Mi tío me convierte en su mujercita Cap.2
Trato de escapar a mi destino pero al final vuelvo a caer en las garras, (y la verga) de mi tío..
♠♥Capítulo 2♥♠
Como recordaran mi tío me había estrenado como mujercita un sábado, así que pasé todo el domingo descansando, tirada en mi cama todo el día recuperándome de la mega cogida que me había dado Tío Rafael.
Durante ese domingo mi mente estuvo hecha un lio, aunque por un lado me encantó todo lo que había pasado en casa de mis tíos, por el otro, en realidad sentía mucho miedo, era muy atemorizante pensar en mi futuro como amante de tío Rafael, sin saber que planes tenía para mí.
Estuve tan extraña aquel día que en un momento mi mami me preguntó si me sentía bien.
Me tomó la temperatura, me checó la presión y otras cosas más, típicas de su oficio como enfermera, y cuando le dije que sentía mucho dolor en el cuerpo me dio un par de pastillas de ibuprofeno y paracetamol.
“Tal vez te está a punto de dar gripe, cariño.” Me dijo mi madre mientras me arropaba en mi cama después de hacerme comer un poco de caldo de pollo.
Yo me sentía muy culpable por no poder confesarle que lo que en realidad me pasaba era que me estaba recuperando de la mega cogida que me había dado tío Rafa el día anterior, y lo que en verdad me dolía era mi anito, o como lo llamaba tío Rafa, mi coñito de niño.
“Gracias, mami.” Dije yo mientras comenzaba a dormirme gracias al efecto de las pastillas.
“Ahora descansa, bebé. Si sigues igual mañana tendrás que saltarte la escuela y te llevaré al medico.” mamá seguía mirando el termómetro en sus manos. “Tienes la temperatura un poco alta, Suri.” Mamá me miraba preocupada.
Por fin salió de mi habitación y yo me quedé pensando en mi futuro; en todo lo que podía salir mal al convertirme en la putita personal de mi tío, en su amante. Y en lo que podía pasar si mi mamá o mi tía lo descubrían.
Al final decidí que no era buena idea continuar con aquello y me dije que lo mejor que podía hacer era alejarme de mi tío, dejar de vestirme como niña y comenzar a comportarme como un niño normal.
Con esa decisión tomada por fin me dormí, pero mis sueños fueron inquietos y extraños, todos tenían que ver con tío Rafa follándome como a una perrita en celo.
Al otro día mi madre me despertó temprano, pero viendo que mi salud no había mejorado me permitió quedarme en casa.
Ese lunes terminé despertando a medio día y me preparé un delicioso almuerzo, después pasé todo el día descansando y mirando la televisión, tratando de no caer en la tentación de usar la poca lencería que tenía mi mami en sus cajones.
Cada vez que estaba a punto de ir a su habitación para buscar sus pantys, corpiños y tacones altos; me obligaba a recordar los problemas en los que me había metido mi maldita manía de usar ropa de mujercita.
Pasé todo el día luchando contra mis demonios mentales y recuperándome del cogidón que me había dado mi tío Rafael. Ese día mi tío trabajaba así que no habría nadie en su casa, y yo no corría el riesgo de que él llegara de repente a mi casa.
Mamá llegó en la noche y me preguntó si me sentía listo para ir a la escuela al siguiente día.
Yo me sentía mejor, aunque seguía aterrada por ver a mi tío de nuevo y pensando en planes tontos e imposibles, queriendo posponer aquel inevitable encuentro; pero estuve de acuerdo en ir a la escuela el día siguiente.
Pasó la semana, yo inventando excusas para no ir a casa de mi tíos, que si tenía que llegar más temprano a la escuela para hacer limpieza en mi salón, que si en la tarde debía ir a casa de algún compañero para preparar una exposición, que si tenía que ir al cine con alguna amiguita el viernes por la tarde, etcétera.
Así llegó el fin de semana y yo había podido alejarme de las garras de mi tío Rafa, también había podido resistir las ganas de vestirme como nena, pero todo eso terminó cuando mi madre habló conmigo durante el desayuno del sábado.
“Suri, quiero hacerte una pregunta. Y quiero que me contestes con la verdad.” me dijo mi madre cuando habíamos terminado de comer esa mañana.
Su voz era muy seria y su mirada muy intensa, pocas veces mi madre me había hablado de aquella manera.
“Claro mami… ¿qué sucede?” pregunte curiosa y temerosa, pues ya sospechaba de lo que mi madre quería hablar.
Mi madre guardó silencio un rato bastante largo y después de dar un profundo suspiro mamá por fin formuló su terrible pregunta.
“Suri… ¿Acaso tu tío… Acaso Rafael te hizo algo…? ¿Él te ha… Él te ha tocado de manera… extraña?” Mamá preguntó aquello muy nerviosa, tartamudeando y sin mirarme a los ojos.
Era más que obvio que aquello era muy difícil para mi madre, pude sentir cuanto le costaba imaginar que su precioso y único hijo estuviese sufriendo algún tipo de abuso por parte de un hombre, para más inri de su cuñado. Incluso pude ver sus manos temblar de miedo por mi respuesta.
Esta vez fui yo quien tardó un par de minutos en contestar, mi joven mente corría a mil por hora, pensando en una y mil respuestas, en una y mil posibilidades.
Podía decirle la verdad, contarle como mi tío me había usado como su putita particular, podía contarle como me cogieron como a una perrita en celo haciéndome gritar y llorar de dolor.
Pero hacer aquello destruiría a mi familia, mi madre seguramente denunciaría a mi tío, o peor, lo atacaría físicamente, ninguna de estas dos opciones tendría un buen final, tanto legal como físicamente, mi tío era más poderoso que mi madre; siendo un militar de medio rango, con amigos poderosos en las altas esferas y midiendo más de dos metros y pesando más de cien kilos mi madre no podría tocarlo de ninguna manera.
Además tío Rafael revelaría mis aficiones, le contaría a mi madre como su hijo se vestía con su ropa interior y la de su hermana cuando nadie me veía, les contaría como había mamado su vergota con adoración y hambre, como había rogado ser penetrado y cogido como una perrita en celo. Pero lo peor del asunto es que en realidad si había gritado y llorado de dolor, pero también de placer, me había encantado ser la hembra de mi tío, ser su puta, su amante.
Así pues la respuesta era obvia:
“No… no sé a que te refieres mami… Tío Rafa… yo nunca… él nunca… ¿Qué es lo que quieres decir?” Mi voz temblaba y me recriminé por no poder fingir mejor.
Mi madre me miró asustada, dándose cuenta de que estaba mintiendo, sus ojos lucían húmedos y brillantes, estaba aguantando las lagrimas.
“Suri, hijo. No has ido a la casa de tus tíos esta semana… no creas que no me he dado cuenta de todas las excusas que has puesto parea no ir… Es cómo si ya no te gustara estar en ese lugar, como si… somo si… te diera miedo estar a solas con tu tío.” Mami estaba temblando más violentamente y su voz se entrecortaba por el miedo. “Puedes contarme lo que sea… puedes confiar en mí… si tu tío te ha hecho algo… debes decírmelo cariño” Mi madre estaba a punto de llorar, así que decidí arrancar sus miedos desde la raíz.
Tomé una gran bocanada de aire, y me preparé para decir la mentira más grande de mi vida, tenia que ser convincente.
“La verdad mami es que ya no quiero ir a cocinar y a limpiar a casa de mis tíos… gratis.” Solté aquello de la manera más segura que pude y aliviada me di cuenta de que en realidad era cierto, “No sé que estabas imaginando pero tío Rafa nunca me ha hecho nada malo, él siempre ha sido muy bueno conmigo… tú lo sabes. Pero creo que merezco una paga por todo lo que hago para él y para tía Samantha… prácticamente soy la sirvienta de ellos dos, debería ganar algo de dinero por ello… ¿no es lo justo?”
Como dije, mientras hablaba descubrí que una gran parte de mí de verdad quería recibir una compensación monetaria por el trabajo de sirvienta que hacía en casa de mis tíos, básicamente no tenia vida social gracias a que me dedicaba a limpiar y cocinar para mi madre y mis tíos, al menos quería poder comprarme cositas chulas a cambio de ese esfuerzo.
