Mis sobrinas Andrea y Natalia (Decima parte)
Sexo con mis sobrinas.
Mis sobrinas Andrea y Natalia (Decima parte)
Normalmente yo me levantaba primero que Andrea y Natalia. Al hacerlo, me quedo de pie junto a la cama para observarlas atentamente. Despertarse con dos mujeres hermosas no tiene nada que se le pueda comparar. Y dos mujeres hermosas a las que te follaste en la noche. Pero aquel sábado no fue así. Cuando me levante, estaba solo en la cama. Recordé por un instante lo que había pasado en la noche y eso hizo que a esa hora, mi día comenzara magnifico. Me levanté y caminé hacia los sonidos cuando encontré a Andrea acurrucada en un sofá con un café en la mano.
«Buenos días preciosa, ¿Cómo amaneces?» Yo pregunté.
«Bañada de tu leche jajaja”. Respondió Andrea
“Que rico. Anoche fue espectacular, pero no sé si pueda aguantar una semana mas así, follando cada noche”
“Bueno tendrás que aguantar jajaja”
“Y Natalia?”
“Se está bañando”
«Ok, voy a tomar una ducha. Por favor, pidan el desayuno». Dije, antes de irme a mi habitación. Limpié la ropa y luego caminé hacia el baño. Me afeité y me metí en una ducha caliente, dejando que el agua cayera sobre mí, quitando la modorra mañanera. No escuché la puerta del baño abrirse, pero escuché el «clic» de la puerta de la ducha. Era Andrea.
«Yo también necesito una limpieza, ¿me ayudarías a lavarme?», Dijo, mientras me daba un abrazo y un beso.
«Me encantaría lavarte, pero ¿Dónde está Natalia?»
«Se fue a hablar con sus amigos un momento. Ya pedimos el desayuno, así que solo somos nosotros por un tiempo».
Su cuerpo se presionó contra mí y me agaché un poco dejando que mi verga endurecida se deslizara entre sus piernas. Ella gimió mientras deslizaba mi verga hasta su húmedo coño empapado de semen todavía. Movió una mano entre sus piernas y masajeó suavemente el extremo de mi verga, deslizándola hacia adelante y hacia atrás. Nos movimos bajo el agua dejando que el jabón se enjuagara. Luego Andrea empujó mi verga hacia atrás y dejó que se asentara en la entrada de su cuerpo. Se puso de puntillas y dejó que le entrara lentamente. Que divino. No fue apresurado, ya que teníamos mucho tiempo. Andrea se hundió lentamente en mi verga y gimió cuando se deslizó la mayor parte del camino dentro de su canal vaginal
“Cogeme rico Fer, hazme correrme amor ”, gimió.
Me moví y comencé un ritmo lento y profundo. A ella le gusta así. La sostuve dejándola trabajar en su clítoris con su mano libre. Seguía siendo lento y apasionado, pero la velocidad iba aumentando. Su respiración era tan rápida como la mía y nuestras lenguas luchaban entre sí mientras nos acercábamos rápidamente al orgasmo.
Llegamos al clímax juntos, su coño se aferró a mi verga palpitante mientras la inundaba de semen caliente nuevamente. Colapsamos contra la pared, recuperando el aliento, antes de que notáramos que el agua se había enfriado. Me retiré de ella, dejando que nuestro semen mezclado goteara por el suelo y por el desagüe. Nos besamos de nuevo antes de salir y envolvernos en nuestras toallas.
Nos vestimos y nos dispusimos a prepararnos para el desayuno. Natalia regresó y al poco tiempo llegaron los mesoneros con nuestros desayunos. Nos sentamos en el balcón a desayunar con la vista preciosa del mar. La paz se rompió con el timbre de mi teléfono móvil. Era mi socio. Me disculpé y entré para atender la llamada.
La conversación fue más o menos así.
Mi socio me explico que había un problema en otra obra. No era un atraso, era unas inquietudes con las compras. Cuando acometemos una obra, mi empresa destina ciertas personas en puestos claves de dirección, control y auditoria de la obra. Normalmente es un ingeniero civil o un arquitecto, quien dirige y supervisa la obra, y una persona experta en auditoria quien lleva la administración. Buena parte de las compras de una determinada obra se hacen desde nuestra oficina central, esto es que al comprar por volumen (distintas obras civiles al mismo tiempo) las precios finales se abaratan, aumentando así nuestras ganancias. Pero no todas las compras se pueden hacer centralizadas. Entonces, algunas compras se hacen de manera local y están a cargo del Director de la Obra y del Administrador del Contrato. Todas esas compras son supervisadas y auditadas por nuestra oficina central. Y en aquella obra en particular, había provocado ciertas alarmas en nuestro personal de auditoría posterior. En algunas compras locales habían incrementos de precios entre un 3 al 7 por ciento. Incrementos pequeños, pero que al sumarlos, eran una buena cantidad de euros. La Directora de Finanzas y la Jefe de Auditoria consideraban que era necesaria una intervención en aquella obra y realizar una auditoría de inmediato.
Por supuesto que yo estuve de acuerdo. Como ese ingeniero en particular había sido contratado por mi socio, y con su familia existían fuertes lazos de amistad, el me pidió que yo me encargara de esa situación. Entendía perfectamente el asunto y otra vez estuve de acuerdo con mi socio. El me dijo que ya había enviado en la avioneta de la empresa, a un ingeniero porque más o menos intuía mi respuesta. Así que debía regresar hoy mismo.
‘Joder, joder joder’ pensé. Gran manera de arruinar el fin de semana. Caminé de regreso al piso de arriba para encontrar a las chicas acostadas en los sillones reclinables, desnudas.
Ambos miraron hacia arriba sonriendo, pero rápidamente se dieron cuenta de que algo no estaba bien. Les expliqué lo que estaba pasando y que teníamos que volver a casa a más tardar ese día. Ambos entendieron, pero preguntaron a qué hora nos iríamos. Les dije que tenía que ir a la obra, para reunirme con el ingeniero que me reemplazaría. Había que ponerlo al día. Y eso llevaría varias horas, lo más seguro que nos iríamos en la tarde, después de almorzar. Andrea y Natalia no estaban contentos de que su tiempo para tomar el sol fuera tan corto, y prometieron estar listos para las 1 pm. Entré hice las maletas y luego les llamé para que se movieran. Ambos aparecieron de la terraza en el momento justo y procedieron a organizarse todavía desnudas, retorciéndose y temblando frente a mí. Era una vista hermosa, pero ya estaba pensando en lo que me esperaba en otro sitio.
Termine de desayunar y me fui hasta la obra. En ella ya estaba el ingeniero que había enviado mi socio. Después de los saludos de rigor, nos pusimos a trabajar con la intención de ponerlo al tanto de todo. Terminamos cerca de las 1 de la tarde. Nos fuimos hasta el hotel. Por el trayecto llame a las chicas. Todavía estaban en el apartamento. Les pedí que se apuraran y por supuestos, protestas. Después de estacionarnos y esperar unos 10 minutos en el lobby. Subí hasta el apartamento a buscar a las chicas. Natalia estaba ya lista, pero Andrea no sabía si el traje de baño que tenia era demasiado atrevido para tomar un baño en la piscina. Por favor le dije. Esa “cosa es demasiado pequeña”, no te cubre nada. Andrea soltó una carcajada y me dijo que se pondría uno más decente. Espere un rato y al fin salió Andrea con un pantalón corto y una blusa blanca. Bajamos al lobby del hotel, les presente al ingeniero y fuimos al área de la piscina con la intención de almorzar allí, y que mis sobrinas disfrutasen de la piscina por última vez en ese viaje. Nos sentamos y un camarero se nos acerco. Pedimos la comida y las bebidas de una vez para ganar tiempo. Natalia dijo que iría a darse un chapuzón antes de comer. Se quito la ropa quedando en un bikini “decente” de color azul. Después Andrea se quito la ropa. La quería matar, se había dejado puesto el micro mini súper pequeño bikini blanco. Me miro y lanzo una carcajada infantil para alejarse de nosotros. El ingeniero casi se le salen los ojos y pregunto: “Esas son tus sobrinitas?”. Creo que esta demás decir que los hombres que estaban alrededor de la piscina enfocaron sus ojos en Andrea, y más de uno llevo su buen golpe por alguna esposa o novia celosa. Y por supuesto, al salir de la piscina y acostarse para tomar un poco de sol, volvieron a llevar sus golpes. En fin, terminamos de almorzar y fuimos al apartamento, esta vez con el ingeniero, quien sería su ocupante. Bajamos con nuestras maletas directos hasta el aeropuerto, donde nos esperaba la avioneta de la compañía en el terminal nacional y después de los controles de rigor en el aeropuerto y en poco tiempo estábamos volando a casa.
El vuelo estuvo sin ningún contratiempo y aterrizamos sin novedad.
Cogimos nuestras maletas y nos dirigimos hacia la salida. Manuel y María estaban allí para recogernos, una sorpresa para mí. Andrea les había enviado un mensaje por WhatsApp diciéndoles que llegaríamos a casa temprano. Charlamos en el coche de regreso a mi casa y entramos. Le expliqué el motivo de mi regreso anticipado y que ahora iría a otra ciudad donde teníamos una obra con problemas. Andrea preguntó si aún podía quedarse en mi casa, lo cual acepté, pero Andrea debía volver a su casa primero. Llame a mi socio y acordamos en reunirnos para el día siguiente que era domingo.
