Mis primeros pasos en el sexo desde chica
Quise contar como fue mi inicio en el sexo, lo que fue llevándome a mi entrega luego.
Hola, mi nombre real es Silvia, tengo 35 años, soy de cabello castaño, mido 1.56 y peso 47 kg. Mis tetas son talla 1 o lo que sería en otros países talla A. Si bien en este primer relato no voy a contar nada sexual fue el comienzo de algo que con el tiempo se convirtió en una escalada que no pude o no quise controlar. De ambas opciones es mucho más probable la segunda. Porque simplemente me dejé llevar por todos los sucesos que pasaron.
Publico este relato en Incesto porque no se bien en cual ponerlo.
De muy chica sentí curiosidad de lo que hablábamos con mis amigas, en especial con una. Me contaba que se había asomado por la cerradura de la puerta del baño y espiaba a su padre cuando se bañaba. Contaba como el padre se masturbaba y ella era partícipe en silencio de como lo hacia y lo disfrutaba. Decía que se apoyaba contra la pared y se la jalaba despacio, cerraba los ojos, a veces contaba que se mordía los labios y cuando llegaba el momento de la explosión (así la llamaba ella a echar el semen) se arqueaba y daba gemidos que no se alcanzaba a escuchar porque siempre se llevaba su música a la ducha (supongo que para que nadie lo escuche en su casa).
Por su parte ella me contaba con detalles como se metía su mano dentro de su braga y la pasaba por sobre su vagina, imitando o siguiendo siempre el ritmo con que lo hacía su padre. Al principio era suave hasta llegar a frotamiento cada vez más rápido al final.
Nunca me habló de explosiones de ella o más bien de sus orgasmos ni yo sabía que existían en las chicas por lo que supongo ahora que no llegaba a ese punto de excitación. Cuando me comenzó a contar todo eso ambas teníamos 12 años.
A mi me gustaba sobremanera que me contara todo eso y empecé a estar pendiente de sus visitas y buscábamos lugares en mi casa (que no eran muchos porque esta era pequeña) donde pudiéramos hablar sobre sus experiencias.
Me preguntó una vez si yo me tocaba así como ella. Le dije que no podía hacerlo porque nunca quedaba sola. Mi madre no trabajaba por lo que siempre estaba presente y cuando salía a la casa de sus amigas me llevaba. Pasaba más tiempo con mujeres grandes que con mis amigas en casa, pues a las que íbamos había chicos o chicas pero de mucha mayor edad que yo y no me llevaban el apunte, no querían jugar conmigo así que me quedaba entre las mujeres.
Enciérrate en el baño entonces fue lo que me sugirió y me dijo que ella lo hacia.
Al rato mamá me dice que tenía que salir a hacer unas compras y que iba a demorar una hora o más. Con mi amiga nos miramos y sonreímos. Las dos habíamos pensado lo mismo.
Apenas se fue mamá echamos media llave a la puerta de casa para que cuando mamá regresara no pudiera poner la suya y abrirla. De esa forma nos daba tiempo por si teníamos que hacer algo antes de abrirle nosotras la puerta.
Ella empezó a contar su última experiencia, se bajó la falda y la braga y empezó a acariciar su vagina como ya estaba acostumbrada a hacerlo. Yo la imité, me subí el vestido y me baje mi braga y comencé a hacer lo mismo que veía hacer a ella, pero en un momento ella estiró su mano libre y empezó a acariciar la mía. Fue tanto el gusto que sentí que saqué mi mano y la dejé a ella seguir sola. Nos miramos a los ojos y empezamos a gemir. Subió su mano empezó a tocar mis casi nulos pechos (aunque ella tenía un poquito más que yo, pues recién se le estaban desarrollando) por sobre el vestido. Mi excitación fue subiendo y el manoseo de ella se hizo mas audaz. Metió su mano dentro de mi vestido y acariciaba mis tetitas. Cerré los ojos y me limité a disfrutar toda ese mundo que era nuevo para mi.
Sentía su respiración casi pegada a la mía y ella empezó a decirme que me imaginara que veía a mi padre desnudo masturbándose. Me ponía cada vez más caliente y en un momento sentí sus labios sobre los míos dándome un beso. Me sorprendí y me exalté también. Me eché hacia atrás lo que pude en el sillón y la miré sorprendida. Ella estaba como asustada y con vergüenza porque su cara se puso roja y empezó a balbucear que la perdonara por haber echo eso.