Mi madre y yo nos quedamos en silencio de nuevo, mamá me miraba completamente sorprendida, y después de un par de minutos soltó una carcajada que se transformó en una risa histérica pronto, tanto se reía mi madre que se me contagio y pronto ambas estábamos retorciéndonos de risa.
Después de mucho rato, mi madre y yo por fin dejamos de reír. Mami se estaba limpiando las lagrimas, pero estaba llorando de risa y no de preocupación así que me sentí más tranquila, al parecer la había convencido.
“Entiendo… entiendo cariño… creo que tienes razón, deberías recibir un pago por tu trabajo… ¡Dios! ¡Que alivio! por un momento creí que… creí que tu tío… ¡Dios! que locuras piensa una de repente.” mi mami decía aquello mientras se limpiaba los ojos y recuperaba la respiración.
“¿Creías que tío Rafa me estaba haciendo algo? ¿Cómo crees? Tío rafa es bien macho. Nunca haría algo así con un hombre.” Yo dije aquello para borrar las sospechas de mi madre de una vez por todas.
“Tienes razón en que Rafael es bien macho… mi hermana me cuenta cada cosa… siempre anda de mujeriego, si supieras cuantas veces me ha tratado de seducir el muy cabrón… No. No es que piense que Rafael es gay, o que le gusten los hombres… lo que me preocupa es más bien que…” Mi madre se detuvo en ese punto sonrojándose un poco y desviando su mirada de mis ojos azules.
“¿Más bien qué?” pregunté yo ahora muy interesada.
Mami dudó un instante pero al final dijo:
“Lo que me preocupa es que tú, lo que menos pareces es un hombre… saliste igualito a mí, el mismo cabello casi rubio, esos ojazos azules y esos labios de nena, pareces más una nena que un niño Suri.” Mami me dijo esto entre risitas, como burlándose de mí.
Yo fingí que me ofendían mucho aquellas palabras pero dentro de mí estaba saltando de alegría por tales halagos.
“¡No digas eso mami! ¡Yo no parezco una niña!” levanté la voz ofendida e hice un puchero con mis gordos labios de nena, lo que provocó que mami soltara una nueva carcajada.
“¡Ja-ja-ja-ja! ¡Por Dios, Suri! Hasta cuando te enojas pareces mujercita, mira esos pucheritos de nena consentida que haces… me pregunto si en el hospital no se equivocaron y me dieron la hija de otra familia en lugar de al hijo varón que me prometieron. ¡Ja-ja-ja-ja!”
Se notaba que mami estaba muy aliviada por saber que su hijo no había sido abusado sexualmente por su cuñado y por eso se estaba riendo tanto.
Yo la dejé hacerlo, era mejor que se burlara de su afeminado hijito, a que se pusiera como loca al enterarse de la verdad.
“Bueno… ¿y entonces?” pregunté yo después de que mami se hubiese calmado.
“No te preocupes Suri, yo hablaré con tus tíos. Ellos entenderán que tienes razón y seguramente comenzaran a pagarte un sueldo… no esperes que se la gran cosa, pero al menos podrás comprarte cositas nuevas con eso, tampoco quiero que te guste demasiado el dinero y dejes la escuela. Por muy bueno que seas en la cocina, o limpiando, recuerda que nadie contrataría a un hombrecito para hacer de chacha. Esta es una situación especial que solo funciona por que somos familia.” Mami me decía aquello con una enorme sonrisa en el rostro ya completamente aliviada.
“Sí mami, lo entiendo. No voy a descuidar mis estudios por unos pocos pesos, no te preocupes por eso.”
Así terminó aquella charla, mamá habló con su hermana ese mismo día por teléfono y todo quedó arreglado.
Desde ese momento me pagarían 200 pesos por cada día que fuese a la casa de mis tíos a hacer limpieza y preparar la comida para mi tío Rafa.
Yo fingí que estaba contenta y satisfecha con el trato, pero por dentro los nervios me estaban matando, pues aquello significaba que tendría que acercarme de nuevo a mi tío, y pasar los días junto ese machote después del cogidón que me había dado era muy peligroso, pues bien sabia que en cuanto tío Rafa me lo ordenara yo me convertiría en su putita personal de nuevo.
Pasé el domingo temblando de miedo y emoción, el lunes tenia que ir a preparar el desayuno para mi tío Rafa sí o sí. Mi absurdo plan de alejarme de la tentación se acababa de derrumbar frente a mis ojos.
♠♥♠
Esa noche no pude dormir casi nada, y cuando amaneció me levante incluso antes de que la alarma sonara, y mientras mi mami desayunaba yo me metí a la ducha, quería estar absolutamente limpia para… ¿Para qué? ¿Para quién? La respuesta era obvia… quería estar lista para mi tío Rafael.
Pues bien, una vez bañada me vestí con mi ropa más bonita y ajustada, unos jeans negros que me quedaba chicos y remarcaban mis piernas y mi culito muy bien, y una playera negra de manga larga; con murcielaguitos blancos estampados en toda la tela , también muy ajustada, lo cual hacia que mi fina cintura de remarcara mucho.
Me calcé mis tenis converse negros y frente al espejo me arreglé mi largo y rubio cabello de la manera más femenina que pude, me puse un poco de brillo labial que había robado a una de mis amigas en el colegio, arriba de todo una sudadera negra también, siempre fui un poco emo, o gótico, como lo quieran llamar.
Podía ir de aquella manera a la escuela por que al colegio al que asistía en ese entonces era privado, mamá trabajaba mucho para poder pagar la colegiatura, y aquella escuela trataba de ser una copia de las escuelas gringas, teníamos casilleros, piscina, algunos clubes, nos daban clases de inglés a diario, había también una cafetería donde comer el almuerzo como en las películas yanquis, y lo mejor de todo, nos dejaban vestir prácticamente cómo quisiéramos, pues según el enfoque progresista de aquel lugar la vestimenta era una extensión de nuestra personalidad y no querían limitar nuestra libertad de expresión… o alguna tontería parecida.
Como dije yo siempre vestí de manera muy emo, muy gótica… en realidad tengo la teoría que los niños emos y góticos son putitos y mariconcitos de closet todos ellos.
Vistiéndonos con ropa ajustada y andrógina, pintándonos las uñas, usando delineador y rímel, incluso lápiz labial… por favor, es más que obvio que todos ellos e mueren por ser unas putitas bien femeninas. Pero me estoy desviando del tema.
Ya vestido así, como un nene emo y me dirigí a la casa de mis tíos temblando de miedo y de anticipación.
Tomé una profunda respiración antes de abrir la puerta, yo tenia una copia de las llaves, entré a aquella lujosa casa con pasitos tímidos y vacilantes; todo estaba en completo silencio. Caminé por el lugar tan silenciosamente como un gato.
Así pasé de un cuarto a otro con temor, como esperando un ataque sorpresa o algo así… por supuesto nada de aquello sucedió, así que pude llegar tranquilamente a la habitación matrimonial de mi tíos.
Y ahí estaba él, dormido, con una cobija apenas cubriendo su cintura, dejando su torso y sus piernas al descubierto.
Tío Rafa se veía tan delicioso, enorme, moreno, musculoso y semidesnudo. Su poderoso cuerpo cubierto de espeso vello lo hacía ver tan varonil, tan primitivo, tan absolutamente macho.
Un escalofrío recorrió todo mi pequeño cuerpo; ver a aquel machazo en toda su gloria y respirar de nuevo ese almizcle de macho alfa de nuevo, me puso como loquita en un instante, pude sentir como mis pezones se ponía duros, mi penecito se erguía y mi ano se humedecía.
¡Dios, basta! ¡me estaba comportando como una putita deseosa de macho!
Hui de ahí asustada de mis propios deseos y bajé a la cocina a preparar el desayuno de tío Rafa, si me apresuraba lo suficiente tal vez podría salir a la escuela antes de que mi tío despertara.
Acababa de dejar un plato con huevos, tocino y panqueques cuando tío Rafael bajó de su habitación vistiendo solo unos jeans viejos, descalzo y con su torso desnudo se veía simplemente perfecto, todo un macho de película.
Tío Rafael entró al comedor con pasos pesados y confiados mirándome con tanta intensidad que su mirada casi me quemaba la piel.
Tío Rafael se sentó a la mesa sin decir una sola palabra, yo estaba a punto de llorar de miedo, la furia de mi tío llenaba el cuarto, haciendo que el ambiente se sintiera pesado y tenso.