Todos se fueron poco después, y Andrea me dijo que volvería mañana. Lavé un poco, empaqué ropa limpia y luego salí a cenar, no quería preparar cena en mi casa. Me reí para mis adentros durante la comida, pensando en Andrea y la cara del ingeniero y las demás personas en la piscina, cuando Andrea estaba “desfilando” con su micro mini bikini blanco. Cada vez que la veo así, viene a mi mente la letra de la canción Azul de Balvin: “Y ese cuerpito que tú tiene’, el traje ‘e baño chiquitito te queda. Esa blanquita coge sol y de una ya se pone morena”. Definitivamente, Andrea es una chica súper atrevida. Y apenas me había dado cuenta de que ni siquiera había hablado con Andrea al respecto. Tendría que esperar.
Al día siguiente a eso de las 9 am llegue a la oficina. Ya estaba mi socio, la Directora de Finanzas y la Jefa de Auditoría. Me explicaron que en aquella obra en particular se estaban dando unos sobreprecios sin mayor justificación. Eran montos pequeños entre facturas y facturas, pero al sumar esos montos, se evidenciaba un incremento en los montos de las compras que no tenían una buena razón. La Jefa de Auditoría pensaba que el ingeniero a cargo de la obra, conjuntamente con la Administradora de la Obra estaban sobrefacturando y quedándose con la diferencia del dinero. Su propuesta era intervenir la obra y hacer una auditoria. Después de una hora de explicaciones, con sus preguntas y respuestas, estuve de acuerdo con todos ellos de que había que intervenir y hacer auditoria. Teníamos el problema de que la auditora que usábamos para esos casos estaba de permiso pre natal al estar embarazada. La Directora de Finanzas me recordó a María, que era auditora independiente y que en otras ocasiones nos había ayudado. María es la mamá de Andrea y Natalia, esposa de mi ex cuñado Manuel. Ella es una auditora de nuestra más absoluta confianza, así que estuve de acuerdo en contratarla. La Directora de Finanzas la llamo, le explico someramente la situación y le pidió acudir a la oficina para reunirnos para entrar en más detalles.
María llego como una hora después. Nos saludamos y la Directora de Finanzas y nuestra Auditora Jefe le explicaron la situación. María también estuvo de acuerdo que algo raro estaba pasando y acepto hacer la auditoria. En ese momento, mi socio y yo las dejamos solas, para que entre María y nuestra Directora de Finanzas acordaran sus honorarios profesionales y recabar más datos sobre las dudas que se tenían sobre las diferentes facturaciones. Almorzamos en la oficina y después de eso, nos pusimos de acuerdo en que una de nuestras auditoras nuevas, que no tenía mucha experiencia acompañaría a María y que la salida seria para el lunes a las 8 de la mañana. Las mujeres se marcharon y quedamos mi socio y yo a solas para informarlo a detalle como había quedado la obra donde estuve trabajando. De la oficina fuimos a cenar para así continuar revisando los diferentes proyectos que teníamos, ya que pasaría por lo menos una semana afuera de la oficina central.
Cuando llegue a casa cuando estaba oscureciendo. Las luces estaban encendidas adentro y el auto de Andrea afuera. Ambas me esperaban en la cama, y yo estaba casi desnudo antes de que se cerrara la puerta principal.
Mi última noche en casa por un tiempo fue tan buena como parece. Dos mujeres calientes y cachondas a las que amo mucho me recordaron lo que me perdería. Hicimos el amor hasta que llegó el momento de irme. Me pondría al día con el sueño en el avión. Nos duchamos juntos, esta vez me afeitaron suavemente la verga y las bolas como si ambos lo hubieran hecho muchas veces antes. El sexo en la ducha tiene que ser uno de los mejores lugares con agua tibia y cuerpos resbaladizos. Les di un beso de despedida y me fui hasta al aeropuerto para un viaje que posiblemente definiría el futuro de algunas personas.
Me encontré con Roberto, el ingeniero que se encargaría de la obra y Brandy, la auditora que ayudaría a María. Nos registramos y pasamos por aduanas e inmigración cuando sonó mi celular. Era María
“Hola María, buenos días”
“Hola Fernando. Me estoy registrando, ¿Dónde estás?”, su voz era cálida.
“Hola, me alegro de que pudieras asistir. Apenas acabamos de pasar por aduana. Te vamos a esperar para ir hasta el hangar donde está la avioneta.
«Ok, está bien. Te veré en unos momentos «. Y ella colgó.
Les pedí a Roberto y a Brandy esperar un momento que María estaba haciendo aduanas. Poco después llegó ella y le presenta a Roberto a María, Brandy ya la conocía por la reunión del día anterior. María mide como 1,68, cabello negro y piel bronceada. A igual que sus hijas, a María le encanta el mar. Iba vestida con pantalones, camisa y chaqueta a medida, toda una auditora ejecutiva. Para ese entonces, María tenía 43 años. Ella era muy inteligente y tenia ciertos atractivos. Por supuesto, no se puede comparar con sus hijas, Andrea y Natalia, que en color de piel y atractivos salieron al padre. En todo caso, a los 43 años ha mantenido su buen aspecto. De allí nos dirigimos al hangar donde esperaba la avioneta King Air 350i. María y Brandy se sentaron juntas y Roberto y yo, también pero cerca de los pilotos de la avioneta.
El vuelo transcurrió sin problemas, hablamos entre nosotros sobre lo que podríamos esperar cuando llegamos y comenzamos a formular una serie de hitos clave y formatos de informes. Pasamos rápidamente por la aduana e inmigración. En la sala de llegadas nos recibió un par de conductores. Como estrategia, María y Brandy irían al hotel primero. Roberto y yo iríamos hasta las oficinas en la obra de la compañía.
Al llegar a los tráiler que sirven de oficinas, nos esperaba el ingeniero y encargado de la obra. Después de escuchar sus protestas y reclamos por sacarlo de la obra, nos pusimos a trabajar para ponernos al día con el avance de la construcción. Eso nos tomo unas cuatro horas, terminando cerca de las 2 pm. El ingeniero se fue hasta el aeropuerto, no sin antes pasar por el hotel buscando sus maletas. Cerca de las 2:30 pm, llegaron María y Brandy a las oficinas. Llamamos a la Administradora de la Obra y le explique cuál sería la función de María y Brandy, y que queríamos realizar una auditoría y esperábamos toda la colaboración de su parte. La administradora estaba pálida. Creo que sabia a que veníamos y el por qué el cambio tan brusco del jefe de la obra.
Sin entrar en los detalles de nuestras actividades, trabajamos mucho y duro durante esa semana, sobre todo María y Brandy, que trataban de entender que había pasado y el por qué de los incrementos en los costos. Trabajamos muy bien como equipo y también nos conocimos mucho mejor. Los días de esa primera semana pasaron volando. La empresa alquilaba varios apartamentos grandes y el nuestro estaba en un decimo piso. De hecho, ocupaba tres plantas y tenía cuatro dormitorios, salón, comedor y cocina.
El día viernes después de cenar subimos hasta el apartamento. Roberto y Brandy se fueron a la cama, así que María y yo compartimos una copa y charlamos. El estado de ánimo de María y su comportamiento eran diferentes, pero no estaba seguro de la causa. Se había puesto unos pantalones deportivos y una camiseta, y se sentó en el sofá junto a mí. Bebió su bebida de un gran trago, volvió a llenarla y tomó otro trago.
«¿Estás bien? ¿Cómo esta todo en casa? Yo pregunté. Mi preocupación era que a medida que nuestro trabajo se acercaba a una conclusión, necesitaba asegurarme de que todos estuvieran en la misma onda y comprometidos, y que se debía evitar cualquier distracción.
«Sí, solo cansado, supongo». María respondió, aunque no fue convincente. «Solo estoy tratando de arreglar algunas cosas en casa, pero estoy bien».
Hablamos un poco más, pero eludimos los problemas en casa, ya que no estaba de ánimos para convertirme en psiquiatra, así que terminé mi bebida, dije buenas noches y me fui a dormir. La semana siguiente fue igual que durante los últimos cinco días, y María y todos estaban en el camino correcto. Seguimos adelante con la investigación y nos acercamos al resultado, uno que temíamos, pero esperábamos que no fuera correcto. Fue un resultado devastador para mi socio, porque aquel ingeniero de obra él lo había contratado y era hijo de un gran amigo suyo. Y ahora le correspondía a él directamente resolver, así me lo había pedido. Nuestro trabajo estaba hecho. Llevábamos aquí dos semanas y el resultado nos dejó vacíos. A mi me toco la tarea de despedir a la Administradora de la Obra.
Pasamos un par de días arreglando las piezas finales y cerrando nuestro trabajo. Ese viernes Roberto se fue a un pueblo cercano a visitar a unos amigos y Brandy se fue a pasar el fin de semana con unos familiares que vivían en esa ciudad. Eran alrededor de las ocho de la noche del viernes, cuando alguien llamó a la puerta de mi habitación. Respondí y me sorprendió mucho ver a María.
Entró y se sentó, luchando por mantener la compostura. «Manuel me está engañando con otra mujer”, sollozó suavemente.
