MIS PRIMOS GEMELOS ME CONVIERTEN EN SU PUTITA PERSONAL
Mateo aprovecha mi estadía en la casa de mi tía para hacerme su zorra personal.
Hola, permítanme presentarme, mi nombre es Danna, actualmente tengo 21 años, soy delgada, de tez blanca, cabello castaño hasta la cintura y ojos grises, lo que voy a contar fue algo que me pasó un fin de semana que me quedé en la casa de mi tía a los 10 años.
Antes de empezar, quiero decir que en cuestiones del amor, las mujeres de mi familia han sido algo desafortunadas, mi padre nos abandonó a mi mamá y a mi cuando apenas tenía 3 años, a mi tía le pasó muchos años antes, cuando su esposo supo que ella iba a tener un par de gemelos prefirió abandonarla que hacerse cargo de los tres. Sin embargo, aunque mi madre y mi tía sean hermanas, las dos asumieron las cosas de maneras distinta. Mi tía se convirtió en una mujer fuerte e independiente que sacó a sus hijos adelante e incluso les ayudó a pagarles sus carreras universitarias, mientras que mi madre se convirtió en una zorra completa, acostándose con hombres solo por placer, sin importarle si yo necesitaba comida, agua o cualquier cosa básica en el cuidado de una niña, por esa razón mi tía constantemente reñía a mamá. En ocasiones ella era la que me llevaba a la escuela o la que me daba comida, incluso era común quedarme en la casa de ella algunos fines de semana, sin embargo, no sabía que esta vez mi vida cambiaría para siempre.
—¿Otra vez vas a salir todo el fin de semana, Claudia?— dice mi tía en tono de reproche a mi mamá.
—Javi me invitó un fin de semana a Cartagena, ¿Sabes que clase de idiota sería si rechazara una invitación así?— contesta mi madre justificandose por su comportamiento, pero sabía que no le remordía la conciencia dejarme sola otro fin de semana— además vamos a irnos y volver en avión, no veo cuál es el problema, Ximena.
—El problema es que yo no tengo porque estar cuidando de tu hija, es tu responsabilidad.
—Solo será el fin de semana, además a Danna le gusta pasar tiempo con sus primos— dice mirándome y yo asiento, en eso Javi, el nuevo novio de mamá empieza a tocar el claxon— te dejo Xime, te encargo a mi pequeña.
Mi madre me da un beso rápido en la frente y me se sube al auto el cual arranca sin problemas, mi tía solo suspira y me mira.
—Vamos adentro mi amor, ¿ya comiste algo?— me pregunta algo preocupada.
—No, mi mamá solo me dijo que empacara mi maleta porque iba a venir aquí— digo inocentemente, y es que era común que a las 2 de la tarde yo no hubiera comido nada en todo el día, lo que me hacía tener una apariencia mucho más delgada y pequeña de lo que realmente era.
Mi tía solo niega y me entra a la casa, me hace sentarme en el comedor y me da el almuerzo, me gustaba la comida que hacía mi tía, se notaba que era preparada con amor, ya que tenía un toque que la de mi mamá jamás podría tener, yo prácticamente deboro mi plato ya que estaba muy hambrienta, mi tía me dice que si quería repetir podía servirme de nuevo, y así lo hice, luego de eso tuve suficiente energía como para comer y jugar un poco.
La casa de mi tía era muy pequeña, solo tenía dos habitaciones, y siempre que me quedaba me tocaba dormir en el cuarto de mis primos, ya que ellos tenían un camarote con una pequeña cama auxiliar. Mis primos no habían salido de su habitación desde que llegué, pero como no hice mucho ruido supuse que no me habían escuchado, así que fuí corrien y abrí la puerta. Los encontré algo asustados, cerrando la pantalla de su portátil de golpe, mis primos ya tenían 16 años, eran adolescentes, pero en ese momento no sabía porqué estaban tan nerviosos cuando entré de golpe.
—Maldita sea, Danna, no debes entrar sin golpear— dijo Mateo, el mayor de los gemelos, por solo unos minutos, se veía molesto e hizo un amague para cubrir su cintura con una sábana de la cama.
—Lo siento, solo que no salieron a saludarme y quise darles una sorpresa— dije algo triste ya que no me gustaba que mis primos se enojaran conmigo.