Tío Rafa comió en silencio mientras yo me quedé completamente quieta y con la mirada baja, sentada delante de él sin poder probar bocado.
Pasaron largos y lentos minutos en completo silencio. Por fin tío Rafael terminó de comer.
“Has sido una niña mala, Suri. Una niña muy mala.” Su ronca y masculina voz resonó en mi mente.
“Yo… yo… yo lo siento… yo no quería…” tartamudeé completamente aterrada.
“Eres mi segunda mujer Suri, tu deber es atenderme, tu deber es limpiar la casa, lavar mi ropa y preparar la comida, Suri. Tu deber como mi amante es coger conmigo como la putita marica que eres.” La voz de mi Tío era baja y tranquila, pero yo temblaba como si él estuviera gritándome.
“Yo lo siento… yo… yo… tío… estaba asustada… yo lo siento mucho…” Traté de responder algo coherente pero mi voz seguía quebrándose.
“Silencio, puta!” Esta vez tío Rafael si gritó y yo me puse de pie asustada. “Ahora sube a la recamara, quítate ese horrible uniforme y vístete como lo que en realidad eres.” tío Rafael me ordenó, su voz ronca y firme no admitía rebeldía alguna.
Sali del comedor casi corriendo, mientras pensaba que definitivamente llegaría tarde a la escuela.
Al entrar en la alcoba de mis tíos pude observar que tío Rafael había quitado todas las cobijas de la cama y había puesto un juego de sabanas blancas de algodón nuevas, completamente diferentes a las sedosas sabanas color vino que usaba mi tía Samantha, era obvio que no quería que se repitiera el desastre de nuestra primera vez.
Encima de las sabanas blancas había un precioso coordinado de tipo corsé con bralette incluido, las copas eran muy pequeñas y sin varilla, básicamente un corpiño, diseñado en encaje y mesh, también había un par de medias de red con ligueros que se conectaban al corsé, una tanga de hilo dental, una gargantilla de flores de encaje y diamantes, y en el suelo descansaban un par de zapatillas de plataforma blancas con tacones de quince centímetros.
¡Dios! ¡Era un conjunto divino! ¡Y todo era de mi talla!
Temblando me quité el feo uniforme de mi secundaria y emocionada me vestí con esas preciosas prendas de delicado encaje.
Me volví loca al sentir como la tanga se incrustaba entre mis nalguitas mi micropene, ya completamente erecto, quedó atrapado en el pequeño triangulito de tela transparente, el corsé una vez ajustado me marcaba mi cintura divinamente y hacía que mis pequeñas caderas destacaran mucho, el corpiño cubría mi pecho pero era tan trasparente que se podían ver mis pequeños pezones rosados.
Mi piel estaba completamente erizada cuando yo me estaba poniendo las medias de rejilla por mis largas piernas, el encaje me llegaba hasta los muslos haciéndolos lucir mucho más gruesos y torneados, até las cuatro ligas del corsé a las medias, después me calcé esas hermosas plataformas blancas con correas a los tobillos y me miré en el espejo de cuerpo completo de mi tía, quedé encantada con mi reflejo, ¡me veía deliciosa!
Ahí estaba yo una pequeña princesita de doce añitos vestida como una putita en su noche de bodas, ¡Dios mío! ¡Estaba preciosa! y a diferencia de la ropa que tomaba prestada de mi mami y de mi tía, este conjunto de lancería era de mi talla, y era completamente mío, casi me corro de solo verme vestida de aquella manera, pero pude contenerme al darme cuenta de que mi carita lucia demasiado normal, así que ni tarada ni perezosa me senté en el tocador de tía Samantha y comencé a maquillarme muy concienzudamente.
Me temblaban las manitas mientras aplicaba polvos, sombras y rímel a mi bonito rostro, pensaba en lo que sucedería en cuanto terminara de maquillarme… Tío Rafa subiría a la recamara y me cogería salvajemente como la vez anterior, por supuesto, sabia que antes de eso tío Rafael me castigaría de nuevo, pude sentir lo enojado que estaba al escuchar aquella calmada y ronca voz.
Por fin terminé de prepararme, estaba lista para mi macho, y con mucho miedo me senté en la cama a esperar, temblando y respirando erráticamente.
No tuve que esperar demasiado.
Tío Rafa entró al cuarto con paso firme, ni siquiera lo escuche acercarse pues tío Rafael estaba descalzo, incluso en esa situación, mientras mi tío me miraba enojado con esos oscuros y fríos ojos, no pude dejar de admirar lo absolutamente masculino que lucia, ¡Dios santo! ¡Que hermoso macho era mi tío rafa!
“¡Cuando tu macho entre al cuarto debes ponerte de pie, pequeña puta!” Tío Rafael me ordenó aquello con un grito autoritario.
“¡Sí, tío! ¡Lo siento tío!” me apresuré a obedecer mientras me disculpaba.
Tío Rafael tomó mi lugar, sentándose en la cama, yo me paré frente a él, con la mirada en el suelo y mis manitas frente a mi entrepierna, cubriendo mi micropene que seguía completamente duro.
“Da una vuelta para tu tío, putita.”
“Sí, tío.” Respondí yo mientras giraba sobre mis tacones de plataforma, mostrándole a mi hombre como me veía en ese conjunto de encaje.
“Te ves preciosa, nena… pero aún así debes ser castigada Suri, lo sabes. ¡Has sido una niña mala!” la voz de mi tío era más suave pero aún se notaba el enojo.
“Lo sé tío, he sido una niña mala.” Respondí con la voz más mimada y sexy que pude hacer.
Tío Rafael me detuvo cuando mis nalgas estuvieron frente a él, tío Rafa me acaricio el culo con sus enormes y varoniles manos, yo me estremecí de placer al sentir sus rudas caricias.
Así estuvimos un rato largo, tío Rafael acariciando mi pequeño y femenino cuerpo con sus fuertes y callosas manos de hombre, acariciaba mis muslos, mi vientre, mi cuello, mis brazos… pegué un gritito de placer cuando sus dedos atraparon mis pezones y los pellizcaron rudamente.
“¡Ay ♡!”
“Tranquila nena…” Susurró mi tío mientras con una de sus manos tocaba mi micropene, y con la otra comenzaba a acariciar mi apretado anito o como lo llamaba mi tío mi vagina de niño.
“¡MNGHHH ♡!” Gemí yo.
Me estaba derritiendo en sus manos, ¡literalmente!, mi penecito estaba comenzando a gotear y pude sentir como mi vagina de niño se calentaba y se humedecía.
“¡Mira nada más… la nena ya está bien mojadita!” Dijo mi tío mientras comenzaba a penetrar mi anito con sus gruesos dedos de macho. “¡Joder, Suri, eres una perra en celo, tu vagina está hirviendo! ¡Y mira como tienes el clítoris, eres toda una putita!”
“¡AGHHH…! ¡Dios mío!” Gemí con mi vocecita de nena.
Tío rafa estuvo acariciándome un ratito más, pellizcaba y frotaba mi cuerpecito con mucha fuerza y pasión, tal vez incluso demasiada, era obvio que seguía enojado por esa semana de ausencia.
Yo estaba como agua para chocolate, a punto de correrme solo con los toqueteos de mi tío Rafa, cuando de repente y en un instante, mi tío me cargó y me acostó bocabajo sobre su regazo.
Y sin esperar un segundo, tío Rafa me dio una fuerte nalgada.
“¡Auch!” Grité adolorida.
“¡Has sido una niña muy mala, Suri!” Mi tío me dio otra sonora palmada en una de mis redondas nalguitas.
“¡Ay! Lo siento mucho… ¡lo siento tanto tío! ¡perdóneme! ¡perdóneme, tío, por favor!” Yo comencé a lloriquear y a dar grititos de dolor bien femeninos.
Así inició una sesión de dolorosas nalgadas que duró, por lo menos, quince largos y angustiantes minutos; yo terminé hecha un desastre, mi maquillaje, en el que tanto me había esforzado había quedado completamente arruinado por mis lágrimas, y a diferencia de la primera vez, aquellas palmadas en mis glúteos no eran nada excitantes.
Era obvio que mi tío Rafa estaba castigándome de verdad, lo había hecho enfurecer al fallar una semana entera a mis deberes como su segunda mujer, le había fallado como amante y como mujercita y en ese momento estaba pagando mis pecados.