«María, lo siento mucho, pero estas segura, no será un error?”, y la abrace mientras seguía llorando.
“No, el me lo acaba de confesar. Yo sospechaba algo. Una amiga lo vio besándose en el estacionamiento de un centro comercial. Una antigua novia «.
Trate de consolarla pero era casi imposible. Solo le sugerí que no se precipitara. Que esperara llegar a su casa y hablar con Manuel directamente, que por teléfono no se podían arreglar las cosas, por el contrario, se agravaría la situación. Ella logro calmarse un poco. Así que le dije que saliéramos a caminar un poco y buscar un restaurante fuera del hotel, para comer algo y así poder cambiar un poco de ambiente. Acepto y salimos del hotel. La cena fue en un pequeño restaurante y explicó más de lo que había sucedido durante las últimas semanas en su casa.
“Creo que sabía que algo andaba mal, pero no quería creer lo que estaba pasando. Pensé que estábamos bien, hablamos y compartimos nuestros pensamientos y sentimientos. Todo parece tan superficial ahora «.
«María, no tienes que decirme nada más de lo que quieres, pero te escucharé si quieres hablar» Traté de tranquilizarla, en realidad yo no era la mejor persona para darle un consejo, meses atrás me había divorciado por serle infiel a mi esposa. Pero aun así, lo intente. Le explique que uno puede ser infiel y aun así, no se deja de amar a la persona que está a nuestro lado. A veces las circunstancias se presentan y uno es infiel, pero eso no borra el amor por la otra persona.
Caminamos de regreso por las calles locales y, cuando nos acercábamos al hotel, me agarró del brazo, me besó en la mejilla y me dio las gracias por escucharla y apoyarla. Me tomó del brazo durante el corto paseo hasta el hotel y trató de protegerse de la brisa fresca. En el hotel, me di una ducha y luego me puse a ver la tv en una pequeña sala del apartamento, mientras María estaba en otra habitación. Estaba casi dormido cuando me sacudió suavemente el brazo. En la penumbra pude ver que estaba en camiseta y boxers femeninos. Me incorporé y ella se sentó a mi lado.
“Te quedaste dormido en el mueble””, me dijo María.
‘Ah ok, si estoy muy cansado, gracias por despertarme”
“Gracias Fernando por escucharme, necesitaba hablar con alguien”
«Descuida María, me alegro de que estés aquí y puedo compartir tus problemas conmigo” Todavía estaba tratando de concentrarme en lo que estaba diciendo, mientras sus pechos se esforzaban por escapar de una camiseta apretada. Le di un abrazo tranquilizador, al que me devolvió abrazándome, aplastando sus pechos contra mí. Se puso de pie y agarró mi mano, incitándome gentilmente hacia su cuarto y directo a la cama. Yo me detuve, solté su mano e hice el intento de ir hasta mi cuarto. Ella me detuvo y nos quedamos mirando por unos instantes. María se aproximo y me dio un beso en los labios. Se separó un poco. Yo la miraba con cierta incredulidad. Ella se volvió acercar y esta vez nos dimos un buen beso. Yo metí mi lengua en su boca y ella en la mía. Nuevamente tomo de mi mano y me arrastro hasta la entrada de su habitación. Esto ahora era demasiado rápido y no por las razones correctas. «María no, ahora no, no así,» dije soltando su mano. Ella parecía confundida.
«María, eres hermosa y me siento halagado, pero esto puede que no ayude. Ahora estas confundida, debes aclarar tu mente». Ella no dijo nada, pero se inclinó y me besó en los labios, sonrió un poco y volvió a meterse en su cuarto.
No creo que dormimos mucho, pero estábamos frescos y listos para aquel sábado que sería nuestro primer día libre en dos semanas. Habíamos acordado ir hasta una playa cercana, puesto que el Aparto Hotel quedaba en una zona céntrica, pero cerca de unas playas. Hacía buen tiempo, así que fuimos hasta ese sitio. Alquilamos unas sillas y un toldo y nos sentamos frente al mar. María se quito la ropa. Traía puesto un bikini normal de color morado. Nada que ver con los micro mini chiquitos bikinis de Andrea y tampoco se pueden comparar los cuerpos. Claro María tenía 43 años y Andrea 23. Pedimos unas cervezas, que nos dejaron en una pequeña cava y nos sentamos a disfrutar el mar. Habían pocas personas en la playa. María se dedico a tomar algo de sol y una vez se metió en el agua. Yo simplemente me dedique a tomar mis cervezas en paz, mirar un poco a las personas y el mar, de vez en cuando a María, y otro tanto en leer noticias en mi celular o responder mensajes por el WhatsApp o revisar el Twitter. Una que otra conversación con María, pero nada fluido. Ambos estábamos sumergidos en nuestros propios pensamientos y asuntos. Pedimos el almuerzo para comer allí frente al mar, en un local que vendía comidas y la sirvieron allí mismo a la orilla de la playa. No habíamos hablado de anoche, pero María empezó.
“Fernando disculpa lo de anoche, no lo planeé y no quise ponerte en una posición incómoda. Lo siento.» Ella dijo.
«No te arrepientas María. Realmente me tomaste por sorpresa”, Respondí sinceramente. «Es que creo que no es la mejor vía para arreglar tus problemas en casa. Además que no estoy preparado para iniciar una relación con nadie”.
Por supuesto que no le iba a contar de mi relación con Andrea y Natalia. Creo que si se llegara a enterar, María me mata allí mismo. Así que toco mentir, sobretodo porque Andrea me había planteado tener una relación más seria, aunque oculta, pero seria y además abierta, para probar. Ella tendría la libertad de salir con otros hombres y yo con otras mujeres. Pero tener una relación con María no entraba en mis cálculos. Además que estar teniendo sexo con una chica de 23 y otra de 22 años es muy diferente a tener sexo con una mujer de 43 años y dos embarazos. Siempre me acuerdo que mi padre decía: “Una mujer joven es una mujer joven, nada se le compara”. Así que después de tener sexo con dos “modelos Playboy” no iba a tener sexo con María. Hay que administrar la fábrica de semen.
Continuamos disfrutando de nuestra tarde de mar y hablando, además de tomar algunas fotos impresionantes del paisaje, y algunas fotos de María (que voy a compartir con ustedes en Twitter para que puedan comparar a María con Andrea y Natalia, y entiendan mejor cual es la diferencia entre mujeres de 20 y de 40 años).
Fue genial compartir aquella tarde de playa. Regresamos a nuestro hotel a última hora de la tarde. Ambos estábamos cansados, así que disfrutamos de una noche tranquila, ya que le había dicho que íbamos a un lugar especial temprano en la mañana. Encontré unas pequeñas aguas termales cercanas y también descubrí que era un gran lugar para ver el amanecer. Ambos dormimos mejor y nos despertamos temprano para conducir cerca de media hora hasta los manantiales.
El sitio estaba tranquilo con solo unas pocas personas alrededor. Nos llevaron a los vestuarios y salimos vistiendo batas abrigadas y zapatillas. Nuestro anfitrión nos mostró una piscina privada en las rocas. Los manantiales se alimentan desde las profundidades del subsuelo y se conducen a las pequeñas piscinas esparcidas por la instalación. Cada piscina está rodeada de vallas de arbustos y aislada entre sí y tiene piscinas frías y calientes. Alternar entre cada uno vigoriza el cuerpo y la piel, la piscina fría puede ser muy estimulante.
Me quité la bata y me metí en la piscina caliente. Fue celestial. Me volví para enfrentar a María, mientras ella también se quitaba la bata, revelando su cuerpo DESNUDO!!!. Ella caminó hacia la piscina y nadó hacia mí.
«No me importa lo que pienses, pero deseo hacer el amor contigo en este viaje y espero que tú también tengas ganas». Tenía una gran sonrisa picara en su rostro.
Me quedé sin palabras. Es una mujer hermosa, y fuera de Andrea y Natalia, no he visto a otra mujer desnuda desde la separación de mi esposa. Se sentó en mi regazo y me besó suavemente en los labios.
Última oportunidad para echarme atrás, pensé.
Entonces fue demasiado tarde. Me incliné hacia adelante y suavemente encontré sus labios. Estaban llenos y suaves y se sentían increíbles contra los míos. No me apresuré a abrir la boca, solo disfruté de los suaves y persistentes besos que ella me estaba dando a cambio. Casi al mismo tiempo, nuestros labios se separaron y nuestras lenguas se metieron en la boca del otro. Como ocurre con la mayoría de los primeros besos, hubo un breve período de adaptación. Primero fue un poco tímida, pero pronto comenzó a ponerse un poco más agresiva. Cerramos los labios para terminar, solo para comenzar de nuevo. Sus manos se apretaron en mi cuello y lo comenzaron a frotar. Mis brazos la acercaron más y comenzaron a acariciar sus costados. Aparté mis labios lo suficiente para tomar su labio inferior en mi boca y suavemente mordisquearlo y chuparlo. Cuando lo hice, ella dio un suspiro sexy. Mis pensamientos desaparecieron, estaba viendo ráfagas de luz detrás de mis párpados. No pensé en lo correcto o lo incorrecto, solo en cómo se sintió ese momento. Mi mano se movió y comenzó a acariciar su pecho derecho. Ella se apartó un poco y soltó un grito ahogado. «¡Si!» Ella medio susurró, medio gimió en mi boca abierta. Luego tomó su turno tirando de mi labio inferior mientras frotaba mi pulgar por su pezón. Podía sentir sus suaves suspiros mientras entraban directamente en mi boca abierta. Apreté el pecho que estaba sosteniendo mientras movía mi mano en pequeños movimientos circulares. Esto la hizo gemir aún más en mi boca. Nuestras lenguas bailaban en círculos entre sí, y nuestros cuerpos intentaban acercarse más de lo que ya estaban. Sus manos estaban en mi cabello tirando de mi boca abierta más fuerte contra la de ella. Sabía que si no me detenía ahora, no habría ninguna parada. Comencé a inclinarme un poco hacia atrás pero ella se inclinó hacia mí. Finalmente puse mis manos sobre sus hombros y la empujé suavemente hacia atrás, amando el pequeño gemido que soltó al despedirnos y dándole un último beso justo cuando nos separamos.
