Mi tía Sandra (1)
La historia de los instintos de un sobrino con su tía.
Mi tía Sandra.
No estaba seguro de cómo iniciar esta historia increíble que viví a mis 17 años. Actualmente vivo solo a mis 23 y me animé a revelar este secreto de mi juventud.
Todo inicia en mi etapa de preparatoria, en ese entonces me la pasaba la mayoría de mi tiempo libre jugando fútbol en las tardes o estudiando, puedo decir que fuí un estudiante dedicado.
Por otra parte, mi familia tiene un negocio propio de venta de ropa dirigido por mi madre y su hermana Sandra; mi tía.
Nuestra relación siempre fue bastante normal, mi tía Sandra es una persona de carácter serio la mayoría del tiempo, por otra parte muestra una debilidad a sus hijos y sobrinos siendo muy cariñosa y melosa.
A sus 35 años es una mujer preciosa, alta, de 1.74, caucásica, cabello negro y sedoso con unas caderas enormes, sus pechos, copa B, no son tan grandes como sus piernas, sus piernas pueden matar a cualquiera, gruesas, definidas acompañadas de un jugoso trasero que se apretaba muy bien dentro de esos jeans que acostumbra a usar.
El local de su trabajo se ubicaba muy cerca de mi casa, que al mismo tiempo estaba cerca de mi escuela, por lo que podía ver a mi tía la mayoría del tiempo en mi casa, o en camino.
No era extraño encontrarla al llegar de clases, incluso en la noche tomando un café mientras charlaba con mi madre.
Yo me llamo Dante, vivo en la parte norte de México, puedo decir que soy bastante normal, estoy en buena forma pero no destaco en nada más que mi altura de 1.82, no puedo decir que estoy enormemente dotado o soy muy carismático, soy bastante normal.
A pesar de eso logré conquistar a una chica de mi escuela, preciosa chaparrita, tierna, rostro redondo rojizo y unas tetas que no hacían juego con su bello rostro, enormes.
Pasamos juntos unos 4 meses antes que terminara conmigo por, según ella, falta de atención.
Estaba devastado, pase algún tiempo deprimido por la ruptura , sentía que le faltaba algo a mi corazón y muchas veces no encontraba humor para hacer lo que me gustaba, empecé a faltar a mis prácticas de fútbol y mis calificaciones empezaron a bajar.
Unos días después que llegue de la escuela, cansado y desanimado como acostumbraba a estar, me encontré a mi tía recostada en el sofá de nuestra sala, dormía profundamente, su espalda estaba frente a mi, su cuerpo ligeramente encorvado resaltaba su enorme trasero en forma de durazno, no se que me pasó, nunca había pensado en tía de esa forma pero el realce de su gran culo comenzó a excitarme.
Subí rápidamente a mi habitación intentando dejar pasar esos pensamientos;
«por dios es mi tía»
pensaba mientras me recostaba en la cama, quizá era por qué tenía sentimientos en conflicto por la ruptura con mi novia, pero algo se encendió dentro de mí sin darme cuenta.
La semana siguiente pasó sin complicaciones, de vez en cuando veía a mi tía andar por la casa pero lograba mantener mi mente fría y actuar como siempre frente a ella.
No entendía estos pensamientos que tenía e intentaba sacarlos de mi mente de muchas maneras.
Mi tía algunas veces se unía con nosotros en la cena lo que no era raro. Pero hoy mi madre explicó que el trabajo era muy tedioso y que las horas extra que ambas hicieron las dejó exhaustas, lo que haría que se quedara a dormir en la casa, y como no hay cuartos disponibles me pidieron si hoy podía dormir en el sofá de la sala.
Ya se acercaba la hora de dormir.
“Espero no te moleste que me quedé en tu cama por hoy mi niño”
“No se preocupe tía, usted descanse, deje nomás subo por una cosas para bajarlas al sofá más al rato”
Mi tía asintió y se subió al cuarto, mientras me quedé en el sofá mirando la TV.