Cuando por fin tío Rafa se cansó se sacudir mis posaderas con sus enormes y varoniles manos, de nuevo me cargó y me arrojó boca abajo en su cama matrimonial, caí sobre las sedosas sabanas pero se sentía algo raro, como si hubiese algo plástico debajo de ellas.
Y sin decir una sola palabra, terminó de desnudarse y se acostó sobre mí, cubriéndome completamente con su enorme y musculoso cuerpo de macho.
Por supuesto tío Rafa no estaba dejando caer todo su peso sobre mí, pero aun así me sentía completamente sometida son semejante macho cubriéndome por completo, podía sentir su piel caliente y cubierta de vello rozando mi delicada y suave piel de marica, era delicioso, y aunque seguía llorando como una magdalena no pude evitar comenzarme a excitarme al sentir la enorme vergota de tío Rafa completamente erecta frotarse contra mis recién azotadas nalgas.
Aquella fricción hacía que mis adoloridos cachetes me dolieran aún más, recordándome lo mala niña que había sido.
Tío Rafa acercó su rostro al mío y restregó su barba contra mi cuello mientras hundía su nariz en mi cabello rubio, oliendo el aroma de mi femenino champú. Sus manos tomaron las mías y las extendieron hacía arriaba dejándome completamente dominada y sometida a él.
“¡Hueles riquísimo Suri, hueles a hembrita, a nena, a niña! ¡Eres una niña Suri, eres mi niña, mi mujer, mi amante, mi puta!” Mi tío Rafa gruñía molesto, posesivo, casi furioso. “¡Dilo Suri! ¡Di que eres una niña! ¡Di que eres una mujercita! ¡Dime que eres mi niña! ¡Dime que eres mi mujer! ¡Dime que eres mi puta! ¡Dime que eres mía Suri!” Ordenó mi tío mientras restregaba su barba contra mi delicada piel, y su gigantesca verga se rozaba entre mis nalguitas de nena.
“¡Soy una niña! ¡Soy mujer! ¡Soy su mujer tío! ¡Soy su putita marica! ¡Soy tuya papi! ¡Soy tuya!”
Respondí yo entre grititos y gemiditos, ahora si estaba completamente excitada, y las señales en mi cuerpo eran claras, los pezones se me pusieron duros y sensibles, mi micropene… es decir, mi clítoris tuvo una fuerte erección y comenzó a babear, y mi culo… es decir, mi vagina de niño estaba comenzado a calentarse y a humedecerse como la vagina de una niña de verdad.
“¡Lo eres! ¡Eres mi putita personal! ¡Eres mi putita marica! ¡Mi nene hermoso! ¡Eres mi mariconcito lindo! ¡Eres mi putito hermoso! ¡Y ahora mismo voy a demostrártelo, puta! ¡Voy a cogerte tanto y tan fuerte que tu culo va a tomar la forma de mi verga! ¡Voy a llenarte de leche tanto que vas a quedar preñada, aunque seas solo un mariconcito! ¡Voy a preñarte como la hembrita que en verdad eres, pinche mariconcito precioso!”
Y diciendo aquello mi tío Rafael hizo a un lado el hilo de mi tanguita y metió su gigantesca verga dentro de mí de un solo empujón.
“¡Aghh! ¡Dioooooos! ¡Uff… duele… tío… duele… Dios!” Grité como una gata en celo mientras por instinto trataba de escapar de aquella vergota, cosa imposible, pues estaba completamente atrapada debajo de su musculoso y pesado cuerpo.
“¡Joder! ¡Maldita sea Suri! ¡Tú vaginita de niño está ardiendo, y ya está bien mojadita! ¡Joder! ¡Estás bien pinche apretadito, putito hermoso! ¡Pareciera que eres virgencita otra vez!” Tío Rafa se había quedado quieto después de meter ese pollón hasta los huevos, y me susurraba aquellas palabras de amor directamente en mi oreja.
Yo solo gemía, lloriqueaba, y me retorcía debajo de él, tratando de acostumbrarme a tener semejante vergota dentro de mí de nuevo. Tío Rafa tenía razón, mi vagina de niño se había cerrado de nuevo en esa semana y se sentía como si fuese virgencita de nuevo.
Nos quedamos así unos largos y deliciosos minutos, Tío Rafa besándome los hombros y el cuello, lamiéndome y mordisqueando mi sensible piel como lobo macho al montar a su perra en celo, a veces sumergía su rostro entre mi sedoso cabello rubio y olía profundamente, embriagándose de mi femenino aroma, como yo me emborrachaba con el aroma almizclado de su sudor de macho.
Cuando mi vagina de niño terminó de mojarse, tío Rafael comenzó a follarme como si la vida se le fuera en ello, levantando sus caderas hasta que solo su enorme glande quedaba dentro de mí, y después me penetraba hasta el fondo con un firme y poderoso golpe.
¡Dios mío! Aquello fue delicioso, yo me sentía completamente, femenina, sometida e indefensa antes sus masculinas embestidas, sentía que su vergota me saldría por la boca de tan profundo que me entraban sus estocadas.
En ese entonces no sabia el nombre de aquella posición sexual, pero en ese momento se volvió en mi favorita, por supuesto ahora sé que aquella deliciosa posición se llama “PRONEBONE” en inglés y “PERRITO TUMBADO” en español.
Tío Rafael estuvo perforándome durante más de dos horas en aquella posición, mientras yo solo atinaba a llorar, gemir, gritar y suplicar por más debajo de él corriéndome como una perra una y otra vez.
Y no, no es que mi tío Rafa fuese sobrehumano, aunque tengo que admitir que esa vergota de veintisiete centímetros si que era una rareza, lo que sucedió fue que tío Rafael se esforzó para que aquella cogida fuese legendaria, él me cogía a un ritmo violento y salvaje, casi como si quisiera hacerme daño, a esa velocidad tío Rafa apenas podía durar quince minutos antes de querer correrse dentro de mí, pero entonces simplemente metía su pollón dentro de mi vaginita de nene, y se quedaba quieto mientras me besaba, y mordía el cuello hasta calmarse, y cuando se recuperaba comenzaba aquella terrible follada de nuevo, así lo hizo hasta que yo me convertí en una muñequita sin vida debajo de él, solo podía gemir y lloriquear mientras babeaba y “sufría” un orgasmo tras otro, fue simplemente increíble lo que aquel macho me hizo sentir aquel día.
Y si ya antes estaba encandilada de tío Rafael, ese día quedé completamente enamorada, ese día aquel mulato de dos metros se convirtió en mi Dios.
“¡UNGH ♡… DIOSSSS! ¡MNGH ♡… GHNN ♡…! ¡QUE RICO PAPI! ¡PAPI… PAPI.. PAPITOOOO! ¡MNHHHHM ♡…! ¡OH… DIOOOOSS! ¡OH… DIOOOOSS! ¡OH… DIOOOOSS! ¡¡¡¡ME CORRO… PAPI… ME CORRO PAPI… PAPI… PAPIIII!!!” Yo gemía, gritaba y lloriqueaba como una poseída.
Mi mente desbordada de placer se sentía como si estuviera hecha papilla, apenas y podía razonar, ya no lo llamaba tío, esos “PAPI, PAPITO”, me habían salido del alma, era obvio que siempre me había hecho falta un padre, y que mi tío Rafael había ocupado el lugar de mi figura paterna, pero fue hasta ese momento, después de cogerme por dos horas seguidas que tío Rafa se convirtió en mi PAPI, y yo me convertí en su niña, en su nena.
· “¡¡AGHH JODER!¡ ¡ESTAS BIEN PINCHE APRETADITA… MARICA HERMOSA! ¡AGHH! ¡QUE RICO PUTITO ME ESTOY COGIENDOOO! ¡VOY A CORRERME, PUTA! ¡VOY A CORRERME PUTITA LINDA! ¡UFF! ¡VOY A PREÑARTE… VOY A PREÑARTEEEE… PINCHE PERRITA HERMOSA! ¡PUTA! ¡PUTA! ¡PUTA! ¡VOY A LLENARTE ESA VAGINA DE NIÑO CON MI LECHE…¡ ¡UFF… PUTA MADRE QUE RICA ESTÁS! ¡PRÉÑATE… PRÉÑATE… PINCHE MARICONCITO PUTO! ¡AGHH!” Tío Rafa estaba igual de ido que yo, moviendo sus caderas como un perro en celo y gruñéndome aquellos insultos en la oreja, insultos que a mi me sabían a los más dulces halagos.