No supe que decirle, seguimos tocándonos las dos solas pero ya no fue lo mismo que como veníamos. Hasta que ella me dice que paremos porque mi mamá iba a llegar en cualquier momento. Así que nos vestimos y no pasó mucho tiempo que sentimos la llave de mamá que quería abrir la puerta. Me apresuré a levantarme del sillón y abrir la puerta de calle. Mi amiga se fue al momento.
Me puse a ver una novela con mamá por televisión y las escenas donde había algún beso recordaba lo que había pasado con ella y sentía algo extraño en ese momento. Me di cuenta que me había gustado, pero como me doy cuenta ahora, arruiné todo ya que mi amiga no regresó más a casa y yo tampoco hice nada para buscarla.
Empecé a ir al baño a tocarme, pensaba en todo lo que ella me había contado tantas veces con su padre y lo bien que me había sentido esa tarde con ella. Hasta aún sentía el beso que me había dado.
Mis idas al baño se hicieron frecuentes y fueron pasando los meses. Empecé a confiarme y se hicieron prolongadas y hasta gemía. Ni pensaba si mamá podía oírme o no.
Una vez estaba tan absorta en mis pensamientos, tocándome y gimiendo que mamá abre la puerta un poco y sin asomar su cabeza preguntó si estaba bien. Me sobresalté y mi corazón empezó a latir que parecía se me salía. Como pude y casi tartamudeando dije que si. Ella la cerró y me apuré en acomodar la ropa y salir.
Me quedé en mi habitación acostada, más por vergüenza de lo que había pasado que por ganas de estar acostada. No me atrevía a mirar a mi madre y tenía miedo que me dijera algo malo.
Finalmente tuve que ir porque me llamó a que la ayudara con la comida. Ella estaba embarazada de la que sería mi hermanita. Solo miraba lo que estaba haciendo y no la contradecía en nada de lo que pedía. Estábamos las dos, una al lado de la otra, sobre la mesada y ella acariciaba mi cabello. En un momento me sostuvo la cara con una mano y la giró para que la mirara. En sus ojos había un destello que nunca había visto antes en ella. Me acarició la cara y sonriendo me dio un beso en las mejillas pero fue un beso totalmente distinto a todas las otras veces. Fue mas largo y muchísimo más dulce. Se me vino a la mente el beso de mi amiga, solo que el de mi amiga fue en la boca.
Comencé a usar vestidos cortos, no porque yo me los pusiera porque quería sino porque era la ropa que mamá empezó a comprarme. También ella empezó a maquillarme y a pintarme los labios. Así, cuando papá llegaba de su trabajo en el banco yo estaba echa una muñequita como ella empezó a llamarme.
Me gustaba ese cambio pero solo era «dentro de casa». Porque cuando salía con ella a la casa de alguna de sus amigas nunca me ponía esos vestidos y tampoco me maquillaba. Claro que yo no me daba cuenta en ese momento de esa diferencia.
Un día mama me dice que va ponerme como una muñequita (ya era común eso antes que llegara papá), pero ese día fue después que el se acostara a dormir la siesta. Me da un café y me pide que lo despierte a mi padre. Lo tomé y fui caminando despacio para que no se me vuelque. Entro al dormitorio y mi padre estaba durmiendo y solo tenía puesto un slip (para los que no saben es un boxer diminuto y pegado al cuerpo). Ya lo había visto así, en otras oportunidades. Pero esa sería distinta todas las otras.
Me senté en el borde de la cama y lo llamo para que se despierte. Me mira y me sonríe. Le muestro el café, el se endereza y se sienta. Me quedo conversando con el mientras tomaba su café. Veo que baja su mano hacia su bulto, lo apoya en el y se pone rojo. Eso me llamó la atención. Lo miro y veo lo que era una tremenda erección. No se la veía como quien dice al aire pero si se la podía notar a través de la tela del slip. Me quedé mirándolo y se me vino enseguida a la mente todo lo que mi amiga me había contado de cuando lo espiaba a su padre masturbándose.
Empecé a excitarme y no saqué los ojos de esa erección. El apuró el café me lo dio y me dijo que fuera a la cocina que se iba a vestir.
