Mi tío Nico, mi gran profesor, maestro y verdugo
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por marinat2x.
Para ilustrar cómo es que me iniciaron en las artes del sexo, empezaré mi historia de la siguiente manera:
Transcurrían los años 80 del siglo anterior cuando en un hogar como cualquiera y como el mejor regalo de fin de año, nació una hermosa niña, blanca como el algodón, todos sus familiares acudieron por turnos a conocer a aquella princesa, llevar algún tipo de obsequio y felicitar a sus orgullosos padres. El tiempo fue pasando, sus encantos se fueron acentuando, era la modelo de papá y mamá para lucir hermosos trajes, consentir y dar gusto en muchos aspectos, aunque el responsable de la mayoría de esos detalles fue mi tío Nicolás, muy querido por todos, hermano mayor de papá, con mejores condiciones económicas y muy generoso, por tal motivo era muy bien recibido en mi hogar.
Mi tío llegaba a la hora que fuere, a la hora que quería, entraba a la cocina abría la nevera, tomaba jugo, sacaba una cerveza o consumía lo que se le diera la gana, también le preparaban café y almorzaba o comía según la hora del día en que llegara a casa, sus negocios los manejaba con estricta matemática, no dejaba cabo sin ataduras, en fin mis padres le abrían sus puertas debido a que siempre, muy religiosamente cada quincena llegaba un mercado que llenaba la nevera, eso incluía también cervezas que él mismo consumía, pasa-bocas como galletas, dulces, chocolates y productos de consumo, por tal motivo nadie se atrevía a mezquinar su entrada o impedir su confianza en tomar lo que quería en la casa de mis padres, cuando él decía que quería descansar, se retiraba a la habitación más alejada y allí se refugiaba siempre, claro está que con mi hermanito nos metíamos o él nos llevaba alzados allí a molestarlo, él parecía feliz con nuestra presencia y nuestros juegos.
Mi mama no decía nada ya debido a que mi tío se ponía bravo si nos decían algo o nos sacaban de esa habitación a mi o a mi hermanito y en fin ella salía ganado ya que la dejábamos trabajar tranquila.
Igualmente junto con el mercado mi tío nos invitaba helados, dulces y cuanta golosina se nos antojaba, asimismo ropa y juguetes eran su especialidad para que nosotros comiéramos de su mano.
En mi caso y por ser la mayor de tres hermanos, me consentía de manera única ya que me alzaba, me daba besos, me acariciaba con la plena complacencia de mis padres quienes no veían nada fuera de lo normal en ese comportamiento, es más a mí me gustaba seguramente tanto como a ellos cuando llegaba a casa porque yo corría con mis brazos abiertos para que me levantara en los suyos, además cuando él estaba sentado yo estaba en sus piernas molestándolo, halándole el bigote y dándole besos en su cara, en fin, tal era la confianza que el cariño demostrado delante de mis padres que nadie se extrañaba cuando nos llevaba al parque, a la heladería o se acostaba a jugar con migo en la cama, era el familiar de más confianza y querido en esa casa, yo su sobrina consentida, la niña de sus ojos, al menos esa era la idea que vendía a todos.
Mi padre trabajaba en una empresa de colchones que quedaba un tanto alejada de nuestra casa, por tal motivo no estaba durante el día, mi madre permanecía sola, primero haciendo lo que podía, y su barriguita le permitía, atendiendo lo de las comidas de nosotros sus dos hijos, el que estaba esperando, el arreglo de la casa, además funcionaba un negocio que ella atendía cada que llegaba un cliente y ella salía hasta el mostrador de una papelería y otras chucherías que a ella le representaban un ingreso adicional para sus gastos.
A medida que pasaba el tiempo él me llevaba alzada a la cama después de comer helado o alguna golosina que se me antojara, allí se acomodaba a dormir a veces o mejor casi siempre me decía que lo abrazara para que yo lo durmiese.
El tiempo fue pasando inexorablemente, yo, ya mucho más mayorcita, consciente de mis actos, apuntando a eso de los 16 años, nuestra amistad, cariño o amor hacia nuestro tío seguía en pleno auge, yo feliz enamorada de él ya que mi tío me enseñó a dar besos en la boca, eso sí, que mis padres no lo vieran, yo los disfrutaba, me enseñó a jugar con su lengua, yo se la chupaba de lo más encantada con eso, él me acariciaba por todos lados incluyendo mi vagina, pues como siempre había sido acariciada por mi tío, yo jamás recibí lo que se llama educación sexual por parte de mis padres ni del colegio, no pensaba en consecuencia alguna, mi inocencia era tal que no sabía si era bueno o malo, yo sólo sabía que me gustaban, que me llevaban cerca del delirio, que ese era mi vicio más incontrolable, además que eran propinadas por mi tío querido y querido por mis padres.