· En ese momento tío Rafa dio la ultima estocada, y metió aquella masculina vergota hasta la raíz dentro de mi vagina de niño y comenzó a correrse dentro de su hembra como el semental que era.
· “¡AGHHHHHHH!” Rugió tío Rafa mientras su pollón latía dentro de mí, escupiendo carga tras carga de calientes y espeso semen.
· “¡¡¡OOOOOOOOOOOOHHHH ♡♡♡!!! ¡¡¡YO… YO… TAMBIÉN ME CORRO, PAPIIII ♡♡♡!!!” Exclamé mientras me corría por séptima u octava vez.
· Aunque mi clítoris tembló y dio saltitos, de su punta no salió nada, no había ni una sola gota de jugos de niña en mis infantiles testículos, me había vaciado unas tres veces durante la cogida y los últimos cuatro orgasmos habían sido en seco.
· Mientras que mi micropene estaba atrapado entre mi pubis y el colchón, frotándose contra las sabanas, que para este momento ya estaban empapadas, mi vagina de niño, que también estaba completamente empapada, se abría y cerraba con fuerza exprimiendo la vergota de mi tío, tratando de ordeñar hasta la ultima gota de leche de macho.
· Tío Rafa dejó salir siete u ocho enormes cargas de semen en lo más profundo de mi ser, y yo me sentí morir de placer con cada uno de esos tibios chorros de escancia masculina, fue el mejor y más largo orgasmo de mi vida, fue tan intenso y delicioso que casi me desmayo.
· Mientras mi tío seguía descargándose y gruñendo encima de mi yo me aferraba a la conciencia y a las sabanas con la poca fuerza que me quedaba, babeando y berreando como una retrasada, en realidad me sentía como una, completamente alelada de tanto placer.
· Después de unos largos y esquicitos minutos tío rafa terminó de correrse, pero se quedó dentro mío hasta que su pene se desinfló y salió de mi vagina de niño por si sola, haciendo un “¡PLOP!” cuando su glande escapó de mi culo.
· “Dios, que rica cogida, princesa… Estás deliciosa bebé.” Murmuró tío Rafa mientras rodaba para quedar a mi lado.
· “…Gracias, papi…♡♡♡ me encantó…♡♡♡ soy tuya…♡♡♡ soy tu putita papi …♡♡♡ te amo tanto papi…♡♡♡” Susurré yo completamente extasiada, jamás me había sentido tan feliz.
Ambos nos quedamos acostados un rato largo, tratando de recuperar el aliento después de tan épica follada, y sin darnos cuenta nos quedamos dormidos; cuando desperté miré el reloj sobre el buró de mi tío y me di cuenta de que ya era medio día.
Suspiré preocupada, rogué a los cielos para que la escuela no llamara a mi madre por faltar a clases ese lunes.
Desperté a tío Rafa con una mamada, simplemente no me pude resistir, ver a semejante macho dormido, con ese pollón todavía sucio con los restos de su semen y mis jugos de marica descansando entre sus musculosas y peludas piernas.
Simplemente comencé a limpiar, a lamidas aquella preciosa vergota y su pesados y grandes testículos.
Tío Rafael despertó y sonrió al ver a su pequeña putita marica besando y chupando su vergón con adoración, pronto su miembro alcanzó su máxima dureza y tamaño.
Tío Rafa me tomó de la nuca y comenzó a follar mi boquita más rápido y más profundo, al principio apenas podía contener aquella gigantesca masculinidad en mi boquita y cuando su hinchado glande golpeaba la entrada de mi garganta mi reflejo nauseoso se activaba y comenzaba a tener arcadas, lo cual provocaba que yo babeara litros de saliva sobre esa preciosa verga morena, así estuvo tío Rafa, penetrando mi garganta de poco a poco, y después de diez o quince minutos pude tragar la mitad de ese pollón de veintisiete centímetros, sintiendo su enorme glande en forma de hongo atrapado a la mitad de la garganta.
Durante toda la mamada tío Rafael me insultaba y me humillaba como era su costumbre llamándome puta, ramera y maricona… yo solo ronroneaba de gusto con la boca llena de verga y mis bonitos ojos azules, todos llorosos, fijos en su masculino rostro.
Como siempre tío Rafael duró un montón, más o menos media hora, así que cuando comenzó a gruñir más roncamente y a retorcerse, me apresuré a poner su hinchado glande en mi boquita, esta vez quería saborear toda su leche y así fue; cuando la vergota de tío Rafael comenzó a saltar y a escupir su delicioso néctar, yo estaba preparada, recibí toda esa lechita directo en mi lengua… ¡Dios! Era simplemente deliciosa. Cálida, espesa, pegajosa y agridulce… y como siempre, la cantidad de semen que tío Rafa producía me sorprendió, pues aunque tío Rafael se había corrido litros en mi vagina de niño, aún tenia suficiente leche como para llenarme la boquita hasta el limite, pronto mi bonito rostro parecía el de una ardilla, con las mejillas hinchadas de semen, me esforcé al máximo para tragar y tragar un bocado tras otro para no desperdiciar ni una gota de tan esquicito alimento.
Cuando tío Rafa por fin terminó de venirse saqué su pene de mi boca y comencé a jugar con esa deliciosa crema de hombre con mi lengua, disfrutando el sabor de un hombre de verdad.
Tío Rafael me miraba asombrado por mi zorrería, y cuando por fin me tragué su semilla abrí la boca y le mostré mi lengua completamente limpia, tío Rafa acarició mi rostro con ternura y yo le sonreí enamorada, terminé aquella mamada con un dulce y tierno besito en la punta de su glande.
“¡Muac… ♡♡♡! ¡Gracias…♡♡♡!” Dije mientras frotaba mi mejilla contra la vergota de mi tío como una gatita mimada. “¡Y gracias a ti también papi… ♡♡♡! » Sonreí de manera traviesa y coqueta.
“Pinche Suri, eres un sueño hecho realidad… creo que nunca había conocido a una zorrita tan puta como tú, bebé.” Tío Rafael acariciaba mi sedoso cabello mientras yo seguía limpiando su polla con mi lengua.
Después de recuperarnos nos metimos a la ducha, donde nos bañamos uno al otro, yo disfrutando de acariciar y enjabonar el musculoso y varonil cuerpo de tío Rafa, él a su vez se enfocó en acariciar mi pequeño e infantil cuerpecito de nena de doce años.
Duramos tanto tiempo bajo la ducha, besándonos y tocándonos que pronto su verga estuvo completamente dura otra vez y mi clítoris también ya estaba erecto, mi vagina de niño también estaba caliente y húmeda, lista para otra cogida.
Tío Rafa me folló por detrás, yo con las manos contra la pared, inclinada y sacando el culo hacia arriba, tío Rafa penetrándome con todas sus fuerzas desde atrás, con embestidas tan fuertes que cada empellón me levantaba del suelo, y sin darme cuenta de un momento a otro noté que mis piececitos no tocaban el suelo, tío Rafa prácticamente me estaba sosteniendo con su vergota, aunque también me estaba cargando por la cintura con sus grandes y callosas manos.
“¡Joder! ¡Puta madre! ¡Estás deliciosa… pinche putito lindo! ¡Maldito maricón precioso, tu coño aprieta riquísimo!” Mi tío rugía y bramaba detrás de mi mientras trataba de partirme en dos con su gigantesco miembro. “¡Ghhh! ¡Creí que me habías dejado seco con esa mamada pinche putita tragona! ¡Uff…. joder! ¡Pero ya me pusiste duro otra vez! ¡Estás bien pinche hermosa… eres tan pequeña y femenina, toda una princesita marica! ¡Voy a cogerte hasta dejarte preñada precioso jotito!”