Después de un rato subí, abrí la puerta y entré a la habitación,
“voy a pasar tía, voy a bajar unas almohadas”
Cuál fue mi sorpresa, mi tía estaba en mi cama dormida.
Estaba de lado mientras abrazaba la almohada con sus piernas, la misma que iba a tomar.
Su short de tela mostraba el inicio de su gran culo y arriba llevaba una playera holgada que estaba ligeramente húmeda, parece que salió de la ducha y se acostó.
A mí nariz me llegó un aroma floral y dulce, quizá de un shampoo de mujer.
Podía ver el sostén negro que entre los espacios de la playera, todo el tiempo intenté negarlo pero mi tía está increíblemente buena.
Me quedé embobado mirando su figura y su respiración, sin darme cuenta una carpa empezó a levantarse entre mi pantalón deportivo.
Su aroma me hacía cosquillas y mi cuerpo reaccionaba.
Pensé si era correcto despertarla, podía tomar otras almohadas y dejarla ahí pero algo me invitaba a tocar su cuerpo.
Me acerque lentamente con la punta de mis dedos, pensé: (tengo el pretexto perfecto, solo quería despertarla para tomar mis cosas) Convenciéndome de eso avance más, para probar las aguas, mis dedos tocaron su brazo, su piel fría me dio un chispazo embriagador, quería más.
No lo pensé mucho y toqué su pierna suavemente, no había respuesta.
Subí un poco y susurré “tía, necesito la almohada” convenciéndome más de esa vil mentira,
Pasé la yema de mis dedos sobre su pierna, subí lentamente hasta el inicio de su short, sentí escalofríos por todo mi cuerpo al darme cuenta de un ligero cambio en su respiración y me alejé del pánico como si fuera un ratón atrapado en la alacena.
Nada, no hubo nada.
Eso fue un balde de agua fría lanzado en mi cabeza caliente, respire, sabía que no era correcto, pero algo dentro de mí me pedía más, algo fue cambiando dentro de mí.
Esta vez toqué su mejilla, fría, cerca de sus labios gruesos, de su boca rosada, su rostro seductor y su piel lechosa me enloquecía, me acerque a su boca y pude sentir su respiración, algo de mi tía me embriagaba, detonaba un instinto que no había sentido antes, quizá su aroma, su cuerpo maduro o su voz melosa que hacía eco en mi mente agitaba algo dentro de mí.
Mis instintos me pedían avanzar, lanzarme como una bestia pero la mente racional prevaleció, por ahora.
Susurré
“Tía, despierte, voy a tomar algunas cosas”
Estando tan cerca ella reaccionó, como una princesa dormida abrió lentamente los ojos y me miró con una mirada medio dormida, de esas que calientan el alma.
“Qué necesitas corazón”
“No quería despertarla, pero, bueno, no puedo dormir sin mi almohada”
Me estaba haciendo cada vez mejor actor.
Ella se movió y buscó sobre su cabeza para darse cuenta que la tenía entre sus piernas
“¿Es esta?”
Dijo con algo de vergüenza
“Esteee, si, si es esa, pero si quiere quédesela, busco otra en el ropero”
“No, no, tómala, si es con la que duermes es tuya”
Intenté hacer mi cara de poker sin que se notara la desesperación de ese objeto mundano.
Después de unos pretextos malos más acepte.
“Mire, deje le busco otra almohada para que duerma bien”
Y así, después de realizar algunos actos más y despedirme de mi tía bajé a la sala a dormir, obviamente no podía sin antes pasar al baño,
Antes logré controlar la erección de mi entrepierna pero la respuesta física no, al entrar al baño mi mano buscó su amigo, el líquido preseminal manchaba mi ropa interior, comencé a tocarme con recelo y con el aroma de mi tía que impregnaba la almohada llegué al éxtasis.
Me arreglé lo más que pude, lave mi rostro y regrese a mi sofá.
Dormí como un bebé, disfrutando el dulce aroma de esa almohada durante toda la noche…


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