Mis inicios en el sexo y el incesto
Aquí les narro mi historia, de cómo desde chiquita he sido una caliente insaciable. .
Mi nombre es Vanessa, desde niña fui muy curiosa, pero sobre todo, muy caliente, creo que lo heredé de mi mamá, y así es como inicia mi historia.
Mis recuerdos se remontan a mis 10 años aproximadamente, estaba cursando 5º año de primaria, Mis papás vivían separados, y mi mamá empezó a tener algunos novios, el primero que recuerdo fue a Lalo, quien solía ir a casa por las noches, cenábamos, veíamos tele y luego yo me iba a dormir, y cuando yo me iba, empecé a notar ruidos, la primer vez que los oí me espanté, pensé que le hacían daño a mamá, pues se oía como se quejaba. Era común escuchar esos ruidos cuando iba Lalo a ver a mi mamá, después de pensarlo varios días, me decidí a espiarlos una noche para descubrir que estaba pasando, así que después de un rato que me fui a mi cuarto, y que ya no escuché ruido en la sala, fui a ver al cuarto de mi mamá, se escuchaba que hablaban un poco y algunos ruidos como besos, me asomé y vi a mi mamá de rodillas frente a Lalo, como si le estuviera pidiendo perdón, ambos estaban desnudos, y ella se metía a la boca una parte del cuerpo de Lalo, esa parte que solo los niños tienen. Así estuvo un rato chupando mi mamá, como si fuera una paleta, me quedé viendo un poco pero después me fui por miedo a que me vieran. Esa imagen quedó en mi mente por días, y me causaba más curiosidad. Quería volver a ver, y saber qué más hacían, así que después de unos días volví a esperar, esta vez esperé hasta que se escucharon los quejidos de mamá, nuevamente fui a su cuarto, y ahí estaban, ella acostada boca abajo, y Lalo sobre ella, ambos desnudos y frotando sus cuerpos, estuvieron un rato así hasta que Lalo dio un gruñido y se quedó completamente quiero, yo no entendía mucho, pero me gustaba ver, me causaba una sensación difícil de explicar, pero que me gustaba.
Empecé a espiarlos cada que iba Lalo, en un inicio me daba miedo que me vieran, pero después noté que mientras estaban haciendo esas cosas, parecía no importarles nada a su alrededor. Hacían muchas, cosas, Lalo también le lamía su cosita a mi mamá, y a veces se la lamían mutuamente al mismo tiempo, a veces lalo se subía en mamá, y otras mi mamá se sentaba en la cosita de él y se movía mucho, como si se rascara. A veces incluso él la cargaba a ella, o ella se ponía como un perrito y Lalo se ponía atrás de ella y la empujaba muy fuerte. A veces estaban así hasta que Lalo se dejaba de mover, pero otras, hacia algo que me causó más curiosidad y me encantaba ver, de repente se empezaba a mover muy rápido y repentinamente sacaba su cosita y empezaba a expulsar un líquido que parecía yogurt, y le caía a mi mamá que le decía cosas como “que rica lechita”, “dámela toda papí” o “échamelos en las tetas o cara”.
Después de ver esas cosas, yo me iba a cuarto a dormir, pero me quedaba algo alterada, me costaba volver a dormir, y a veces me daba como comezón en mi cosita, me la rascaba y sentía como cosquillas, me quedaba un rato así hasta que me ganaba el sueño, pero empecé a pensar todo el tiempo en eso. Una vez le dije a un compañero de la escuela que me dejara ver su cosa y le enseñaba la mía, pero no quiso y se fue, los niños a esa edad son unos tontos, solo pensaban en futbol o jugar con sus canicas o tazos. Necesitaba hacer algo porque siempre estaba con ganas de tocarme mi cosita, y un día, mi mamá y mi tía iban a ir a comprar unas cosas y me dejaron en la casa cuidando a mi prima de 6 años. Cuando se fueron, le pregunté si quería que le enseñara un juego nuevo que había aprendido, a lo que dijo que sí. Me bajé mi pants y calzones y le dije que lamiera mi cosita, le dije que era un juego que le había visto a mi mamá y que se veía muy divertido, ella me vio sorprendida, pero accedió, ahora entendía porque les gustaba eso, se sentía muy rico, así estuvo un rato hasta que me dijo que ya se había cansado, le dije que se acostara, ella obedeció. Le bajé igual su ropa, y me subí en ella y empecé a brincar en ella como mi mamá lo hacía, esa parte no la entendí mucho porque no sentía nada, luego le dije que se volteara y se pusiera como perrito, ella, aunque no sabía para que era todo eso, me hacía caso, yo me puse atrás de ella y la empujaba, tampoco sentí nada, después nos volvimos a poner nuestra ropa y jugamos a otra cosa. Pero después de esa vez, cada que tenía oportunidad, le pedía que me chupara mi cosita, eso si me gustaba mucho porque ahí si sentía muy rico.