“¡¡¡OOOOOOOOOOOOHHHH ♡♡♡!!! ¡¡¡NHGUUUUUUUUUUHH ♡♡♡!!! ¡¡¡MNHGUUUUUUUUUHH ♡♡♡!!! ¡¡¡Dios santo ♡♡♡!!! ¡¡¡Que rico… ♡♡♡¡¡¡ ¡¡¡Más… ♡♡♡¡¡¡ ¡¡¡Más… ♡♡♡¡¡¡ ¡¡¡Más… ♡♡♡¡¡¡ ¡¡¡Más fuerte Papi…!!! ¡¡¡Más fuerte Papito…!!! ¡¡¡Que rico me coges papiiii!!!” Yo apenas podía hablar de tanto placer, y ni siquiera podía responder coherentemente a sus “dulces” palabras, así que solo me limitaba a balbucear como una retrasada.
Así pasó el tiempo, con nosotros dos ahogándonos de placer debajo de la ducha, yo gimiendo y lloriqueando mientras escuchaba el chapoteo de carne contra carne, cuando la pelvis de mi tío chocaba contra mis nalguitas de nena.
Después de un rato largo en el que tío Rafa me hizo correrme unas tres veces, todas ellas en seco, pues mi clítoris no produjo ni una sola gota de semen, mis diminutos testículos se habían quedado secos, a diferencia de las enormes bolas peludas de mi tío que ya se habían llenado de nuevo de espesa y cremosa leche de macho.
Leche que mi tío derramó dentro de mi coñito en su ultima embestida, mientras me presionaba contra la pared de la ducha, aplastándome por completo, tratando de meterme aquel pollón hasta mi estomago.
Cuando Tío Rafael terminó de rellenarme de leche, y su vergota, desinflada, salió de mi interior, él me dejó de abrazarme y mis piecitos volvieron a tocar el suelo, aquella follada había sido magistral y me dejó las piernas temblando como a una cervatilla recién nacida.
Por lo cual no pude sostenerme y acabé de rodillas en la ducha, con la regadera cubriéndome de agua caliente, me sentía en las nubes, super relajada después de “sufrir” aquellos tres orgasmos en brazos de semejante macho, estaba tan a gusto que estaba a punto de quedarme dormida ahí mismo acurrucada debajo de la regadera.
“Pinche Suri… estás bien rico, putito hermoso… nunca me había puesto duro tan rápido después de una mamada como la de hace rato.” Tío Rafa me miraba como siempre entre fascinado y asustado mientras recuperaba la respiración.
“Gracias… papi…” Susurré yo completamente ida.
“Termina de bañarte putita, y ponte uno de los babydoll de tu tía, te quiero bien maquillada y perfumada. Estaré esperándote en la sala. Tengo más regalitos para ti, y quiero verte con ellos lo más pronto posible.” Tío Rafa terminó de lavarse aquel pollón lleno de nata y burbujas de semen de macho y jugo de coño marica.
“Sí… papi… lo que tú órdenes papito…” Suspiré yo aun medio desmayada en el suelo.
Cuando salí de la ducha me di cuenta de que tío Rafa había quitado las sabanas de la cama, dejando al descubierto un grueso plástico que cubría todo el colchón, avergonzada me di cuenta de que había hecho aquello para no mojar el colchón donde mi tía dormiría a su lado esa noche, me sentí tan puta, tan mujer y tan hembra al ver como mi macho tenia que cubrir su cama con plástico gracias a que la pasión de ambos dejaba las sabanas empapadas con nuestro sudor y nuestros jugos de amor.
Obedeciendo a mi macho, me vestí con uno de los babydoll más sexys de mi tía. Un precioso conjunto de tanga y camisón de seda blanco que se abría por delante dejando a la vista mi plano vientre y mi breve cintura, la tanga era de talle alto y hacia ver mis caderas más femeninas y anchas, también me calcé una zapatillas de plataforma con tacón de quince centímetros, blancas por supuesto, y frente al tocador de tía Samantha me maquille con sombras blancas y rosadas, me ricé las pestañas con rímel, dejándolas super gruesas y largas, , mi labios los pinté de color rosa pastel, me peiné el rubio cabello al estilo BOB de los años cincuenta, imagínense el corte de Marilyn Monroe, me veía divina.
Bajé con cuidado, aún no estaba completamente acostumbrada a usar semejantes tacones y meneado mis caderas entré a la sala.
Ahí estaba tío Rafael, de nuevo solo usando un pantalón de mezclilla y nada más. Tenia en la mano un vaso de wiski con hielo que dejó sobre la mesita al lado de su sillón.
“¡Fiuuu… fiuuu!” Silbó mi tío Rafa como el lobo de las caricaturas, mirándome de arriba abajo, yo di una vuelta para que me apreciara desde todos los ángulos y sonreí completamente sonrojada.
“Mírate Suri, todavía ni estás tomando hormonas y ya eres toda una niña. Estás preciosa putita mía.”
¿Hormonas? Me pregunté yo inocentemente, pero no tuve tiempo de pensar en nada más pues mi tío me hizo señas con el dedo de que me acercara, obediente como una niña buena lo hice, y me estremecí al escuchar el sonido de mis tacones sobre la duela.
“Gracias papi… es decir tío…” murmuré yo completamente roja de la vergüenza, una cosa era llamarlo papi mientras me tenia ensartada con sus vergota, follándome como a una puta barata y otra era decirle papi en una situación normal… bueno no muy normal, yo era un nene de doce añitos recién cumplidos, maquillado, vestido con lencería de puta, y usando tacones de plataforma en frente de su tío, un enorme macho musculoso y velludo de 35 años, pero saben a qué me refiero. “Lo… lo siento… tío…”
“No tienes por que disculparte nena, desde hoy soy tu dueño y tu papi. Tú eres mi niña, mi nena, mi princesa marica… claro que me debes llamar papi, Suri.” Tío Rafa me tomo de la cintura y me sentó a horcajadas en su regazo, nuestros rostros quedaron frente a frente y comenzamos a besarnos de manera apasionada.
Cuando esa sesión de lengua terminó, tío Rafa sacó, de la mesita ratona de al lado de su sillón, una caja de regalo rosa con un moño rojo y me la entregó.
“Toma Suri, tu regalo por ser la mejor puta que he tenido en la cama.”
“¡Gracias! ¡Gracias! ¡Gracias! ¡Gracias, tío…! Digo… ¡Gracias papi! ¡Gracias!” Yo saltaba encima de mi hombre como una niña emocionada mientras lo abrazaba del cuello y le llenaba el rostro de besitos.
“Calma, calma, nene bonito. Mejor ábrelo” Me fascinaba esa manera de tío Rafa de hacerme sentir como toda una mujercita, pero al mismo tiempo siempre recordándome que era un pequeño marica, un nene afeminado y un putito mariposón.
Cona las manos temblando abrí el regalo, y ahí dentro pude ver cuatro objetos, dos frascos de pastillas, un PLUG anal de acero cromado con un diamante de fantasía en la base color rosa, y una jaula de castidad.
Por supuesto a esa edad y con el casi nulo conocimiento sobre sexualidad que tenia gracias a que mis amigas eran niñas y apenas y me juntaba con niños de mi edad, no supe que diablos era todo aquello.
Miré a mi tío con una carita de completa duda y él no pudo hacer otra cosa que reírse a carcajadas.
Yo solo atiné a esperar que se le pasara y comencé a tocar y mirar aquellos extraños objetos.
“¿Qué es todo esto papi?” Pregunte al fin, mientras miraba la jaula desde todos lados tratando de descubrir que diablos era y para que se usaba.
“Eso nena, son las herramientas que necesita un putito como tú para convertirse en una mujer de verdad.”
“Herramientas?” Pregunté estúpidamente mientras agitaba uno de los frascos de pastillas.
“Sí… a menos que ya no quieras ser una niña de verdad. A menos que ya no quieras ser mi puta” La voz de tío Rafael se había vuelto dura y fría.
“¡No! ¡Es decir sí! ¡Yo… sí quiero… yo soy tu puta…! ¡Yo quiero ser una niña de verdad papi… quiero ser tu putita para siempre papito… por favor!” Rogué yo aterrada por haber enojado a mi macho.
“Eso está mejor Suri.” Respondió él mientras me pasaba sus enormes manos desde mi cintura hasta mis muslos. “Ahora abre esa boquita de mamadora que tienes putita y di ahh.” Ordenó aquel hombresote.
“Ahhh…” dije yo obediente sacando mi pequeña lengua de manera sensual y perversa mientras lo miraba con ojos de “cógeme”.
