nunca, le pregunté:
—Y el tío Jairo … ¿Dónde está? …
—Se fue a Valparaíso a pescar con sus amigos … Volverá mañana temprano … Gracias de nuevo por tu ayuda, Mateo … Sabes donde está el baño, ¿verdad? …
Un poco bobamente ambos sonreímos cuando ella me mostró el camino al baño, porque yo ya lo sabía perfectamente, pensé que era por el nerviosismo que estábamos sintiendo mutuamente. Dentro del baño había varios objetos encima de la mesa junto al lavabo.
—¡Oh, Mateo! … Este es el recipiente … Bueno … Para tus cosas … Ponle la tapa una vez que hayas terminado … Ehm … También compré estas por si las necesitabas …
Me dijo tía Fior mostrándome dos revistas pornográficas suecas mientras me guiñaba un ojo. Luego se giró y salió del cuarto cerrando la puerta tras ella. Todo se sintió extrañamente tranquilo. Allí estaba yo en el baño de mi bella tía a punto de masturbarme y dispararle mi semen en una taza con tapa de rosquilla roja. Me reí para mis adentros pensando en lo absurdo e irreal de todo esto.
Me bajé los pantalones y me tome un tiempo para sentirme cómodo en el baño. Comencé a hojear las revistas, no había nada nuevo en ellas. Chicas mostrando sus jóvenes coños y culos a un fotógrafo de dudosa profesionalidad. Paginas con tetas de todos los tamaños con escritas laterales en varios idiomas que yo no conocía.
Tomé el pote con tapa y la desenrosqué un poco, dejándolo listo para despegarla rápidamente al momento preciso. Hojeé las revistas intentando de que mi polla reaccionara. Había algunas fotos muy sugestivas, pero me centré en una modelo que asemejaba bastante a mí tía Fiordaliso. Seguí mirando las fotografías mientras acariciaba mi pija hacia arriba y hacia abajo, intentando imaginar fantasías con esas mujeres, pero mi pene tomó consistencia solo al momento de centrarme en la figura de mi tía. La vi sonriéndome mientras arreglaba sus cabellos cobrizos que destellaban llamas al suave movimiento del viento. Su vestido adherido a sus curvilíneas formas, dibujando su liso vientre y la convergencia de sus muslos firmes, exquisitos y tiernos. La imagine en frente de mí, acercándose como en cámara lenta, apuntando a mi polla con sus manitas suaves, cogiéndola entre sus deditos largos y pintureados, moviendo mi prepucio como un fuelle aterciopelado en forma vertical. Su ojitos centrados fijamente en mi meato esperando ansiosa la salida de mi semen sobre su carita angelical. Creí escuchar su suave voz: “Ahora, Mateo … Ayúdame … Dame tus cosas … Te necesito, Mateo … Hazlo por mí … Por favor” Sentí el estremecimiento característico en mi bajo vientre, rápidamente quité la tapa del envase, la sostuve contra mi polla y disparé un sinnúmero de nacarados filamentos de denso semen en su interior, me aseguré de que cada chorro cayera dentro y luego atornillé la tapa roja cerrando el receptáculo. Me levanté los pantalones, me fui al lavabo y lavé mis manos, luego salí y llamé a mi tía:
—Tía … Ya terminé …
—¡Oh! … Vengo …
La escuche decir desde arriba, luego llegó a toda prisa a mi lado.
—Entonces te llamaré un taxi para que te lleve a la estación … No te preocupes de pagarlo, porqué ya lo he cancelado con mi tarjeta de crédito … Y ten, un poco de dinero para el tren …
Todo fue muy rápido y sin preámbulos de ningún tipo, todavía un poco nervioso, le dije:
—Gracias, tía … ¿Estarás bien ahora mismo? …
—Sí … El resto lo haré yo sola … Y gracias de nuevo, Mateo …
Me dio un rápido abrazo y volvió a subir las escaleras un poco apresuradamente. Cuando salí, un Uber llegó en un par de minutos y me llevó a la estación para tomar el tren de regreso a casa. El viaje transcurrió sin contratiempos, pero no cesaba de pensar en lo que acababa de suceder. Nunca había hecho una visita a casa de tía Fiordaliso tan breve. Creo que no se prolongó por mas de diez o quince minutos. Entré, hice lo que se esperaba de mí y luego fuera otra vez. No hubo charlas triviales ni nada.