Yo recuerdo entre mis más lejanos recuerdos que de niña extrañaba cuando él no llegaba a casa, lo preguntaba y era tanto mi amor que formaba pataletas si él no estaba a mi lado.
Pasaba el tiempo y mi tío preferido al que hoy en día llamaría más bien mi novio o mi amante, me tenía siempre entre sus brazos, cada que teníamos la oportunidad nos besábamos en la boca, él me tocaba mis genitales, apretaba mis nalgas, me hacía cosquillas y yo feliz como una novia querida y tragada o mejor digamos tonta, o no sé, todo pasaba a espaldas de mis padres y la confianza que ellos le tenían a mi tío; yo seguía creciendo muy feliz al lado del amor de mi vida, de mi protector, de la persona que me prodigaba un cariño muy especial, que me hacía experimentar sensaciones muy placenteras, que me regalaba cosas y hasta dinero para mis onces a espaldas de mis padres.
En oportunidades él se desabrochaba su pantalón, bajaba su cierre y se sacaba su trozo de carne, me hacía que se lo tocara, esa sensación de esa piel como gelatinosa, suave con un olor tan extraño y agradable que parecía tener un imán conectado a mi boca, a mi cerebro y a mis manos, al principio como yo no sabía cómo hacerlo, él me cogía mis dos manos tal como cuando me enseñaba a hacer las vocales, me hacía que se lo apretara, que se lo sobara, se lo frotara hacia arriba y hacia abajo hasta expulsar un líquido blanco algo espeso, se untaba uno o dos dedos de eso y me los metía en mi boca, pero eso me hacía como vomitar y él apenas se reía de verme así, con el tiempo ya lo hacía yo sola sin necesidad de mi maestro. Lo que nunca he aprendido es a tragarme el semen y hoy día me cuesta trabajo hasta recibir esa leche en mi boca.
A la par de que me enseñó a lo que hoy se conoce como hacerle una paja, también me enseñó a metérmelo en la boca, a mamárselo, él se lo sacaba, hacía que yo se lo cogiera, jugábamos viéndolo crecer o cómo se movía cabeceando, se lo pajeaba, él muy inteligentemente, hábil y muy lentamente, cogiéndome de la cabeza con sus manos me llevaba y me lo ofrecía entre mis labios, yo como buena alumna optaba por mamárselo todo el tiempo que a él se le antojara, eso de tenerlo en mi boca era una sensación tan agradable, me sabía tan a delicioso, eso me hacía sentir como segura a su lado, igual todo le quedaba a mi tío como servido en bandeja de plata pues teníamos la forma de saber si mi madre o alguno de mis familiares se acercaba a la alcoba donde nos metíamos, así que no había el problema de ser descubiertos en mis enseñanzas del arte del sexo.
Repito que yo era encantada con todo eso, ya que durante esas faenas había chocolates, dulces, cosquillas, risas, en fin, eso era una fiesta en esa alcoba, después silencio total, se supone que el tío ha quedado dormido, sin embargo yo como buena alumna estaba en mi oficio, en mis lecciones de aprender a mamar su verga, yo chupaba hasta que él se venía en mi cara, en mis manos o mi boca, claro que cuando lo hacía ahí en mi boca casi me vomitaba del asco, él en su maletín cargaba una botella de agua y pañitos húmedos con los que me limpiaba para quitar el olor y las manchas de mi ropita o de la cama.
Mis enseñanzas nunca paraban, mi profesor me hacía acostar en la cama, me quitaba mis bragas, mis calzoncitos y comenzaba a besar mis genitales y hasta mi culito, metía su lengua hasta donde quería y podía, libre de todo impedimento, me chupaba desde la nuca, mi espalda, mi culito, pasaba por mi vaginita, por el ombligo, se detenía en mis dos protuberancias que eran mis senos de niña ya desarrollados, volvía a bajar y subir hasta mi sexo, mientras que con sus manos me abría las piernas para que cuando las cosquillas, los orgasmos o la emoción que yo sentía no me hicieran cerrar mis piernas y le impidieran estar pegado a mí, como un parche.
