MIS 3 MUJERES II
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por freeman88.
Luego de la impresionante cogida con mi esposa Claudia mientras olíamos la ropa interior y fantaseamos con su hermana Diana, mi vida sexual recobro el brillo de nuestra época de novios.
Si bien luego de nuestro matrimonio aun teníamos sexo con frecuencia, el cansancio y la rutina habían bajado las revoluciones de lo que en mi época de noviazgo era un torbellino de morbo y placer.
El cambio que significo la estadía de mi cuñada y su pequeña hija Lucy en casa seria la chispa para que mi esposa y yo recobráramos el fuego de los años pasados.
Luego de esa mañana, los días en casa mejoraron exponencialmente, mi esposa se vestía mas sexy, los vestidos eran cada vez mas cortos, ella culpaba al calor, pero ambos sabíamos que era para estar siempre provocativa y para tener un fácil acceso a la hora de coger.
Ella y yo teníamos cierta complicidad cuando estábamos viendo tele o comiendo con su hermana en casa.
A veces mi propia esposa me susurraba:
-Mírale las tetas a Diana, no se ha puesto brasier y se le marcan los pezones-
Y yo obviamente con el permiso de mi esposa, me dedicaba a ver con mucho placer.
En las noches la situación mejoraba aun mas, casi todas las noches mi esposa robaba alguna tanga o hilo de su hermana de la lavandería o del cesto de ropa sucia y lo llevaba a nuestro dormitorio donde me lo hacia oler mientras me lo chupaba o se lo ponía para ser penetrada de todas las posiciones conocidas, varias veces cuando estaba apunto de acabar mi esposa me ordenaba sacarle el pene del agujero de turno, pues podría ser la boca, la concha o ese riquísimo culito que tenia, y venirme en la ropa interior que tenia a la mano, para luego devolverlo al cesto, según ella le excitaba la idea de que al menos un rastro de mi semen tocara la vagina de su hermana.
Si, parecía que había encontrado el gatillo que disparaba todo el morbo de mi esposa y el mío, no podía estar mas contento, y lo que pensé que seria el máximo escalón en placer, seria el principio.
Una noche mi mujer y yo acabamos de terminar una sesión de sexo pleno y duro, los gemidos de Claudia fácilmente se escucharon por todo el edificio y obviamente por todo nuestro departamento.
Acababa de venirme dentro de su vagina y mientras ella descansaba boca arriba en la cama exhausta con un hilo blanco de su hermana metido en la boca, yo totalmente agotado y sudado me puse el bóxer y salí hacia mi cocina en busca de algo de tomar.
Eran aproximadamente las 12 de la noche y salí del cuarto tratando de hacer el menor ruido posible, pues nos quería despertar a mi sobrina y cuñada, me di cuenta que mi sigilo era bastante tonto pues hacia segundos mi mujer chillaba como una perra en celo, pero bueno supongo que en el sexo uno pierde la noción de los buenos modales.
Luego de beber un buen vaso de agua helada, me dirigí de vuelta a mi dormitorio y antes de entrar un sonido casi imperceptible llamo mi atención.
Era un gemido, luego otro, mi cerebro proceso la información rápido, no podía ser mi esposa ella estaba casi inconsciente en la cama de nuestro dormitorio, mi sobrina tenia 8 años, tenia que ser mi cuñada Diana.
Camine como un ninja por el pasillo, primero pase por el cuarto de Lucy, la puerta estaba abierta, el calor obligaba a dormir con las puertas y ventanas abiertas, pase rápidamente y vi a mi sobrina durmiendo profundamente.
Seguí mi camino hasta la habitación del fondo donde se quedaba Diana, la puerta estaba semi abierta, cosa curiosa por el calor antes mencionado, me acerque y cada vez que daba un paso los sonidos de gemidos aumentaban su volumen.
Otro sonido llamo mi atención, era un vibrador lo deduje rápidamente pues mi esposa compro uno hacia ya buen tiempo.
El corazón se me acelero, mi pene empezó a reaccionar y las mariposas en el estomago se levantaron.
Me acerque hasta el cuarto, y silenciosamente acerque mi cabeza al pequeño espacio de vacío que había entre la puerta y el marco de la misma.
El cuarto estaba oscuro pero iluminado lo suficiente por la luz de una televisión en mute.
Yo no podía ver la cama directamente pero gracias a la providencia, un espejo me daba la visión perfecta.
Tendida en la cama estaba mi cuñada Diana, vestida solo con una especie de baby doll de satén morado, estaba boca arriba con los ojos cerrados, una de las tiras del baby doll estaba caída y su teta derecha se encontraba libre era preciosa, mas grande que las de mi mujer y coronada por un pezón grande marrón claro, muy parecido al de Claudia no cabía dudas que compartían los mismo genes.
Mi ojos siguieron bajando y tenia las piernas abiertas con las dos manos en su totalmente depilada vagina, hacia con ellas un movimiento de mete y saca y luego de unos segundos pude verlo mejor, estaba metiéndose un vibrador de unos 15 cm.
lo sacaba hasta la cabeza y luego lo metía hasta la base del juguete sexual.
Mi cuerpo se estremecía con la visión, mi pene hacia esfuerzos por salir de mi bóxer, veía como mi cuñada tiraba la cabeza hacia atrás con cada estocada de su vibrador, yo no pude mas ciego por la lujuria, saque mi verga de su prisión y comencé una rápida paja.