Después Lalo dejó de ir a casa, los ruidos se oían menos, pero a veces se escuchaba a mi mamá quejarse muy levemente. Cuando la fui a ver, estaba desnuda, completamente abierta de piernas y frotando su cosa con una mano, y con la otra acariciando sus pechos. Esa misma noche imité a mi mamá y descubrí lo rico que eso era. Después la descubrí frotándose con las sábanas, o almohadas, y otras veces metiéndose cosas. Yo solo la imité poniéndome la almohada y era muy rico sentirla entre mis piernas.
Una vez fue mi madrina a la casa, estuvieron tomando unas cervezas, luego se fueron al cuarto de mi mamá, me dijo que le iba a enseñar una ropa que le iba a regalar, que yo podía ir a jugar e incluso me dieron dinero para que me fuera a comprar algo a la tienda. Yo fui, pero me dio mucha curiosidad, así que me apuré y regresé a casa sin hacer ruido. Oí sus voces desde el cuarto de mamá, hablaban y se reían, me fui a asomar sin hacer ruido y esperando que no me vieran. Estaban viendo la tele, no se alcanzaba a ver muy bien desde donde estaba yo pero alcancé a notar gente haciendo lo que hacía mi mamá con sus novios. Ellas veían la tele fijamente y a veces comentaban cosas como “mira que vergota” o “quiero una de ese tamaño para mi”. Ambas llevaban falda, la primera en empezarse a masturbar fue mi mamá, sin dejar de ver la tele, se abrió de piernas, metió su mano entre sus piernas y empezó a tocarse, después mi madrina hizo lo mismo, después mi mamá se levantó la blusa y se empezó a acariciar los pechos, después mi madrina hizo lo mismo, a veces mi madrina volteaba hacia donde estaba mi mamá y le chupaba los pechos a mamá, o a veces le acariciaba las piernas, yo me calenté mucho y me fui a mi cuarto a masturbar, hasta después de un rato que mi mamá me habló para que me despidiera de mi madrina.
Así pasaron los últimos dos años de la primaria, encontrando formas para masturbarme, espiando a mamá, llevó a un par de novios más pero no duraban mucho y dejaban de ir, y luego volvía a la masturbación. Yo por mi parte, me gustaba tocarme, seguía jugando con mi primita cada que podía, pero deseaba más, intenté meterme cosas por mi cosita pero me daba miedo que me saliera sangre y mi mamá se diera cuenta y me regañara. Seguía sin tener suerte con los niños, a veces les enseñaba los calzones, pero no hacían nada, solo se quedaban viendo como tontos. Pero mi vida dio un giro en la secundaria, mis papás decidieron que era mejor que estudiara en una escuela que estaba cerca de la casa de mi papá, así que me mudé a vivir con él, su esposa y mi hermanastro, hijo de la primer esposa de papá, Luis de 15 años.