Otro aspecto que no podía faltar era tal vez el que me gustaba y me impulsaba más, era qué el metiera su dedo del centro de su mano, al que algunos llaman “dedo vaginal” dentro de mi rajita, que lo mantuviera ahí, siempre adentro mientras muchos de nuestros juegos se desarrollaban o nos besábamos, ese era mi mayor placer, ese dedo se llenaba de tanto flujo que era tan fácil para él sacarlo y meterlo rítmicamente, lo que me hacía cerrar mis ojos, yo apretaba mis piernas para que no se saliera nunca, cuando él no tomaba esa iniciativa yo le cogía su mano y la llevaba hasta la entrada de mi gruta, él entendía lo que quería yo, obvio también sabía lo que tenía que hacer, si él era mi maestro, mi salvador, mi todo, esa personita queme prodigaba tanto placer que yo quería estar a toda hora haciendo todo eso tan rico que mi tío Nico me hacía.
Algo que debo decir y aceptar, que no me gustaba de a mucho pero me dejaba hacer, es que él me metiera la cabeza de su verga entre mi culito, una vez se venía y aun estando algo fuerte, expulsando sus fluidos, es decir que no estuviera tan duro, me hacía voltear y me lo restregaba hasta encontrar mi agujerito y me decía “relájese”, yo no entendía en su momento qué hacer, ni cómo se hacía, sin embargo me hacía cosquillas en mi cintura, yo soltaba la risa y “tome” esa era la oportunidad que esperaba y así se introducía más fácilmente dentro de mí, cuando yo sentía esa cosa dentro de mí me hacía sentir como si estuviera en el baño defecando, pero no podía sino permitir a mi profesor, ahí no sé hasta dónde me lo enterraba, seguramente todo, yo apenas cerraba mis ojos y me dejaba hacer todo sin protestar, más bien la felicidad era la que me embriagaba de placer a cada momento.
No me cansaré de repetir que yo desde niña era encantada con mi tío, primero por los dulces, segundo por los regalos, también por los juguetes, muñecas, por la ropa o por las sensaciones tan bonitas que yo sentía al verlo llegar a casa, tal vez por eso le permitía ahora que me enseñara a sentir algo bonito, o por la forma de hacer estremecer mi cuerpo, por la forma de besarnos, de pajearlo como un par de adolescentes o como se dijera hoy en día por estar jugando al papá y a la mamá, claro que yo era muy buena alumna, yo aprendía rápidamente y pasaba todos los exámenes orales, vaginales o como mi profe favorito me lo insinuara o me quisiera coger a su antojo.
Yo aprendí desde mucho antes de que si me paraba en el borde de la cama y me colgaba a sus hombros, él me rodeaba con sus brazos por mi espalda, me apretaba mis nalgas, me acariciaba con su dedo mi culito, me sobaba mi entrepierna, nos pegábamos en largos y deliciosos besos que yo disfrutaba como algo especial, él me atravesaba con su verga por entre mis piernas, yo la apretaba como si estuviera cabalgando, yo sentía cómo él me frotaba mis labios vaginales con el vaivén de su verga, eso me hacía estremecer, producir mucho flujo y sentía como la cabeza de su verga alcanzaba a hacerme cosquillas en el ojete de mi culito y mis nalguitas, yo parecía estar sentada en esa viga y la apretaba con mis piernitas, no sobra decirlo que ésta se convertiría en mi posición favorita, la que yo hacía cada vez que podía, así nos besábamos tan rico que esa lengua suya jugaba con la mía, yo solo apretaba mi culito y mis piernas alrededor de su verga tan dura pero a veces me decía…
– Afloje un poquito que me lo ahorca – ja ja ja – entre risas y
Chistes todo quedaba así y seguíamos en lo nuestro.
Claro está y antes de que se me olvide ese apunte voy a decir que él siempre me advertía y eso lo tenía muy claro, que no podía decir ni contar nada a nadie, que ese era nuestro secreto, que hasta ahí llegaba todo lo nuestro, porque si se descubría eso mi papá le podía pegar o hasta matar si eso llegaba a pasar y quien quiere perder o que le peguen o le hagan daño a su ser querido? Obvio que nadie, además desde muy niña yo vivía entre sus brazos, yo siempre dispuesta para él como una perrita educada, sumisa y obediente.