Ver los movimientos de cadera de Diana y escuchar su ahogados gemidos me encantaba era un sueño una fantasía que estaba viviendo, separaba las piernas lo mas que podía para meterse todo el pene de plástico en su vagina, cada vez era mas rápido el autobombeo supuse que su orgasmo estaba cerca y el mío también.
Entonces, una mano toco mi brazo, me hizo saltar del susto, hice un esfuerzo sobrehumano para no gritar, era mi esposa, estaba desnuda tal como la deje en la cama, me hizo rápidamente la señal de silencio con el dedo y se acerco a la puerta, se quedo viendo el show unos segundos y me volvió a ver, su mirada era de lujuria pura, me cogió del brazo y me acerco a la puerta, ella se arrodillo y sin ninguna duda se metió mi verga a la boca.
Yo me entregue al placer, al morbo la situación era en extremo morbosa.
Mi cuñada se estaba masturbando mientras yo la espiaba y su esposa me chupaba la verga.
Claudia se esmeraba en darme placer oral pero de la forma mas silenciosa posible, sabia que no debíamos ser descubiertos.
Yo me concentre en Diana afine mas la vista y podía ver como se metía el vibrador muy rápido y con la otra mano jalaba sus pezón, se notaba que sabia lo que hacia y que lo hacia hace bastante tiempo, sus gemidos sonaban cada vez mas su orgasmo estaba llegando, yo estaba en el cielo y mi esposa lo sabia acelero sus mamadas, su saliva bañaba mi escroto, fije la vista en mi cuñada y vi como levantaba su caderas en señal del climax.
Un – Ahhhh ahhhhh ahhhhhhh- ahogado se escucho en la habitación.
Yo tampoco pude mas, la visión de Diana mas la increíble mamada de Claudia hicieron que empiece a eyacular dentro su boca.
Cogí la cabeza con fuerza para que no se escapara, baje la mirada, los ojos de mi esposa estaban abiertos de par en par con lagrimas debido a las arcadas que le producía mi pene en su garganta, yo trataba de silenciarme lo mas que podía, pero el placer fue mas y solté un gemido mas fuerte de lo que debía, levante la mirada y vi a Diana mi cuñada semi sentada en la cama con la mirada en el espejo, me estaba viendo y estaba viendo que su hermana estaba arrodillada dándome una mamada.
Me paralice, pensé que saltaría de la cama y nos botaría a gritos de la puerta de su cuarto, pero no hizo nada, se quedó viendo como terminaba de vaciar mis huevos dentro de la boca de su hermana.
Cuando solté el ultimo chorro saque mi verga de Claudia y retrocedí un paso, le hice una señal de vámonos y ella se paro no sin antes pasar todo el semen acumulado en su boca y nos fuimos silenciosamente hasta nuestro dormitorio.
Al llegar cerramos la puerta y mi esposa me beso apasionadamente, sentí el olor y sabor de mi propio semen, no me disgusto, ya lo había hecho muchas veces antes, ella me dijo:
– Dios mío !!! que morbo, Ricardo-
– Como te viniste cabrón, casi me ahogas con tu leche- me decía entre besos y caricias.
Yo le respondía el beso, pero solamente pensaba en que nos habían descubierto, le tenia que decir a Claudia que su hermana nos había sorprendido en pleno acto de voyerismo, pero también pensaba en porque no hizo nada, porque se quedo mirando, la duda se planto en mi cabeza.
Supongo que mañana algo, bueno o malo, pasaría.
La mañana llego, mi esposa y yo nos levantamos como cualquier otro día, ella contenta por la noche anterior y yo asustado por lo que mi cuñada nos diría mas tarde.
Nos bañamos, cambiamos y salimos a desayunar, en la cocina ya estabas sentada Diana con Lucy comiendo unos cereales, mi hermana la abrazo por atrás y le dijo :
– Buenos días hermanita-.
mientras le daba un beso en la cabeza.
Diana respondía igual de amable :
– Buenos días, buenos días, durmieron bien?-
– Si claro, aunque con este calor, amanecemos todos sudados- Dijo mi esposa mientras me daba una mirada coqueta.
– Uffff tienes razón ayer tuve que dormir con la puerta abierta por el calor- Comento Diana.
Yo estaba observando la situación, esperando un cambio de humor o alguna reacción de desaprobación de parte de Diana, pero las hermanas siguieron conversando de lo lindo y parecía que nada malo había pasado ayer.
El día paso pasó tranquilo en la oficina, regresé a casa cansado y sudado, mi mujer aun no llegaba y yo solo quería un baño y como mi rutina me lo mandaba entre a mi dormitorio, antes de entrar escuche las voces de Diana y Lucy en su dormitorio así que sabia que ellas se encontraban en casa.
No les dije nada, aun pensaba en la noche de ayer y no quería tentar al diablo.
Entre a mi dormitorio me quite la ropa y me di un buen y frio duchazo, al salir me puse mi bata de baño, cogí toda la ropa del día y la lleve a la lavandería, la puse con el resto de la ropa y pude ver una pequeña tanga azul metálico, muy linda llena de encajes y detalles muy femeninos.
Conocía la lencería de mi mujer y esta definitivamente era de su hermana, no dude y me la lleve a la nariz, olía fuerte, a concha, me encantaba aspirar el aroma de mi cuñada mi pene empezó a reaccionar automáticamente, estaba apunto de guardármela en el bolsillo de mi bata de baño para usarla con mi esposa mas tarde cuando una voz me saco del trance.
– Que estas haciendo Ricardo- era Diana me había descubierto.
– Lo sabia, lo sabia.
–
Continuara
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