Comencé a pensar en: ¿Que estará haciendo la tía en estos momentos? ¿Habrá ya hecho lo que se proponía hacer? ¿Cuánto tiempo le habrá tomado hacerlo? Mi mente me trajo las imágenes de ella en toda su beldad, era tan hermosa, tan pura, tan sexy. La imagine acostada sobre su cama totalmente desnuda, tocando su coño, abriendo su labia vaginal e inyectando mi tibia esperma dentro de su panocha fértil. ¿Quedará ella embarazada de ese modo? Mi pene volvió a ponerse duro y sentí ese calorcillo en mis bolas. No pude dejar de pensar en ello hasta que llegué a casa. Esa noche tampoco tuve sueños tranquilos imaginando los bellos muslos de tía Fiordaliso abiertos al máximo mientras llenaba su coño con mi semen. Me parecía que todo esto sucedía en alguna dimensión paralela y extraña.
Pasaron varias semanas. Continué con mis estudios. Estábamos debatiendo sobre la filosofía de Platón y la creación de la Republica y yo debía escribir un articulo al respecto. Afortunadamente era bastante diestro en la redacción de discursos y trabajos escritos, por lo que no me llevó demasiado tiempo. Cuando estaba casi terminando mi trabajo redaccional, sonó mi celular, una llamada de un numero familiar estaba en entrada. Se me secó la garganta y un ligero temblorcillo recorrió mi cuerpo, apreté mi estómago y respondí:
—¿Hola? …
—Sí … Hola …
Reconocí inmediatamente la voz de mi tía Fiordaliso, se quedó unos segundos sin hablar, pero podía escuchar claramente su profunda respiración.
—Mateo … Al parecer no ha funcionado … ¿Podemos volver a intentarlo este fin de semana? …
—Ehm … Sí … Claro …
—Excelente … ¡Ah! … He estado leyendo algunas cosas al respecto, ya sabes, cosas que podrían ayudar … Entonces quería pedirte otro favor …
—Sí … ¿Cuál? …
—Uhm … Quiero que no tengas relaciones sexuales con nadie … Tampoco que te toques … Deberías guardarlo todo … Guárdalo todo para mí … ¿OK? … Y gracias …
La comunicación se cortó abruptamente y me quedé sin palabras. Me parecía todo tan raro, pero pensé que ella tenía razón. Era una buena idea si yo tuviera un periodo de abstinencia. Pensándolo bien, había estado tan ocupado y absorto en mis estudios que en realidad ya habían pasado dos semanas desde la última vez que había eyaculado, así que sin querer estaba cumpliendo con los requerimientos de mi tía.
Llegó el fin de semana y partí para encontrarme con mi tía. Pensé en tratarlo como una visita al doctor o al mecánico. Sin nada de sexual en ello. Solo estaba ayudando a una querida amiga a cumplir uno de sus más añorados sueños. Ella se merecía de poder cumplir ese sueño y yo estaba dispuesto a ayudarla. Podría haber elegido a algún otro, pero me había elegido a mí, no había más hombres en familia con la edad adecuada.
Me recogió en la estación con su coche, estaba vestida con una estrecha remera y unos ajustados jeans elastizados que se adherían a sus piernas como una segunda piel. Sus anchas caderas se veían de ensueño. Me precedió cuando entramos a su casa y yo no era capaz de quitar mis ojos de su atractivo e increíble trasero.
—Mateo … Bienvenido de nuevo … Y gracias por hacer esto por mí …
Dijo con una amplia sonrisa tratando de calmar la tensión del momento.
