Mis papás, mis hermanas y yo.
Recuerdos de la infancia, cuando tenía 11. .
El siguiente relato está basado en una noche cualquiera que yo llegué a vivir con mis padres durante la infancia. No puedo poner fecha ni día de la semana, pero finalmente es un conjunto o una combinación de una rutina que era bastante habitual en la casa de mis padres debido a la secta en que pertenecíamos.
Hace 15 años mi madre tenía 45 años de edad, una mujer blanca de 160 de altura con pelo café oscuro, un cuerpo delgado todavía debido al abundante ejercicio que llegaba a hacer de forma intermitente a lo largo de la semana con la bicicleta estática, con piernas y muslos y glúteos algo gordos pero todavía algo bien formados, con algo de panza y tetas copa C con pezones cafés y hipertrofiados por los embarazos que previamente había tenido, un pelo café oscuro ondulado que llevaba de largo a la mitad de su espalda. Mi padre por su parte un hombre blanco de 1.85 de altura con pelo rubio todavía sin tantos datos de calvicie, barba entrecortada cerrada completamente, ya con algo de panza producto de las cervezas que le buscaba degustar con sus compañeros y con un cuerpo bastante delgado y no atlético debido a que se la pasaban el trabajo entre semana y seguramente la única actividad cardiovascular que llegaba a tener a esa edad era la follada que tenía con nosotros. Por su parte mi hermana más pequeña Paola en ese entonces tendría alrededor de seis años, una niña blanca con pelo rubio como mi padre con una estatura y delgada propia de su edad, siguiéndole a mi hermana Seraina, una chica que en ese entonces tendría nueve años de edad, también blanca, delgada debido a su cuerpo dedicado al baile de ballet, deporte que practicaba constantemente a lo largo de la semana, también con cabello rubio igual que mi padre. Yo por mi parte tendría 11 años, a un par de meses ya ha de cumplir 12, blanco pero con pelo café similar al de mi madre también un chico bastante delgado.
Era un domingo por la tarde y veníamos llegando de una de esas clásicas salidas en familia a algún centro comercial o algún parque. Habíamos comido hace algunas horas y mi madre nos había instruido a mis hermanas y a mí que nos metiéramos a bañar debido a que teníamos planeado hacer el amor después. Obedientemente mis hermanas pasaban el baño, turnándose en la regadera en compañía de mi madre, yo quedándome afuera en mi habitación, todavía jugando algún videojuego que portaba en aquella época. Eventualmente cuando el baño ya se había desocupado, mi madre me dijo que me metiera a bañar debido a que ya era cinco de la tarde y el plan era hacer el amor pronto. Por lo que yo obedecí, entré en la regadera todavía llena de vapor por quienes habían duchado previamente y comenzando una ducha clásica. Ya para entonces a mi edad comenzaba con algo de sellos de vello público, por lo que tomé mi primer rastrillo de la vida que había empezado a utilizar hace apenas unas cuantas semanas para rasurar cualquier remanente de pelo que comenzaba a brotar tanto en mi pubis así como entre mis nalgas. Tomé mi introductor de solución salina, colocándolo en mi ano para poder administrar una carga a mi recto, haciendo un poco de tiempo todavía pensando en algunos eventos de fin de semana que nada tenían que ver con el motivo de este relato, en lo que percibía como mis entrañas comenzaban a rugir un poco por la presencia de solución salina cálida en éstas. Cerré la ducha, tomé una toalla, me saqué completamente, procedí a la taza y descargué. Tomé el limpiador nuevamente, introduciendo una carga de solución salina más antes de volver a descargarlo. Una vez revisando y mi recto estaba prácticamente limpio, tomé mi introductor de lubricante, colocándola a punta en mi ano, apretando y descargando la cantidad precisa que yo ya conocía bastante bien después de casi ya seis años de estar follando por el ano con hombres. Una vez completamente listo, tomé una camiseta interior, así como una trusa, me la coloqué y me dispuse a seguir jugando en mi habitación.