Me costó un poco adaptarme, aunque ya había visitado a papá antes, nunca me había quedado más de un fin de semana en su casa, su esposa era amable conmigo, pero no era mi mamá, y Luis me ignoraba todo el tiempo. Papá se la pasaba trabajando y llegaba noche de trabajar, a cenar, ver tele y dormir. Esta casa, a diferencia de la de mi mamá, tenía puertas por lo que no podía fisgonear, pero podía encerrarme en mi cuarto a masturbarme todo lo que quisiera. Mi papá parecía no hacer cosas con su esposa pues nunca se escuchaban ruidos, al menos no de ellos, mi cuarto estaba a lado del de Luis, y a veces a media noche escuchaba su respiración agitada, una vez me paré a ver si podía descubrir lo que pasaba, y sí, había dejado entreabierta la puerta, entré sigilosamente y lo vi en su cama, completamente tapado pero se veía que se movía frenéticamente, me le quedé viendo cuando de repente volteó y me vio, me quedé paralizada, no supe si irme corriendo o qué, solo atiné a hacerle señal de silencio para que no hiciera ruido, se sentó y sin decir nada, esperó a ver que haría yo, yo cerré la puerta, le puse seguro y caminé hacia su cama, era puro instinto, porque no recuerdo haberlo planeado, llegué a su cama, jalé la cobija y quedó al descubierto, estaba completamente desnudo, con el pene duro, era más chico que el de los novios de mamá, pero ya tenía algo de pelo ahí abajo. Sin decir nada, acerqué la mano para agarrarlo, él primero intentó quitarse, pero se quedó quieto al final y me dejó agarrarlo, lo acaricié un poco, era la primer vez que tocaba uno, después de masajearlo un poco, me hinqué para llevarlo a mi boca. Luis me preguntó en voz baja, algo agitado, si estaba segura, yo asentí con la cabeza, y me lo llevé a la boca, al principió me causó un poco de asco, su consistencia y olor como a sudor, pero después de chuparlo unos segundos me empecé a acostumbrar, solo fueron un par de minutos cuando Luis dijo “espera, espera, espera” se hizo hacia atrás, se volteó a un lado, pero aun así alcancé a sentir un chorro que me salpicó en la mano y piernas. En clases de educación sexual, ya había visto que eso era el semen, y cuál era su función, aunque ya desde hacía mucho había visto a los novios de mamá expulsarlo y echárselo encima a ella.
Esa noche me fui a mi cuarto a masturbarme, pensé que después de eso Luis sería más amable conmigo o al menos me hablaría, pero no, me seguía ignorando, no le tomé importancia y seguí con mi vida. A los pocos días, una noche mientras dormía, entre sueños empecé a sentir rico, como cuando me masturbo, y sentí que me empujaban, cuando abrí los ojos, sentí una mano entre mis piernas jugando con mi cosita, y atrás de mi sentí un cuerpo desnudo pegado a mí, volteé y alcancé a ver a Luis quien solo me hizo “shhhh” para que no hiciera ruido, y mientras con su mano me estimulaba, sentía como frotaba su pene en mis nalgas. Después me dijo muy bajito al ido que se lo chupara, yo ya estaba muy caliente para negarme, me volteé, me subí en él, me puse como mi mamá se ponía sobre Lalo para chuparse mutuamente, lo que después descubrí le decían 69. Empecé a chuparle el pene mientras el jugueteaba con mi sexo, me frotaba, me abría los labios y lamía por dentro, yo sentía un gran placer, estuvimos así un rato cuando sentí un chorro caliente inundar mi boca, no pude evitar pasarme un poco y el resto lo escupí pues me causó un poco de asco. Esperamos un rato en la cama, sin decir nada, pensé que se iba a ir después de terminar, pero no, a los pocos minutos me empezó a acariciar de nuevo, me empezó a lamer los pezones, que aún no se desarrollaban, pero aun así causo un gran placer. Llevo mi mano a su pene que se empezaba a poner duro otra vez. Después me preguntó si ya había tenido mi periodo, yo negué con la cabeza, luego me pregunto si había tenido sexo, y volví a negar. Ya no dijo nada más, me abrió de piernas, se subió sobre mí, y después de varios intentos, logro penetrarme, al principio sentí un gran dolor, estuve a punto de gritar, pero Luis me tapó la boca, mientras empujaba su cadera para meter su pene en mí, pero después lo logró, sentí como ese trozo de carne duro entraba poco a poco en mí, se quedó quieto unos segundos y luego empezó a entrar y salir, poco a poco fue cediendo el dolor, y dio paso a una sensación muy rica, me empezó a besar en la boca, a meter su lengua como desesperado mientras me cogía, después de la nada empezó a gemir y se quedó inmóvil, mientras sentía como dentro de mi se llenaba de un liquido caliente. Después se levantó y se fue a su cuarto.