—Está bien, pequeña, no pasa nada— dijo consolandome Tom, el gemelo menor, él era más tierno y atento conmigo, mientras que Mateo era más estricto, como todos los hermanos mayores.
—¿Qué estaban viendo?— pregunté por curiosidad y los dos se miraron nerviosos, luego Tom volvió a hablar.
—¿Recuerdas esos muñecos que vimos la última vez que te quedaste, Happy tree friends?— yo asentí— bueno era eso, solo que a mamá no le gusta que los veamos, por eso la cerramos.
—¿Puedo verla con ustedes?— dije algo emocionada, ya que me había gustado mucho.
—Tal vez más tarde, cuando mamá se vaya al trabajo— dijo Mateo— más bien busquemos otra cosa que hacer.
—Está bien.
El resto de la tarde estuvimos jugando juegos clásicos en la casa, como monopoly, pictonary y cosas así, en realidad me gustaba pasar tiempo con ellos ya que no me sentía tan sola y ellos me trataban como su hermanita.
—Bueno chicos, debo volver al trabajo, hoy llego tarde, la cena queda en el horno— dice mi tía quien salía corriendo, ella trabajaba en una empresa haciendo el aseo y apenas le daban su tiempo de almuerzo para venir a la casa— no se duerma tarde o lo sabré, los amo— dice y sale de la casa, en ese momento los gemelos se miran y me dicen.
—¿Quieres ver televisión un rato?— pregunta Tom algo ansioso— es que Mareo y yo debemos hacer tareas de la escuela y necesitamos que te quedes muy juiciosa aquí hasta que acabemos.
—Okay, acepté sin rechistar, me pusieron un canal preadolescente que me gustaba en ese entonces y ellos se encerraron en su habitación.
Luego de unos 20 minutos de qie me pusieron el programa, un ruido raro empezó a salir de la habitación de los gemelos, eran como respiraciones ahogadas, la curiosidad me ganó y fuí a ver qué hacían, mis ojos se abrieron en grande cuando los encontré mirando la pantalla del portátil, con los pantalones abajo y jugando cada uno con sus vergas, aunque la sorpresa fue grande no podía apartar la vista de ellos, estaba como hipnotizada, hasta que Mateo me vió y solo siguió moviendo su mano de arriba a abajo mientras me veía a los ojos, yo rápido volví al sofá simulando que no había visto nada, pero más roja que un tomate. Unos rato después salieron mis primos del cuarto, Tom no notaba nada, pero Mateo tenía una mirada insistente sobre mí, sabía que él me había visto, y tenía miedo de que me regañara por lo que hice, pues ellos me dijeron que no me moviera del sofá, pero para mí sorpresa, no dijo nada en toda la tarde.
En la noche, mi tía aún no llegaba, Tom se fue a dormir temprano ya que tenía entrenamiento de fútbol en la mañana, Mateo se quedó en la sala del sofá viendo el mismo programa que yo, ya se me había olvidado lo que ocurrió en la tarde, pero cuando Tom se metió al cuarto, Mateo aprovechó para hablar.
—¿Por qué estabas espiandonos?
—Yo… yo no los espíe.
—No digas mentiras, te ví cuando te dijimos que te quedaras viendo la televisión— dijo en un tono serio sin apartar la mirada del televisor. En ese momento agaché la mirada, sabía que no había forma de ocultarlo— sabes que las niñas mentirosas deberían ser castigadas sin televisión por todo el fin de semana.
—No, por favor Mateo, te prometo que me portaré bien, haré lo que digas— me pareció que la mirada de Mateo se oscureció un poco cuando dije eso, sin embargo se mantuvo impasible.
—¿Lo que sea?— dijo mirándome y yo asenti— dime, ¿Te gustó lo que viste?
—Yo…, no sé…— dije un poco dubitativa, solo sabía que no podía dejar de verlos en ese momento— ¿Por qué lo hacen?
—Porque se siente bien— dijo y luego me miró— ¿quieres hacer sentir bien a tu primo? de ese modo no te voy a castigar.