Una hora ha transcurrido cuando mi hermana Seraina se pasó al cuarto, completamente desnuda, ya con su cabello recogido en un chongo. Nuestras miradas se encontraron, yo sabiendo que era lo que estaba comenzando a suceder. Me comentó que ya estaban empezando en la habitación de nuestros padres, y que me habían invitado a ir, a lo que yo, por supuesto, acepté. Seguí a mi hermana desnuda, ella entrando primero a la habitación, yo siguiéndole, inmediatamente quitándome la camiseta interior, así como la trusa, quedándome completamente desnudo. En lo que observaba a mi padre acostado en su cama, completamente de espaldas, mi hermana Paola y mi madre, también desnudas, en cuatro, entre las piernas de él, tornándose la cabeza de su polla, mientras que la otra alternaba a sus testículos. Él con una mano en cada una de sus cabezas, los ojos cerrados, algunos gemidos escapándose de sus labios, en lo que disfrutaba en la mamada que su hija de seis años y su esposa le proporcionaban.
Mi hermana y yo nos detuvimos, contemplando la escena, mi polla comenzando a tomar tamaño. Ya para entonces, a mis 11 y casi 12 años de edad, la bomba hormonal había explotado en mi cuerpo, y follar ya había dejado de ser algo parecido a un juego infantil, y ahora cada vez tomaba más forma de ser un instinto animal clásico de los adultos. Mi hermana, a sus 9 años, todavía no pasaba por esta cascada hormonal, pero ya tenía suficiente experiencia para notar que mi polla estaba creciendo. Ella y yo nos volteamos a ver, sonriendo, ella arrodillándose ante mí, inmediatamente tomando mi polla, masturbándola con la experiencia que ella cargaba a aquella edad, antes de metérsela a la boca, pensando mamarla, yo tomando su cabeza con ambas manos, mientras que sentía como su cráneo se recurría de adelante hacia atrás, mi polla entrando y saliendo completamente en su garganta, debido a que no había una gran diferencia entre nuestros tamaños a aquella edad. Si bien yo todavía seguía follando exclusivamente con hombres, debido a lo que dictaba la tradición de la secta, y que era menor de 12 años, tenía unos meses desde que había comenzado a eyacular, y eso me hacía mayor candidato para comenzar a follar con mujeres, por lo que llegaba a pasar más tiempo protagónico de forma sexual con mi madre, y con una que otra prima o tía, y por supuesto con mis hermanas, desde aquel momento. Sin embargo, yo sabía que lo más probable era que terminaría con la boca llena de la polla de mi padre, con mi ano follado, y muy probablemente intercambiando semen con besos, entre mis hermanas, mi madre y yo, al final de la noche.
Cuando se ve nuevamente en la cama, ahora mi hermana Paola tenía su culo de seis años cubriendo la cara de mi padre, quien recorría su raja y su ano con su lengua, mi hermana gimiendo, todavía como si se tratara de un juego de cosquillas, en lo que la polla de mi padre entraba y salía de la boca de mi madre, quien miraba, alternaba entre ver a su hija, a su marido, a los ojos y simplemente estrujarse las tetas en lo que escuchaba los gemidos que emitía la boca de mi hermana Seraina con mi polla entrando y saliendo de su garganta.
Yo clásicamente como cualquier chico entrando a la adolescencia, quise imitar un poquito más los movimientos que los hombres habían imitado conmigo y con otras mujeres cuando yo crecía, queriéndome sentir un macho alfa, por lo que tomé la cabeza de mi hermana a un poco más firme, comenzando ahora yo a recorrer mi cadera hacia adelante, hacia atrás, inclusive llegando a embestirla, provocando largadas. Fue entonces cuando mi hermana me empujó, comenzando a quejarse, inclusive a llorar un poco, diciendo que estaba siendo duro, mi madre interrumpiendo su mamada a mi padre para corregirme, diciéndome que tratara a mi hermana bien, por lo que le tuve que pedir una disculpa. Fue entonces cuando ella le dijo que ya no quería estar conmigo, poniéndose de pie y dirigiéndose a la cama matrimonial. Llegó a seguirse quejando con mi mamá, ella dándole un beso en la frente, acariciándole el cabello, diciéndole que no pasaba nada y que ella hablaría conmigo, incitándola a que ella continuara la mamada de mi padre, a lo que mi hermana, un poquito todavía sollozante, pero sin lágrimas debido a que se trataba a más de un berrinche, que verdadero llanto, tomando la polla de mi padre con ambas manos, masturbándola y metiéndosela a la boca, en lo que nuestra otra hermana, Paola, continuaba cavalgando los labios de nuestro padre. Mi madre se puso de pie, dirigiéndose hacia conmigo, con una cara de regaño, yo cruzando las piernas, así como también las manos, avergonzado un poco, sabiendo que me había hecho mal, y que seguramente recibiría un arrepentimiento.