«No sé María, pero …» Empecé a hablar, pero sus labios de nuevo me detuvieron en los míos, esta vez con más sentimiento y vigor.
«Shh, no hables, solo disfruta». Ella respondió. “Y si estoy desnuda, tú también deberías estarlo”, y se agachó para agarrar mis pantalones cortos. Me paré en la repisa en la que estaba sentada, me quité los pantalones cortos, salté de la piscina y me dirigí a la piscina fría para refrescarme. Mi mente estaba a toda marcha y mi verga toda dura, hasta que llegué al agua fría.
«Ahhhh, esta mierda esta jodidamente fría» jadeé, y salté casi tan rápido, corriendo de regreso a la piscina caliente. María hizo lo mismo, pero se tomó su tiempo para salir, asegurándose de que pudiera ver bien su trasero, su cuerpo húmedo parecía brillar a la luz de la mañana, mientras se dirigía a la piscina. Mojó el dedo del pie y chilló.
Dio un paso atrás y saltó, con la misma respuesta. Sus pezones se endurecieron y me apuntaron directamente. También la miré bien de nuevo, notando que estaba afeitada casi por completo y pude observar su pequeño tatuaje cerca de su cintura del lado izquierdo. Regresó a la piscina caliente y luego se sentó a horcajadas sobre mis piernas. Sus pechos parecían flotar en el agua, los pezones aún estaban duros mientras rozaban mi pecho. Mi verga comenzó a subir de nuevo hasta que se presionó entre sus piernas. Nos besamos de nuevo. Yo solo pensaba: Dios, que he hecho para que me castigues así. Me he cogido a sus dos hijas y ahora me voy a coger a la madre.
«Este es un hermoso lugar Fernando, gracias por traerme». Sus manos masajearon mi pecho, frotando suavemente mis pezones haciendo que se volvieran casi tan duros como los de ella. Mis manos también encontraron un pezón, haciéndolo rodar suavemente entre mi pulgar y mi dedo, haciendo que jadeara y empujara mi regazo un poco más.
«Da la vuelta a María, mira el amanecer». Respondí, levantándola en el agua y girándola para ver lo que podía. El sol estaba casi por encima de la montaña al final del valle y creaba un tono cálido. Ella se reclinó contra mí y envolví mis brazos alrededor de sus pechos, continuando el asalto en ambos pezones, mientras ella lentamente aplastaba su trasero contra mi dura verga. Ella se agachó y agarró mi verga dejándola reposar contra sus cálidos labios húmedos. Ella gimió en voz baja y acarició mi pene mientras continuaba besando su cuello y su oreja. La salida del sol calentó nuestros rostros mientras se elevaba lentamente hacia el cielo, María, se levantó de mi regazo y guió mi verga hacia su cálido canal. Me deslicé lenta y completamente mientras ella volvía a sentarse. Su espalda se arqueó y moví una mano desde un pezón hacia su clítoris. Estaba dentro de María por primera vez.
“Me ayuda a correrme cuando te frotas contra él Fernando. Mi clítoris es súper sensible «. Su voz era un poco temblorosa mientras me deslizaba lentamente dentro y fuera de su agujero caliente y apretado. Agarró mi mano y guió mis dedos alrededor de su clítoris. Ella respondió casi de inmediato y trabajó arriba y abajo en mi verga con mayor velocidad. «Oh, joder, voy a llegar» suspiró y exploto en un orgasmo, y sus paredes musculosas agarraron mi pene con fuerza, casi enviándome al límite también. Su vagina apretaba bastante, casi como Natalia. Solo que Natalia, al ser más joven y no haber parido, tenía más fuerza. Eso creo yo. Pero aun así, la vagina de María apretaba con fuerza. Solo pensé que aquello era hereditario.
Follamos así durante unos minutos más, antes de que se diera la vuelta para mirarme. Ahora envolvió sus piernas alrededor de mi cintura acercándonos el uno al otro. Nos balanceamos juntos, el agua que sostenía nuestros cuerpos, y ella no se apresuraba ni trataba de terminar. Nos besamos lenta y apasionadamente como una pareja, y se sintió bien. María usando sus piernas, aceleró, moliendo su clítoris en mi pelvis y deslizándose hacia arriba y hacia abajo sobre mi verga. Ahora era yo llegando al borde y agarré sus caderas para acelerar los movimientos también.
«Oh mierda, me voy a correr». Gruñí y liberé dos semanas retenidas de semen dentro de ella, mientras su coño también latía. Ambos nos sonreímos el uno al otro, nuestros cuerpos cerca el uno del otro. Estaba hecho, me había cogido a la madre y a sus dos hijas.
Empezamos a mecernos lentamente creando pequeñas olas en la piscina que nos empujaban hacia adelante y hacia atrás. Nuestros cuerpos estaban casi unidos como uno, así que me puse de pie con ella todavía colgando y la senté en el borde. El aire fresco nos hizo temblar un poco a los dos y así cogió un poco de velocidad para calentarnos de nuevo. Nuestras bocas se besaron tanto como pudimos, cuellos, orejas, senos y pezones, enviando oleadas de placer a través de nuestros cuerpos. El cuerpo de María se arqueó de placer mientras lentamente sacaba mi verga viscosa. Hizo un puchero con los labios mientras retrocedía un poco, antes de inclinarse para besar y chupar mi verga. Después yo hice lo mismo. Nuestros jugos combinados rezumaban de su hendidura hinchada mientras besaba suavemente justo encima de su clítoris.
“Oh Dios mío, eso es tan bueno. ¡¡No pares!!» jadeó, mientras rodeaba su clítoris con mi lengua. Y pensar que a Natalia y Andrea les encanta que yo les haga eso. Madre e hijas idénticas.
Su clítoris estaba pulsando mientras lo lamía, además que pude abrir sus labios vaginales y deslizar mi dedo dentro de ella. No podía quedarse quieta mientras seguía dándole placer a su coño con mis dedos y lengua. «Ahhhhhh joder, que divinooo», gimió cuando tuvo un orgasmo de nuevo y cayó sobre el borde de piedra de la piscina. La solté y salí de la piscina para acostarme en mi bata junto a ella. Su respiración se había ralentizado y casi no respondía, pero sonrió cuando la atraje a mi lado en un suave abrazo.
«María, eres hermosa y te agradezco por dejarte coger por mí, me hacía falta «. Le susurré al oído. «Podría acostumbrarme a esto.»
Ella rió. «Eso espero, y de ahora en adelante tienes que coger conmigo, cuando regresemos. Tu ex esposa tenía razón. Tienes una gran verga «. Dijo ella mientras reía de manera muy picara.
«Ese es un trato que puedo aceptar con placer», respondí antes de besarla de nuevo lenta y apasionadamente.
El resto de la mañana nos dedicamos a consentirnos, abrazarnos y besarnos. Para mí era una experiencia un tanto rara. Hasta hacia poco, María era para mí una señora a la que respetar y tratar con cuidado. Amén de ser la madre de mis dos sobrinas. Y aquí estaba yo, cogiéndola, llenando su vagina con mi leche, al igual que a sus hijas. Me preguntaba qué pasaría si María se llegara a enterar de mi relación intima con Andrea y Natalia. Con pensamientos similares almorzamos en ese sitio y nos marchamos a la playa donde habíamos estado el día anterior.
Casi todo el trayecto de vuelta, lo hicimos con María completamente desnuda en el vehículo. A ella le encantaba verme nerviosos y se reía. Llegamos a la playa y María se puso su bikini amarillo. Alquilamos de nuevo un toldo con sillas y pedimos unas cervezas. Ella tendió una toalla y se acostó para brocear su piel. Yo me senté a observarla.
Que estaba mirando? Una Milf? María era una Milf? Creo que sí. Una mujer de 43 años, madre de dos hijas, pero que todavía se puede coger. Miraba a una mujer deseable. Por supuesto. No era Andrea. No era Natalia. Ambas estaban mejor que su madre. Si tenía que elegir, prefería mil veces a Mis Sobrinas. Pero ellas no estaban aquí y María sí.
Y si María se entera que estoy cogiendo a sus hijas? Probablemente un escándalo. Así que decidí tener un As bajo la manga. Convertiría a María en Mi Puta. Cómo? Me la cogería como nadie se la ha cogido. Eso era lo que haría. Así que le dije a María para irnos de ese sitio al hotel. Ella protesto y solo le dije: “Tengo unas ganas asquerosas y vulgares de cogerte”.