Tío Rafa abrió los frascos de pastillas y me puso una pastilla de cada una en la lengua, yo no desaproveché la oportunidad y atrapé su grueso dedo con mi boquita y comencé a mamar y chupar como si fuese un pene.
“¡Joder, Suri! Eres de lo que no hay, pinche chamaca puta y golosa.” Tío Rafa sacó su dedo de mi boquita y me ofreció un trago de wiski que tragué con mucha dificultad, era la primera vez que bebía licor. “Vas a tomarte una pastilla de cada una en la mañana y una de cada una en la noche, todos los días. Vas comenzar a sentir mucha sed y a orinar mucho, pero es normal. Al principio no va a pasar nada, pero después de un tiempo vas a comenzar a ver cambios en tu cuerpo y en tu humor, no debes asustarte, pero si te sientes mal o sientes que algo no va bien debes decirme de inmediato nena. ¿lo entiendes?”
“Sí, papi. Lo entiendo, haré lo que usted me diga. Pero, ¿que son estas pastillas?” Pregunté yo curiosa pero obediente.
“Son vitaminas para que crezcas como una niña grande y linda. Ahora levántate y apoya tus manos en la mesa, inclínate y saca ese culito de nena que tienes.” Tío Rafa se la estaba pasando en grande conmigo y se notaba en su voz.
Obedecí como siempre y pronto estuve frente a él apoyada en la mesita de café de mi tía con el culo al aire y las piernas bien abiertas para mi macho.
Pensé que papi me cogería de nuevo, pero tío Rafa tenía otros planes.
Sin que yo lo viera preparo una jeringa y me inyectó en una de mis redondas nalguitas, yo brinqué por el dolor, pero no me atreví a moverme.
“¡Auch! ¿Qué fue eso papi?” Pregunté de manera mimada, haciendo pucheros.
“Son más vitaminas para que te vuelvas mujer, Suri. Te voy a tener que poner una de estas cada quince días, así que espero que me recuerdes siempre que te toque inyección, entendido, te coja o no, cada quince días tengo que darte una de estas. ¿Entendido?” Dijo mi papi y después me dio una nalgada que me hizo quejarme como la mariquita débil y chillona que era.
“Sí, papi… yo estaré al pendiente de mis vitaminas, papito.” Yo traté de levantarme, pero tío Rafa entonces me nalgueó de nuevo, esta vez mucho más fuerte.
“¿Acaso te dije que podías moverte, puta?” Preguntó enojado mi tío.
“¡No, papi! ¡Lo siento, papi!” Respondí yo arrepentida por ser una mala puta.
“Vas a tener que aprender a ser una sumisa perfecta, Suri. Te falta mucho para ser una putita perfecta, pero eres una sumisa natural, solo debes aprender a hablar y a actuar solo cuando se te ordene, debes aprender a complacer a tu dueño perfectamente, todo el tiempo. No te preocupes mariconcito lindo, tu papi te enseñará todo lo que tienes que saber para ser una zorra perfecta, tú solo tienes que confiar en tu papi y obedecerlo en todo.” Tío Rafel acariciaba mis nalguitas mientras susurraba con su ronca voz, hipnotizándome con cada palabra.
“¡Sí, papi! ¡quiero ser una zorrita perfecta para ti, papi! ¡Quiero ser tu putita por siempre y para siempre, papito! ¡Obedeceré todo lo que tu ordenes y digas papito… quiero ser una putita sumisa y obediente para ti papi!” Yo estaba de nuevo completamente excitada, aquellas caricias y esas palabras me habían puesto caliente de nuevo.
“Lo serás, Suri, lo serás. Naciste para ser una zorrita, bebé. Naciste para ser mía.” Me susurró.
De nuevo mi clítoris estaba duro y comenzaba a babear, pero mis testículos comenzaban a doler, mis infantiles bolitas se habían quedado secas después de tantos orgasmos y ahora solo podía sentir un delicioso dolor.
Tío Rafael estaba ya penetrando mi apretado anito, metiendo y sacando sus gruesos dedos de mi húmedo interior.
Después de un par de minutos yo ya estaba como agua para chocolate, con el culo hecho agua, lista para ser penetrada, con mi clítoris completamente erecto… pero entonces tío Rafa hizo algo que me dejó helada, literalmente.
“¡¡¡Ahhhhh… Dios mioooo… ♡ ♡ ♡!” Lloriqueé por la intensidad de aquella nueva sensación.
Tío Rafael había tomado uno de los hielos de su wiski y estaba frotando mi clítoris con él.
Dolía, dolía mucho, pero al mismo tiempo era placentero, todo lo que tío Rafa me hacia era de aquella manera, una contradicción a mis sentidos, cada nalgada, cada que me penetraba, cada que me humillaba, insultaba y me castigaba; era una sensación de dolor y placer de humillación y halago, tío Rafa estaba haciendo pedazos mi mente y mi espíritu, y con los pedazos estaba creando a una mariquita masoquista y sumisa hambrienta de castigo y recompenzas, dolor y placer, halagos y humillación.
Tío Rafael frotó el hielo sobre mi micropene hasta que este se encogió completamente, y quedó midiendo no más de tres centímetros.
“Eres una niña mala Suri, eres una niña muy mala. Cada que te follo, este pequeño y lindo clítoris se pone completamente duro… a las niñas buenas no se les pone duro el pene… para eso es el otro regalito Suri.” Tío Rafa me susurraba aquello mientras me obligaba a ponerme de pie y a girarme frente a él.
Yo estaba completamente sonrojada, temblando de expectación.
Tío Rafael tomó entonces la diminuta jaula de metal y me la enseñó ahí en su enorme palma lucia minúscula.
“Normalmente comenzaríamos con una jaula más grande, y después empezaríamos a disminuir de tamaño, hasta llegar a esta, pero tú clítoris ya es diminuto, así que tendremos que comenzar con la más pequeña desde el inicio, Suri. Esta es una jaula de castidad plana, Suri. Es la más pequeña que existe, esta pequeña jaula no solo logrará que tu clítoris se vuelva más pequeño, si no que hará que este dentro de tu vientre, literalmente desaparecerá ese micropene que tienes entre las piernas, este pequeño tubo de aquí entrará en tu uretra, servirá para que puedas orinar sin hacer un desastre. Por supuesto tendrás que orinar como la niña que eres desde ahora Suri, terminaras con las piernas todas mojadas si intentas hacerlo de pie.”
Y sin decir más, tío Rafa comenzó a colocar aquel aparto en mi entrepierna, primero hizo pasar mi micropene y mis minúsculos testículos a través de un aro después puso lo que parecía una pequeña tapa de metal con un tubo en medio y tres varillas que se ajustaban al aro, el pequeño tuvo entró por mi uretra, causándome dolor e incomodidad, pero mucha excitación, jamás se me abría ocurrido meter algún objeto en ese orificio tan sensible de mi cuerpo, después tío Rafa atornillo aquellas tres varillas de acero al aro y finalizó con una extraña cerradura que embonaba perfectamente en la unión de aquel artilugio, giró la pequeña llave y la sacó.
Yo solo atinaba a gemir y quejarme, pero en ningún momento traté de detenerlo, él tenia razón, yo era una sumisa natural, me encantaba ser domada, y sometida.
Y al sentir aquella mini jaula que presionaba mi pene dentro de mi propio cuerpo, con aquel tubo de metal violando mi penecito, me sentia completamente sumisa y femenina.
Tío Rafael se puso de pie y se alejó de mí para admirar su obra, ahí estaba yo vestida con lencería de su esposa, y con aquella diminuta jaulita apresando el único rasgo masculino que poseía.
“Te ves putísima, nena. Eres toda una princesita marica, Suri. ¡Hasta tu pinche nombre es de puta! Ni siquiera hace falta cambiártelo.” Tío Rafa me miraba hambriento, con esos oscuros ojos llenos de hambre y lujuria.
Y tenia razón, mi nombre Zuri era unisex, servia tanto para niño como para niña, era de origen basco y significaba blanco o puro.
Al parecer enjaularme había puesto duro a papi una vez más, pues su gigantesca verga amenazaba con reventar su pantalón de mezclilla.
“¿Te gusto así papito?” Pregunté yo coqueta, sonriendo y agitando mis gruesas pestañas seductoramente.