A mi madre particularmente, como a todas las mujeres del lado de su familia, y verdaderamente también las mujeres del lado de la familia de mi padre, no les gustaba el sexo brudo debido a que eran un poco más conservadoras al respecto. Algo que a mi padre si le llegaba a gustar, pero guardaba para momentos íntimos y solamente follaba conmigo. Mi madre extendió su mano, acumulándose un poco para que mi cabeza estuviera un poquito más a su altura, debido a que en ese entonces todavía mi frente no rebasaba sus cejas, encontrándonos los dos en un beso. Yo me pegué a su cuerpo, mi polla erecta picándole en los labios vaginales, en lo que su mano recorría mis espaldas, y yo recorría la suya, inmediatamente dirigiéndome a los glúteos, mientras que nuestras lenguas se entrelazaban a través de los labios. Dejé estos a un lado para bajar a su cuello, ella apretando el cabello de mi cabeza con sus manos, en lo que mis labios trazaban el abecedario en su cuello y pecho superior, eventualmente yo descendiendo hasta tener mi cara a la altura de sus tetas, tornándome ambos pezones que tanto me gustaban desde que era bebé, produciéndole gemidos, en lo que ella simplemente recorría con una mano mi espalda utilizando sus uñas.
interrumpió la succión que yo le proporcionaba a sus tetas para tomarme con las manos y llevarme a la cama matrimonial ella acostándose al lado de mi padre abriendo las piernas yo entendiendo perfectamente la indicación que era hundir mi cara entre estas aplastando mi boca y nariz en contra de su coño caracterizado con un triángulo de pelo café oscuro recortado y perfectamente delimitado en un patrón triangular mis labios se encontraron con los suyos mi lengua comenzando a dictar el abecedario en su vulva alternando con concentrarse en el clítoris envolviéndolo con mi lengua trazando círculos y subsumiendo firmemente mientras que mis manos recorrían sus muslos inclusive su panza ella tomándolas alternando entre gemir cerrar los ojos masajearse las tetas que yo todavía esa edad no lograba alcanzar y entre tomar la mano de su marido quien estaba al lado de él su cara todavía cubierta por la vulva y el ano de su hija de seis años mientras que la cabeza de su polla se encontraba al fondo de la garganta de su hija de nueve
Introduje varios dedos en la vulva de mi madre, en lo que yo de forma de reojo podía observar cómo Seraina ahora se encontraba de cuclillas descendiendo sobre la polla de mi padre, la cabeza de ésta perdiéndose en su vulva, logrando ella contener hasta la mitad, antes de que con apoyo de las manos de mi padre en sus pompas comenzara a subir y a bajar, seguía riendo y gemiendo de forma infantil, mi padre gemiendo un poco, seguramente por el apretón que sentía en la cabeza de su miembro, mientras que seguía concentrándose en lamer la vulva y el ano de mi hermana Paola, la cual ya había intercambiado su carcajada infantil por unos genuinos gemidos, debido a que ya se estaba comenzando a venir. Con los dedos que yo le introducía en la vulva de mi madre, acompañado de los círculos que mi lengua trazaba en su clítoris, y los masajes que ella se daba a sí misma en sus tetas, ésta tampoco tardó en llegar al orgasmo, su alerido aplacando a todos los demás gemidos que inundaban la habitación en ese momento.