No habían pasado dos segundos cuando ya María estaba lista para marcharnos. Nos fuimos al hotel. Casi no hablamos en el trayecto. Creo que ambos estábamos anticipando lo que vendría. Solo que yo tenía un plan. Después de dejar el auto en el estacionamiento, tomamos el ascensor y María no paraba de besarme y tocarme. Me decía al oído: “Deseo tener sexo contigo de nuevo” o algo así: “Me preocupa enormemente la eyaculación, pero al mismo tiempo me fascina que acabes dentro de mí”. Yo estaba encendido, y ahora entendía el por qué Andrea y Natalia eran así.
Entramos al apartamento y nos devorábamos a besos. Ya sabía que a ella le encantaba que la tocaran suave y bruscamente al mismo tiempo. Así que coloque una mano suavemente en la parte posterior de su cuello para atraerla tiernamente a mi beso, mientras deslizaba la otra mano por la parte delantera de su cuerpo para agarrar firmemente su pecho. Sentí que ella respondía con aprobación y continúe mi asalto en su pecho mientras pasaba de tocarle todo el pecho a pellizcarle el sensible pezón a través de la camisa y el sujetador. Cuando ella respondió con más fuerza a mis caricias, deslicé la otra mano, acariciando su cuello, por su espalda hasta que llegue a la parte superior de sus pantalones cortos.
Mientras agarraba el cuerpo de María, ambos nos excitábamos más. Ella tenía una mano en mi espalda sosteniéndome cerca de ella y la otra en la parte delantera de mis pantalones cortos acariciando mi endurecida verga. Me percate de que tendría que comenzar con un plan ahora o simplemente terminaríamos follando allí mismo al final de la cama. Y deseaba convertir a María en Mi Puta, así, adrede, y para eso debía cogerla de forma exquisita.
Gentilmente la empuje lejos de mí, tanteando ambos pechos mientras lo hacía, y de vuelta a la cama. Le dije que tenía una sorpresa para ella y le pedí que no mirara. Sonreí cuando ella me frunció el ceño, pero permaneció mirando hacia adelante mientras yo me movía detrás de ella.
Busque una de mis corbatas y me acerque a ella por detrás. Cuando se lo puse sobre la cabeza, ella comenzó a levantar las manos antes de darse cuenta de lo que estaba haciendo. Sonriendo, volvió a poner las manos en su regazo y me permitió asegurar mi corbata en su rostro, ocultando sus ojos. Me baje de la cama y me coloque frente a ella. Tomándola de las manos, la levante de la cama. Cuando ella estuvo de pie frente a mí, extendí mi mano detrás de ella. Deslizando ambas manos por su espalda, le desabrochó el sujetador y luego le pase la blusa y el sujetador por la cabeza. Y ate sus manos con otra de mis corbatas.
La mire por un momento. Sus pezones estaban duros y demasiado tentadores como para no tocarlos. Eran muy similares a los de Andrea, solo que por la edad, un poco caídos. No pude evitar llevarme uno de sus pezones a la boca. Ella gimió cuando yo mordí su pezón juguetonamente antes de soltarlo para terminar de desnudarla.
Aunque había atado a las chicas en el pasado, siempre lo hacía con pañuelos de seda o medias de nylon. Y nunca fue tan seguro que no pudieran detenerse si deseaban liberarse. Mis planes de hoy, pensados mientras conducía hacia el hotel, era tener el control total sobre María.
Le desabotone los pantalones cortos y los deslicé por sus piernas asegurándome de acariciar ligeramente sus muslos mientras lo hacía. Cuando mi rostro se movió más allá de su entrepierna, capte el leve aroma de su excitación. ‘Oh, sí’ pensé, definitivamente ella está disfrutando esto.
Cuando sus pantalones cortos llegaron a los pies, saque un pie de ellos y lo envié al suelo. Ahora abrí sus piernas y deje solo su montículo cubierto con su bikini amarillo. Mientras repetía el proceso con su bikini, me aseguró de acercar tanto mi rostro a ella que le roce el pubis con la mejilla. Esto envió otro escalofrío recorriendo el cuerpo de ella. Mientras yo continuaba deslizando su bikini por sus piernas, ella gimió suavemente.
Llevé el bikini hasta sus pies y mire hacia arriba, más allá del suave y afeitado monte de Venus, entre sus dos pezones alegres, para ver la pasión en su rostro. Con un suspiro, comencé a desalojar el bikini amarillo de su pierna. Inmediatamente devolví mi atención a la parte superior de los muslos cuando comenzaron a separarse. Amo una mujer con piernas hermosas, y las de María, una mujer de 43 años, eran atractivas. Natalia pudo heredar aquellas piernas solo que de color mas blanco que el de su madre. Antes de que pudiera mover su otro pie, agarre su culo con ambas manos y empuje mi cara con fuerza contra su coño. Primero bese su pubis. Podía sentir en mi lengua los pelitos que luchaban por salir de su pubis. Me encanta sentir esa sensación en mi lengua. Me excita. Ahora, y con mi nariz presionada contra su clítoris, mi lengua se abrió camino entre sus labios.
María todavía estaba disfrutando de la sensación de hormigueo, cuando de repente comencé este nuevo asalto a sus sentidos. Dos fuertes palmadas en su trasero la empujaron hacia adelante, solo para ser recibida por una presión igualmente fuerte en su ingle. La presión repentina sobre su clítoris y el sondeo de su coño, junto con el impacto punzante en su trasero, amenazaron con abrumar a María. Yo lo sabía. Lo hacía adrede. Esta tarde noche, en aquel hotel, aquella Milf iba a recibir la mejor cogida de su vida. Y lo sabía porque sus rodillas comenzaron a doblarse cuando el placer eléctrico recorría su cuerpo mientras ella gemía.
Me percate de que la había pillado completamente por sorpresa cuando perdió el equilibrio y comenzó a tambalearse. Tire de su trasero con más fuerza hacia mí, inmovilizándole los muslos entre mis antebrazos y el pecho y aplastando mi rostro contra su entrepierna. Mientras levantaba la barbilla hacia arriba para tener un mejor ángulo en su coño, mi lengua se deslizó más adentro de ella. Mi labio superior se apretó contra su clítoris enviando una renovada ola de placer a través de su cuerpo. María gemía ruidosamente. Ella pensaría que un macho la estaba cogiendo. No era así. Yo jugaba al ajedrez sexual, todo paso como estaba calculado para dar el mayor placer posible. Mi objetivo era muy sencillo: María, la madre de Andrea y Natalia, esposa de Manuel, sería Mi Puta. Y el que ella fuese Mi Puta, sería un As bajo la manga en una futura negociación.
María, con los ojos cubiertos, entendía que era mi lengua la que entraba dentro de ella. Y temblaba. Se estremecía de placer cuando sentía que lamia sus labios interiores y luego, de repente, me hundía más profundamente en su interior.
Sentía mi labio presionando cada vez más fuerte contra su clítoris. Mientras ella cabalgaba las olas de placer, una nueva sensación invadió sus sentidos. Una de mis manos a tientas se deslizó y un dedo comenzó a sondear el sensible capullo rosa de su trasero. Era el siguiente movimiento. Un Arfil atacando a su Rey.
La sentí sacudirse y temblar cuando mi dedo hizo contacto con su culo. En círculos lentos, trace el borde antes de empujar con firmeza contra su centro. Jaque al Rey. Mi Arfil hacia el trabajo.
De nuevo ella se sacudió cuando esta nueva invasión de su cuerpo envió oleadas de placer. Yo sabía que mantener sus ojos ocultos, aumentaba su sentido del tacto tanto que estaba temblando y gimiendo de manera descontrolada.
Cuando sentí que ella me empujaba con más fuerza hacia su coño, decidí no dejar que se acercara demasiado en tener un orgasmo. Sabía que cuanto más la hiciera esperar, más sensible y receptivo se volvería su cuerpo. Quería llevarla al punto de temblar ante un menor toque. Quería escucharla gemir cuando mis dedos dejaron su cuerpo y gemir cuando comenzara a tocarla de nuevo.
Lentamente saque mi dedo del borde de su trasero. Aunque mi dedo apenas la había penetrado, había tenido el efecto que estaba buscando. Quería mantenerla adivinando dónde la tocaría de nuevo.
Cuando aparte mi cara de su coño, deslicé los dedos suavemente, lentamente, por la parte posterior de sus muslos. Cuando mis dedos alcanzaron la parte inferior de sus pantorrillas, me puso de pie abruptamente, rastrillando ligeramente sus pantorrillas, muslos y la curva de su trasero. María se puso de puntillas, inhaló bruscamente entre los dientes mientras gemía.
Cuando recuperó el equilibrio lo suficiente como para mantenerse por sí misma, yo di un paso atrás y me aparte de su alcance. Me quede allí en el silencio. Ella podía sentirme mirándola y el suspenso la hacía sentir un hormigueo de anticipación. Todo premeditado.
Encendí la tv de repente y elegí un canal de música suave. Eso la asusto. Yo sabía que no podría haber atravesado la habitación sin que ella me oyera. Así que mientras ella escuchara el sonido de la música suave, estaría desconcertada al no poder ubicarme.