—Sí, Ok … ¿Está el tío Jairo? …
—¡Oh, no! … Se fue de caza con sus amigos … no llegará hasta esta noche …
—Genial … Entonces estamos solos tú y yo … Que bien …
—Sí … Es mejor así … Te tengo todo preparado en el baño … Te estaré esperando …
Diciendo eso, tía Fiordaliso desapareció hacia el piso superior. Como necesitaba satisfacer una urgencia fisiológica, fui al baño e hice mis necesidades, luego como tenía sed me dirigí a la cocina en busca de algo de beber, enseguida volvería al baño a cumplir mi tarea para tía Fior. Justo cuando iba en camino al baño, escuché a mí tía descendiendo por las escaleras:
—Tía … Lo siento, pero todavía no lo he …
Me quedé con mi mandíbula inferior colgando casi hasta el suelo. Descendiendo las escaleras había una mujer pelirroja con el cabello suelto sobre los hombros y vestía una fina bata de color negro como de hilo tejido a malla. Parecía una especie de traje oriental y bastante revelador. Me quedé allí pasmado ante la belleza que se presentaba ante mis ojos.
—¡Guau, tía! …
—Oh, lo siento … volveré arriba … Uhm … Solo me preparaba …
Dijo apresuradamente cerrando la prenda sobre sus pechos vibrantes y movedizos, grandes y excitantes.
—Está bien … Yo voy al baño ahora …
Entré al baño, cerré la puerta y me bajé los pantalones. Esta vez no necesitaba ninguna revista después de haber visto las estimulantes visiones del vestido de mi tía y su hermoso cuerpo. Rápidamente cogí el receptáculo de donación y lo coloqué de frente a mí. Luego cerré los ojos y pensé a esa hermosa mujer que había visto descender por las escaleras con esa seductora bata negra que no cubría nada de su hermosura. Mi mente se fue por un espacio de placer, una dimensión de lujuria y mi orgasmo llegó potente y copioso en gruesas hebras de candente semen fresco.
Me tomó menos de dos minutos en correrme, enseguida levanté mis pantalones y cerré la tapa a rosquilla del recipiente de plástico. Estaba casi sin aliento y mi corazón latía desbocado. La visión de mi tía casi sin nada encima todavía estaba totalmente vivida en mi mente. Sus pechos redondos como globos lucían pesantes y duros, con sus pezones punzando la tela a malla queriendo escaparse por esos amplios agujeros.
Me lavé las manos, agarré el envase con mi esperma y salí del baño. Tía Fiordaliso estaba esperándome al pie de las escaleras.
—¡Oh, vaya! … ¡Eso sí que fue rápido! …
Dijo ella sonriendo feliz.
—Sí, bueno … Ya sabes … Todo para una bella dama como tú …
Ella me quitó la taza y la levantó para mirarla a contraluz, cuando vio la enorme cantidad de semen sus ojos se volvieron de ensueño. Mirando su cautivadora bata mostrando sus hermosas formas femeninas. No sabía que decir, pero lo mismo dije:
—Veo que te estás preparando …
—¡Oh, sí! … También en mi dormitorio tengo listas algunas cosas …
—¿Qué cosas? …
—Uhm … Bueno … Algunos juguetes y demás …
—¿Juguetes? …
Tía lucía nerviosa, pero recuperó su compostura y comenzó a hablar sobre los preparativos que había hecho.
—Sí … Verás, leí algunos artículos en la red donde se dice que estar cachonda también ayuda a la fecundación … Los fluidos de la mujer ayudan a los espermatozoos a nadar con mayor énfasis hacia el ovulo … Por eso pensé que antes de usar tú esperma … Ehm … Me excitaré usando algunos de mis juguetes … Ya sabes … Vibradores y consoladores …
Algo se me atravesó en la garganta y traté vanamente de aclararla. Mi tía me sonrió viéndome un poco complicado con su explicita explicación. La vi que se sonrojó levemente. Pero en realidad no había necesidad de ser tímidos. Ambos éramos bastante adultos y ya sabíamos de fluidos corporales, de videos porno, de juguetes sexuales y todas esas cosas. Tía Fior pareció relajarse y continuó:
—Comenzaré con mi vibrador estimulador de punto G … Luego usaré mi consolador grande … Se llama doctor John Holmes … Imagino que será el nombre del sexólogo quien lo invento … Después cuándo esté lista para correrme, me inyectaré tú semen … Espero que eso funcionará …
No quise revelarle a mi tía que John Holmes era un porno actor de los años ’70, pero mi polla comenzó a engrosarse escuchando sus planes de autofecundación. Ella prosiguió:
—Después volveré a jugar con mi consolador para correrme una vez más … Al parecer las posibilidades de quedar preñada aumentan si la mujer está muy caliente … No sé si eso será realmente verdad … Pero estoy dispuesta a intentarlo todo …
—Uhm … Bien … Si eso es verdad, entonces debería funcionar …
—Bueno … Sí no lo es, de todas maneras, será algo agradable de experimentar y disfrutar …
—Apuesto a que sí …
Fuimos a la cocina y ella versó limonada fresca en dos vasos y me tendió uno a mí.