Una vez terminado su orgasmo, mi madre me tomó del cabello, presionándome de una forma gentil pero aún así firme en contra de sus labios, en lo que yo seguía masajeando con dos dedos su punto G, siguiendo el mismo patrón que había utilizado para alcanzar su primer orgasmo, eventualmente pudiéndola llevar a otra llegada de clímax. Después de unos momentos, Seraina, quien se encontraba botando sobre la polla de mi padre, también pudo alcanzar eventualmente el suyo, ayudada por el pulgar de este quien se frotaba entre sus labios vaginales, mientras que con la otra mano la sostenía en lugar y la seguía ayudando a subir y bajar debido a que estaba todavía en cuclillas. Mi hermana Paola ya se había bajado de la cara de nuestro padre, al lado de su hermana, esperando su turno para botar sobre la polla que le había dado vida alguna vez. Una vez que mi hermana había alcanzado el clímax que se bajó de la polla de mi padre para que Paola ahora se acuclillara, teniendo que levantarse todavía más por la diferencia de altura entre el colchón y la polla de mi padre en relación a sus piernas y su cadera, llevando la polla de mi padre con ambos manos, dirigiendo la cabeza a su vulva, permitiendo nada más que el grande entrar en esta, esto debido a que aún era joven. Ya para entonces llevaba un par de meses, inclusive ya hasta cuatro, siempre penetrada por este miembro, a lo cual su cavidad ya se había acostumbrado un poco, y si bien podía todavía almacenar la cabeza de la polla como tal, pero cuando se trataba del largo apenas se podría llegar a una cuarta parte, algo que con la edad se iría mejorando. Por su parte Seraina se bajó y una vez que agarró un poco el aire debido al orgasmo que acaba de recibir, ascendió más cercanamente a la cabeza de mi padre como éste le indicaba, sentando su vulva en los labios de éste, ahora siendo ella la que recibía los recorridos del lengua de mi papá entre sus labios inferiores, mientras que la polla de éste entraba y salía de la vulva de mi otro hermano. Mi padre por su parte me empujó hacia atrás, yo todavía debía el piso debido a que le estaba dando oral, con ella sentada al borde de la cama, ella sentándose e invitándome a que yo me acercara, tomando mi polla ya semi erecta entre las manos, masturbándola un poco firmemente antes de metérsela en la boca, comenzando a regalarme una mamada algo apasionada debido a que se encontraba entre orgasmos, y sin duda alguna quería la excitación de tener a mi, su hijo dentro de ella.
Una vez que mi madre consideró que mi polla estaba suficientemente erecta, se puso de pie, se dio la vuelta y se arrodilló en la orilla de la cama, quedando en cuatro, yo hundiendo mi cara entre su raja y su ano por una última vez, para dejarlo bien ensalivado antes de comenzar a penetrarla, mi polla hundiéndose en su vulva, siendo la diferencia entre su vagina y mi polla ya no tan prominente como tal vez pudiera haber sido cuando yo era todavía menor de edad, sin embargo ya a los once, si yo no había alcanzado todavía mi tamaño adulto, ya comenzaba a tener una polla que asimilaba más dichas dimensiones, tomé su cadera y comencé a embestirla, trataba de la salida muy facilitada por la diferencia de tamaños, pudiendo entrar a ella a tope, sin poder alcanzarla el cuello de su matriz, debido a que todavía no tenía el largo suficiente, mi madre gimiendo, más por la excitación de estar siendo follada por su hijo, y por ver a mi padre follándose a sus hijas, y por la masturbación que ella misma se estaba autogenerando a nivel de su película, y sabiendo que fue por sus pezones, que por el placer que yo le daba con mi polla todavía a dicha edad.
Estuvimos así un rato más, mi madre con ayuda de su propia mano pudiendo llegar a otro orgasmo, mientras que mi hermana Paola también llegaba al suyo, su orgasmo más que gemidos lujuriosos siendo como un éxtasis similar a que los niños pueden llegar a emitir con las cosquillas, algo que también experimentó mi hermana Seraina que se encontraba sentada sobre la lengua de mi padre, éste por su parte quiso tomarse una pausa seguramente porque se sacaba el punto de no retorno si todavía pude querer llegar al encuentro, al final del encuentro.
El placer había sido mucho para mi hermana menor, que había decidido bajarse de la polla de nuestro padre, quedando sentada al lado de él, mi mamá tomándola con una mano y jalándola a donde ella estaba, colocándola boca arriba con su vagina enfrente de la cara de mi madre que todavía yo tenía en cuatro, hundiendo ella sus labios en la vulva de mi hermana de seis años, comenzando a regalarle oral, provocando una risa infantil en ella, la cual se intercalaba con los gemidos que ésta emitía, seguramente todavía excitada por el éxtasis que estaba experimentando ya previamente, por tener a su hijo de once años en su vulva por detrás, mientras que su lengua recorría las paredes vaginales y afolladas de su hija de seis años. Por su parte Seraina se bajó de la cara de mi papá, colocándose en cuatro como éste le indicaba, él colocándose inmediatamente detrás de ella, con algo de dificultad debido a la diferencia de tamaños entre la chica de nueve años y el hombre de un ochenta y cinco de altura, sin embargo hallando la forma en que la mitad de su joya pudiera estar desapareciendo en la vulva de mi hermana. Ésta riendo y gimiendo al lado de mi otra hermana, al lado de mi madre, y por supuesto al lado mío.