Me coloque a su espalda y mis dos manos la agarraron por las muñecas. Ella se puso rígida. No había escuchado mi acercamiento. Había usado la música para ocultar mi movimiento. Quite las ataduras y lleve sus manos hacia adelante y nuevamente procedí a atarla de nuevo. Después de asegurar sus muñecas, di un paso atrás y la mire por un momento. Su respiración se había acelerado. Observaba cómo sus pechos subían y bajaban al mismo tiempo que su respiración. Podía decir por sus pezones duros lo emocionada que estaba.
Lentamente di la vuelta en círculos frente a ella. La música ocultaba bastante bien el sonido de mis pies descalzos sobre la alfombra. Me acerque para tocarla y luego espere. De nuevo observe cómo sus pezones subían y bajaban. Ella estaba esperando que sucediera algo. La anticipación se estaba sumando a su natural excitación.
Se quedó allí, esperando a que yo hiciera el siguiente movimiento. No tenía otra opción. Estaba allí en alguna parte. Casi podía sentirme. Con un pañuelo toque su monte de Venus y un escalofrío de placer recorrió su cuerpo. Deje de tocarla. Y en unos segundos, muy suavemente, pase la punta mi lengua por su pubis, suavemente, muy suavemente y así, un temblor de energía sexual recorrió el cuerpo de María.
Mientras mis dedos volvían a rozar su monte de Venus de los cuales ya comenzaban a salir los pelitos, observe su reacción. El placer que se extendió por su hermoso rostro fue impresionante. Una y otra vez le pase los dedos por su monte púbico, con cuidado de no tocar el coño directamente. Sus pechos continuaron subiendo y bajando, un poco más rápido con cada roce de mis dedos. Mire como sus pezones subían y bajaban al ritmo de su creciente pasión. Una y otra vez me levante para tentarlo. Así que lo mordí. Y sentía como las olas del suave placer la atravesaban de nuevo.
Casi se cae de espaldas cuando le di un mordisco. Sucedió tan repentinamente que la sorprendió como una explosión eléctrica. Y el placer continuó, mientras mis dientes fueron reemplazados por mis labios. María podía sentir como su pezón era succionado por mi boca. Nuevos sentimientos reemplazaron a los viejos cuando mi lengua se retorció alrededor del pezón. Una y otra vez mi lengua azotó su sensible piel.
Cuando ella se inclinó contra mí, yo lleve mi mano izquierda lenta y suavemente hasta la parte posterior de su muslo. Ligeramente, trace con mis dedos la curva de su trasero. Continúe chupando, mordisqueando y lamiendo su pezón con gran entusiasmo mientras mi mano acariciaba suavemente su trasero. Escuche su respiración y sentí sus reacciones mientras continuaba provocando su cuerpo. Luego, subí lentamente la mano derecha por la parte delantera de su muslo. Suavemente, acaricie la piel de la parte interna de su muslo mientras mis dedos se movían hacia arriba.
Ahora un toque suave en la base de su coño. Simplemente presione allí, tocando ambos labios, pero sin hacer nada más. Sé que ella quería que mis dedos se movieran hacia arriba y dentro de su coño, pero no lo hice. Lentamente María comenzó a balancearse hacia adelante con la esperanza de empujar algún dedo dentro de ella. Pero no, ese movimiento estaba previsto, así que mi mano se movía, y se movía con ella. Cuando comenzó a balancearse hacia adelante de nuevo, mis labios en su pezón fueron reemplazados por dientes mordedores en la punta. Sé que aquel dolor en realidad no dolía, pero la sorprendí lo suficiente como para dejar escapar un grito ahogado. Luego vino de nuevo el mordisco, esta vez en la base de su pezón. Así, frio, planificado, buscando incrementar las sensaciones y el placer. Todo calculado. Todo medido. Me la iba a coger mejor esta vez. Mejor que nunca. María seria mi esclava sexual, ese era el objetivo. Ella sería Mi Puta. Mi Carta de Negociación. Pero ella no lo sabía. Así que debía concentrarme. Y mientras mis dientes tiraban lentamente, atrayendo su pezón entre ellos, sentí otro ligero temblor recorrer su cuerpo. Pero cuando mis dientes se abrieron paso más allá de la punta de su pezón, desaparecieron. Ahora su pezón estaba frío y duro cuando mi boca se apartó.
Ahora un ligero toque debajo de su coño, y ella se movió. Respiró hondo mientras separaba sus labios exteriores, trazando su camino hacia arriba. Sabia que estaba creando un intenso sentimiento dentro de ella cuando separe sus labios internos. Entonces, de repente, estaba dentro de ella. Un dedo por fin la penetro.
Corrí hacia arriba hasta que la palma de mi mano se presionó contra su clítoris. Y los gemidos de ella comenzaron a aflorar. Más y más fuerte, mi palma presionó mientras el dedo trazaba círculos dentro de su vagina. Un temblor subió por la espalda de María. Y lentamente comencé a presionar hacia adelante contra la mano que estaba enviando tanto placer a través de su cuerpo, de un lado a otro, igualando el ritmo de las manos en cada movimiento.
Mientras ella entraba en ritmo con mi mano, me esforcé por no acelerar. Despacio, despacio, con calma me repetía. Pensaba cual sería mi siguiente movimiento en aquel ajedrez mental de control total sobre María. Mi instinto me decía que aquella mujer nunca había sido llevada a sus límites. Manuel, su esposo, una gran persona, pero tranquilo, tímido y afable. María necesitaba un puto como yo, que la hiciera explotar. Esa era la clave.
Yo podía sentir su orgasmo construyéndose y sabia que ella quería alcanzarlo pronto. Pero también sabía que acelerar el movimiento de mi mano, lo provocaría. Ella se percato que yo también sabía que acelerar significaría que ella alcanzaría su orgasmo, así que mantenía el ritmo justo donde estaba.
—“Maldito seas Fer, no me hagas esto, por favor”—gimió ella.
Sabía que yo estaba observando cada movimiento. La mantenía a un ritmo que haría que su cuerpo respondiera mientras le negaba la satisfacción inmediata.
—“Oh, por favor, Fer, hazme llegar, por favor, maldito”. Y yo mantenía la calma. Paciencia. Paciencia. Yo sabía que eventualmente su estado sexual se intensificaría tanto que nada detendría la liberación de su cuerpo. Ella se concentró en su ritmo, intentando que yo moviera la mano más rápido. Era una experta. Una mujer de 43 años ya ha jugado y vivido. Pero en este juego yo era El Gran Maestro. Yo tenía el control. Yo tenía la iniciativa del juego. Ella solo se podía defenderse.
Mi palma estaba casi descansando sobre su clítoris ahora, apenas dejándola por un segundo mientras mi dedo se abría paso dentro de ella. Lo sacaba hasta que estaba a punto de perder contacto con ella y luego lo volvía a lanzar hacia arriba, buscando su punto G, Mi dedo se movía hacia adentro y hacia afuera mientras mi palma continuaba presionando su sensible clítoris.
—“Allí, allí, dame allí Fer, allí”. Siempre había sido bueno con las manos, pero esto era genial. Sabia que la falta de visión causada por la corbata en los ojos había aumentado su sentido del tacto. Era como si la estuviera tocando de una manera completamente nueva. Llegando a lugares que nunca antes había encontrado. De repente, y adrede y fríamente calculado, mi ritmo se ralentizó un poco.
“Nooo, por favor no pares”. Pero cuando terminó su súplica sintió mis labios en su pezón. Suavemente contuve el aliento mientras mi lengua giraba amorosamente alrededor de su pezón, en círculos lentos y duros a su alrededor.
‘Oh, que rico, que rico Fer,, por favor, solo un poco más”. Lentamente seguí moviéndome en círculos estrechos, succionando ligeramente su pezón en mi boca.
Gimiendo, se inclinó hacia mí para apalancarse. Mientras presionaba su pecho contra mi rostro, mis dientes rozaron ligeramente su pezón. Ella tuvo que percibir que mi ritmo se volvió más lento. Ahora mi dedo se movía despacio dentro y fuera de ella, pero solo para aumentar el deseo. Tenia que notar la sensación de mis dientes en su pezón y mi dedo en su coño. Cuando mi lengua y mi dedo comenzaron a moverse al mismo tiempo, ella se concentró en la sensación porque tenía la boca abierta sin emitir sonidos. Ella se quería venirse. Se que lo necesitaba más que nunca. Y así, me detuve alejándome. Protestas de ella.
Luego me acerque a su espalda. La bese en el cuello. Y así, María pudo sentir que algo nuevo le tocaba la parte baja de la espalda. Algo suave comenzó a trazar su camino hacia arriba. Estaba caliente al tacto. Mi lengua y mi dedo comenzaron nuevamente los movimientos cronometrados, pero ahora desde su espalda, para tratar de disfrazar el nuevo toque.
Su cuerpo comenzó a relajarse. Pasando de su estado elevado a una cómoda euforia de sensaciones sensuales. Necesitaba despertar la curiosidad usando mi verga, abriéndome paso en su trasero. Deseaba despertar en María el deseo de experimentar una estimulación anal. El camino hacia el Jaque Mate al Rey, se estaba iniciando.