—Eso debería ser también cierto para los hombres, ¿verdad? … Cuando estás más cachondo, es muy probable que eyacularás más, ¿no? …
Eso me hizo pensar en lo cachondo que me sentí a verla con ese cautivante bata negra. Poco a poco me sentí cómodo teniendo esta conversación con tía Fiordaliso.
—Ehm … Efectivamente … Supongo que sí …
—¿Y que te pone más cachondo? … Puedo conseguirte alguna revistas nuevas, ¿sabes? … ¿Hay algo en particular que te sirva para encenderte? …
—Bueno … El verte vestida así ayuda mucho …
Dije un poco en broma. Oculté mi rostro detrás del vaso bebiendo un largo trago cuando expresé mí comentario.
—¿Cómo? … ¿Así cómo estoy ahora? …
Dijo sonriendo y mirándose así misma mientras tocaba el dobladillo de su bata que cubría muy poco de su desnudez. Noté que ella lucía divertida y no se había ofendido. Seguía acariciando la delgada tela a malla casi trasparente. Tragué saliva cuando ella dibujó sus tetas con las yemas de sus dedos. Claramente me estaba provocando.
—Eh … Sí … Luces estupenda …
—Realmente uso esta prenda solo para ir a la cama … No puedo creer que un hombre se pueda excitar viéndome con esta pequeña prenda vieja …
—Oh … Vamos, tía … Te ves tremendamente sexy …
Ella se rio, posó su vaso sobre la encimera y luego se paseó ante mí moviendo seductivamente sus caderas.
—¿Qué te parece eso? … Tendrás una imagen para llevar contigo al baño …
—Ya lo hice …
—¿Cómo? …
—Este … Bueno … Ehm … Yo …
—¿Qué? …
—Bueno … Es que te ves tan sensual y cachonda con esa bata … Qué … Ehm … Estaba pensando en eso … Ehm … Cuando llené la taza …
—¿Pensaste en mi mientras te masturbabas? …
—Sí, tía …
—¿Es por eso por lo que terminaste tan pronto? …
—Sí, tía …
—¿Es por eso por lo que eyaculaste tanto? …
—Sí, tía … Bueno, quiero decir … Solo mírate … Eres tan sexy que podrías hacer que me corra muchas veces más …
—¿En serio? … ¿Dices la verdad? …
Me preguntó acercándose a mí con sus ojitos iluminando toda la cocina.
—Sí, tía …
—¡Santo Dios! … Entonces vamos …
Dijo entusiásticamente tomándome de la mano y arrastrándome escaleras arriba.
—He estado tres años intentando … Sí puedes darme más de tus cosas, tienes que dármelas ahora ya …
Ella soltó mi brazo solo cuando estuvimos al interno de su dormitorio. Había una cama King-Size, miré que había un plato con dulcecillos y bombones. La habitación estaba adornada con flores y velas perfumadas. Las persianas estaban bajadas. Estaba claro que ella se había preparado para tener un buen momento.
El pequeño vaso de plástico con mi semen fue colocado sobre una mesa junto al televisor de pantalla plana frente a la cama. En la misma mesa había una canasta que contenía una selección de juguetes sexuales, desde donde sobresalía un grueso consolador. Tía Fior tomó la cesta y el recipiente con mi esperma y se subió a la cabecera de la enorme cama, sentándose sobre las almohadas.