Mi hermana Seraina para esa edad ya tenía todo un conocimiento en lo que era el baile incluyendo conocimientos de baile erótico propios que llegaba a aprender en el grupo de baile juvenil de la escuela de la secta y ya como cualquier chica de ese año que soñaba con ser modelo también soñaba ya de tener la atención de los hombres según algunas cosas que llegaba a ver en vídeos musicales de hip hop de la época ella en cuatro latillando su cabello hacia atrás intentando recrear escenas que en algún momento hubiera visto ella en algún vídeo de Cristina Aguilera o Britney Spears algo que no hizo más que encender a mi padre todavía a una forma superior este tomándole las caderas pequeñas con sus dos manos inmensas debido a su diferencia de tamaño comenzando a vestirla un poquito más firmemente ni cerca como lo llegaba a ser conmigo y mucho menos con alguna mujer adulta que le gustara follar duro pero sí relativamente más fuerte de lo habitual para una niña de esa edad. Seraina no tardó en llegar a un orgasmo cortesía de mi padre contorsionándose un poco en el colchón nuevamente su risa infantil intercambiándose por gemidos de placer mi padre sacando su polla de su vulva seguramente eso acercándolo nuevamente al punto de no retorno él todavía sin querer claramente terminar el encuentro.
A este orgasmo de mi hermana no tardó mi madre en llevar a mi otra hermana a un clímax también. Las risas de Paola intercambiándose igualmente porque me dio esa placer, contorsionándose un poco de lo que los labios de nuestra madre nos separaban de los suyos vaginales. Fue entonces cuando sentí una mano en mi hombro, siendo la de mi padre, que también estaba prácticamente con mi hermana en cuatro, cerca de nosotros en la misma cama matrimonial, diciéndome que estaría bien que me preparara si yo así lo queria. Mi madre escuchando eso, sabiendo exactamente lo que eso significaba. Una vez que Paola había terminado de percibir su orgasmo, mi madre le susurró al oído que me preparara a mí, yo saliendo de mi madre para ahora yo estar en cuatro sobre la cama. Mi hermana Paola poniéndose en cuatro detrás mío, abriendo con sus manos mis nalgas, comenzando a hundir su boca en mi ano, su lengua intentando ver ese paso entre los esfínteres como si se tratara de un colibrí con una rosa, obviamente sin éxito. De una manera un poco atropellada, tomó algunos dedos intentando introducirlos, debido a que todavía no tenía tanta experiencia como nosotros, yo teniendo que recordarle que lo hiciera de una manera más tenue, para no lastimar. Mientras tanto mi padre y mi madre se encontraron un beso, él metiendo un par de dedos en la vulva de su esposa, mientras que ésta le masturbaba la polla frenéticamente. Mi hermana seraina, sentada con los pies cruzados sobre la cama, contemplando la escena.
Yo cerraba los ojos, sintiendo el placer que me brindaban ya los cuatro dedos que mi hermana más pequeña tenía introducidos en mi ano. Por lo que volteé hacia atrás, encontrándome con su mirada, invitándola que hiciera lo que habíamos practicado el otro día, ella sabiendo perfectamente a lo que me refería yo. Contando los cinco dedos de su mano, formando lo que podría ser considerado parecido al pico de un pato, introdujo esos en mi ano antes de empujar el resto de su mano al interior de mi recto. Aquellos lectores que practican fisting constantemente conocen bien la técnica. Yo gimiendo, sintiendo cómo la mano de mi hermana, eventualmente con algo de paciencia, llegaba a ser almacenada dentro de mi recto completamente. Similar a cómo muchas mujeres en la secta llegaban a utilizar las manos en sus vulvas y anos de los niños más pequeños. Yo gimiendo, siendo follado por el puño de mi hermanita, mi madre tomándome de una mano, nuestras miradas encontrándose, nuestras bocas abiertas por los gemidos que quienes nos follaban nos provocaban. Ella completamente sobre su espalda ahora, siendo follada en posición de misionero por mi padre, él muy excitado al ver la escena que estábamos desplegando.