Los días siguientes estuve muy inquieta porque me daba miedo que nos hubiera escuchado mi papá, o quedar embarazada, o incluso que me fuera a dar sida, pues era un tema muy de moda en esa época. Pero afortunadamente no pasó nada de lo anterior, y lo que me dio más gusto, Luis era cada vez más amable y atento conmigo, hasta me decía a veces “hermanita”. Empezamos a hablar de como conocí el sexo, él me contó que también llegó a espiar a papá con su esposa, pero que era más difícil porque cerraban la puerta, y que en los últimos años lo hacían cada vez menos. Le conté que mi mamá veía películas porno y me dijo que su papá también. Una vez que se fueron y nos dejaron solos, fuimos al escondite de papá y las estuvimos viendo para después terminar cogiendo. Tratábamos de imitar lo que veíamos, yo se la chupaba, el igual a mí, se venía en mi boca y cara. A veces intentaba salirse para venirse encima de mi como en las películas, pero nunca podía, terminaba dentro de mí, bueno eso hasta que al año más o menos me llegó mi periodo, ambos sabíamos lo que eso significaba, así que dejó de venirse dentro de mi, aunque tengo que decir que lo extrañaba. Consiguió unos condones y lo empezamos a hacer con condón, aunque yo prefería la sensación de su pene al descubierto dentro de mi.
Mi cuerpo se empezó a desarrollar, después de ser una niña muy flaca, empezaron a ensancharse las caderas, a crecerme las nalgas y los pechos, no sé si era porque tenía una vida sexual muy activa, pero a mis 14 años se podría decir que ya tenía cuerpo de mujer, sobre todo por el busto que me creció mucho, los hombres me miraban con mucha lujuria, empezando por mi hermanastro, seguido de mis compañeros de la escuela y hasta maestros, lo que me gustaba y hasta me excitaba. Pero lo que nunca pensé, fue que también mi papá me mirara con esa lascivia. La primera vez que noté eso fue una vez que estaba en casa, me gustaba vestir playeras delgaditas sin brasier para que Luis me viera, y de vez en cuando me manoseara. Un día mi papá llegó más temprano de lo usual a casa, yo vestía muy ligera y cuando llegó y me saludó noté que no pudo evitar ver ese par de tetas en pleno desarrollo, esa vez hasta me dio un abrazo muy fuerte y me repegó a su cuerpo. A mi me calentaba pensar en hombres mayores que yo, pero nunca había pensado en papá, pero esa vez se me metió en la mente esa posibilidad. De ahí también usaba ropa ligera frente a él, y hasta más me movía al caminar, para que se menearan y veía como las veía, y eso me prendía mucho. Sin embargo, no sabía cómo provocarlo para coger, varias noches me masturbé pensando en él y hasta lo hice con Luis imaginando que era papá, hasta que un día pasó…
Se puso malo el papá de Ruth, la esposa de papá, y se tuvo que ir unos días y Luis la acompañó, al principio eso no me gustó porque iba a extrañar esos ratos a solas. El jueves y viernes estuve sola, y aproveché para darme gusto masturbándome, por primera vez me metí algunas cosas como el cepillo de dientes, o la punta de una zanahorita. Pero lo mejor llegó el viernes, mi papá llegó un poco tarde y oliendo un poco a alcohol. En casa siguió tomando otro poco, y yo estuve con él haciéndole compañía, con ropa muy ligera y justa, y notaba como no podía quitarme la vista, a veces hasta me agachaba intencionalmente para provocarlo más. De vez en vez lo abrazaba y me repegaba a él y lograba sentir su erección, eso me prendía más aún. Pero mi papá después de un rato parece que le dio culpa y me mandó a dormir, le dije que quería seguir con él, pero me dijo que ya era muy noche, que tenía que ir a dormir. De mala gana me fui pero no podía dormir, no dejaba de pensar en mi papá tomándome, oí que se fue a su cuarto y todo quedó en silencio, yo después de esperar un poco, fui a su cuarto, estaba entrecerrado, lo abrí poco a poco, y vi a mi papá viendo una película porno, ahí estaba viendo, sin hacer nada, solo con la mirada perdida, cuando volteé a ver la