—Entonces te gusta fantasear conmigo, ¿no? … Bueno … Cómo estás siendo un amable caballero donándome tus cosas … ¿Qué te parece si te hago ver un poco de esto? …
Apoyada casi en el respaldar de la cama, con sus piernas ligeramente dobladas, tía Fior se abrió parcialmente la bata y dejó al descubierto una de sus enormes y gordinflonas tetas. Con su delicada mano jugo con su pecho masajeándolo y aplastándolo, tiró de su diminuto pezón y levantó su teta en el aire para que yo pudiese apreciarla en todo su esplendor, ¡Guau! ¡Qué cosa más hermosa!
Su otra mano empujó suavemente el bordillo de la bata y descubrió su segunda maravilla de esponjosa carne, manchada de innumerables pecas color cobre. Tía Fior me estaba haciendo ver sus enormes pechos y parte de su tersa piel desnuda. Mi erección fue enorme y furiosa. Tragué saliva varias veces incrédulo y complacido ante el espectáculo insuperable que tía Fiordaliso estaba montando para mí. Era cómo sí uno de mis sueños se hiciera realidad. Ella siguió descubriendo cada vez más de su desnudez. Soltó el cinturón y abrió completamente su bata. Miré su entrepierna y en la posición en que estaba sentada no vi nada, solo su vientre y la juntura de sus piernas, tampoco vi vellos púbicos por lo que deduje que tía Fior afeitaba su coño.
Ella comenzó a tocar sus muslos y poco a poco comenzó a abrir sus piernas. Mi polla dura como una roca, iba a explotar de un momento a otro. Su mano se metió entre sus piernas y cubrió su conchita pelada, luego separó sus muslos mientras su manito acariciaba la rajita de su chocho que todavía no lograba vislumbrar. Con sus muslos bien separados y sentada en sus tobillos, tía Fior echó su cabeza hacia atrás entrecerrando sus ojitos y con un largo gemidos abrió los hinchados labios de su pequeño coñito. Un resplandor rosado y brillante emergió de ese orificio sedoso y mojado, el coño de tía Fiordaliso.
Mi tía acarició su coño con los ojos cerrados gimiendo suavemente como una gatita cachonda. Luego estiró su brazo y sacó de la cesta un objeto cilíndrico rosado y negro con unas líneas metálicas brillantes, hizo clic y un zumbido lleno el silencio del dormitorio, supe que era uno de los vibradores al cual había hecho alusión con anterioridad. Sentí que mi corazón escapaba de mi pecho mientras ella movía esa cosa que ronroneaba suavemente al contacto con los húmedos labios de su conchita entre sus carnosos muslos. Un gemido lujurioso emitió mi tía mordiendo su labio inferior.
—¡Uhhhmmm! …
Mi polla vibraba furiosa y lo único que yo deseaba era tocarme y volver a correrme. Tragué saliva sin poder apartar los ojos de mi tía que se masturbaba delante de mí. Una sensación se apoderó de mí, me llegaban los sonidos de placer de mi tía, la visión de su manito moviendo esa cosa vibradora al largo de su coñito diminuto. Mi visión apartó todo lo que había a mi alrededor y solo veía la conchita de mi tía. Estaba empezando a perder contacto con la realidad. Mi entero universo estaba concentrado en esa cosita resbaladiza, caliente y encharcada en medio a las piernas de mi tía.
Sus cabellos rojizos cubrían parcialmente su rostro bermellón. Su boca estaba entreabierta gimiendo cada vez con mayor fuerza. Su cuerpo hermoso y esbelto comenzó a contorsionarse, su ingle se movía hacia adelante y hacia atrás cada vez con mayor velocidad sobre este cilindro rumoroso. Era como ver la escena de un video porno en vivo y en directo.
No podía contenerme, en forma desesperada me bajé los pantalones y dejé salir mi polla dura como el granito. Comencé a jalar de mi polla enérgicamente contemplando el cuerpo caliente de mi tía que se aproximaba a su orgasmo. Ella abrió sus ojos y vio que me masturbaba con fiereza. Entre gemidos apunto al recipiente sobre su mesita de noche y me dijo:
—¡Destápalo! … ¡Córrete en la taza! …
Sin soltar mi pene ni un segundo, estiré mi brazo y agarré el recipiente de plástico con parte de mi primera eyaculación, lo destapé y apunté la punta de mi verga dentro del receptáculo. Tía Fior continuaba rozando su chocho con su vibrador, lo metía dentro de su canal vaginal y tiritaba de placer, luego lo sacaba y lo frotaba velozmente contra su clítoris. Se veía tan hermosa y sus sonidos eran hechizadores y llegaban directamente al centro de placer en mi cerebro, llevando mi cachondez a límites superlativos.