Cuando mi verga alcanzó la parte baja de la espalda, pude sentir que ella se tensaba y cuando comencé a deslizar mi verga por la parte superior de sus nalgas, su respiración comenzó a hacerse más profunda. En respuesta, mi dedo comenzó a ralentizar un poco su paso en la vagina. Pero mi lengua y mis dientes continuaron jugando con su espalda y su cuello
Mientras mi verga bajaba por la raja de su trasero, se que ella anhelaba que me diera prisa. Quizás ella ya sabía lo que vendría y comenzó a anticipar los sentimientos que traería. Ahora la espera empezaba a volverse insoportable de nuevo. Ella sabía que yo iba a desarrollar esto tan lentamente como pudiera.
Casi estaba allí. Ella casi podía sentir mi toque en la sensible entrada de su trasero.
Luego me retire.
«Aggghhhh», gritó. Cuando trató de empujar hacia atrás para buscar mi verga, la detuve. “Quieta, quieta”, le dije. Aproveche para buscar entre mis artículos personales, una crema lubricante. Sentía que María estaba empezando a enojarse. Se que tenía su orgasmo contenido en la profundidad de su cuerpo y que necesitaba ser liberado, ¡y lo quería ahora! Ya!
Se puso de pie para estirar las piernas. De nuevo la detuve y la incline contra la cama. Después uno de mis dedos encontró el camino hacia su coño nuevamente. Se inclinó hacia mi mientras yo comenzaba a sondearla. Mi paso era lento y constante, y percibí que María se relajo tanto que se olvidó de estar enojada. Cuando acelere el paso, ella se dejó llevar de nuevo. Me movía rápido dentro de su vagina.
Mientras me adentraba de nuevo en su profundidad, comencé a colocar crema lubricante en su trasero y así empecé a meter un dedo lleno de crema. Unos movimientos mas, y su Rey seria mío.
“Fer, que haces? Soy virgen, nunca he sido penetrada por mi ano”, dijo María suplicante
Una fuerte nalgada. Y después otra fuerte nalgada. María comenzó a sollozar
“Cállate”. Le dije. Era lo que yo intuía. Manuel, su esposo, no había explorado los limites sexuales de aquella mujer. Esta Milf, de 43 años tenía un solo órgano sexual: Su Vagina. Ese día, y conmigo, descubriría otro órgano sexual que estaba dormido dentro de ella.
“Escucha bien, perra. Ahora vas a conocer el límite del sexo, sabrás lo rico que es ser poseído por un buen macho, tendrás una verga de hombre en tus entrañas, sentirás cómo quema divinamente la leche de un macho tus tejidos vírgenes, una mujer no es completamente una mujer si no ha sido cogida por el culo”
Le metí un dedo. Luego otro dedo con lubricante. Y después un tercer dedo. Lentamente comencé a girar en el sentido de las agujas del reloj, luego en el sentido contrario a las agujas del reloj. María sollozaba y se retorcía hacia adelante y hacia atrás, mientras mis dedos trabajaban lentamente hacia adentro. Ella tenía los esfínteres alborotados, podía sentir en mis dedos como temblaban por el dolorcito interno de su culo, que se acentuó y se hacía más sabrosito. Retire mis dedos de su interior.
Entonces María lo pudo sentir.
La hice sentir por primera vez el contacto con la enorme cabeza de mi verga contra sus temblorosos esfínteres. Y María dejo de sollozar. Estaba tensa, a la espera. Quizás pensando que lo metería a continuación de un solo golpe. Pero no, yo sé como desvirgar un ano. Con calma y paciencia. Era un juego de ajedrez. Yo tenía previsto varias jugadas, así que le dije al oído
“María, relájate un poco, quiero que acaricies la punta de mi verga con tu culo, aprieta y afloja, por favor, aprieta y afloja”
Y ella obedeció.
“Si María, así, así mismo, aprieta y afloja”, Y mientras hacía eso, yo presionaba y me retiraba.
Luego otra vez un poco más fuerte y otra vez, entonces María sintió algo de dolor cuando yo di un avance y no retrocedí, dejando adentro la cabeza de mi verga contra el diminuto orificio, forzándolo, que hizo que el culo virgen de María, ya no pudiese cerrarse por completo, pues la punta de mi verga no lo dejó.
María se puso nerviosa y decía: “Fer me duele, por favor espera, espera , ya va, ya va, espera…” Decía ella temblorosa. “Fer no va a entrar, es muy grande, por favor, Fer”
Yo no cedería tan fácil. Comencé con el siguiente movimiento en el tablero y mis dedos en su vagina y la palma de mi mano comenzaron a estimular su clítoris, mientras que con la otra mano, la sujetaba fuertemente por su cadera. Cuando ella comenzó a gemir, yo di el siguiente avance para introducir la cabeza de mi verga en aquel ano virginal, y sentí como sus esfínteres apresaron aquella cabeza invasora, destrozando su virgo.
María grito de dolor, le faltaba el aire. Trato de pararse, pero mi sujeción y las piernas que no le respondían evitaron que se liberara. Podía mirar su rostro, de lado y apoyado en la cama, su boca abierta y unas lagrimas y un grito que solo decía:
“Fer, por favor, sácalo, por favor sácalo, duele, para por favor” Trataba de convencerme de desistir de enterrar mi verga en su culo estrecho y virginal, pero al mismo tiempo sentía temblar sus esfínteres y, sus carnes anales atrapar la punta de mi glande, como si quisiera que yo entrara un poco más. Pero yo no la dejaría irse, no la dejaría escapar con su culo virgen. Eso sí, tal y como estaba planeado, no seguí empujando, pero tampoco me retire. Solo besaba su espalda, besaba y mordía su cuello, le pedía que se relajara, que el dolor ya pasaría. Y mientras le decía eso, sentía como su culo se abrazaba mas a la punta de la lanza invasora, dejando el glande dentro de ella, reteniéndolo, mientras el resto de mi pene esperaba pacientemente su momento de entrar. Y mientras María se calmaba y sus piernas no respondían, sus paredes anales se aferraban a aquel guerrero asaltante que había comenzado la conquista. Ya la Torre estaba posicionada y el Jaque Mate estaba ya a mi alcance.
María sollozaba sin hacer mucho ruido, lagrimas corrían por su mejilla, así que comencé con una terapia de relajación, le hablaba y le secaba las lagrimas
“Sé que duele un poco mi amor, pero pronto te va a pasar y lo sentirás rico”
La acariciaba, la besaba.
“Paciencia mi amor, paciencia, ya va a pasar”
Ese paso, fríamente calculado dentro de la táctica del ajedrez, comenzó a dar resultados y como por arte de magia, María dejo de llorar y comenzó a relajarse. Y decía duele, duele, duele, pero cada vez más bajito, señal evidente de que el dolor que pudiera sentir, cada vez era menos intenso. Y nuevamente comencé a ayudarla. Retome las caricias sobre su clítoris y su vagina, mientras le besaba su espalda. Coloque mas crema lubricante en mi verga y en la entrada de su ano, y le dije que pujara como si quisiera expulsar al invasor de su culo, y mientras ella hacia eso, comencé con un suave vaivén, presionando y dejar de presionar, muy suave, muy suave. Yo intentaba entrar y cuando sentía un mínimo de oposición, me retiraba unos milímetros.
“Te duele mi amor”
“Si amor, me duele un poco, pero es soportable”
Ya avanzaba dos milímetros y retrocedía uno. Y así comenzó a avanzar aquel trozo de carne y sentía como, poco a poco, se abría aquel canal hasta ahora virgen. Me retire un poco, y María emitió un gemido de placer. Sabía que le gustaría la sensación de sentir como la cabeza de mi verga salía un poquito. Y sabia que debía continuar tranquilizándola metiendo un poco, unos milímetros, entraba y salía, con lo que sus esfínteres y los primeros centímetros de su culo virginal se acostumbraron a la presión y a la retirada de mi verga. La conquista se había iniciado.
Y tal y como era de esperar, María comenzó a disfrutar. Su piel de gallina me indicaban que comenzó a sentir ganas de que su culo se tragará toda aquella verga intrusa. Y así estuve unos minutos, hasta que note que era María la que se movía atrás y adelante. Ya habían entrado como 8 o 9 centímetros, ya la cabeza de mi verga estaba adentro, ya aquel ano no era virgen. Ya era el momento. Era lo que estaba esperando. Y con un impulso de mis caderas hacia delante, clave aquella verga que casi llego hasta la base. María grito duro.
“Noooooo, dueleeeee”
Pero ya no había nada por hacer, el enorme guerrero conquisto y reclamaba su triunfo. Y el sonido de mi pelvis chocar con sus nalgas, lo estaba anunciando.
“Hay mi amor, hay mi amor…me siento toda llena mi amor…pero sácalo por favor, sacalooo”
“No mi amor, no lo puedo sacar, porque te va a doler mas, tengo que lubricarte con mi leche, para así aliviar tu dolor. Relájate por favor y muévete poco a poco, adentro y afuera a tu ritmo”
Y así, María haciendo un gran esfuerzo comenzó a culear, primero muy en cortico, después un poco más. Yo la libere y use mis manos para abrir más sus nalgas.
Comencé a balancear mi pelvis de nuevo, adelante y atrás. Y mi verga se deslizó aún más dentro de ella. Y mi mano igualó el ritmo. Dentro y fuera, golpeando su clítoris a medida que avanzaba.
«¿Qué grande es Fer, tienes una verga grande», Mientras que ella misma se seguía abriendo. Esta seria ahora una sensación que María nunca antes había sentido: Los placeres de dos partes diferentes de su cuerpo explotaban en su mente. Su nuevo órgano sexual provocaba ondas de placer en su cuerpo.