Estuvimos así un rato, yo sintiendo que me acercaba al punto de no retorno, un orgasmo prostático, por lo que le tuve que pedir a mi hermana que parara, provocándome un último gemido cuando su puño, todavía no relajado, salía completamente de mi ano, sintiendo yo como llegaba a estirar a mis esfínteres, cerca del punto de no retorno. Yo me quedé colapsado de un costado, masturbándome todavía, contemplando la sensación de un orgasmo que estaba a punto de llegar, pero que estratégicamente habíamos terminado su aproximación, mientras que veía como mi padre seguía follando a mi madre de forma apasionada en posición de misionero. Después de un momento así, probablemente porque éste también se llegó a acercar al punto de clímax, me pidió a mí que me acercara, él quitándose de mi madre, ésta quedando con las piernas abiertas sobre la colcha, entre las manos de ambos, invitándome a que yo asumiera la posición de mi papá. Sabía perfectamente cuál era la escena que estaba a punto de recrearse a continuación. Me acosté entre las piernas de mi madre, boca abajo, en posición de misionero, mi polla ya un poco más erecta gracias a la masturbación que yo mismo me andaba dando, desapareciendo ésta en la vulva de mi madre, como previamente lo había hecho hace unos momentos. Inmediatamente sentí como mi padre se acostaba detrás mío, la cabeza de su polla abriéndose paso a través de mis nalgas y mis esfínteres, comenzando a entrar en mi recto, provocándome gemidos que segregaban a los que ya el placer que la vulva de mi madre me proporcionaba a mí generaba. Fue así como comenzamos una penetración múltiple, mi padre empujando sus caderas hacia delante, hundiendo prácticamente ya a esa edad toda su polla dentro de mi recto, lo que provocaba a mis caderas al mismo tiempo a recorrerse hacia delante también, haciendo que mi polla desapareciera en la vulva de mi madre, mientras que ella y yo nos entrazábamos las lenguas en un beso apasionado, ella recorriendo mi cabello con sus manos, en lo que mi padre me tomaba de regalo. Mi madre me tomaba de los hombros y comenzaba su va y ven, lo cual se traducía en mi van y ven con mi mamá. Mis hermanas jugando, dándose algunos besos e inclusive comenzando a lamerse las tetillas la una a la otra, en lo que observaban como mis padres prácticamente me estaban follando de todos los ángulos.
esto me tenía a mí demasiado excitado por lo que les llegué a anunciar a ambos que estaba a punto de llegar a un orgasmo a medida que sentía como se comenzaba a controlar mis esfínteres, mi recto con la sensación de querer empujar hacia afuera y mezclándose con algo de cosquilleo en lo que a día de hoy sé que es la región prostática aunque sin embargo en ese entonces simplemente no la conocía por nombre empecé a gemir más fuerte lo que estaba a punto de darse lugar siendo evidente para mis papás mi padre preguntándole a mi madre que si quería que yo me viniera adentro a lo que mi madre prefirió que mejor fuera afuera sentí como mi padre me tomó de ambos brazos amarrándome los atrás con los suyos levantándome mi pecho y estómago dejando tener contacto con el abdomen de mi madre mi polla saliendo de la vulva de ésta mi papá aumentando un poco la velocidad de sus embestidas sintiendo yo como su polla intentaba abrirse más paso a través de mi recto la sensación del orgasmo que se aproximaba intensificándose aún más mi mamá le hizo una seña a una de mis hermanas no recuerdo francamente cuál debido a que yo ya tenía los ojos cerrados pero sentí como una mano del tamaño proporcional al de ellas tomaba mi polla y comenzaba a masturbarla firmemente desde la base abriendo yo mis ojos brevemente solamente para encontrarme con los ojos lujuriosos de mi madre quien se apretaba una teta y se masturbaba con la otra mano yo sintiendo como mis espíritus se contraían como mi ano empujaba con todas sus fuerzas hacia afuera mientras que al mismo tiempo hilos de semen volaban por el aire cayendo en parte en el colchón y en parte entre las piernas y la barriga de mi madre que se contaba todavía delante mío yo sacando un gran y fuerte alarido probablemente rivalizando el de mi madre que previamente había tenido sus orgasmos anteriores en lo que sentía yo como mi semen brotaba gracias a que mi padre estaba exprimiendo mi póstula próstata a través de mi recto éste frenéticamente no dejaba de bombear provocándome inclusive un poco de dolor debido a mis fentes anteriormente contraídos que aún así seguían siendo penetrados él probablemente disfrutando del recto de su hijo varón que en un par de meses cumplía ya 12 años y conforme a las normas de la secta dejaría para siempre de follar con hombres y dedicarse exclusivamente a follar con mujeres