—Bueno… si no me castigas…— ví que su mirada se oscureció otro poco, se levantó un poco del sofá y bajó sus pantalones y boxers, dejando a la vista su verga medio erecta, tenía unos 10 centímetros, era bastante larga pero delgada, y su punta rosada botaba un líquido ligeramente transparente, y tenía algunos vellos en sus bolas. Lo miré sin saber que hacer.
—Tócala— me ordenó con una voz ligeramente ronca yo lo hice sin oponer resistencia, primero, tocandola suavemente con dos dedos, luego con casi toda mi mano, Mateo me hizo enrollar toda mi mano en su verga— mueve tu mano, suavemente de arriba a abajo.
Vuelve a ordenarme, yo lo hago sin oponer resistencia, Mateo saca su celular y empieza a grabarme unos segundos, pero yo no digo nada, solo sigo en lo mío, luego de un tiempo me dice que me detenga, su verga ya está más grande, por lo menos era de 14 cm. Lo miré algo impresionada, Mateo solo me miró, se paró frente a mí con su verga a la altura de mi cara.
—Abre la boca— me ordenó, yo no quise hacerlo, me daba miedo esa cosa frente a mi— que la abras o te quitaré la televisión y le diré a tu mamá que también lo haga allá— yo algo asustada de que me quiten la televisión hice lo que mi primo me dijo y abrí mi boca, Mateo metió solo la punta— muy bien pequeña, ahora solo succiona como si se tratara de un caramelo, ten cuidado con tus dientes y se delicada si quieres tener una recompensa.
Así lo hice, empecé a succionar y a jugar con mi inexperta boca, aunque se veía que a Mateo le gustaba, volvió a grabarme con su celular, por unos minutos, hizo que lo mirara a los ojos y seguí chupando suavemente, luego dejó el celular a un lado y empezó a meter más profundo su verga en mi garganta, empecé a sentir arcadas, pero Mateo me sacó toda la verga y me miró a los ojos.
—Relaja la garganta, lo estás haciendo muy bien hasta ahora, como toda una putita— luego volvió a meterme su verga hasta la mitad mientras movía mi cabeza hacia adelante y atrás, no sabía porqué, pero su halago me gustó demasiado— ohh, si nena, tragala, como la puta barata que eres.
Empezó a mover sus caderas más rápido haciendo que su verga tocara el final de mi garganta, yo tenía los ojos llorosos y unas ganas tremendas de vomitar pero trataba de aguantar lo más que podía, sentí como si cuerpo empezaba a dar pequeñas convulsiones y sus manos se aferraban más a mi cabeza impidiéndome moverme más allá de lo que Mateo me permitía, los movimientos de él eran más erráticos, profundos y acompañados, su verga estaba totalmente en mi boca y sus bolas chocaban contra mi barbilla, pensé que me iba a desmayar por la falta de aire por lo que me costaba respirar, pero la voz de Mateo me volvió a traer a la realidad.
—Eso maldita zorra, ya casi, tragalo todo, tómate toda mi maldita leche— dice al borde del climax, finalmente se corre en mi boca liberando 5 chorros, yo trato de tomarlo todo, pero un poco escurre por mi costado, Mateo me toma una foto así— mierda, eres jodidamente buena, podría acostumbrarme a tu boquita.
Se agacha y me da un suave beso en los labios, mi primer beso con un chico fue con mi primo, mete su lengua en mi boca y trata de enseñarme a besar pero me cuesta seguirle el ritmo, sin embargo, se aparta con una sonrisa.
—A partir de ahora tendrás que hacer todo lo que diga si no quieres que tu mami y tus amiguitos se enteren de la clase de zorra que eres— me muestra las fotos y los vídeos con una medio sonrisa en la cara y yo me asusto un poco.
—N-no puedes mostrarle eso a nadie, si mi mami se entera se pondrá brava conmigo— digo con miedo mirando a mi primo, él me devuelve una sonrisa de satisfacción, sabe que a partir de ese momento me tuvo en la palma de su mano.
—Entonces harás todo lo que yo te diga, ¿de acuerdo?— solo asiento, aún con miedo— que buena zorrita, tienes mucho potencial, mi pequeña, ahora ve a dormir— solo hice lo que mi primo me ordenó y me metí debajo de las cobijas, aunque no pude dormir en toda la noche, no sabía que el lado oscuro de mi primo hasta ahora estaba sal a la luz.
Continuará…
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