Respiré agitadamente y comencé a sentir una especie de mareo. Mis piernas estaban tiesas y mi glúteos duros como piedras. Descendió una bruma y no veía claramente, cerré mis ojos y apareció ante mi nublada vista la visión rosácea del coño de mi tía, caliente y jugoso. Abrí los ojos y vi a mi tía revolcándose sobre la cama con su cuerpo temblando mientras follaba violentamente su coño con el vibrador. Ahí a un metro de mí, la mujer más hermosa del mundo se corría chillando y gritando su potente orgasmo. Se me escapó un gutural gruñido y comencé a vaciar mis pelotas dentro del vaso plástico en gruesos chorros de cálido semen.
Parecía un orgasmo infinito, no cesaba de salir esperma espesa de mi polla. Mi vientre estaba duro y hundido, contrayéndose en el esfuerzo de expulsar más lechita nacarada para mí tía. Ordeñé cada gota que salía de mi pija pulsante, asegurándome de verterla en el vaso de recolección. Cuando salí del trance de mí clímax, pude escuchar a tía Fior susurrando:
—Ssiii, bebé … Córrete para mí … Que buen sobrino que tengo …
Tía se arrodilló y se acercó a mí tomando el vaso lleno a más de la mitad. Lo tomó suavemente y lo miró a contraluz.
—Oh, querido … Esto es mucho … Ojala tu tío Jairo pudiese eyacular así …
La miré atentamente, mi cabeza se había recuperado del esfuerzo hecho. Me pareció estar observándola desde un punto muy lejos de ella, me parecía tan irreal todo, como si estuviese sucediendo en alguna lugar muy apartado. Estaba con mi polla todavía palpitante y con jugos goteando de mi cabezota hinchada. Y ella estaba allí, desnuda, recibiendo mi semen en un recipiente y lista a inyectarlo en su coño, mientras su marido estaba fuera de casa.
Lo que paso luego pareció aún más surrealista. Tía Fiordaliso sacó de la canasta una pequeña jeringa de unos cuarenta o cincuenta ml., la apuntó al vaso y comenzó a aspirar mi esperma desde la copa plástica hasta llenarlo, enseguida se recostó sobre su cama, abrió bien sus piernas e insertó la jeringa profundamente en su estrecho coño, presionando la jeringa para descargar todo su contenido dentro de su vagina caliente.
Observé su coño estrecho, desnudo e hinchado, mojado con jugos femeninos. El tubo de la jeringa entró sin problemas en ella, parecía una cosa muy extraña, pero al mismo tiempo sexy y ambulatoria. El pistón de la jeringa fue presionado hasta el final, quedando vacío, todo mi semen estaba dentro del cálido coño de tía Fiordaliso. Tragué saliva, se me hizo un nudo en la garganta. Mi tía se estaba impregnando con mi semen. Un poco sorprendido dije:
—No puedo creer que sea mi semen el que está entrando en ti ahora mismo …
Tía Fior me miro contenta. Tenía los ojos lucientes y respiraba todavía con un poco de afano, pero parecía totalmente coherente.
