Mi tío me ofreció su verga como dulce cuando tenía 10 años.
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Todo empezó cuando me quedé en su casa y me sorprendió mirándolo mientras se duchaba. Al salir del baño me preguntó por qué había hecho eso, yo a esa edad no había visto a ningún hombre sin ropa (incluyendo a mi padre). Le pedí que no le contara nada a mis padres y me ofreció mostrarme todo su cuerpo, responder las preguntas que yo quisiera, siempre y cuando jurara no contárselo a nadie. Sería nuestro secreto. Él en ese tiempo tenía 37 años, alto, peludo y fornido; yo de 10 años, pequeño, lampiño y delgadito.
Le pregunté por qué su pene era tan grande comparado con el mío y me dijo que también me sacara la ropa, ahí me explicó que era normal y que algún día sería tan vergón como él. A esas alturas su pene ya empezaba a reaccionar, cada segundo crecía más hasta que me ofreció tocar. Así fue cómo tuve la verga dura de mi tío entre mis manos cuando tenía 10 años, una verga de unos 20 centímetros.
Esa noche nos quedamos con ropa interior y vimos películas, mi tío me preguntó si quería ver el juguito que salía de su verga, por supuesto dije que sí, para eso lo tenía que ayudar. Me enseñó a tomar su pene y masturbarlo, cada vez más rápido; me pidió que lo tomara con una mano y lo metiera en mi boca como si fuera un lollipop de esos que tanto me gustan. Ahí me di cuenta que el sabor de su pene era una de las mejores cosas que había probado, ese toque salado de su líquido pre seminal me hizo lamer su glande como si fuera un dulce. Mientras mamaba me pidió que me acostara arriba y pusiera mi cola en su cara, me bajó el calzoncillo, se ensalivó los dedos y empezó a jugar con mi agujerito. Se sentía raro pero rico, hasta que me pasó la lengua, sentía que todo el cuerpo se me desvanecía.
Yo seguía mamando y mi tío se empeñó en meterme un dedito, al principio fue extraño pero como me lubricó bien se sentía rico. "Sigue chupando tu paletita, Sebita, avísame si te duele" me decía. MI tío ya tenía dos dedos en mi culito, me dolía un poco pero me gustaba demasiado como para pararlo.
Su sabrosa verga me tenía loco, era el dulce más rico que había chupado. "¿Quieres lo que sale de mi verga?", sin esperar me tomó y me acostó en la cama mirando el techo, puso su verga cerca de mi boca y se empezó a pajear rápido. "Quiero tu lechita papito" me pidió que dijera, "dámela, la quiero" repetía. "Abre la boca grande Sebita, y trágatela toda", salieron chorros de leche directo a mi boca, algunos disparados a mi cara y labios, tragué toda la leche que pude hasta limpiar su glande con mi lengua. Era un sabor extraño y nuevo, pero me gustó mucho.
Me preguntó si me había gustado, le dije que sí, mientras nos vestimos me prometió que con el tiempo me enseñaría otras cosas. Y vaya que así fue, tengo 23 años y me sigue enseñando, aunque ahora él también se traga mi lechita.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!