También quiero contarles que algunas de esas cosas que yo hacía con mi tío, las vi primero hacer a mis padres en su cama ya que en no pocas oportunidades siendo muy niña, me levantaba de mi cama en la noche, corría hacia la de ellos, como ellos dejaban abierta la puerta primero por permitir la ventilación de la alcoba y segundo por mitigar un poco el calor que hacía en esa ciudad, yo los veía abrazarse, besarse y hasta revolcarse desnudos en su cama, cuando yo entraba ellos estaban en lo suyo, haciendo el amor, yo veía a mi papá pararse rápidamente de entre las piernas de mi mamá, varias veces le vi su herramienta bien parada, igual a la de mi tío Nico, mi macho, mi profesor, mi amor, a mi mamá la veía totalmente desnuda también, la escuchaba gemir de placer con las embestidas de papá, cuando yo entraba ella solo atinaba a arroparse con lo primero que tuviera a la mano y decirme que me fuera para mi alcoba que ya iba a acompañarme, es decir me les tiraba su momento de placer, pues entonces entenderán ustedes que todo eso era como normal para mí, pues lo que veía muchas veces en esa cama matrimonial, lo replicába en mi nido de amor con mi tío.
Seguía creciendo, entré a la escuela primaria y vinieron la tareas de dibujos, letras y números, adivinen ustedes quién estaba ahí para cogerme la mano y ayudarme en esos momentos?, pues claro que sí, mi querido tío Nico, el que siempre estaba a mi lado cultivándome para todo, enseñándome a todo, yo no me cambiaba por nadie entre sus piernas, no voy a negar que a veces yo sentía como su verga estaba bien parada por debajo del pantalón, yo sentada encima de esa tranca o a veces si estaba de pies, la sentía en mi espalda, pero aún no sabía que era eso ni para qué servía, pero cuando yo lo volteaba a mirar él me hacía señas de que me callara y me concentrara en mis tareas; él me cogía la mano con el lápiz, con la otra me sobaba mis piernitas o mi espalda, me acariciaba constantemente lo más que podía, eso sí sin hacer que perdiera el ritmo de mis tareas o que se me escapara un gemido o mi cara cambiara de sus facciones normales, como eso era costumbre de siempre yo no decía nada, también se imaginarán la felicidad de mis padres y lo agradecidos que estaban con mi tío por desarrollar esa obra tan bonita con migo, la niña mayor de la casa, yo muy juiciosa aprendiendo a leer y escribir, mi tío Nico me demostraba a todas horas que yo era su sobrina favorita, en todas las formas posibles.
Un día cualquiera y luego de cumplir y celebrar mis 15 añitos, mi tío había llegado con su paquete de helados, panes y otras cosas como siempre, se las entregó a mi madre quien le dijo que tenía una cita médica por estar algo enferma, mi tío se ofreció a quedarse con migo y mis otros dos hermanos, seguro para no gastar en transporte o golosinas que siempre le sacábamos cuando íbamos a la calle; él aceptó encantado, obvio, esa oportunidad tan grande de estar a solas en la casa no se presentaba tan seguido para nosotros, recuerdo que ese día les dio a mis hermanos un billete para que se fueran a las maquinitas con sus amiguitos, nosotros nos metimos a nuestro refugio, allí nos besamos apasionadamente (digo así porque yo ya era una experta) nos desnudamos completamente así quedamos más tranquilos, acostados yo se lo mamé como siempre, había aprendido a con una de mis manos pajearlo y alternando con metidas en mi boca, también se lo pajeé, él a mí me besó por todos lados que quiso, mi boca, mi cuello, mis téticas, mi barriguita, mi chochita, mi culito, mi espalda, mi nuca, me hacía cosquillas con sus dedos, con su lengua, en fin eso era algo maravilloso, yo sentía miles y miles de sensaciones juntas que parecía un mar de alegría por mi cuerpo; con mi tío me sentía tan cómoda, tan protegida abrazada a él, tan feliz, que parecía estar en el paraíso.