Tv, noté que en la película un hombre muy maduro estaba penetrando a una jovencita, no mucho mayor a mí, me calentó extremadamente, y no pude evitar soltar un gemido, mi papá volteó, me vio pero no hizo nada, parecía que el alcohol lo tenía medio adormecido. Me acerqué a él, extendió su mano, no sé para qué, pero yo la tomé y la llevé a mis pechos, él los agarró y los empezó a masajear. Me quité la blusa y las dejé completamente al descubierto, él no dejaba de verlas, después se acercó a ellas y las empezó a besar y lamer, mientras me bajaba el short, yo quedé en puro calzón, me empezó a acariciar las piernas, las nalgas, y luego suavemente pasaba el dorso de su mano por mi vagina, yo estaba muy agitada, sentía que mi pecho iba a explotar de la excitación, quería que me tomara ya, pero él parecía no tener prisa. Se levantó, se quitó la ropa y aunque estaba algo panzón, me parecía muy sensual, y más con ese pene erecto, grande y muy peludo. Él notó como lo veía y me dijo “te gusta, eh?”, le dije que sí y dijo que era igual de caliente que mamá. Me agarró por la cabeza y la dirigió hacia abajo, yo obedientemente fui directo a su pene y lo empecé a chupar como desesperada, él solo me dijo “calma mi amor, no se va a ir” y con su mano me guio al ritmo que quería que fuera, yo le obedecí y poco a poco me empujaba para que me lo metiera cada vez más adentro de mi boca, yo sentía que me quería vomitar, pero no podía dejar de pucharlo, él me decía “como es que aprendiste a mamarlo así mi amor?”, pero no esperaba respuesta de mí, pues no me dejaba sacarlo de mi boca. Después de un buen rato, me dejó sacarla y estaba completamente viscosa, llena de mi saliva, entonces me levantó, me quitó el calzón y me cargó, yo me abracé de él con brazos y piernas, y mi vagina quedó justo a la altura de la punta de su pene, con una mano lo guio hacia mi entradita, y después me tomó de la cintura y me hizo bajar un poco para metérmelo de un golpe, fue una sensación deliciosa, entre mis fluidos y la saliva en su pene, entró sin ninguna dificultad, empecé a gemir mientras el me embestía y me decía “que rica estas mi amor, que apretadita”, y cada vez me daba más fuerte. Después, se sentó en la cama, sin salirse de mí, y ya sentado, me volvió a tomar de la cintura y ahora me guiaba para que yo subiera y bajara, yo empecé a montarlo como mamá solía montar a Lalo, como a veces llegué a montar a Luis, pero era completamente diferente, el pene de papá era más largo, por más que sentía que subía no se salía de mí. Estaba yo tan excitada que, sin pensarlo, le dijo algo que me vino a la mente de cuando espiaba a mamá:
V. Dame toda tu leche papito. – Le dije
P. Ah sí, la quieres toda? – me preguntó
V. Sí papito dámela toda
P. En donde la quieres? – Me preguntó. Enseguida le dije, sin pensar
V. En mis tetas
Él me cargó nuevamente, sin salirse de mí, se volteó para dejarme caer suavemente sobre la cama, me tomó a la altura de las rodillas, me abrió lo más que pude de piernas, y siguió penetrándome, aumentando el ritmo, hasta que me soltó con su mano derecha, se salió y se inclinó para que su pene quedara lo más cerca de mis tetas y empezó a expulsar un gran chorro de semen, me llenó el vientre y las tetas con esa leche calientita, fue una maravillosa lluvia de placer. Después puso su pene en mi vagina, solo en la entradita y la frotó para sacar las ultimas gotas de semen. Me soltó, se acostó a un lado, y a los pocos instantes se quedó dormido. Yo me puse mi ropa, sin limpiarme el semen que había en mi cuerpo, quería seguirlo sintiendo por un buen rato, y me fui a mi cuarto a dormir plácidamente después de ser cogida por un macho de verdad.
Así comenzó esta historia de sexo y pasión, y de cómo atendía los deseos de papá, la curiosidad de mi hermanastro, y después la mía propia con quién me fuera posible.
Hermosa relación te una vida, el como pasa de ser una niñita que se masturba en su cuarto a tener sexo con sus familiares