Mi viaje a Perú
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Me llamo Federico, 30 años,.
casado con una chica peruana.
Con mi mujer siepre planeabamos un viaje a su país, a casa de una tia de ella, que siempre me dijo que la queria mas que a su propia madre.
Iba a conocer a la tía Mari.
Viajamos y cuando llegamos fue un recibimiento muy cariñoso que nos dieron.
La tía Mari es una señora de 60 años, madre de cuatro hijos, mayores, muy simpáticos conmigo, su marido un hombre que le gustaba mucho leer, había sido alcalde de su pueblo.
Bueno, yo era el bicho raro de la familia, ellos todos son vastante aindiados, piel cobriza, pelos lacios, pero buena gente.
La casa es de dos plantas y en la azotea tenía como una especie de lavadero.
La tía Mari es una señora de piernas macizas, una cola con nalgas gordas, una barriga prominente, y unas tetas enormes.
Esta señora no medía mas de un metro sesenta.
Yo hablaba con todos, una gente sensacional.
La tia Mari estaba casi siempre en el lavadero, mi mujer contenía ella hablando.
«Mis tíos estan encantados con vos mi cielo», me dice mi mujer, «dice mi tía que eres un hombre guapísimo, que pareces uno de esos de la televisión», me contaba.
Yo me considero un tipo normal, metro ochenta, ojos verdes, me cuido haciendo deporte, un porteño del montón, ya que soy argentino.
Una tarde, después de comer, mi mujer me dijo de ir a casa de unas amigas de ella, yo le dije que no, que me quedaba.
El que no estaba trabajando, no estaba en casa, solo estaban la tía Mari y el marido que se fue a dormir la siesta.
Como siempre la señora estaba lavando arriba y fui con ella.
Mientras ella lavaba, nos pusimos a hablar, «hay Fede, no dejes que Lorenita coma mucho, que haga deporte, que no engorde», me decía, «si, es una pena que se ponga como yo», me decia, «pero Mari, vos que tenes de malo?», le dije, «no vez que soy una chaparra culona y tetona?», me respondió.
«Para mí no estas nada mal, a tú marido seguro que le gustas», le dije siguiendo la conversación.
«Que va, si supieras cuanto hace que mi marido no me toca, y eso que lo busco y nada», me contaba sin dejar de lavar.
«Que desperdicio», le dije, «si, pero nadie se va a fijar en una chaparra culona como yo», me dijo sacándose los pelos de la cara.
«Tú culo me encanta, siempre me gustaron las mujeres culonas», le dije parado detrás de ella, mirándole la cola sin ningún disimulo, «pero no como el mío», me dijo, volteando su cabeza y seguía apoyada en el lavadero, sacando su cola.
«Me encanta tú cola», le dije apretando sus nalgas.
«Oye, que haces, ten juicio», me dijo, dejando de estar como estaba, «mira como me pusiste», le dije bajando mi pantalón dejando mi pija al aire.
«Madre de Dios, que es eso?», me dijo clavando sus ojos en mi pija, «te gusta?», le dije, agarrando una de sus manos y haciendo que me agarre la pija.
«Oye, que soy la tía de tú mujer», me dijo pero no soltaba la pija.
«Y cual es el problema?», le dije levantando su camiseta y el sujetador, dejando dos enormes tetas al aire, que se las empecé a acariciar, bajando mi cabeza, metiendo uno de sus pezones en mi boca, mientras la tía Mari subía y bajaba el prepucio de mi pija.
La hice dar la vuelta, que se apoye contra el lavadero, le bajé el pantalón corto que tenía puesto, dejando dos enormes nalgas llenas de celulitis al aire.
Ella agachó un poco mas su cuerpo, sacando mas su cola hacia mí, me acomode entre sus nalgas y se la empecé a meter por la concha, escuchando como la tía Mari gemia sintiendo como le entraba la pija.
Me pegué bien a sus nalgas y le agarré las tetas, empezando a sacar y meter mi pija de su concha.
Le solté las tetas mientras Mari no dejaba de gemir y moverse.
Le empecé a acariciar las nalgas y se las abro, viendo un ojete oscuro, abierto, con algunos pelos a su alrededor.
Se la saqué de la concha y se la ubique contra su ano, «no Fede, por el chiquito no, es muy grande, me vas a destrozar la cola», me decía mientras yo empujaba y sentía como le entraba y ella gemia hasta que sus enormes nalgas quedaron pegadas a mi, se las abro y dando un último empujón se la metí toda en la cola.
«Hay Fede, me destrozaste el chiquito», me dijo moviendo su cabeza para los costados, pero gemia de placer cuando empecé a sacar y meter mi pija de su ano.
«Mmmmmmm, haaaaaaaa, que rico, como me cachas el chiquito», dijo la tía Mari empezando a acariciarse la concha mientras yo le cogía la cola.
«Viste Mari que tenes una cola hermosa?», le decía sacando y metiendo mi pija, escuchando como le salía el aire del ano como si estuviera tirándose pedos.
«Nunca me imagine que mi sobrino me iba a cachar la cola», dijo gimiendo, moviendo su cabeza para los costados y no dejaba de acariciar su concha.
«Mari, Mari, te voy a llenar la cola de leche», le dije cogiendo mas fuerte su ano, «si Fede, sigue, sigue que me vengo yo también», me dijo moviendo mas fuerte y más rapido sus dedos por su concha.
«Haaaaaaaa, haaaaaaaaaaa, haaaaaaaaaaaaaaaaaa», dijo la tia Mari cuando se empezó a acabar, sacudiendo su cuerpo, sus piernas, yo la cogía con todas mis fuerzas, hasta que también me empecé a acabar dentro de la cola de la tia Mari.
Me pegué bien contra sus nalgas, no podia dejar de moverme, gimiendo y llenando de leche los intestinos de esa mujer.
«Que hermosa cola que tenes Mari», le dije sacando mi pija de su cola, apretando sus enormes tetas con mis manos, buscando su boca para besarla, «creo que nunca tuve el chiquito tan abierto como me lo haz dejado tú», me dijo respirando agitada y besando mis labios.
«Y cuántos te la metieron por la cola?», le dije arreglando mi ropa, «mi esposo y ahora tú», me respondió arreglando su ropa y buscando sus ojotas que las había tirado por ahí.
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