Ese día disfrutaba yo como nunca, pero siempre con la tranquilidad de saber que estaba sola con mi hombre, con mi tío, él de vez en cuando se asomaba a ver si mis hermanitos seguían jugando o requerían algo y volvíamos a lo nuestro. Ya llevábamos un buen rato en esas cuando mi tío se me subió encima de mí, me abrió un poquito mis piernas, colocó su verga en la entrada de mi gruta y se dejó caer de un solo golpe, entenderán ustedes que mi vagina no había sido perforada más allá de su dedo vaginal o su lengua, esa penetración me hizo sentir como un escozor, ardor, dolor insufrible, yo grité pero nadie me escuchó, él me tapó la boca con un beso y me apretó contra su pecho, yo me agarraba mis nalgas y zapateaba como tratando de escupir esa tranca, como queriéndome quitar o espantar aquel torturador que ya sin estar adentro de mi cuerpo me seguía haciendo producir dolor, mis lágrimas corrían por mis mejillas, mi tío Nico me besaba, me decía que me calmara, me hablaba que lo perdonara, cogió una toalla para recoger la sangre que brotaba de adentro mi cuerpo, extendió la toalla, me hizo acostar nuevamente boca arriba, me abrió de piernas, se me echó encima y volvió a meterme esa enorme verga dentro de mi pequeño agujerito, esta vez no fue tan duro, “viejo pendejo así hubiera empezado” eso pensaba yo pero no fue así, él siguió bombeándome y besándome, me decía que me quería y cositas bonitas para mis oídos, yo feliz, encantada disfrutando como una verdadera perra en celo aunque sentía dolor, ardor y escozor, al rato lo sacó y disparó su leche en mi barriga, mi pecho y mi cara por la presión con que salió, su mano tenía sangre que parecía no importarle nada, bueno a mí ya tampoco, después me llevó al baño y me hizo bañar abriendo la ducha hasta que paró la sangría, me seguía advirtiendo que no podía decir nada, le dije que no, que yo sabía eso desde hacía mucho tiempo, en fin se hizo todo lo posible por ocultar la sangre y las huellas de todo eso, nos vestimos y me hizo colocar una toalla higiénica que sacó del cajón de mi mamá, un poco de papel higiénico envuelto lo metió entre mis labios vaginales que para recoger sangre y otros fluidos, como a la hora de haber ocurrido esa embestida tan brutal mi madre llamó y dijo que ya se dirigía a casa, entonces me sacaron el papel higiénico y la toalla fue a parar a la basura, más besos y caricias callaron mis llantos, mi dolor y mi mala cara, pero en el fondo una gran alegría me iluminaba, una nueva forma más placentera de disfrutar había sido incluida en el menú; cuando mi mamá llegó a casa, todo estaba normal, muy agradecida con mi tío por el favor de cuidarnos a mí y a mis hermanitos menores.
Transcurrió por lo menos una semana y mi tío sólo llegaba y se tomaba una cerveza o tomaba el café que le preparaba mi madre, me alzaba para hacer las tareas, pero no se recostaba a descansar ni me llevaba a nuestro nido de amor, yo le preguntaba que se íbamos y con su cabeza me decía que no, que me callara, que no dijera nada, cuando al fin volvió a llevarme con él a nuestro nido de amor, ahí sí que volvió con la misma avidez de antes, me besaba, me acariciaba, metía su dedo en mi vulvita, ésta vez ya no tan poquito, eso creo pues parecía estar abierto el camino, me quitó mi ropa, él se acostó boca arriba, me hizo subir mi vestido hasta la cintura y me indicó que me sentara en la punta de su verga que ya estaba bien parada y gruesa por las mamadas y sobadas que yo le había propinado antes, yo asentía como siempre de lo más juiciosa y obediente, él se agarró su verga y la dirigió hasta mi agujero, yo apenas pujaba, apretaba los dientes y mi respiración era muy acelerada pues recordaba la brutal metida anterior, se me escapaban gritos como de ah, ah, cada que sentía rosar su cabecita contra mi rajita o que trataba de entrar, cuando ya estuvo seguro de lo que hacía, fue introduciendo su verga despacito ayudado por su mano que la movía de un lado a otro, al mismo tiempo que mi peso ejercía algo de presión, asimismo creo que producía muchos fluidos pues yo estaba tan feliz, tan emocionada por todo que no sentía temor de que pasara lo de la vez anterior puesto que mi querido tío ya me había explicado lo que iba a hacer y cómo tenía yo que proceder, yo yo sin darme cuenta lo que pasaba pero colaborando al máximo, me estaba tragando esa verga por mi rajita hasta un punto en que ya sentí dolor y le dije así, no más, me duele…
Me duele, sáquemela, esta vez él hizo caso, la sacó un ratico y me volvió a besar en mi boca, yo no me cambiaba por nadie, esas nuevas sensaciones me gustaban más que echarme a la boca esos fluidos de su verga, lo volvimos a intentar nuevamente una y otra vez, cada vez me sentía más cómoda con sus embestidas, la sangre era cada vez menos hasta que también un día ya no hubo más, ni una pequeña mancha. Desde ese día ya era yo la que lo acosaba para que me llevara y me hiciera disfrutar de ese nuevo juguete que había descubierto con dolor, frustración y hasta rencor por un momento, pero que luego despertaba en mí tantas cosas sensacionales, yo no pensé que todo fuera tan hermoso en la vida, al menos en lo referente a un buen sexo, todo gracias a mi tío querido.