El no dijo nada a mamá y yo tampoco a ella. Pero algo había pasado en el porque el resto de la tarde estuvo demasiado cariñoso con mi madre y a la noche escuché como tenían sexo. Más bien, a la escuchaba era a mamá. Era la primera vez que la escuchaba gemir y fue muy fuerte el sonido. Supe que estaban teniendo sexo y no pude evitar tocarme en la cama.
Cuando terminaron siento que alguien se levanta y entra al baño. Me pareció que era mamá, me hice la dormida pero espié con los ojos entrecerrados esperando que salga y ver bien. El baño daba al frente de mi dormitorio.
Se abre la puerta y queda la luz encendida que ilumina mi cuarto. Era mamá que estaba desnuda. Entra a mi dormitorio, se sienta en el borde de mi cama, me acaricia y me da un beso en la mejilla.
La relación entre mis padres no estaban bien, era lo que yo veía aunque no sabía el motivo. Después, me enteré que el tenía una aventura con una chica jovencita y mamá estaba tratando de retenerlo.
A los días volvió a repetirse todo igual, mamá que me viste como muñequita, me pinta los labios de nuevo y me da el café para que se lo lleve a mi padre. Y nuevamente veo como a mi padre estaba en slip y se le erecta al despertarse y a la noche nuevamente ellos teniendo sexo y mamá gimiendo lo que ahora sé que era sin recato alguno. Y otra vez ella que entra a mi cuarto después de salir del baño, me acaricia y me besa la mejilla.
Todo se fue repitiendo en distintas oportunidades y para mi ya se había tomado costumbre tener que ir al baño a masturbarme después de ver la erección de mi padre marcada en el slip. Pero el nunca me puso una mano encima aunque si dejó de taparse con la mano cuando se le producía la erección, que aunque la cubriera el slip, se podía notar, lo que sabría después, el buen tamaño de su pene.
Nadie de mis tíos ni primos ni amigos de mis padre me vieron nunca arreglada como mamá lo hacía estando mi padre. Por eso dije que era «dentro de casa».
Finalmente mi padre se fue de casa con esa chica. Allí fue que me enteré de la existencia de ella. Mamá me dijo que había tratado de retener a mi padre pero que no podía competir contra la edad y juventud de ella. En ese momento no lo entendí y llegué a odiarlo a mi padre por abandonarnos y más aún cuando no quiso verme más.
Dejé de tocarme pensando en el, en cambio volvió a mi mente mi amiga.
Casi no había desarrollado mis pechos, era lo que se llama, una chica tabla. Todas mis amigas, ya a esa edad (15 años) tenían, al menos, lindas tetas y algunas muy notorias.
Mi «éxito» con los chicos no era digno de destacar y yo escuchaba como ellas hablaban de sexo con sus novios y hasta me contaban lo que hacían.
Empecé a desear cada vez más perder mi virginidad pero no tenía novio. En una fiesta que me invitaron veía como se besaban mis amigas con sus novios y decidí regalarme al primero que pudiera. Así literalmente como suena. Quería experimentar lo que se sentía.
Lo hice con un chico que era sumamente tímido pero era el único que bailaba conmigo. Le pedí ir a un rincón muy oscuro del patio donde se hacía la fiesta y lo fui llevando hasta que el decidió tener sexo conmigo.
No fue la gran cosa pero me gustó. Después vendrían otros chicos pero ninguno era mi novio. No los tuve. Recién el primero fue a los 18 y no duró mucho tampoco. Más bien acepté ser novia de el para poder decirles a mis amigas que tenía uno.
Si bien no fue mala la experiencia con todos ellos tampoco puedo decir que fue lo mejor que ha pasado en mi vida.
Me excitaba y gozaba pero sabía, y era consciente de eso, que aquella experiencia con mi amiga había sido mucho más fuerte que con ellos. Y no podía olvidarme de ese beso que me dio.
No podía contar todo lo que pasó después sin haber echo esto primero. Por eso sostengo que una putita se hace y no se nace ya siéndolo.
Hola como psicólogo, deberías experimentar con alguna mujer, puede que descubras sensaciones muy fuertes al comparación con un Hombre . Suerte . 💪🏿
Me encanta como escribes. Espero publiques las siguientes partes pronto 😀