—Sí … Se siente de maravillas … Calientito, pegajoso y resbaladizo … Se siente muy bien dentro de mí … Gracias, Mateo …
Retiró la jeringa de su panocha después de haberla vaciado. Luego desechó la jeringa en una bolsa de plástico. Entonces comenzó a tocarse nuevamente asimisma. Cogió el vibrador y también un falo plástico de notables dimensiones. En ese momento pareció darse cuenta de mi presencia y antes de iniciar algo más, me miró y dijo:
—Ehm … Mateo, supongo que deberías irte ahora …
—Uh, sí … me vestiré y me iré …
No me sentí muy bien cuando ella dijo eso, pero no podía pretender nada más, es lo que habíamos acordado, una donación de esperma y nada más que eso. Tomé mis pantalones y me vestí. Mí polla todavía estaba un poco tiesa. Me dirigí a la puerta pensando en terminar de arreglarme y lavarme en el baño, justo cuando estaba cerrando la puerta, ella me llamó:
—Oh, Mateo …
—¿Sí? …
—Perdona, pero lo olvidé completamente … Mi billetera está en el bolso colgado a la entrada … Saca algo de dinero para el taxi … No he llamado ninguno … Camina hasta la estación de servicio más adelante y allí siempre hay taxis esperando a los clientes del supermercado … Toma uno de esos y te vas a la estación …
—Está bien, tía … No te preocupes … Nos vemos …
Cerré la puerta y bajé las escaleras rápidamente para asearme. En ese momento sentí que lo único que quería era irme de allí. Necesitaba sentirme lejos de esa experiencia bizarra. Cuando entré al baño me quité la camisa, me senté en el inodoro y me reposé unos minutos allí. Sentí que un simple lavado no iba a ser suficiente, así que terminé de desvestirme y me metí bajo la ducha. Era el único modo de despertarme y salir de ese trance en el que me encontraba sumergido.
Salí de la casa de la tía y me encaminé hacia la estación de servicio a poco menos de un kilometro de allí, eso me dio bastante tiempo para reflexionar en lo que estaba haciendo y por qué lo estaba haciendo. Ciertamente me era difícil permanecer insensible a todo lo vivido. Tía Fior quería un bebé a todo costo y yo simplemente le estaba ayudando con la materia prima. Me había comprometido a hacerlo y en eso estaba ahora mismo, no había cabida para arrepentimientos, debía llevar a cabo la tarea hasta lograr el objetivo. Eso me había pedido ella expresamente.
Sin embargo, no me sentía seguro sobre lo que estaba pasando allí. Todo había sido increíble, excitante e irresistible. ¿Ver a mi tía masturbarse mientras yo hacía lo mismo?, simplemente fabuloso. Tal vez no era lo apropiado de hacer entre sobrino y tía, pero ya lo habíamos hecho. Como suele decirse: “Es inútil llorar sobre la leche derramada”, o quizás debería decir “lechita”.
No había dilucidado nada sobre este dilema cuando llegué a la estación de servicio. Tenía razón tía Fior, había un par de taxis esperando pasajeros. Me subí a uno de ello y le pedí de llevarme a la estación del metrotrén. En el viaje de regreso a casa, mi cabeza daba vueltas siempre sobre el mismo tema y sus implicaciones. Lo mismo fue para el resto de la jornada, cuando me fui a la cama estaba lleno de preguntas y ninguna respuesta.
Mientras me giraba sobre mi cama tratando de dormir. Una vez más las imágenes de mi hermosa tía invadieron mi mente, la vi revolcándose sobre la cama mientras se corría, su cuerpo totalmente desnudo temblando, sus tetas bamboleándose a cada espasmódico corcoveo, sus gritos y gemidos, su risa delirante a ojos cerrados. No era nada de extraño de que me haya corrido dos veces casi consecutivas.
Sin siquiera concentrarme mucho, semiconscientemente, comencé a masturbarme bajo las sábanas pensando a ella por supuesto. Me sentí un poco culpable al hacerlo. Se suponía que debía conservarme para ella exclusivamente. Pero no pude contenerme, los recuerdos de su cachonda imagen me hicieron correrme por tercera vez en el día, derramé mi carga de fresco semen dentro una de mis medias de futbol. Solo después de aquello, logré finalmente conciliar el sueño. Claro qué hasta el último segundo me quedé a pensar cual sería el próximo movimiento de tía Fiordaliso, porque hasta ahora no ha logrado preñarse con su jeringa y mi semen.
(Continuará …)
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El regalo más preciado de quien escribe es saber que alguien está leyendo sus historias. Un correo electrónico, a favor o en contra, ¡Tiene la magia de alegrar el día de quien construye con palabras, una sensación y un placer!
Muy rico, espero la continuación.
Excitante y con morbo. Espetó la continuación.