Esto último lo volvió loco y con una furia y rapidez asombrosas me tomó de la cintura, me arrojó sobre el sillón de tres plazas de la lujosa sala de mi tía, me penetró de una estocada, de frente, y comenzó a follarme al estilo misionero mientras gritaba y bramaba como un toro.
“¡Pinche Zuri! ¡Me vuelves loco! ¡No puedo dejar de ponerme duro contigo nena! ¡No puedo tener suficiente de esta apretada vagina de niño! ¡No puedo dejar de cogerte pinche zorrita caliente! ¡Joder! ¡Puta madre! ¡Ya hasta me duele la verga y aún así quiero seguir fallándote como la putita que eres! ¡Joder! ¡Joder! ¡Joder! ¡Voy a preñarte de nuevo, pinche putito rico!”
“¡Ahh… ♡ Ahhhg… ♡ Mhggg… ♡ Ufff… ♡ Dios… ♡ Papi… ♡ Papi… ♡ Papi…♡ que rico… ♡ que rico… ♡ Dios… ♡ que rico es ser puta… ♡ ♡ ♡!”
Yo comencé a delirar de nuevo, me abracé a él con desesperación mientras tío Rafa trataba de partirme en dos con esas fuertes y frenéticas estocadas con las que siempre me follaba, parecía que él no sabia otra manera de follar, siempre me penetraba con esa fuerza y velocidad animales, como si quisiera hacerme daño, casi como si me odiara… era delicioso.
Mis pezones y mi vagina de nene también se unieron a la fiesta, mis pezones poniéndose duros y sensibles y mi ano mojándose y calentándose al máximo, haciendo más fácil aquellas salvajes penetraciones anales.
Entonces sentí por primera vez mi jaula de castidad haciendo su trabajo, mi micropene trató de ponerse duro, pero aquel artefacto de metal lo impidió, y solo pude sentir dolor en mi sensible clítoris de niño, de nuevo grité y lloriqueé al descubrir un nuevo placer masoquista.
Ahí estábamos ambos, tío y sobrino, macho y marica, un adulto y un niño follando como animales, cogiendo como hombre y mujer, un enorme macho peludo y musculoso de más de dos metros penetrando salvajemente a un pequeño, delgado y femenino nene de doce añitos, de metro y medio de estatura; ¡Debía ser una escena digna de ser pintada!
Esta vez Tío Rafa tardó casi una hora follándome, era obvio que sus testículos aún no se habían recargado, y eso le dio mucha más resistencia.
Terminamos cogiendo sobre ese sillón, yo en cuatro y tío Rafa penetrándome como un perro en celo a un ritmo demencial, yo solo atinaba a aferrarme al reposabrazos con toda mi fuerza mientras escuchaba como el sillón se movía y rechinaba debajo de nosotros.
Durante esa larga hora tuve cuatro fantásticos orgasmos, el primero fue alucinante, simplemente apabullante. Sentir como todo mi cuerpo explotaba de placer sin que mi pene se pusiera duro fue delicioso, y aunque creí que mis bolitas se habían quedado secas, con ese primer orgasmo completamente anal, de mi clítoris comenzó a escurrir una larga cuerda de transparentes y estériles jugos maricas.
Ese fue mi primer sissygasmo, como dicen lo llaman en USA, fue mi primer orgasmo completamente vaginal, mi primer orgasmo como una mariquita completa.
Me retorcí, chillé, lloré y grité como una desquiciada mientras mi vagina de nene trataba de exprimir la vergota de tío Rafa, pues mi anito estaba sufriendo espasmos de placer, abriéndose y cerrándose, en un delicioso orgasmo digno de cualquier mujer.
El chapoteo que hacia mi vagina de niño al ser penetrada y mis nalgas al ser embestidas resonaban en la sala, era una locura el como tío Rafa y yo nos apareábamos con tanta pasión y tanta desesperación.
Como dije tío Rafa tardó más de una hora aquella vez, y cuando por fin terminó pudo regalarme unas cuatro cargas de semen, aunque ya lo había exprimido tres veces ese día.
Cuando terminó de correrse tío Rafa se quedó descansando sobre mi espalda, bufando y sudando sobre mi pequeño cuerpo, ambos estábamos exhaustos después de tan maratónica sesión de sexo salvaje.
Cuando su verga salió de mi coñito por si sola tío Rafa se levantó y yo me quede ahí en cuatro patas sin moverme, había aprendido que se esperaba de una putita obediente.
“¡Aprieta bien esa vagina puta! ¡No quiero que dejes escapar ni una sola gota de mi leche pequeño mariconcito lindo!” Ordenó mi tío con aquella ronca voz de macho alfa.
Tío Rafa tomó el PLUG anal, que por cierto era bastante grande, y sin decir nada comenzó a meterlo dentro de mí hasta dejarlo mi trasero completamente sellado.
“¡Ahhhggg! ¡Diosss…!” Gemí yo femeninamente mientras sentía mi vaginita apretarse alrededor de aquel extraño objeto invasor.
“¡Listo! A partir de hoy niña, vas a usar ese PLUG todo el tiempo, así estarás lista para cuando yo quiera cogerte. La jaula solo te la quitaré cuando sienta que hayas avanzado en tu feminización, cuando crea que te has comportado como una perfecta puta, cuando vea que actúes y obedezcas como una zorrita perfecta.”
Tío Rafael se sentó en su sillón de nuevo y comenzó a beber más wiski mientras miraba mi bonito culo de marica adornado con ese diamante rosa asomándose entre mis nalguitas de nena.
Yo seguía en cuatro patas, con la cabeza entre los brazos con la espalda arqueada y las piernas abiertas, aun temblando por los cuatro orgasmos de la última hora.
“Ahora límpiate un poco y comienza a preparar la comida, ya es tarde y me muero de hambre.” Ordenó mi macho.
“Sí papi… como usted ordene papi…” Respondí yo tratando de no caerme, me sentía super cansada después de ser usada de aquella manera.
Estaba por salir de la sala, cuando tío Rafael me detuvo.
“Las niñas buenas dan las gracias cuando su macho les da un regalo, Suri.” Tío Rafa me miraba con una sonrisa malvada en su varonil rostro.
“¡Gracias papi! ¡Gracias por mis vitaminas! ¡Gracias por mi jaulita y por mi PLUG, papi! Me gustaron mucho mis regalos, papito.”
Me di una ducha rápida y me vestí con un una tanga de seda, y un hermoso camisón de seda rosa supercorto, que dejaba al descubierto la mitad de mis redondas nalguitas de nena, me calcé unas zapatillas rosas, con tacones de quince centímetros como siempre, a mi tía le gustaba el calzado de puta al igual que a mi.
Me maquillé de nuevo pero esta vez mucho más ligeramente, pues quería poder limpiarme la cara rápidamente antes de que mi madre y mi tía llegaran a la casa.
Preparé una abundante y deliciosa comida y después de recuperar energías tío Rafael me volvió a coger mientras yo intentaba lavar los trastes, después miramos una película en la enorme pantalla de su sala donde una vez más ese increíble macho me cogió una última vez, esta vez yo estaba sobre su regazo rebotando sobre su dura polla, mientras me abrazaba a su grueso cuello y nos besábamos apasionadamente; tío Rafel me explicó que aquella posición se llamaba vaquera.
Ya eran las seis de la tarde cuando terminamos esa última sesión de sexo, así que me vestí de nuevo como un nene emo y comencé a preparar la cena. Tío Rafael no desaprovechaba ninguna oportunidad para besarme, manosearme y nalguearme cuando se le antojaba.
Yo me sentía soñada, super hembra, me dolía el coñito de tanto sexo, y mi pequeño cuerpo se sentía dolorido por los rudos tratos de mi hombre, pero nunca me había sentido tan feliz.
Cuando mi mami y mi tía llegaron, todos cenamos como una familia feliz, yo me sentía super traviesa y puta al estar sentada enfrente de mi tía y sentir el semen de mi tío dentro de mi coñito, su leche atrapada dentro de mi gracias al PLUG que sellaba mi vagina.
Pero más puta me sentí cuando tía Samantha me dio un billete de doscientos pesos como pago por mis servicios, por supuesto ella no sabia que mis servicios incluían ordeñar la leche de su esposo hasta que sus huevos quedaran secos.
Siguiente capítulo yo soy Transexual sissy y me ubiera gustado una familia,así