Mi tía y yo. ¿Quién consuela a quien? *
Probando los placeres del incesto lesbico. .
Tengo una tía de nombre Antonia, es mayor que yo por solo 6 años, tiene un físico que no pide casi nada.
Yo soy silvana. Pero pido que me llamen Silvia o Silvi, según el caso.
Soy delgada, con tetas chicas, un culo redondo y piernas bien trabajadas.
Desde los 20 años salí de casa para independizarme, logre mucha estabilidad, menos una.
El amor. Tuve una relación con una chica muy agradable, pero ella me dejo.
Nadie sabe que soy lesbiana, ni si quiera mi tía toña.
Al enterarse que fracase en una relación que según ellos fue con un chico, mi tía fue a pasar unos días al apartamento que en ese entonces alquilaba.
Ya mas repuesta, fuimos a una fiesta que hicieron unas amigas en común.
Como era de suponerse para nosotras, cada quien iba con su pareja, por lo que en vez de ser una fiesta alegre, se convertiría en una fiesta de parejas.
Note que toña se puso algo triste, por lo que nos retiramos del lugar, pero antes de llegar al departamento, compramos alcohol.
Me quieres contar que pasa contigo tía? Le dije.
Me confeso que se estaba divorciando de mi tío Juan, por algo que ella le confeso, pero que le daba pena decirme.
Al convenserla que me dijera, casi me voy de espaldas.
Bien. Su fantasía o mejor dicho curiosidad era estar con otra mujer.
Luego de mas charla sobre el tema, le sugerí que probara.
Pero con quien Silvia? Dijo.
Yo se con quien y esta persona te tratara de lo mejor. Dije.
Sin dejarla opinar acaricie una pierna, yendo bajo una minifalda negra, la suavidad de su piel blanca me erizaba por completo.
Me acerque a su boca, dando un tímido beso en sus labios.
Nos miramos unos segundos y prontamente nos fundimos en un beso lleno de calor.
Mis manos se aferraron a sus tetas y las de ella a mis nalgas.
Todo fue silencio.
Nos desnudamos lentamente, la acosté en mi cama, oliendo la humedad de una vagina semi depilada, para luego clavar mi lengua ansiosa, recorriendo el entorno de la misma.
Con mis labios jalaba suavemente su clitoris, para luego ser un poco mas ruda.
Luego devoraba unos pezones rosados, puntiagudos, besaba también su cuello, sus labios y regresaba a su vulva.
Toña quiso probar mis jugos; así que, hicimos lo que fue su primer 69 lésbico, rico.
Su lengua no fue tan inexperta como supuse.
De hecho me saco un orgasmo, el cual lleno su boca de fluidos.
Haciendo lo propio, las dos no paramos de limpiar y sacar mas jugos.
Como ella le gusto mi culo, me dio el mas delicioso beso negro que me hayan dado, tanto que en mi segunda explosión, caí rendida, pero mi golosa tía me abrió las piernas para seguir devorando la concha.
Sentí desfallecer, por tan suculentas lamidas en el clitoris.
De nuevo hicimos el 69, toña no quería perder la oportunidad de saborearme y yo no quería que parara; pues he de confesar que hacia tiempo me gustaba.
No se cuantos orgasmos tuvimos las dos, pero al último quedamos rendidas.
Con el paso del tiempo ella dejo al mogigato de Juan y se vino a vivir conmigo.
De ese momento tan delicioso las dos somos pareja, a pesar del que dirían si algún familiar se entera.
Aquí mi confesión.
Vladimir escritor.
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