A medida que su respiración se hacía más pesada, se inclinó más hacia mí. Continuó moviéndose hasta que podía sentir que estaba completamente dentro de ella y por los gemidos sabia que le encantaba.
Ahora lo saque poco, solo para ser empujado hacia adentro. Luego, hacia afuera. De ida y vuelta, solo una centímetros más o menos, pero lo suficiente como para causar inmensas ondas de placer a través de su cuerpo. Y después más fuerte, mas fuerte, hasta que María se encontraba culeando divinamente. Y yo la cogía como todo un macho a su hembra.
Cuando María comenzó a disfrutar de este nuevo placer, mi dedo en el coño se retiró casi por completo. Mientras se mantenía allí, justo entre sus labios externos, uní un segundo dedo. Luego ambos fueron empujados hacia ella. Cuando llegaron tan alto como pudieron dentro de su cuerpo, la palma de mi mano golpeó su clítoris con fuerza. La ola de placer que recorrió su cuerpo casi la derriba de rodillas. Una y otra vez salieron a la entrada de su coño, solo para ser empujados nuevamente dentro de ella.
Yo podía sentir que las sensaciones dentro de ella estaban a punto de explotar. Era lo que yo había estado esperando. Venía, lentamente, pero sin embargo venía. Cuando mis dedos se metieron en su coño y mi verga dura en su culo, la sensación se acumuló. Mientras la boca mordía y lamía, y la palma se aplastaba contra su clítoris una y otra vez, la sensación se incrementaba.
Las distintas partes del cuerpo de María, enviaban ondas de placer hasta su mente. Su respiración ahora era rápida y pesada y sus gemidos fuertes. Todo su cuerpo comenzó a brillar por el sudor que estaba generando. Su cabeza se movía de un lado a otro por los sentimientos que se acumulaban en su interior. Esto iba a ser algo como nunca antes había experimentado. Esa era la siguiente jugada de aquel ajedrez de placer que estaba construyendo para ella.
Cuando hundía mas mi verga, al mismo tiempo que mis dedos continuaban su asalto, las vibraciones en su cuerpo se incrementaban. Más y más lejos, mis dedos se extendían dentro de ella, la palma golpeaba cada vez más fuerte contra ella, y mi verga ya se hundía por completo y sin temor, en las profundidades de aquel culo que había esperado 43 años en ser penetrado.
Ahora podía sentirlo. Estaba a solo unos segundos de explotar y ya no podía detenerlo. Dentro y fuera, más y más fuerte, una y otra vez estos ondas de placer chocaron y corrieron a través de ella. Casi estaba aquí. Solo un poco más cerca, solo un poco más.
Yo solo le dije: “Mi amor, siente como tu macho se descarga dentro de ti, siente mi leche”
Y mi primer chorro de leche caliente salió. Y me retire casi por completo, solo deje la cabeza de mi verga adentro, para comenzar a llenar aquel culo con mi néctar desde la entrada y hasta el final. Y María podía sentir otro chorro de aquel manjar de los dioses en la entrada de su orificio anal. Y yo me sumergía un poco más, para volver a soltar otro chorro de leche, y después lo metí todo, para soltar el zumo final. Aquel canal anal estaba por primera vez lleno de la leche de un macho. Y María comenzó a gritar de placer, mientras un orgasmo explotaba por todo su cuerpo como si hubiese sido golpeada por una descarga fulminante. Algo que yo sabía y que nunca había experimentado. Lo mejor era que con cada chorro de leche, el ano de María me apretaba la verga, enviando olas interminables de placer a través de ella. Sus piernas se bloquearon, su pelvis se disparó hacia adelante y su espalda se arqueó como si estuviera en llamas.
El orgasmo que tanto había esperado, que había anhelado, que sabía que estaba a la vuelta de la esquina, la golpeó como un tren de carga. Su cuerpo se inclinó hacia adelante y luego hacia atrás. Se convulsionó cuando una ola tras otra de pura euforia la golpeó como si fuera una playa en un huracán. Perdió el equilibrio. Una y otra vez su cuerpo se conmociona con la pasión corriendo a través de ella. Grito de placer. La Torre había logrado su cometido. Era el Jaque Mate al Rey.
Y mientras María explotaba, como todo un experto, aproveche sus espasmos para ir retirándome lentamente hasta que sentí cómo mi verga abandonaba el estrecho refugio, Y ella seguía experimentando unos temblores fortísimos.
“Maria, que culito más apretado y rico tienes. Gracias por haberme dado la oportunidad de desvirgarlo. Dime te gusto?”
“Fer, Fer, es lo mejor que me ha pasado en la vida. La mejor cogida que he tenido, soy tu mujer Fer, me podrás coger cuando quieras, por favor, no dejes de cogerme, que esta no sea la última vez, por favor, Fer, promételo”
Yo estaba acostado en su espalda y le dije algo que tenía preparado, cual rata inmunda soy.
“María, yo no quiero que seas mi mujer. Tú serás Mi Puta, y como tal, de ahora en adelante te vas a portar. Te cogeré cuando yo quiera, como yo quiera, y me llamaras Mi Macho, entendiste?”
“Si Mi Macho, entendí”
“De ahora en adelante, solo cogerás con Manuel bajo mi permiso. No podrás coger con tu esposo cuando tu quieras. Solo cuando yo te de permiso. Tu cuerpo, tu vagina y tu culo, son de mi propiedad, estás de acuerdo?”
“Si Fer, perdón, Mi macho, estoy de acuerdo”
“Y ahora vamos a explorar y explotar tus limites sexuales. Vamos a hacer un trió con otro hombre, con otra mujer, doble penetración anal vaginal, vamos a experimentar todo. Has hecho todo esto?”
“No Mi Macho, no he hecho nada de eso”
“Tienes toda una vida perdida María, pero estas a tiempo. Por ahora, cuando estés tirando con Manuel, tu culito sentirá hambre de verga de Tu Macho. Tienes prohibido darle el culo a Manuel. Tu culo será mío y del macho que yo te busque con una verga más dura y gruesa que la mía, que pueda calmar tus espasmos. Te repito, serás Mi Puta”
Y así fue, desde aquel día, María se convirtió en una Puta. Y gracias a ello, se pudo salvar su matrimonio, porque entendió los placeres que produce la infidelidad y el coger con otros machos.
Comentarios Finales.
Este relato ya tiene 21 páginas, así que voy a hacer unos comentarios, porque si me pongo a relatarlos, pasaremos de las 40 páginas.
Hasta ese domingo cogimos María y yo El lunes ya Brandy y Roberto estaban en el apartamento y era complicado que pudiéramos coger. María me confesó que para ella era difícil obtener un orgasmo con Manuel, y que no era algo nuevo, sino casi desde el inicio de su noviazgo y a lo largo de su matrimonio. Por eso, ella quería que la siguiera cogiendo, cosa que he hice varias veces. Yo le sugerí que debía coger con otro macho, porque consideraba que ella no tenia ningún problema en alcanzar un orgasmo, que mas bien era producto de la forma como Manuel la follaba. Le dije que Roberto me había comentado que ella le gustaba, cosa que era mentira, pero como quería que ella fuese una puta, le pedí que considerara coger con Roberto. Con Roberto hice la misma labor, le dije que María gustaba de él, y así deje encendido el gusano del deseo en ambos.
Yo me regrese el martes de esa semana siguiente. María se quedo una semana más, para ayudar y terminar de entrenar a Brandy. Para mi sorpresa y satisfacción, desde el viernes comenzó a coger con Roberto. Ya tenía dos As bajo la manga. Por cierto, la primera vez que cogió María con Roberto, no tuvo un orgasmo en la primera sección de sexo, quizás por el temor inicial, pero en la segunda sección de esa noche, pudo tener dos orgasmos. Dándome la razón de que ella no era la del problema. Y ahora, cada vez que se puede, coge conmigo o con Roberto. A veces ha cogido con Roberto y me busca para que yo termine de saciar sus ganas. Ella no lo sabía, pero en su interior existía una puta, solo que yo la desperté.
Lo irónico de todo, es que se quería divorciar de Manuel porque este le fue infiel, pero en aquel viaje, ella le fue infiel a Manuel con dos hombres diferentes. Ella y Manuel no se divorciaron y siguen juntos hasta hoy. Quizás, y si tengo tiempo, escribiré algunos relatos de las veces que cogí a María o que Roberto y yo la cogimos.
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En el caso de Maria, si se alucina. Aunque uno preferiria que se mantenga como puta privada de Fer. Si bien esta el deseo de explorar sus limites, bien podria hacerlo solo con ella, sin la necesidad de que intervenga otro hombre, como Roberto, que a la larga puede traerle problemas hasta que pasen de el y prefieran ser dominadas por otros. Podria hacerla su mujer privada como era el deseo de Maria, ser su UNICO dueño, sin la necesidad de compartirla con alguien mas. Ojala se pueda considerar esta posibilidad y dejar de lado a Andrea con su pseudo «amor». Tal ves la relacion se podria ahora enfocar con Natalia, quien al menos tuvo la decencia de respetar su presencia y no como Andrea, que lo humillo tanto de acto como verbal, aunque Fer no lo vea asi.