Mi dicha de culeo con el amor de mi vida, solo duró un par de años pues de manera intempestiva para mi llegó un día la noticia de la muerte violenta de mi tío, mi vida, mi amor, mi verdugo, mi violador, mi querido profesor, lloré, grité y formé las pataletas posibles pero no hubo poder humano que me lo regresara, yo lentamente empecé a superar esa pérdida, a hacerme a la realidad ya sin los dulces, sin los regalos, sin la ropa, sin las caricias, sin el sexo que ya me tenía acostumbrada a tener casi todos los días, entenderán que eran muy pocos los días que me rebajaba la ida a la cama a tener nuestros encuentros amorosos.
Cierto día escuché, que mi tío dizque había violado a un niño de la vecindad donde vivía y que a lo mejor sus papás o sus familiares pagaron para que lo mataran, ahí descubrí otro de mis sentimientos ocultos, mis celos, un sentimiento de odio se apoderó de mí, pero no hubo a quien hacerle reclamos, sólo a mi almohada ella recibió muchas lágrimas de rabia, dolor, frustración y tristeza; no dije nada ya que estaba bien advertida, amaestrada e instruida al respecto, alertada de que no podía decir nada, mis padres jamás han sabido de eso y aún se escuchan buenos comentarios acerca de mi tío, la forma como me trataba de niña y joven.
De estas enseñanzas digo que hoy en día sigo igual vea lo que vea no soy sapa, no cuento nada a nadie, además también aprendí a comer callada, hago mis cosas sola y no socializo con nadie de mi círculo de amigos o conocidos, creo que me faltó aprender fue a masturbarme o introducirme alguna clase de objetos y a lo mejor por eso hoy en día no siento fijación o placer alguno si lo intento.
Pasó el tiempo y fui superando sola la pérdida de mi tío, lo que no he podido superar a la fecha son las ganas y la necesidad de tener una buena verga dentro de mí, todo gracias a ese buen tío que me encausó en esas andanzas aprovechando la confianza de mis padres y toda la familia. Ya bien mayorcita en la escuela secundaria yo aún sentía ese vacío, esa falta de chupar, mamar y meter verga, vivía con ganas de todo a todo y las pajas no me gustaban pues me dejaban más frustración que gusto y meterme cosas tampoco me llenaba, a lo mejor porque de un poco niña jamás las aprendí, yo hacía cosas de adultos y no requería de experimentar con eso, sin embargo y gracias a Dios, los chicos empezaron a molestarme, a lo mejor me veían triste o presentían a una buena amiga, entonces me comenzaron a invitarme a sus juegos y la alegría propia de nuestra juventud me arrastró hacia otras experiencias muy deliciosas, las cuales creo también llegaron a oídos o fueron vistas por algunos profesores que no desaprovecharon la oportunidad de acosarme, pero esas son otras historias que seguramente más adelante contaré si alguien me lo solicita.
Lo que aún hoy no he podido descifrar es si aún siento el mismo amor o un poco de odio y resentimiento por mi tío, tampoco tengo claro si fui violada o no ya que me siento que yo colaboré al máximo para que se diera todo, en fin creo que mi amor sigue tan firme como sus enseñanzas, lo que siento es un poco tristeza por su ausencia, lo de la violación pues cada quien la tildará como quiera, para mí fue traumática la primera metida pero a lo mejor eso me lleva hoy día a querer llevar el control siempre sobre el macho que tenga en mi cama, por lo demás, no tengo problemas si mi parejo es mayor, mucho mayor o menor que yo en cuanto a años me refiero, mis intereses son otros, una buena cama, una buena culeada y ya.
Hoy quise contar esta historia que es totalmente 100% verídica, no con el fin morboso de que alguien se haga un buen pajazo, no señor, es sólo para advertir a muchos padres de familia sobre el peligro de dejar sus hijos e hijas sin el respectivo control, sin supervisión y con todos los ojos encima, ya que siempre hay lobos vestidos con piel de oveja y esperan el momento para lanzar un ataque, ataque que proviene en la mayoría de los casos de familiares muy cercamos a la víctima.
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