Mi madre ya tampoco pudo con una escena tan placentera, llevándose a sí misma nuevamente a un orgasmo. Tomando la mano de mi hermana, quien para entonces yo sabía que era Seraina la que me había masturbado a mí para llegar al mío, y frotándose ayudándose de la mano de ella para frotar su propio coño, llegando también a un gran orgasmo, siguiendo a los sonidos que el mío me había provocado. Mi padre con una nalgada despidiendo su polla de mi rectum, empujándome hacia el colchón, sintiendo yo como un aire llenaba el vacío que su miembro previamente ocupaba en mis entrañas. Yo sin evitar poder caer colapsado entre las piernas de mi madre, quien terminando su orgasmo me abrazó apasionadamente. Yo succionando una de sus tetas, los dos todavía gimiendo un poco por el placer que acabamos de experimentar, fundiéndonos en un abrazo de éxtasis y de cansancio, madre e hijo. Mi padre comenzó a gemir a medida que se masturbaba, él también ya pudiendo llegar a un punto del cual ya no quería retornar, invitando a mis hermanas a que se incorporaran delante suyo. Él de pie al borde de la cama, mis dos hermanas en cuatro ante él sobre el colchón, con mi hermana Seraina abriendo su boca y ocupando ésta con la cabeza de apoyo de mi padre, mientras que mi otra hermana Paola se colocaba con la cara entre sus bolas, comenzando a lamerlas, todavía con una edad insuficiente para poder almacenar una completa dentro de sus labios. Mi papá comenzando a descargar su semen, acompañando el momento de alaridos, se vació completamente en la garganta de Seraina, ésta obedientemente sin apartarse hasta que mi padre haya decidido que hubiera llegado el momento correcto. Una vez terminado esto y sacando su polla de la boca de mi hermana, Paola se incorporó enfrente de ésta, inmediatamente buscando los labios de ella con los suyos, intentando compartir el semen de la boca de su hermana a través de un beso. Mi padre con una cara de lujuria y extasiado y probablemente con una polla que dejaba de tener tamaño por cuestiones biológicas y no por falta de deseo, contemplando la escena que acababa de recrear con toda su familia.
Se sentó al lado de mis hermanas, que terminaban todavía de relamerse la saliva y el semen que había quedado agoteando de sus labios e inclusive su barbilla, abrazándolas a ambas, una abajo de cada brazo, dándoles un beso en la cabeza, agradeciéndoles por el placer que ellas le acababan de regalar, al igual que agradeciéndole a mi madre y por supuesto a mí, mi mamá haciéndome un piojo sobre la cabeza, en lo que yo comenzaba a quedarme un poco dormido, extasiado, disfrutando todavía las sensaciones que seguía teniendo en polla, próstata, así como en ano y recto, después de unos minutos así mi padre se puso de pie, arrodillándose sobre el piso, juntando sus manos, comenzando un rezo al cual todos los demás nos unimos, diciendo las plegarias de la secta, agradeciendo al señor por el momento que acabábamos de pasar haciendo el amor en familia, terminado esto nos despedimos todos con un beso entre los labios, mis padres deseándonos a cada uno de sus tres hijos una buena noche, cada quien dirigiéndose a su habitación, yo llegando, envolviéndome en las sábanas, inmediatamente quedándome dormido, después de todo el cansancio físico, así como placer que acababa de experimentar.
Más relatos me encantó eso y esa secta me gustaría que existiera
tuve ese tipo de contactos y fueron lo mejor ,pero siempre con hermanas,ya q no tuve hermanos varones